III. No fue muy listo de tu parte
DÍA 3
⁀➷ ¿CÓMO ES QUE ESTÁS VIVO? .
Hitoshi regresa a su casa cuando se encuentra a un extraño chico que lo ve con ojos opacos y ha perdido las llaves de su departamento. Los dos se vuelven inevitablemente la definición exacta de torpeza.
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Hitoshi se siente tremendamente cansado y jura que su cerebro se a convertido en sopa en algún momento del día. El calor es horrible, los mosquitos son horribles, el aire acondicionado averiado de su departamento es horrible y en general su día es horrible.
Lo único que quiere hacer es llegar a su casa y tirarse en su cama con el ventilador tan cerca de su rostro como se pueda y la ventana abierta de par en par.
Sin embargo, aunque su cerebro exige apegarse al plan y no desviarse en ningún momento, sus pies lo traiciona y se detiene en un piso que claramente no es el suyo.
Lo ha visto desde el primer momento.
Desde que estuvo frente al complejo de apartamentos donde vivía pudo distinguir una figura pequeña y delgada parada cual estatua en el segundo piso; cuando se detuvo por fin en el mismo lugar pudo distinguir más de cerca de lo que se trataba.
Un niño de cabellos rubios y estatura baja se mantenía en el mismo sitio en que lo visualizó desde un principio, moviendo ansiosamente su pie derecho y con una mano aferrada al barandal que separaba el pequeño pasillo de una caída mortal.
No parecía estar esperando a que abrieran la puerta, tampoco parecía como si hubiera salido a tomar aire, de hecho, parecía como si un lobo imaginario lo estuviera amenazando con comérselo en ese mismo lugar.
Tal vez está drogado, pensó sin poder evitarlo. No precia el tipo de chico que consumiera ese tipo de cosas, pero su actitud dejaba mucho que pensar.
— Oye —lo llamó, causando un pequeño sobresalto en el menor— ¿Necesitas ayuda? ¿Al menos sabes dónde estás?
El rubio giro a verlo un tanto tembloroso otro tanto aliviado, debido a la lejanía, Hitoshi no pudo notar el detalle más importante.
— Am... si, hola —hablo suave y tembloroso—. Yo vivo aquí —señaló vagamente la puerta a su lado—, pero salí a llamar a mi gato y la puerta se cerró, tenía las llaves pero se cayeron por el barandal y... bueno, solo he recorrido las escaleras una vez y no creo recordar cómo son, así que... ¿podrías ayudarme a bajar para buscar las llaves?
— ¿Bajar, llaves, escaleras? ¿De que-? —frunció el ceño y se detuvo en seco cuando el niño comenzó a alterarse a la vez que se acercaba.
Cuando todo quedó en silencio sus ojos opacos miraron con temor hacia todos lados y se detuvieron al fin en un lugar donde no había nadie.
Entonces Shinso pareció entenderlo.
No era muy listo, pero la neblina cubriendo los bonitos ojos ámbar y él intentó del menor de escuchar su voz y sus pisadas al mismo tiempo, aún sobre los latidos acelerados de su corazón por los nervios, le dieron una idea de lo que sucedía.
— No fue muy listo de tu parte salir solo —le dijo de forma suave para no seguir alterándolo. Él rubio apenas identificó de donde provenía su voz, dirigió sus ojos hacia el.
— Mi gato se perdió. —confesó con pesar, casi como un niño triste y asustado.
— Hay muchos gatos por ahí, seguramente está jugando con alguno, no te preocupes por el.
— No sabía eso, lo siento...
— No te disculpes —se acercó al barandal y miró hacia abajo, distinguiendo inmediatamente las llaves plateadas tiradas en el pavimento—. Quédate aquí mientras yo voy por las llaves ¿si? Será más seguro.
— ¿En serio?
— Si, solo espera.
— ¡Gracias!
Cuando vio la pequeña sonrisa nerviosa del rubio tuvo el impulso de acercarse y desordenar su cabello como si de mimos a un gato se tratara, pero se contuvo repitiéndose que eso solo lo asustaría más y mejor bajo las escaleras para recoger el objeto extraviado.
Cuando volvió con el menor, esté nuevamente intentaba interceptarlo con su ojos con base al ruido de sus pisadas, y cuando estuvo cerca, Hitoshi tuvo que tomar la mano ajena para que recibiera las llaves.
— Aquí están.
— ¡Gracias!
— ¿Quieres que-?
Ni siquiera pudo terminar la oración cuando las llaves volvieron a caer por el barandal, consecuencia de los nervios del rubio y su mal pulso.
— Amm...
— Si, lo se.
Volvió a bajar por el objeto y subir nuevamente las escaleras, asegurándose de que esta vez sujetara las llaves bien y no pudieran caer otra vez.
Pero como si de una serie de mala suerte se tratara, las llaves volvieron a caer, esta vez en el piso del pasillo.
— ¿Cómo es que estas vivo? —preguntó divertido Hitoshi, volviéndolas a recoger y entregándoselas al dueño por tercera vez.
Denki se sonrojo y murmuro nuevamente un pequeño "Gracias" avergonzado, excusándose diciendo que era torpe y nervioso en esas situaciones.
— ¿Necesitas ayuda en algo más? ¿Quieres que abra la puerta?
— Puedo hacerlo yo mismo, gracias.
— No fue nada —miró hacia abajo y notó que el chico seguía moviendo su pie de forma nerviosa. Al parecer, ninguno de los dos había tenido un buen día—. Bien, entonces... nos vemos luego, supongo.
El rubio no contestó y Shinso análisis su propias palabras en silencio.
"Nos vemos luego"
Mierda.
— Oh, perdón, yo no...
Una leve risita interrumpió su disculpa, el chico frente a él no pareció ofendido, de hecho, parecía menos nervioso que antes.
— Nos vemos luego —repitió, sin borrar su sonrisita—. Gracias otra vez.
Y sin decir nada más, giro a la entrada de su hogar, tanteó un poco encontrando rápidamente la cerradura y abrió la puerta sin problema alguno con ayuda de las llaves.
Tan solo cuando el niño desapareció detrás de la madera, Hitoshi se percató de que jamás le preguntó su nombre.
Maldijo en voz baja y luego pensó en sus opciones.
Dudo un par de minutos, pensando en si valía la pena volver a tocar la puerta y preguntarle siquiera como se llamaba, u olvidarlo e irse porque existía la posibilidad de que jamás se volvieran a ver o ese encuentro no volvería a repetirse.
Igualmente, sin mucho a su favor, lleno de aire sus pulmones y se acercó a la entrada, dispuesto para llamar otra vez al rubio.
Sin embargo, antes de poder tocar, el mismo niño abrió y sacó la cabeza.
— Soy Denki, por cierto. Denki Kaminari.
— ¿Ah?... Oh, si, si, es... un lindo nombre —confesó, logrando que se sonrojara otra vez. Se estaba convirtiendo en una de sus actividades favoritas pintar sus mejillas de rojo.— Soy Shinso, Shinso Hitoshi.
— Lindo... —murmuró— ¿Y... vives por aquí?
— Dos pisos arriba.
— Oh, eso es genial.
— Si, genial...
— Entonces... posiblemente... ¿nos encontremos en otra ocasión?
— Si, tal vez. ¿Por qué no vienes mañana a mi casa y lo descubrimos?
Denki sonrió y Shinso lo imitó.
Y si fue el momento exacto en el que algo nació, ninguno de los dos se dio cuenta.
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No me gusto como quedo pero tenía que cumplir con el día y tenía este escrito guardado desde la week del 2021, solo lo limpié un poco, modifiqué unas cosas y ¡boom, día 3 del month!
Se que parece escrito por una niña de catorce años, pero si se escribir, lo juro.
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