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Final

El mundo lo sintió. Todos estremecieron su ser con miedo sin saber el porque. El aire se hizo más pesado y seco dejando sin respirar a muchas personas.

Los lugares donde estaba soleado fueron opacados por nubes negras que desprendía rayos eléctricos. Lo inusual era el color violeta de estos.

Los monjes de diferentes religiones miraban espantados lo que pasaba. Sólo había sido un tonto mito según la mayoría, pero verlo... era escalofriante.

La era de las maldiciones fue así. El sol nunca se asomaba por las espesa nubes dejando sólo días llenos de nubes negras y lluvia en ocaciones.

Los animales que alguna vez se los creyó domésticos comenzaron a ladrar ante su dueños. Sacando sus instintos animales a la luz y atacando a estos.

La electricidad desapareció. La oscuridad lo consumió todo. Las personas sin saber que sucedida comenzaron a entrar en violencia. Saqueando, matando o preyegiendose como podían.

Los astronautas miraban sin creer lo que sus ojos veían. El mundo, la tierra... el planeta donde nacieron fue cubierto por una capa negra completamente. No había verde, no había azul... Sólo negro y violeta de los rayos.

Mientras tanto, el albino miraba a la mujer frente suyo. La verdadera amenaza nunca había sido el rey de las maldiciones, tampoco su hermana o él.

La amenaza era el poder maldito que ellos poseían. Ese poder que sólo necesitaba un impulso de Odio y Dolor para salir a flote. Pero ya era tarde, él había provocado aquello y sin importar como terminará, lucharía hasta el final.

-Tn ...- de un momento a otro la imagen de la fémina delante suyo desapareció.

No lograba encontrarla, las nubes no permitían el localizar la energía maldita ya que está era casi igual a la suya.

Su corazón latía rápidamente, después de muchos años volvía a sentir... miedo. Fue sólo por reflejo que se corrió un poco al costado.

La lanza perteneciente al rey de las maldiciones había pasado a una velocidad descomunal a su lado, con intención de clavarse en el de no ser por haberlo esquivando, aún así.

Llevo su mano al costado del abdomen. Pequeñas gotas marcharon su mano, la lanza lo había cortado por más de tener activado el infinito.

Miro la lanza ahora clavada en el suelo. Esta desprendía energía maldita perteneciente a la maldición de seis ojos.

- No servirá contra mi, Satoru- susurro la mujer su oído divertida.

El hechicero se alejó rápidamente y miro hacia atrás viendo a la maldición, está soltó una risita de diversión. Estaba jugando con él.

- Ya deja de jugar Y pelea cara a cara- dijo en un susurro. No tardo en sentir la presencia maldita delante suyo.

Levanto la vista viendo a la joven. No era humana, no en esa forma. Por más que no tendría piedad si peleará con aquella criatura.... pero no lo quería así.

-¿Tienes miedo?- pregunto con diversión. El albino sólo la miro con tristeza.

- No...

-¿Entonces por que no peleas?- pregunto acercándose.

-Porque con la única persona que pelearse ahora, será con mi hermana y no contra una maldición- dijo firme.

El cuerpo de la mujer comenzó a dejar su forma maldita y se quedó el de una chica Albina. Miraba a su hermano con tristeza mientras su corazón palpitara triste en su pecho.

- Bien- miro a Satoru quien al verla sólo sonrió de lado con cierta diversión y tristeza para colocarse en posición de lucha.

La pelea comenzó. El infinito no servía en ninguno de los dos al ser poderes casi similares. Los golpes llegaban a sus cuerpos causando heridas físicas.

Era una pelea pareja de por sí. Ambos, quienes en algún momento se llamaron o fueron llamados el chamán más fuerte y la traidora.

Una pelea de hermanos con sólo un final. Uno moriría ese día terminando lo que se había empezado.

Una pelea de hermanos que nunca debió suceder.

Una pelea de hermanos injusta.

Llena de rencor y problemas que no eran suyos.

Asuntos que culminarán con la muerte del otro.

Satoru usaba todos sus trucos, pero estos eran opacados por el inmenso poder de la mujer. Sólo le quedaba un truco último. Así que con el costado herido de su cuerpo levantó la mirada y cruzó los dedos.

-Extencion dominio...

Todo paro de un momento a otro. Ya no estaba lloviendo y no había oscuridad. Sólo un hermoso campo de flores, aquel en el que algún momento llevo a la fémina.

Ambos pararon de luchar.

-Te acordaste- dijo la mujer mirando alrededor. Sus ojos habían empezado a acumular lágrimas mientras apreciaba el paisaje y la tranquilidad.

-¿Cómo olvidarlo?- dijo el albino. Quien se sentó cansado mirando alrededor. De su herida no paraba de salir sangre debilitandolo de a poco.

Podría citarlo de no ser por que la herida fue causada por aquella lanza. La cual estába cubierta con su mismo poder, sin dejarlo usar la energía inversa.

La mujer dejo la lanza en el suelo y de forma tranquila se acercó a su hermano mayor para sentarse a su lado y apreciar el paisaje.

Quedaron silencio. Uno extenso en el cual no se necesitaron palabras. La fémina apoyo su cabeza en el hombro contrario y suspiro.

- E-enserio lo l-lamento- dijo entrecortado el hombre a su lado- no quería...- comenzó a respirar con irregularidad mientras las lágrimas caían de sus ojos- no quería hacerlo... yo... enserio yo...

-Shhh- susurro la mujer-no debes decir más nada. Lo se.

Ese campo. Fue el primer sitio a donde la chica había corrido a llorar cuando se enteró de la muerte de su padre. El lugar donde pudo desahogar toda su tristeza.

Quedaron en un silencio sepulcral. Las energías gastadas y la herida en el abdomen del albino lo estaban matando. No faltaba mucho.

-Te perdono Satoru- dijo la mujer- se que es lo que ella querría- murmuró. El albino en cambio observaba cansado y débil su alrededor. Cerró los ojos por unos momentos cuando las ganas de dormir lo consumieron.

- ¿Vamos a casa?- pregunto en un casi imperceptible susurro.

-S-si- contestó la chica mientras recordaba.

Flashback

Una niña Albina se encontraba llorando sin control en medio de un paisaje hermoso. Su padre había muerto hacia unas horas y la noticia la había lastimado mucho.

- No debes llorar- la voz de su hermano la trajo devuelta- eso no lo querría nuestro padre- se arrodilló frente a su hermanita y limpio las lágrimas de sus mejillas.

- Lo dices por que a ti no te afecta y ya eres Grande-Marlaska se quejó la niña aún llorando.

- No, no es así- le corrigió- puede que no me llevará del todo bien con el... pero aún así era mi padre- hablo el albino.

Esa tarde ambos hermanos conversaron sobre diferentes historias o aventuras que pasaron con su padre. Lo extrañarían... mucho. Ya se había hecho de noche y la pequeña se estaba quedando dormida.

-¿Quieres algo? Una golosina o comer lo que se de tu preferencia?

- No... Sólo quiero ir a casa...

Fin del flashback

La Extencion Dominio se rompió de un momento a otro. La mujer miro a su hermano. Sus ojos cerrados le daban la imagen de que dormía. Por fin... podía descansar sin ninguna responsabilidad sobre sus hombros.

Sonrió y lo previsto con cuidado en el suelo. Beso su frente y lo miro por última vez.

-Descansa- susurro para de un momento a otro desaparecer.

Las nubes abandonaron el cielo. La tranquilidad se espacio de a poco. Las maldiciones se alejaron de los hechiceros restantes.

Pocas horas después no tardo en comunicarse a todos los chamanes del mundo el que Satoru Gojo había muerto.

La reíana de las maldviones por última vez había sido vista en el aeropuerto de Tokyo. Se reportaron muchos desaparecidos semanas después.

Entre ellos Megumi Fushiguro.

El mundo volvió a ser lo que era antes. Sólo que con más miedo. La existencia de las maldiciones se había hecho público, no podían dejarlo así como si nada a la luz.

Itadori busco rastro alguno de alguna pisará de la Albina. Pero no lo encontró por más que buscará...

No fue hasta un años después.

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Sig cap. Epílogo.




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