VII. ¿A quién carajos le gusta Toy Story?
DÍA 7
⁀➷ ALMAS GEMELAS
Las primeras palabras que intercambias con tu alma gemela se quedan grabadas en un tatuaje en tu piel. ¿Denki? Denki tiene un "¿A quién carajos le gusta Toy Story? " en la muñeca.
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Denki gruñó, escuchando las risas de sus compañeros detrás de él y el flash de una cámara capturando su desgracia.
Aquella mañana, cuando llegó a su aula de clases a sentarse en su lugar de siempre, se encontró con la grata sorpresa de que su mesa de trabajo estaba repleta de stikers de Toy Story.
Tapizada por todos lados, las estampillas decoraban infantilmente todo su lugar, sin dejar espacios en blanco que pudieran indicar que había una mesa debajo de esas capas de personajes animados.
Y la broma le hubiera parecido graciosa, como cuando colgaron la mochila de Sero en el ventilador, sino fuera porque ODIABA Toy Story.
Si, "odiaba", con negritas, mayúsculas y subrayado.
Cuando era pequeño le gustaba la película, incluso llegó a tener el mismo dinosaurio que salía en la caricatura; sin embargo, cuando cumplió doce y la marca que lo unía con su alma gemela apareció en su muñeca, su odio hacia aquel clásico de Pixar comenzó a florecer en su interior.
Se suponía que las primeras palabras que intercambiarías con tu alma gemela se tatuaban en tu piel como un recuerdo de que había alguien esperando por escuchar tu voz y unirte a su vida, ¡y eso era súper romántico! Porque había personas que solo vivían por el día en que alguien les dijera por fin las mismas palabras que llevaban tatuadas en la muñeca, viviendo en una ilusión hasta conocer a su alma gemela y escuchar aquella frase tan significativa por fin materializada.
Y eso a Denki se le hacía lindisimo... sino fuera porque tenía la peor marca de almas gemelas del mundo.
"¿A quien carajos le gusta Toy Story?" Decía su muñeca, en letras negras y plasmado para siempre.
¿A quien se le ocurría preguntar eso? ¿No pudo simplemente decir "hola, ¿sabes la hora?" O algo menos vergonzoso?
Sus amigos lo habían molestado desde que se enteraron de su marca, declarándolo como el mayor fan de Toy Story y regalándole todo tipo de cosas relacionadas con la película solo para joderlo.
Y estaba seguro de que los orfanatos ya estaban cansados de recibir cajas de donaciones llenas de Woodys porque en su cuarto ya no cabían.
— Son unos idiotas —se quejó, lavándose la cara por tercera vez e intentando deshacerse de la tinta en su frente. Sero y Mina le habían puesto un sello de los marcianitos de la película mientras dormía y ahora no podía quitárselo.
— Solo se vengaron de la vez que metiste una lagartija en sus mochilas —le recordó Kirishima, divertido con la guerra de bromas que sus amigos habían empezado la semana pasada.
— ¡Pero esta mierda nos se quita! —volvió a intentarlo, dejándose la piel roja por el tacto brusco— todos me verán raro en la estación de tren.
— Entonces busca una buena venganza.
— ¿Bakugo te está pegando su nivel de maldad? Tu eres prácticamente Dios, Kiri, bondadoso y bueno, deberías decirme que lo deje por la paz .
— Solo me divierto con sus juegos de niños —se encogió de hombros—, cuando las cosas se salgan de control los obligaré a que paren.
— Sabio y justo, gracias, papá Kiri.
Ejiro rodó los ojos y le entregó su mochila para que ambos salieran del baño del colegio y pudieran irse por fin a sus casa después de una larga jornada escolar.
Se despidieron en la salida de la escuela y tomaron rumbos distintos, con Denki caminando a la estación de trenes pateando rocas y evitando pisar las grietas del pavimento.
Llegó casi quince minutos antes de que el tren a su casa saliera, así que se quedó esperando pacientemente, sintiendo algunas miradas confundidas y divertidas por el sello rojo que destacan en su frente.
Cansado de toda la atención, refunfuñó y se fue a una esquina solitaria de la estación, donde solo se encontraba un chico de su edad perdido en su celular y la música de su audífonos.
Pero como si el destino conspirara contra él y su dignidad, justo cuando se acercó el chico guardó su celular y comenzó a prestar atención a su alrededor.
A su alrededor y al rubio de apariencia curiosa que se encontraba cerca de él.
Ambos se miraron directamente, el más alto con ambas cejas enarcadas en una pregunta silenciosa y el menor con una amenaza en la mirada que le advertía que no estaba de humor como para soportar la curiosidad de un extraño.
Pero Hitoshi siempre se caracterizó por ser un suicida de primera y no tenerle miedo a nada, ni a lo zombies ni a los niños rubios con sellos en la frente.
— ¿A quién carajos le gusta Toy Story? —preguntó, porque al parecer, era lo que más le llamaba la atención de esa extraña situación.
Y Denki se enfureció, porque reconocía aquella frase hasta dormido.
Y en lugar de alegrarse de haber conocido por fin a su alma gemela, se enojó porque tenía un montón de quejas que hacerle al sujeto ahora que lo tenía enfrente.
— ¡Tú! ¡Así que eres tu el imbecil que se le ocurrió decir esa maldita frase que ahora tengo tatuada de por vida en mi piel! ¿ "A quién carajos le gusta Toy Story"? ¡No lo sé! ¿Porque no podías ser un alma gemela normal y decirme un simple "hola"! ¡Esta es la peor marca del mundo! ¡No soporto tenerla!
— ¿Ah, si? Ahora imaginate tener todo ese discurso tatuado en mayúsculas.
Denki lo miro confundido, antes de bajar la mirada al brazo del chico y ver su parloteo impregnado en letras negras desde la muñeca hasta unos cuantos párrafos más abajo, cada una de sus palabras escritas textualmente sin error y todo en mayúsculas porque se le ocurrió gritarlo.
— Oh, si, bueno... supongo que la mía no luce tan mal ahora.
— Me alegro que la desgracia ajena te haga sentir mejor. —le sonrió, extendiéndole la mano para presentarse— Shinso Hitoshi, el idiota de tu alma gemela.
— Denki Kamianri, el mayor fan de Toy Story, supongo.
Ambos sonrieron pequeño, sintiendo una extraña emoción al estrechar sus manos en su ridícula situación.
Denki odiaba la marca que su alma gemela le había dado, hasta que un día no la odio; el día que Shinso Hitoshi apareció con medio antebrazo tatuado y sin una queja de por medio porque ya lo había aceptado incluso antes de conocerlo.
Hitoshi había aceptado que su alma gemela sería un ser potencialmente agresivo que hablaba más de lo que respiraba y que posiblemente iría en contra de todo lo que él era, porque eran completos polos opuestos; pero si él podía digerir y aceptar ese hecho, entonces Denki también podía aceptar las extrañas preguntas que hacía Hitoshi al conocer a alguien nuevo.
Porque el mundo ya tenía suficientes personas con un "hola" tatuado en la muñeca, pero solo había un idiota afortunado con medio ante brazo marcado.
Ignoremos que me salte el día 6 porque aún no lo termino. 👀
En otras noticias...
¡Quiero exponer públicamente a este ser virtual llamado hola_khehaze por acusarme justificadamente de abandonar mis weeks y dejarlas a la mitad! Me dolió la acusación y me dolió más que fuera real, así que aquí estoy, defendiendo mi honor 😾 🤺
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