Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

1. Familia de gatos


—En realidad no estoy segura de cuál de los dos es el padre biológico de Dylan. Por eso vivo con ambos—Grecia explicó con toda la naturalidad del mundo.

A la mujer que la escuchaba, se le desencajó la quijada.

Yo volqué los ojos de manera inconsciente y me acerqué a tomar a Dylan de la mano.

—¿Eso es en serio? —la mujer se animó a preguntar después de unos segundos en los que quedó estupefacta.

—Sí, tenemos una relación de tres, así que el sexo es...—interrumpí a Grecia, tomándola del hombro antes que siguiera echando más leña al fuego.

—Un placer —le dije a la mujer a modo de despedida y casi a rastras me llevé a Grecia y Dylan por la calle, alejándolos de la entrada del preescolar.

—¿Por qué le dijiste eso? —le pregunté en voz baja.

—Porque es una entrometida, ¿qué le importa con quién vive Dylan? Desde que lo metimos a la escuela que somos el chisme de los padres. Inventan cosas descabelladas de nosotros, así que les doy lo que quieren.

—Esa no era una madre chismosa, era la nueva profesora de Dylan, le pregunta sobre su familia a todos los niños —le expliqué y ahora fue Grecia quien puso una expresión de incredulidad.

—¡¿Por qué rayos no me lo dijiste?! —me reclamó—. Tú también, ¿por qué no me dijiste que era tu maestra? —se dirigió al niño.

Él se limitó a encoger los hombros como respuesta.

—Fue gracioso —dije.

—Pues mañana tendrás que ir a decirle a la maestra que solo bromeaba. Yo no voy a poder mirarla a los ojos.

—Le diré que estabas ebria.

—Oh sí, eso ayudará mucho. Dylan no solo tiene dos padres, sino una madre alcohólica.

Tras una corta caminata llegamos al auto, una vagoneta grande y negra. Dylan se sentó atrás y lo ayudé a colocarse el cinturón de seguridad. Para tener cuatro años, era bastante grande y ya no cabía en su silla de seguridad.

Inmediatamente tomó su videojuego y dejó de prestarnos atención a mí y su madre.

—No me importa el resto de la gente, solo quiero que Dylan se integre. —Grecia me hablaba mientras ambos subíamos a la cabina. Ella al asiento del conductor y yo en el del copiloto, se sentía el ambiente pesado, así que abrí la ventana para que ingresara algo de aire. Velermo era una ciudad muy calurosa en diciembre.

—Si no le agradamos a los otros padres, dudo que dejen a sus hijos acercarse a Dylan —le expliqué.

—Supongo que tienes un punto, intentemos vernos normales. Tal vez así... ya sabes, lo inviten a fiestas —me dijo en voz baja—. Ayer fue el cumpleaños de una de sus compañeras, Dylan fue el único niño no invitado.

—Sí me invitaron —de pronto Dylan intervino, seguía con la mirada fija en su pantalla. Él hacía eso y por momentos lo olvidábamos. Lucía muy enfocado en una cosa, pero en realidad estaba atento y perceptivo a todo lo que ocurría a su alrededor.

—¡¿Cómo que te invitó?!

—Mary, ayer fue su cumpleaños y sí me invitó, fui el único del curso que no fue.

—¿Y por qué no me lo dijiste? —Grecia exclamó, volteando hacia atrás y desviando la atención de la carretera, por lo que tuve que tomar yo el volante.

—No quería ir —encogió los hombros.

—¿Y eso por qué? —le pregunté yo, devolviéndole a Grecia el control del auto.

—Porque los cumpleaños son tontos y aburridos.

—Son divertidos si vas con buena actitud y debes ir o nadie querrá ser tu amigo.

El niño respondió con un gruñido.

—¿Tú otra mamá no te lleva a cumpleaños?

—No voy al colegio —nos hizo recuerdo.

—Entiende que las actividades de los niños de la edad de Dylan no son interesantes para él. —hablé a su favor frente a su madre—. Físicamente tiene cuatro, mentalmente es casi como si tuviera ocho. Al ir creciendo notará menos la diferencia. Así fue con Maya —le expliqué.

—Lo sé, pero... no quiero que se quede solo —me susurró, no sé para qué. Dylan escuchaba y entendía todo.

Él no lo demostraba, mas era complicado y confuso. Dylan era un niño portal, un espécimen poco común que vivía en dos dimensiones paralelas al mismo tiempo.

En esa, se llamaba Dylan, vivía con sus padres y conmigo, quien era su padre en la otra dimensión. Donde vivía con su madre, Sophie, quien tenía una forma diferente de criarlo.

Dos familias, dos hogares, dos mundos. Tal vez era demasiado para un niño de cuatro años... tal vez era demasiado complicado para nosotros que éramos adultos, e intentábamos que pese a todo, fuese un niño seguro y feliz.

*****

Ayudé a Grecia con la cena mientras esperábamos a Tiago. Ese día tenía entrenamiento. A pesar de todo lo vivido años atrás, había logrado su cometido de ser jugador de basketball.

Llegó justo cuando todo estuvo listo. Tenía una puntería excelente para la hora de comer.

Tiró su bolso deportivo en medio de la sala y tomó a Grecia de la cintura para darle un apasionado beso en los labios.

Dylan, sentado a la mesa de la cocina, lo notó y puso un gesto de desagrado. Estaba en esa edad donde las muestras de afecto románticas le daban asco. Yo también evité verlo, no por asco, tal vez por un poco de envidia. Todos los días era testigo de cómo mis mejores amigos tenían lo que yo había añorado y perdido años atrás.

Aunque nos habíamos integrado como una familia, no era lo mismo. Esa vida les pertenecía a ellos. La mía, estaba en un mundo diferente, al que estaba intentando regresar.

—Hoy estoy exhausto. Pasado mañana tendré un partido amistoso en Dukehill. Será un viaje corto de dos días. ¿Qué dices Dylan? ¿Me acompañas? —se sentó con torpeza en la silla y por fin el niño desprendió los ojos del videojuego.

—¡Sí! —exclamó.

—No —negó Grecia—. Tiene clases, no puede faltar.

—Por favor—padre e hijo suplicaron al unísono.

—¿Tú qué opinas? —volteó hacia mí, buscando que le dé la razón con la mirada. Yo terminé de sacar la bandeja de carne del horno y rompí el contacto visual con ella.

—Eso deben decidirlo ustedes —le contesté. En cuanto a Dylan se refería, Tiago y Grecia intentaban tomar mi opinión en cuenta, entendía su intención, pero ellos eran sus padres verdaderos en esa dimensión. Y no quería confundir más al niño al respecto.

—Lo hablaremos más tarde —Grecia entendió y se sentó a comer.

—Mi otra mamá me deja viajar siempre —Dylan susurró, lo suficientemente fuerte para que lo escuchemos.

Tiago le quitó el videojuego de las manos y le sirvió la comida.

—Ah es verdad, un compañero del quipo me pasó este video, se supone que lo tomaron cerca de las montañas, al norte del bosque en la carretera —me alcanzó su celular, Grecia y yo nos juntamos para ver la pantalla.

Era de noche y no se distinguía mucho, la grabación era desde el interior de un auto, con las luces de las farolas iluminando el pavimento de la carretera. Se escuchaba la respiración agitada del conductor, a la espera de algo. De pronto una sombra atravesó la luz de los faroles. No se vio mucho, lo suficiente para causar pánico en el conductor, quien prefirió retroceder y dar media vuelta en la solitaria carretera de noche.

Retrocedí el video y pausé en el momento justo en que se atravesaba la sombra. No era una persona o un animal. La silueta delataba un ser de un metro veinte de estatura, extremidades muy alargadas y si nos fijábamos con más detalle, una macabra sonrisa de dientes afilados.

—Eso parece un Night crawler—afirmé.

—Es lo más probable —dconfirmó Tiago, embutiéndose un gran trozo de carne en la boca—. Podemos ir a buscarlo mañana antes de tomar mi vuelo. —continuó tragando a medio masticar.

—Tendrá que ser cuando regreses, yo viajo esta noche —le respondí.

—Lo siento, lo olvidé —miró hacia el cielo nocturno a través de la ventana—. Grecia tendrá que cuidarte.

—Dos días, máximo —me advirtió ella.

—¿Yo puedo ir a cazar al night crawler? —preguntó Dylan.

—No —respondimos los tres adultos al unísono.

—Mi otra mamá me lleva a cazar night crawlers todo el tiempo —susurró igual que antes. Enojado. Se moría de ganas por acompañarnos a cazar criaturas, aunque muchas las traía él mientras dormía.

—Dylan, ya te dije que no mientas ni intentes manipularnos con tu otra mamá. Ni en un millón de años Sophie te llevaría a cazar entes. —lo regañó Grecia.

Con el ceño fruncido, Dylan se apresuró a comer y nos avisó que ya quería ir a dormir.

—¿Puedes acostarlo? —me pidió Tiago, haciéndome un gesto con los ojos—. Grecia y yo lavaremos los platos y... hablaremos lo del viaje.

—Sí, claro...—les dediqué una mirada acusadora y me llevé a Dylan al segundo piso.

Mientras se ponía su pijama, tomé la caja de plástico con sal que teníamos en todas las habitaciones y tracé un circulo de sal alrededor de su cama, también hice una línea en la parte de debajo de la puerta. Dylan subió a su cama con cuidado para no romper el círculo, me acomodé a su lado para acurrucarlo y nuestro gato Ian, se unió.

—Una niña del colegio me dijo que los gatos ven fantasmas —me contó acariciando al animal—. Le dije que yo también veía fantasmas y me llamó mentiroso.

—Sí, los gatos al igual que tú ven lo que personas normales no.

—¿Entonces soy como un gato?

—Todos en casa lo somos. Una familia de gatos.

—¿Mi mamá Sophie también?

—Sobre todo ella —afirmé. Sophie siempre me dio esas vibras felinas. Estilizada e imponente a la vez de tierna y cariñosa. Estaba seguro que seguía así.

—¿Tienes un mensaje para ella? —me preguntó en un bostezo.

—Lo de siempre, dile que la amo mucho y que en lograré regresar.

—¿Cuándo va a ser eso? —volvió a bostezar.

—No lo sé. En cualquier momento. Volveré a conectarme con el otro lado y estaremos juntos los tres.

—¿Y sabes qué le puedo decir para que deje de llorar?

—¿Ella llora?

—Cuando cree que no la veo —murmuró con la voz muy baja y los ojos cerrados.

Me percaté que ya estaba dormido. Lo contemplé un momento, su estela se intensificó, con eso entendía que su conciencia ya había pasado al otro lado. Miré hacia arriba, no noté nada. No había abierto ningún portal, de momento.

Me levanté con cuidado para no despertarlo, encendí la alarma que nos avisaba cuando algún ente se metía por el espacio interdimensiones y me dirigí a mi habitación en el tercer piso de la casa.

Por el ventanal que tenía frente a mi cama, se vislumbraba la luna llena en todo su esplendor. Esa iba a ser una de esas noches. Los portales se abrían con más facilidad, así que era cuando aprovechaba.

Me puse ropa cómoda. Cambié la bolsa de suero junto a la cama y me lo inyecté en la vena palpitante de mi brazo derecho.

Antes de iniciar el goteo, abrí con la llave el cajón de mi mesita de noche. Saqué de ahí un pequeño sobre de papel y de su interior volteé hacia mi mano una píldora.

La coloqué debajo de mi lengua, para irla absorbiendo de a poco. Inicié el goteo del suero y me recosté, esperando que el efecto de la pastilla de éxtasis hiciera efecto y el viaje psicodélico causado por la droga me ayudase a hacer shifting hacia otra dimensión, como hacía cada luna llena de los últimos cuatro años.

---

Ya arrancamnos!! este libro será más emocionante qu ele anterior, hay más viajes interdimensionales, más realidades alternad y pues cositas varias....

Espero que les guste y por favor, si comparten el libro, comentan y votan me ayudan un montón y me motivan.

También si lo recomiendan en redes sociales. Si le va bien capaz haga una saga, con spin offs de realidades alternas con cosass interesantes que irán leyendo en cada viaje de Aaron.

Un beso enorme, gracias por su apoyo! no tengo díad seguros de publicación, saben que publico cuando termino de escribir, pero hare lo posible porque haya actualizaciones de dos o 3 veces por semana.

Por ultimo, siganme en Instagram! siempre respondo ahí preguntas de los libros y de escritura en general

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro