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Artista imagen multimedia: BewilderedBird (twitter)

Adora se encontraba fuera de la casa de Catra, a la hora que le había indicado sutilmente en la servilleta del sándwich que le sirvió en la cafetería. Se sentía algo nerviosa, no sabía qué planeaba realmente la morena como castigo, y sin embargo, no había dudado en acudir a su encuentro. Dudó unos segundos antes de tocar el timbre.

Luego sintió la esencia de Catra, aún no llegaba a su casa. Venía algo agitada, ya que casi había venido corriendo y estaba algo cargada. Llevaba una bolsa grande de esas que se ocupan para guardar trajes o vestidos, era la primera vez que Adora veía una, por lo que la observó con cierta curiosidad. La morena lo notó pero no le dijo nada de pura malicia.

—Siento llegar tarde, nos tomó mucho tiempo ordenar y limpiar todo luego del cierre. Mañana también esperamos bastante público. Pasa.

Adora entró a la casa con cierta timidez, de pronto su valentía se había ido, se sentía algo cohibida. Miraba alrededor, como buscando un lugar donde esconderse. A Catra le pareció adorable su actitud de cachorrita. Le daban tantas ganas de aprovecharse de ella. Pero se controló.

—Iré a darme un baño primero —le dijo en voz alta a la rubia, mientras guardaba unas cervezas en el refrigerador —tú espérame en el sofá, puedes usar la tv si quieres.

Adora asintió con la cabeza cual perrito obediente y fue a sentarse, intentando calmarse. Estaba tan emocionada que lo que fuera que estaban pasando en la tv ella no lo veía, sólo pensaba en Catra. No sabía con qué saldría la morena, estaba nerviosa y encendida a la vez. Su olor estaba por todas partes, lo cual le estaba afectando, le daba la sensación que en cualquier momento se pondría a babear y se arrodillaría para que hiciera lo que quisiera con ella.

En lo más profundo de su ser, Adora quería que Catra le hiciera lo que se le plazca, quería entregarse completamente a ella. Su instinto le decía que debía ser así, que no había que resistirse más, sólo entregarse. Se lamentaba que ella no sintiera lo mismo, y eso le producía cierta angustia. Cuando Catra llegó, su olor se sentía mucho más fuerte por alguna razón.

Adora vio su cabello suelto y mojado, le pareció demasiado sexy. Esos ojos bicolores combinaban muy bien con esas pecas, esos labios de tono rojizo. Estaba usando un short gris y una sudadera blanca. La rubia notó que su pulso se había acelerado, y por alguna razón no era capaz de levantarse. Su olor la envolvía, despertando algo en lo profundo de su interior. Ya estaba demasiado mojada, y ella ni siquiera la había tocado. Tragó saliva.

—Te ves algo ansiosa, Adora. Tranquila, lo vamos a pasar muy bien —le dedicó una sonrisa cálida. El olor de la rubia le parecía más intenso de lo usual. En el ambiente había una tensión sexual prácticamente palpable. La morena quería devorar ahí mismo en el sofá a Adora, pero quería jugar un poco con ella.

—No sé qué me pasa, Catra. ¿Lo sientes también, verdad?

La morena se quedó pensando unos momentos. Entonces se dio cuenta.

—Estamos cerca de la luna llena, es por eso.

—Creí que eso no les afectaba a los felinos.

—Afecta a todos los shifters. En algunas razas es más fuerte que en otras, como la tuya por ejemplo. Pero todos somos hijos de la diosa de la Luna —Adora la miró estupefacta— te explicaré más a detalle después. Primero, quiero que te pongas esto.

Abrió la bolsa que traía antes sacando un vestido de maid, el mismo que Catra había usado ese día. Además, le entregó unas orejitas de conejo que había comprado. La rubia miró todo algo impactada, no se esperaba eso para nada.

—Este es tu castigo, Adora —dijo Catra, con un tono de voz algo extraño. Cualquiera diría que se le hacía agua la boca, y así era— te ayudaré a desvestirte —terminó, mirándola de forma lasciva.

La rubia notaba que su respiración y la de la morena estaban algo pesadas. Mientras le quitaba las prendas, Catra rozaba casualmente con sus dedos la piel de Adora. A la rubia estos roces le producía ligeros cosquilleos, lo que culminaba en un solo pensamiento: "quiero que me toque más".

Catra observó la ropa interior de la rubia, que consistía en un sostén deportivo y pantaletas de color blanco. Tuvo instantáneamente ganas de arrancarle todo, pero en verdad quería que se pusiera el vestido. Le ayudó con el cierre de atrás, y luego le colocó las orejas de conejo. Se rio maliciosamente, Adora se veía demasiado tierna así. Pero también se veía sexy, ese escote en forma de corazón le favorecía mucho.

Adora sentía el rostro acalorado, tenía una mezcla de emociones, oscilaba entre la vergüenza y la excitación.

—De rodillas, siéntate sobre tus piernas —le ordenó Catra. Luego tomó su teléfono y le sacó una foto. Le salió algo borrosa ya que sus manos estaban algo temblorosas de la emoción. Suspiró hondo e intentó calmarse.

—¿Es necesaria la foto? —la cuestionó Adora.

—Me estás sirviendo ahora, Adora. ¿Sabes lo que significa eso? Que no puedes hablar sin mi permiso. Y dirígete hacia mí como "Ama".

Adora asintió con la cabeza, sintió como se escurría cierto líquido entre sus piernas.

—¿Cómo se dice? —la presionó Catra. Por fin pudo tomar una foto decente, esa imagen le serviría para la posteridad.

—Sí, ama.

—Buena chica. Ahora tráeme una cerveza fría y sígueme a mi cuarto.

—Enseguida, ama.

Su rápido aprendizaje hizo sonreír a la morena, que cada vez le excitaba más la actitud de Adora. La rubia trajo la cerveza rápidamente, concentrándose para no botar la botella, resbalarse ya que estaba sólo con calcetas, o cometer alguna otra torpeza.

Ya en la habitación de Catra, Adora notó que tenía preparados algunos objetos sobre la cama, que no pudo divisar porque la morena le ordenó ponerse de espaldas. Le colocó un collar rojo que claramente era de perro, con un anillo adosado en el cual enganchó una correa negra. Los ojos de la morena brillaban en la oscuridad de la habitación, estaba usando sus ojos de pantera. Adora se estremeció al verlos, era como ver a un depredador a punto de devorar a su presa, pero en vez de sentirse asustada, quería ser devorada, hasta la última parte de ella.

Catra en ese momento recordó que había leído que los shifters cuando marcaban a su pareja, emitían fuertes feromonas para propiciar "el apareamiento". Por eso ambas sentían tan intensamente el olor de la otra, no era más que un reflejo de sus deseos. Tiró de la correa hacia arriba, por lo que Adora se levantó.

—Buena chica.

Catra acarició el rostro de la rubia suavemente, lo que hizo que ésta suspirara en respuesta a su caricia. La morena se sentó en su cama, mientras tiraba de la correa para que Adora la siguiera, luego la miró directamente a los ojos, para luego señalarle con una mano hacia abajo, por lo que la rubia se arrodilló de inmediato. Catra sonrió complacida.

—Quédate quieta.

—Sí ama —dijo con voz sumisa Adora. La expectación la mantenía atenta a su ama y muy excitada.

La morena se quitó los shorts y ropa interior, la rubia sintió el olor de su sexo, que claramente estaba muy húmedo, y no pudo evitar tragar saliva. Quería beber todo de ella. Catra destapó la botella de cerveza con una mano, y luego se puso a beber un largo trago. La luz de la luna entraba por la ventana tras ella, por lo que al estar a contraluz lo que más destacaban eran sus ojos.

Adora volvió a perderse en ellos, un instinto primitivo le decía que le pertenecía a aquella pantera. Sintió como el líquido se escurría más entre sus muslos. Catra terminó todo el contenido de la botella, y luego se quedó mirando a Adora unos segundos, deleitándose en lo que veía. Sin duda, haber vestido de maid con orejas de conejo a la rubia había sido tremendo acierto.

Abrió las piernas, por lo que atención de Adora fue inmediatamente hacia al sexo húmedo de Catra, que brillaba de lo mojado que estaba. La morena tiró de la correa llevando la cabeza de la rubia directamente a su entrepierna.

—Ahora complace a tu ama, sin usar tus manos.

Adora apoyó sus manos en la cama, y sumergió su lengua en el sexo de Catra. Sabía tan bien, que no se arrepentía de todo lo que había esperado. Lamió con devoción, después de todo, debía complacer a su ama para que le recompensara, ella entendía bien su papel. Se concentró en ese nodo de placer cada vez más expuesto, logrando que la morena se arqueara de placer. Ya casi no sentía el collar que tenía en su cuello, se había vuelto parte de ella.

Si Catra quería que fuera su mascota, lo sería. No le importaba nada, ni lo que se esperaba de ella, ni las apariencias, ni lo que pensaría el resto de los lobos por estar con una felina, nada de eso le importaba, porque había una sola cosa de la que estaba segura, ella quería a Catra. Y si para estar a su lado debía ser su mascota en la cama, lo sería, lo valía, por cómo su cuerpo reaccionaba a ella, por cómo le abandonaba la razón cada vez que le brindaba una simple caricia.

Escuchó a la morena gemir su nombre mientras alcanzaba el orgasmo, le fue difícil no tocarse a sí misma mientras la lamía, pero lo logró. Catra se quedó acostada unos minutos en la cama, calmando su respiración. Luego miró a Adora, en su mirada se reflejaba cierta voracidad lujuriosa, la rubia pensó que por fin su ama la recompensaría.

Catra tiró de la correa de Adora para que se alejara de la cama, luego ella misma la agarró de la cintura para empujarla de vuelta hacia la cama. Seguía arrodillada en el suelo, sólo que apoyando todo su pecho en la colcha. Luego de esto, la morena se colocó un arnés que tenía además un vibrador incorporado, que estimularía a ambas. Levantó las faldas de Adora, y la penetró profundamente, haciendo que gimiera fuertemente, las vibraciones estimulaban su interior y su clítoris.

Catra también jadeaba mientras la embestía, abrazó a la rubia para masajear sus pechos sobre la ropa, por lo sentía cómo su cuerpo temblaba de placer. Nunca pensó que tendría a Adora temblando bajo ella, ni sometiéndose a su voluntad. Mientras movía sus caderas contra la rubia, pensaba en lo estúpida que había sido al pensar en renunciar a ella, cuando claramente estaba hecha a su medida. Jadeó su nombre, mientras se movía más rápido en su interior.

El olor de la rubia la hacía entrar en una especie de trance de placer puro, algo que no había experimentado antes. No podía soportarlo más, quería sentir su piel. Tiró de la correa para levantarla, haciendo que la rubia jadeara. Con rapidez, bajó el cierre del vestido y con ambas manos se lo quitó. Adora se quitó su sostén al igual que Catra, quien tiró a la rubia a la cama, colocándose encima de ella, volviendo a penetrarla con el arnés, mientras la besaba con intensidad.

Sus cuerpos resbalaban por el sudor, y pronto Adora alcanzó el clímax. Para Catra aún no era suficiente, por lo que se quitó el arnés, abrió las piernas de la rubia, y se posicionó de tal manera que sus sexos se frotaran. Todo se sentía húmedo y caliente a la vez, la morena podía sentir como Adora se mojaba más y más, apenas recuperándose del orgasmo anterior. Sus cuerpos brillaban a la luz de la luna, fundiéndose en un frenesí placentero a causa del desenfrenado roce húmedo de ambas.

Catra alcanzó el clímax finalmente, luego de eso, se quedó descansando encima de Adora. Era capaz de escuchar el alocado corazón de la rubia por estar apoyada en su pecho. Sonrió complacida, aquello había sido intenso y se había sentido muy bien. Adora abrazó a Catra, para la morena fue un gesto reconfortante, por lo que cerró sus ojos, concentrándose en los latidos del corazón de la rubia.

Inesperadamente, ambas se quedaron dormidas. El sueño fue tan profundo que despertaron en la misma posición al amanecer, gracias a los rayos del sol que se colaban por la ventana. Catra fue la primera en incorporarse, odiaba despertarse a causa del sol. Por suerte no tenía que ir temprano a la cafetería por ser domingo. Observó detenidamente mientras Adora despertó, desde que pestañeó, hasta dedicarle esa mirada dulce que tanto le gustaba de esos ojos azules.

El estómago de la rubia rugió, lo que hizo que se ruborizara levemente. Catra se rio.

—¿No quieres darte un baño conmigo primero, antes de desayunar? —le preguntó en tono coqueto la morena.

—Sí, no me importa tenerte de desayuno —respondió descaradamente Adora, haciendo reír a Catra.

La morena reparó en ese momento en el collar que aún tenía Adora, por lo que se lo quitó cuando la rubia se incorporó.

—¿Lo volveré a usar? —preguntó Adora.

—La pregunta es, ¿quieres volver a usarlo?

Adora lo meditó menos de dos segundos antes de responder.

—Sí, la verdad es que fue divertido.

—Eres una masoquista.

—No me importa si es contigo.

Catra guardó silencio. Adora siempre la sorprendía. No sabía qué responder a ese tipo de cosas aún. Pero algo le decía que con el tiempo lo sabría. Se levantó de la cama y la llevó de la mano al baño. Estuvieron jugueteando alrededor de una hora en la ducha, hasta que fue el estómago de Catra el que rugió. Ambas se rieron, estaban muertas de hambre pero aun así tenían energías para jugar con la otra.

En el desayuno que ambas hicieron, sólo hablaron trivialidades, aunque Catra le contó algunas cosas que había aprendido del libro que leyó, aunque advirtiéndole que debía ser discreta al respecto. Adora escuchaba fascinada a la morena explicar sobre los orígenes de los shifters, cualquier cosa que explicara Catra siempre le parecía interesante de alguna manera en realidad.

La rubia acompañó a Catra hasta la parada del bus, volvía a sentirse como una adolescente, la compañía de la morena le producía una sensación de tranquilidad que no había tenido antes con ninguna chica. Era como si la hubiera conocido antes, de toda la vida, aunque no fuera realmente así. A veces, solía perderse lo que hablaba la morena, por quedarse mirando sus hermosas facciones y su mirada atrapante.

Cuando Catra se fue en el bus rumbo a su trabajo, se dio cuenta de la terrible verdad: se estaba enamorando de ella a una velocidad impresionante. Se marchó rumbo a los dormitorios caminando. Su ropa aún tenía algo del aroma de la morena. Suspiró largamente.

Mientras tanto, Catra pensaba en la noche anterior con Adora. Necesitaba enfocarse, pero no era capaz de evitarlo. Lo peor era que no sólo pensaba en las sensaciones placenteras que le daba Adora, sino que también en esas sonrisas bobas que le dedicaba, ese rostro de interesada que ponía cada vez que la escuchaba explicar algo.

Lanzó un suspiro. Al llegar a Thaymor, un escalofrío le recorrió. Miró a su alrededor. Otra vez vio al mismo hombre de pelo azul de espaldas, esta vez pasando por la vereda de enfrente. Decidió que daría aviso al día siguiente de la extraña presencia de ese sujeto a la entrenadora. Luego de ese lapsus, volcó de nuevo su mente al trabajo, debía inventar una buena excusa por no haber traído el traje de maid que supuestamente se había llevado para lavarlo.


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Nota de la autora: En el ciclo de la mujer, durante el periodo de ovulación, puede que andemos más hornys de lo usual, en eso me basé a la hora de escribir este capítulo, sólo que ellas al ser mitad bestia todo está más potente. Espero que hayan disfrutado este capítulo tanto como yo al escribirlo 😏

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