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XVII Ciudad del Vaticano

El avión llegó sin ningún problema al aeropuerto, ambos bajaron y tomando sus cosas llegaron hasta la entrada, donde ali los esperaban con transporte.

- Bienvenidos a Italia- les saludo el hechicero que los esperaba- suban a esa camioneta, ahora los llevaremos a la sede.

Ambos se adentraron en el vehículo sin decir palabra alguna. Podía que parecían medio serios, pero en el fondo Itadori a medida que el auto se ponía en marcha, miraba con fascinación alrededor.

-Nunca cambias- dijo Megumi con cierta gracia, recordando el pasado cuando aún eran alumnos.

- Tal vez nuca lo haga- dijo con una sonrisa rascando su nuca. Al llegar a la sede cierta Albina fanática del dinero se les acercó.

- Vaya, si que han crecido bastante- dijo la mujer- aún me acuerdo cuando eran sólo unos mocosos de primero y tu tenías al actual Rey de las maldiciones dentro.

- Bueno...

- Ya pasaron casi ocho años- contestó Megumi indiferente.

- Si, lo se- dijo la mujer- bien, sigan me.

Así como la mujer dijo, la siguieron mientras se adentraban al gran edificio perteneciente a la hechicería. Mientras caminaban podían ver como grupos de personas se acercaban y rezaban.

Claro, todos pensaban que le rezaban a un Dios, era la ciudad del Vaticano y la mayoría eran católicos. No conocían en realidad quienes mantenían algo del orden. Y utilizaban a un viejo vestido religioso para que distrayera a las personas de la verdad.

- ¿Por qué hay tantas personas?- dijo Itadori. Cada vez el cirio se llenaba de más cantidad de creyentes a rezar, y no sólo eso, en todas la iglesias mundiales se juntaban y pedían.

- Claro... ustedes estaban en viaje- dijo la mujer, se giró y miro a ambos- New York ya no existe, fue borrado del mapa totalmente.

-¿QUÉ?- gritaron ambos.

- Si, ahí hay una televisión, entretenganse mientras se preparan las cosas- sin más los dejo en una especie de sala de descanso, en la cual sólo estaban ellos.

Prendieron la tele y la colocaron en el canal de noticias, el problema es que estaba en Italiano y no entendían.

-Tsk, ¿no se puede cambiar el idioma?- pregunto Fushiguro.

- Si, de esta forma- Itadori le quito el control y cambio el idioma. Ahora si ambos miraban atentos la televisión.

Era impresionante, no podían creer lo que veían. Parecía sacado de una película de terror. Personas corriendo de un lado a otro tratando de salvarse , edificios abandonados, caídos y aprendidos fuego, cadáveres y muerte en el suelo y donde vieras.

Soldados tratando de detener a esas criaturas que ellos conocían mediante la palabra "Maldición". Esos seres que antes eran invisibles para el ojo humano, ahora se mostraban.

- Es impresionante, ¿no lo creen?- hablo un pequeño niño a un costado suyo- se desata un guerra por que alguien no quería que el mundo sea pacífico, en cierto grado.

-¿De qué hablas?- pregunto Megumi. Ambos miraron al pequeño de cabellos blancos, este se giró a mi matarlos con tranquilidad, y ambos pudieron notar sus ojos.

Uno, era celeste como el cielo cuando sólo había nubes, el otro era rojo carmesí, con cierto brillo de Fuego y sed de muerte.

-¿Quien eres?- pregunto Itadori.

- Eso aún no importa- dijo el pequeño- lo que importa es las desiciones que tomarán ustedes de ahora en adelante, serán ascendidos a Hechiceros grado especial, ¿Qué harán luego? ¿A qué bando se unirán?

Ambos miraron devuelta el televisor. No sabían que harían, de que lado estar. Era un desicion difícil, y mientras ellos esperaban el se ascendidos, millones de inocentes morían.

- No lo se- murmuró Itadori, no sabía que pensaba Megumi pero tenía una leve sospecha de lo que haría.

- Bueno, Itadori... aún que no lo creas, tu tendrás que decidir algo muy importante en un futuro- ambos giraron cuando dijo eso, pero el niño ya no estaba.

-¿Lo escuchaste irse?- pregunto con algo de temor el pelirosa.

- No, pero tampoco sentía energía maldita emanar de su cuerpo- ambos se miraron con duda. Giraron su vista cuando una de las puertas se abrió dejando ver a un hechicero.

- Bien, siganme- dijo este.

Ambos siguieron al hechicero el cual los llevo a una habitación pequeña. Ambos se quedaron alli según lo indicado, había dos puertas, una era la que debían cruzar cuando el alta voz en el techo los llamará, la otra era una salida.

- Fushiguro Megumi- se escuchó. Ambos se miraron y el azabache se levantó y cruzó la puerta. Dejando al pelirosa pensando. ¿Qué desicion debería tomar?¿ De qué?

Todo hubiera seguido tranquilo de no ser por un estruendo que movió todo el edificio. Se escuchó como las cosas se caían y el techo se quebraba. Mala señal.

-¡ITADORI!- escuchó del otro lado de una de las puertas.

- ¡MEGUMI!- grito el pelirosa, se acercó a la puerta pero no pudo abrirla.

- ¡No abras, tampoco intentes hacerlo, hay una columna atravesando el paso, y si la quitas el techo se caerá!- grito el azabache.

- ¿¡Qué sucedió?!- las alarmas comenzaron a sonar al igual que más estruendoso se hacían presentes en el sitio y a la lejanía.

- ¡Las maldiciones!- respondió- Hay que salir de aquí, No creo que las estructuras duren mucho, Es un edificio con cientos de años- grito el azabache.

-¡De acuerdo, nos vemos afuera!- de un momento a otro las luces se apagaron, para dar lugar a las de emergencia que casi no alumbraban mucho. Dando un ambiente un poco más tétrico.

Itadori salió del cuarto dando lugar al pasillo. Había cosas tiradas de un lado a otro. Personas heridas las cuales eran atendidas o ayudarás para salir del lugar.

- ¿Qué paso?- pregunto el pelirosa a unas personas que no tenían indicios de que algo les hubiera caído encima. Por suerte la persona hablaba en japonés.

- Entraron por la zona norte- dijo apuntando la dirección- venimos de allí, es un caos, hay maldiciones por todos lados.

-¿Dónde está la salida o alguna?- pregunto el pelirosa.

- Al final de este pasillo, sigues derecho hasta llegar a un sitio donde se divide en dos, giras a la izquierda y vas al fondo, llegarás a recepción. Luego hay un mapa.

- Gracias- dijo Itadori y sin dudar fue en la dirección contraria a la que venían ellos, buscaría algún herido que pudiera ayudar y trataría de eliminar algunas maldiciones.

En el camino se topó con varios heridos Y maldiciones no tan fuertes. Bueno, ya podía enfrentarse a las de categoría especial.

- Bien, sólo apriete la herida y siga- explico el pelirosa. Iba a irse pero la mujer a la que acababa de ayudar lo detuvo.

- Espera, m-mi esposo estaba en una sala de reunión más adelante- hablo la mujer- por favor ayudelo.

El pelirosa asintio y siguió caminando, hasta llegar a un punto donde se encontraba perdido. Miro en dirección a uno de los pasillos y notó como el niño pequeño que había visto antes corría hacia una dirección.

-¡Oye!- grito mientras lo seguía. Giró en dirección a donde se fue el niño pero no lo encontró, en cambio escuchó el grito desgarrador de un hombre adulto.

Se acercó a paso cauteloso. Las luces tintineaban, la estructura temblaba de las paredes, había polvo mezclándose con humo de algún incendio provocado.

No le gustó para nada ese pasillo, había cuerpos despedazados y sangre a donde miraras. Fruncido el ceño, era hora de alguna maldición. Escucho los quejidos y gritos de dolor de una de las habitaciones al frente.

-¿Hola?- dijo con cautela abriendo la puerta con cuidado. Se paralizó al ver la escena, un hombre bien vestido lo miraba mientras extendia una mano en su dirección, pidiendo ayuda.

-A-ayuda...- al terminar de decir aquello el cuerpo fue partido a la mitad manchando las paredes de carmesí y a la maldición.

Conocía a esa maldición, como no conocerla cuando estuvo un lapso de tiempo viendola en sus sueños. El ente de cuatro brazos soltó una pequeña risa macabra mientras soltaba el cuerpo.

- Vaya Mocoso- dijo dándose la vuelta, miro macabramente al chico- no creí encontrarte aquí- sonrió mostrando sus colmillos.

La puerta detrás del pelirosa se cerró de golpe. Sin dejar mostrar lo que pasaría en esa oficina. Afuera todos estaban con lo suyo, mientras Itadori se encontraba encerrado con el mismo Rey de las maldiciones.

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