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Artista imagen multimedia: lah_art_ (twitter)
Era el viernes por la tarde, se disputaba el primer lugar entre la academia Brightmoon y Crimson Waste, en un intenso partido de básquetbol. Adora, Catra, Scorpia, Mermista y Bow estaban en la cancha, Glimmer había jugado casi todo el partido, pero la entrenadora decidió cambiarla a 10 minutos del final por Mermista. El partido estaba en 107-105, con Brightmoon arriba.
Scorpia era casi una muralla en la defensa, pero ese año había un gran cambio en Crimson Waste, tenían una nueva alumna, Huntara, a quien Adora conocía, por lo que competían entre ellas. A Catra no le agradaba para nada sus bromas en medio del partido, pero sentía que si ganaban ese partido la victoria sería completa, así que pasó por alto la molestia que le generaba esa amistad competitiva de las dos.
Ya no estaba Octavia, todos los jugadores eran altos y se notaba que su especialidad era el básquet. Catra sabía que con Mermista debían aplicar una estrategia diferente, pero dudaba si funcionaría, sin embargo, todos esperaban sus órdenes como capitana.
—¡Bien! ¡Adora, presta atención! Haremos lo mismo que hicimos en el entrenamiento. Bow, ya sabes qué hacer, Mermista, recuerda tu posición, Scorpia, prepárate para defender, Adora, sígueme.
Esa sería la prueba de fuego, si la jugada funcionaba, significaba que Octavia estúpidamente había omitido información importante al nuevo equipo sólo por orgullo. Aunque ahora contaban con Adora, quien era bastante rápida y fuerte, lo que podría ser un factor sorpresa.
El pitido del árbitro resonó, Catra le dio un pase a Mermista, quien evadiendo sutilmente la defensa se la pasó a Adora, quien esquivó con cierta dificultad a Huntara, para finalmente darle el pase a Bow, quien anotó un triple con una precisión certera. Scorpia se posicionó para recuperar la pelota de vuelta y volver a anotar.
Catra notó que el equipo rival sí sabía su estrategia, pero no fueron capaces de frenar a Adora. La única que podría llegar a ser capaz de hacerlo era Huntara. Sonrió, con la rubia serían invencibles. Scorpia recuperó la pelota de un pase de las rivales, y se la pasó a Catra, quien se escabulló entre las jugadores para dársela a Adora, quien al ver a Bow libre no lo dudó y ganaron otros 3 puntos más gracias a su pase.
Pronto el ritmo del partido fue fluyendo, Catra guiaba las jugadas de forma magistral, el equipo de Crimson Waste no pudo hacer nada. Era tal la sinergia del equipo, que incluso comenzaron a cometer faltas contra Brightmoon, a excepción de Huntara. Sin embargo, ya era demasiado tarde, el partido finalizó con un 160-107, con Brightmoon a la cabeza y un abrazo grupal cargado de felicidad. La entrenadora se acercó a felicitarlos, sobre todo a Catra por su labor de capitán, y a Adora por su talento en la cancha.
Oficialmente la academia Brightmoon había ganado el torneo deportivo, incluso en los juegos de demostración, que solían hacerse para definir futuros equipos y encontrar talentos deportivos. Catra y el resto de su equipo fueron a las duchas a relajarse. La morena se sentía bastante feliz, además de que luego de la premiación se daría inicio a la fiesta de Leneas.
En la ceremonia se destacaron a varios shifters que habían brillado como deportistas, entre todos ellos, se premió a Catra, por "líder de equipo", y a Adora por "nuevo talento". Finalmente, el premio a "mejor atleta" se lo llevó Catra, debido a su remarcable rendimiento. La morena se sentía feliz, y Adora no era capaz de quitarle la mirada a esa sonrisa.
La noche se acercaba, y poco a poco el espíritu deportivo fue quedando de lado para dar paso al espíritu festivo de Leneas. Se montó un pequeño escenario en medio de la cancha, donde la directora Ángela dio un solemne discurso sobre la tradición shifter, de la hospitalidad de Brightmoon para el resto de las academias, y de la unión entre las distintas especies.
Era obligación para todos los alumnos de todas las academias mostrar respeto a la líder de Brightmoon, por lo que todos los jóvenes esperaban ansiosos que terminara de hablar. Adora notó que Glimmer no expresaba ninguna emoción al escuchar a su madre hablar, al parecer no eran tan cercanas. Todos parecían serios, incluso Catra, que estaba con su grupo de amigos un poco más allá, escuchando en silencio.
Entonces, se dio inicio oficialmente al festival de Leneas, el olor a carne y otras bebidas se hizo presente en el ambiente. Algunos shifters recibían la carne asada en su forma animal, otros simplemente corrían como tales, jugando amistosamente. Adora miraba bastante a su alrededor, la mayoría estaba completamente desnudos, para poder realizar la metamorfosis sin problemas.
La rubia se sentía inquieta, tenía muchas ganas de transformarse, a pesar de que por lo general ésta era dolorosa. Sin embargo, su instinto podía ser más fuerte que su razón. De pronto, se dio cuenta que Glimmer y Bow habían desaparecido, al igual que Mermista. Al encontrarse sola, cedió a su instinto, transformándose en una enorme loba gris, aullando a la luna al final del proceso.
Sus sentidos estaban bastante activos, por lo que corrió hacia la zona del bosque, ya que la salida de la academia a éste estaba abierto. Corrió con fuerza, sus músculos respondían maravillosamente, se sentía revitalizada a cada zancada que daba, sus finos oídos percibían que más shifters a su alrededor corrían de la misma manera, intentando fusionarse con el aire mismo.
Adora dio un gran salto impulsándose desde un tronco. Notó que su lengua estaba afuera de lo feliz que estaba, sentía una gran libertad en ese momento, estaba feliz de ser una loba, orgullosa de ser una shifter. Se detuvo un momento en medio del bosque, aspirando el aroma de los árboles, la tierra, la vida misma. Miró al cielo, la luna llena le reconfortaba el alma, le recordaba a Mara, cuando salían a recorrer el bosque como lobas. Se sentía confiada y protegida, mientras que ahora debía cuidarse sola.
Antes de dejarse llevar por la melancolía, un olor capturó su atención. Sus pupilas se dilataron un segundo, y sin dudarlo un momento, siguió ese aroma con su sofisticada nariz. No sabía muy bien cómo explicarlo, pero aquel aroma llamaba a todo su cuerpo a perseguirlo. Su instinto le gritaba que debía continuar hasta llegar a la fuente de ese olor. Por un rato Adora sólo estaba concentrada en su "presa", cualquier obstáculo sería destruido o evadido con tal de llegar a su meta. Su instinto "alfa" le hacía actuar así, lo que en determinadas circunstancias, podía ser peligroso.
Todos sus sentidos estaban concentrados en la tarea de encontrar a su presa. Hasta que lo consiguió, por lo que bajó el ritmo cuando determinó que estaba cerca. Caminó cautelosamente, pero quien fuese dueño de aquel aroma lo notó, porque súbitamente lo perdió. Entonces comprendió, que no había desaparecido, estaba sobre su cabeza.
Alzó la mirada, y entonces la vio. Reconoció a aquella hermosa pantera negra, era Catra.
—Catra...
Tanto Adora como Catra no tenían problemas para proyectar sus pensamientos en el resto en su forma animal. Por lo que la rubia no entendió por qué la morena huyó de ella. Se preguntó si Catra había sentido el mismo "llamado" que ella. Siguió corriendo tras ella, en el suelo, mientras la felina trepaba por los árboles a alta velocidad, casi parecía que no tocaba las ramas.
Llegaron a un claro en medio del bosque, donde Catra se vio obligada a bajar al suelo. Caminaron en círculos, mirándose fijamente. Los ojos de la felina no le decían nada a la loba, eran un absoluto misterio. De pronto se abalanzó sobre ella, sorprendiéndola, quedó debajo de Catra, por lo que volvió a su forma humana. Había perdido el primer asalto.
La felina se mantuvo unos minutos así, mirando a Adora, que no entendía lo que pasaba. Catra, en realidad, se dio cuenta que el aroma de la rubia seguía llamándola a pesar de estar en su forma humana. Cuando se dio cuenta que la loba venía hacia ella, que de ella venía aquel aroma, no quiso aceptarlo, por eso huyó. Pero tal como esperaba, la cabezota de Adora era igual a la de un perrito faldero, así que obviamente la siguió igualmente.
Volvió a su forma humana, sus pupilas estaban dilatadas, igual que las de la rubia. La tensión entre ambas se rompió cuando Catra besó a Adora. Rodaron por el pasto del lugar mientras se besaban cada vez con mayor intensidad, mientras sus piernas se entrelazaban, y la piel de ambas se unía y separaba a ratos. La morena terminó sobre la rubia, sujetando sus brazos sobre su cabeza.
Contempló el rostro de Adora, sus ojos azules brillaban a la luz de la luna, en ese momento, parecía que sólo eran ellas dos. Catra tragó saliva, nunca se había sentido tan absorta por alguien antes, menos en Leneas.
—Hazme lo que quieras —susurró Adora, interrumpiendo el ensueño de la felina. Catra acarició el rostro de la rubia, quien cerró los ojos al sentir su tacto. Su mano cálida recorría su blanca piel, esa calidez que parecía querer apoderarse de todo su cuerpo.
La morena la besó otra vez, sus lenguas danzaban en un baile húmedo que las separaba del resto del mundo. Su boca buscó también el cuello de Adora, el cual también besó, haciendo que la rubia jadeara, su aroma era tan agradable, era fuego, hogar y dulzor a la vez. Embriagada en ella, la morena acarició sus pechos con suavidad, sin dejar de besar su cuello y mordisquearlo.
Se detuvo unos segundos, segundos en los cuales sus miradas nuevamente se encontraron, Catra vio en aquellos ojos azules el mismo deseo que el de ella, por lo que continuó con su travesía. Su lengua envolvió los pezones de la rubia, que gimió al sentirla, por lo que la morena siguió utilizando con maestría su lengua, estimulándola todavía más. Podía oler la creciente humedad de Adora.
Una mano bajó hacia su sexo, el cual acarició superficialmente, sólo para comprobar lo mojada que Adora estaba. Comenzó a acariciar lentamente el prominente clítoris de la rubia, que no tardó en gemir bajo sus toques. La morena se apoyó en uno de los muslos de Adora, refregando su sexo contra él al mismo ritmo que movía sus dedos. Los gemidos de ambas se entremezclaron, mientras sus cuerpos ardían siendo consumidas por ese instintivo deseo que se había apoderado de las dos desde el día que se conocieron. Porque Catra comprendió en ese instante, que no podía huir de Adora, el destino las uniría de una u otra manera.
Aquel claro en medio del bosque fue testigo de la pasión desbordada de ambas, que alcanzaron el clímax en conjunto; Adora gimió el nombre de Catra, mientras que la morena se desplomaba sobre la rubia. Entonces, sin pensarlo demasiado, la felina, presa de un instinto primitivo, mordió con sus colmillos de pantera el cuello de la rubia, quien gimió, sentir los colmillos de Catra hundirse en su carne le había excitado.
Una corriente recorrió su cuerpo, humedeciendo su centro. Sin embargo, la morena se separó algo asustada, nunca había hecho algo así. Pero Adora la cogió de la cintura, apegándola hacia sí, para morderla de la misma manera, escuchando con deleite el gemido de Catra, a quien también le estimuló sentir los colmillos de la rubia penetrar su carne.
Adora se incorporó quedando sentada, pero con Catra sobre ella, y sin dejar de sujetarla por la cintura, volvió a besarla, buscando su lengua con cierta desesperación. Necesitaba más de Catra, su olor la volvía loca, quería probar más de su piel morena, tocarla, sentir su piel contra la suya. Aquella noche ninguna de las dos abandonó ese claro. Se dejaron llevar completamente por el frenesí del deseo sin pudor alguno, disfrutando del cuerpo de la otra.
Pero al llegar el amanecer, Adora despertó sola en aquel claro. Se sintió bastante confundida, por un momento pensó que todo había sido un sueño, pero el olor de Catra seguía allí, al igual que las huellas de las caricias en su cuerpo. No lograba entender por qué la morena se había marchado. Algo triste, decidió volver a su forma animal para regresar más rápido a su dormitorio. En aquel momento sólo pensaba en cuánto le serviría tener el consejo de su hermana Mara.
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