helados y regalo ❤️
Capítulo 10.
Al día siguiente, Helen se levantó temprano.
Ella siempre dice que su reloj cerebral está programado para las 9 A.M.
Se puso a barrer la sala y a acomodar la mesa.
—¡Laila! ¡be a comer tu hueso a otro lado! -dijo Helen sacando a su perra dálmata de debajo de la mesa—ya sabes que luego aquí se llena de hormiga
Con cuidado y la típica ternura con la que la chica trata a los animales, sacó a Laila de la casa y la condujo al patio.
Terminó de barrer y su madre ya había preparado el desayuno
—¿Qué vamos a desayunar? -preguntó Helen
—huevos con jamón y plátano frito -respondió su mamá mientras ponía algo en la fridera
—¡ay, que rico! -exclamó Helen aspirando el olor que salía de la cocina
—si. Este desayuno me lo hacía mi mamá en México cuando estaba chiquita. -dijo nostálgica Elizabet—me encantaba comerlo con una buena tasa de café
—¿quieres que lo haga? -se ofreció Helen
—si -respondió Elizabet suspirando
Helen asintió y después de poner la escoba en su lugar, se puso a preparar el café.
—hay madre -exclamó la joven al tomar un recipiente con agua caliente con las manos.
Desde pequeña detestaba las cosas calientes porque no le gusta quemarse. ¡pero a quien le gusta quemarse!
Tomó el recipiente y lo puso en la mesa de la cocina. En una taza, vertió el café, la leche y el azúcar para después agregárselas a el agua.
Puso el recipiente en la estufa con mucho cuidado y lavó la tasa y la cuchara que había usado.
Ahora, solo restaba esperar.
Helen preparó la meza y su mamá sirvió el café.
—¿y mi papá? -preguntó Helen
—dice que ya desayunó. Ya sabes que le gusta desayunar temprano -respondió Elizabet
—ah, bueno
ambas se pusieron a desayunar mientras veían la niña en Netflix.
—voy a ir a comprar la comida para hoy. Te quedas aquí con tu padre -dijo Elizabet mientras dejaba su plato en la cocina
—si, claro. Creo que voy a salir con Caleb más tarde. Ya me siento mejor -respondió Helen a quien casi no le gustaba quedarse con su padre
—¿a qué hora?
—como a las...4 -respondió Helen consultando su teléfono
—bueno, lo discutimos al rato -respondió Elizabet saliendo de la casa.
Helen suspiró y volvió a su desayuno. Sabía que sería un buen día.
—hay dios ¡que delicia! -exclamó Amenadiel al aparecer en la casa de Helen
—¿Amenadiel? ¡que haces aquí! ¡mi papá está en el cuarto! -exclamó Helen
—no tardaré -respondió Amenadiel tranquilamente
—ve a mi cuarto, ya casi termino -dijo Helen llevándose un trozo de plátano a la boca
—está bien, pero no te tardes
Helen terminó de desayunar lo más rápido que pudo y dejó su plato y su vaso en la cocina. Los lavaría luego. Se dirigió al cuarto y serró la puerta
—¿Qué ocurre? -preguntó Helen a su hermano que se encontraba sentado en su cama
—bueno, resulta que tu humano va a darte tu Suang -respondió Amenadiel
—¿mi Suang? ¿hoy?
—si, exacto
—¿ahora?
—por la tarde, aproximadamente a las 6 -respondió Amenadiel pensativo
—¿cómo sabes eso? -preguntó incrédula Helen
—son cosas de ángel a humano -respondió Amenadiel
—pero yo soy su ángel de la guarda así que yo debería saber eso ¿no?
—no cuando se trata del Suang -respondió el ángel entrelazando los dedos
El Suang, es un regalo que los humanos hacen a sus ángeles de la guarda para mostrarles su cariño. Funciona como un laso de unión para ambos que es casi imposible de romper, amenos que el Suang se destruya por completo. Generalmente los humanos no saben sobre él hasta que se lo dan a sus ángeles.
—¿bueno, y por lo menos puedes decirme que es? -preguntó Helen que aún no se creía el hecho de que Sherlock iba a darle un regalo.
—no, no puedo. Es una regla de oro -respondió Amenadiel con una ligera sonrisa
—está bien. Por lo menos dime si es bueno
—tal vez para ti si lo sea
—ok. Con eso me conformo -respondió Helen resoplando
— un poco. —voy a tener que cancelarle a Caleb
—mmm, déjame ver. Tengo entendido que vendrá por ti a las 4 así que puedes estar con el dos horas y luego te teletransportas a Baker Street -respondió Amenadiel con una expresión dubitativa
—todavía no entiendo como sabes eso pero está bien. No la cancelo entonces
—se trata de la conexión entre humano y ángel, como la que tienes con Sherlock. Ahora, si me disculpas, tengo que irme. Tu papá va a salir de su cuarto en unos cinco minutos
Y dándole una palmadita en la espalda a su hermana, Amenadiel abandonó la habitación chasqueando los dedos.
Helen confirmó lo que su hermano le había dicho unos cinco minutos después, cuando su padre preguntó por ella y Elizabet
—fue a comprar la comida -respondió Helen desde su habitación
–bueno -dijo su padre yendo hacia el baño
Helen salió del cuarto con su teléfono en las manos y se dirigió al patio.
Entre la maleza y una planta de to, se encontraba oculta una puerta.
Helen la abrió y entró a una habitación llena de estantes con libros y un pequeño escritorio en el centro.
Ese es su lugar favorito de la casa. Le encanta leer y si es donde nadie la moleste, mucho mejor. Se siente a gusto y feliz en ese lugar, alejado de todo el ajetréo de su casa.
Buscó entre los estantes y encontró la aguja hueca de Maurice Leblanc.
Abrió el libro en donde se había quedado y se puso sus audífonos para concentrarse con algo de música.
Una plailist francesa era la elección perfecta para ese libro. Aún no entiende muy bien las canciones, pero su profesor le dice que escucharlas es bueno para familiarizarse con ellas. Además, a la joven le encanta la música francesa desde pequeña.
De repente, sintió una mano en su hombro y una voz que decía su nombre.
Era su madre.
—hay mami, perdón. Me vine a leer y no te escuché -se excusó Helen
—no importa. Te iba a preguntar si has visto a tu padre
–no desde que me vine a leer. Estaba en el baño creo -respondió Helen apartando su libro
—no, ya no está. Debe haber salido -supuso Elizabet
—si, es probable. ¿a qué hora vamos a comer? -dijo Helen evadiendo el tema
—como a las tres -respondió Elizabet sentándose junto a Helen
—perfecto. Así podré ir a tomar un helado con Caleb
–está bien. Te doy hasta las 8 solo porque se que Caleb es un buen chico -respondió Elizabet ojeando un libro de Paulo Cohelo
—¡gracias mami! -dijo la joven emocionada
–de nada -respondió su madre levantándose—voy a hacer la comida
—si, te voy a ayudar. Adelántate y yo te alcanzo -dijo Helen abriendo el libro de nuevo
—bueno.
Elizabet se retiró de la pequeña biblioteca y Helen terminó de leer el capítulo de ese grandioso libro.
Marcó por donde se quedó con un separador en forma rectangular y lo colocó de nuevo en su lugar. Tomó su teléfono y sus audífonos y salió de la habitación.
El resto de la mañana, Helen se la pasó ayudando a su madre con la comida. Iba a hacer tostadas, una comida típica de México.
A Helen le encantan y más cuando las prepara su mamá. Nunca se ha resistido a probarlas cuando están calientes o a chuparse los dedos cuando termina de comerlas. Definitivamente son una delicia.
Su padre había salido a comer con sus amigos del trabajo así que no regresaría hasta tarde. Helen y Elizabet se sentaron a comer tranquilamente.
—¿le diste de comer a los perros? -preguntó Elizabet mientras se servía agua de maracuyá
—si, y Laila se comió la carne de un bocado -respondió Helen con una sonrisa
—¿y Jachico? -preguntó su madre
—el también comió aunque tuve que darle aparte porque Laila es muy tragona -respondió la joven como toda una mexicana
—así no decimos en México -dijo Elizabet riendo
—si pero la otra palabra no me gustó-rio Helen
—esa es una forma de decir. En otros lugares de Latinoamérica se dice diferente. Es parte de la cultura de el país -dijo reflexiva Elizabet
—si, es cierto. Algunas palabras son lindas -respondió Helen de forma tierna
Y así continuaron charlando tranquilamente mientras comían, hasta que Helen recogió la meza y consultó su reloj
—¡las tres:30! ¡me voy a vestir! -dijo yendo a su habitación
Su madre asintió y se puso a lavar los trastes
Mientras tanto, Helen no decidía que usar. Vestido o pantalón. Zapatos o sandalias ¡que mal! -pensó
Acabó por ponerse una blusa blanca con líneas rojas y una falda azul que le llegaba hasta las rodillas. Recordó que se la había regalado Regina (su hermana del medio) para su cumpleaños número 19 y aún le quedaba. Después de todo, no había subido de peso.
Se puso unas sandalias blancas que Claudia (su hermana mayor) le había comprado y aunque no estaba muy convencida, se las probó y se dio cuenta que aún le quedaban.
Se hiso una cola de caballo en el cabello y se puso un listón amarillo en ella. Sabía que no era buena combinando los colores, pero se sentía bien consigo misma.
Sabía que a Caleb no le gustaba que se maquillara porque siempre le dijo que ella es muy linda y no lo necesita. Además, a Helen no le gusta mucho usar maquillaje a menos que sea para una fiesta.
Todo listo.
Metió sus cosas en su bolso y salió de su habitación.
—¿cómo me veo? -preguntó Helen a su madre
—muy bonita como siempre -respondió sonriéndole
—gracias -dijo la chica devolviéndole la sonrisa.
Se sentó en un sofá y consultó su teléfono. Cinco para las 4, perfecto.
Escuchó sus mensajes y se dio cuenta de que ni Orlando ni Gleri le habían contestado. Orlando siempre se tardaba en contestar porque tenía roto su teléfono y Gleri estaba ocupada ayudando a su mamá casi todo el tiempo así que no era extraño que ninguno de los dos respondiera.
Un sonido familiar la sacó de sus pensamientos. La bocina de un Cavalier negro.
Caleb había llegado por ella.
Se despidió de su mamá y se dirigió hacia el auto.
Caleb bajó de él y le abrió la puerta a su amiga.
—hola, Mademoiselle -saludó el joven
—Bonsoir, mon ami -respondió Helen con elegancia y una leve carcajada.
Ambos se abrasaron y Helen subió al auto.
–¿A dónde vamos? -preguntó Caleb
—podríamos ir a comer helado -propuso Helen emocionada.
Se conoce toda la siudad de principio a fin. Cada pedazo de pabimento y cada banqueta. Vive ahí desde los 10 años y exploró cada rincón de ella.
—buena idea. ¿Te parece si vamos a isecream? -pregunó Caleb
—está un poco caro pero si quieres...—mmm Helen...recuerda lo de el viaje a Alaska -dijo Caleb intentando ser discreto.
Los padres de Caleb habían ido a Alaska por negocios y había resultado de maravilla. No solo habían ganado mucho dinero, si no que también consiguieron un buen maestro de francés para su hijo.
—cierto -respondió Helen recordando lo que su amigo le había contado
—entonces vamos
En el camino, Sherlock le envió un mensaje a la chica preguntándole donde estaba
Estoy con Caleb -respondió
mmmm. ¿Amenadiel ya te dijo? -preguntó al poco rato el detective
si. Vas a darme un regalo hoy pero es más tarde así que aún tengo tiempo -contestó la chica
si, claro. Solo creí que no te lo había dicho aún -escribió Sherlock después de un rato
es un ángel. Es su deber hacer esas cosas -respondió Helen con un emoticono sonriente.
No es fcil de olvidar -respondió Holmes
Bueno. Debo irme. Te veré al rato
Yo soy el que te verá, mini Keller. Tu vas a sentirme -respondió Sherlock con un emoticono de sonrisa ligera
Si, es cierto. Yo también olvido eso a veces -escribió Helen con un emoji de cara triste
Tu y yo hablaremos de eso más tarde, jovencita -escribió Holmes
Ok. Estaré ahí
Helen guardó su teléfono. No tenía ganas de seguir hablando de eso y menos con Sherlock.
—¿qué pasa? -preguntó Caleb mirándola por el retrovisor
—nada. Cosas de Holmes
—volvieron a pelear ¿verdad?
—no. El y yo estamos muy bien. Es solo que por un segundo olvidé que no veo y eso me puso algo triste. Pero no te preocupes, no importa
–si, a mi si me importa. Sabes que algún día vas a ver y todo habrá valido la pena. Solo ten fe-respondió Caleb con tono suave
—gracias, mon ami. Respondió Helen sonriendo
Llegaron a la heladería y Helen como siempre pidió un moose traks de fresa. Definitivamente lo amaba.
Caleb por otro lado, decidió probar un rocki road. No es de las personas que comen muchas calorías al día, pero ésta vez su amor a lo dulce fue más fuerte.
—está increíble ese Rocki Road ¿verdad? -preguntó Helen
—si. ¿y el moose traks? -preguntó Caleb
—delicioso como siempre -respondió Helen comiendo de su helado.
Ambos disfrutaron de una buena charla y del delicioso sabor de sus helados por un buen rato. A los dos les encantaba estar juntos y desestresarse un poco de la universidad.
—¿terminaste? -preguntó Helen a Caleb
—si. ¿nos vamos?
—si. Debo estar en Baker Street a las 6. Sherlock va a darme mi Suang hoy
—¿hoy? -dijo Caleb asombrado
—sip, así es. Pero el no sabe que es el Suang
—¡no lo creo! ¡va a darte un regalo! -dijo Caleb quien ya sabía todo lo referente a la misión celestial de su amiga
—si. ¿no es genial?
—si ¡por supuesto!
Ambos se dirigieron a un lugar en donde nadie los viera y Helen se despidió de su amigo para tele transportarse.
–y recuerda. Si mi madre te llama, dile que estoy contigo -pidió Helen
—si, no te preocupes. Lo haré, Mademoiselle -respondió Caleb dándole un abraso a su amiga.
Helen se lo devolvió cariñosamente y después de cepararce se teletransportó.
Caleb subió al auto y decidió dar una vuelta por la ciudad. Después de todo, no tenía mucho que hacer.
Londres, 221 B de Baker Street...
Helen aterrizó y se levantó rápidamente. Golpeó la puerta con los nudillos y la señora Hudson la invitó a pasar amablemente.
Se sentó en una silla y esperó a Holmes.
El detective salió de su habitación y su mirada gris se cruzó con la de ella. Helen tenía una enorme sonrisa en el rostro y no podía negar que le encantaba verla.
Sus ojos resaltaban más su emoción y pudo ver que la chica pensaba en que iba a regalarle.
Helen escuchó a Sherlock acercarse y extendió sus alas para resivirlo
—hola, Sherlock -dijo tiernamente mientras sacudía sus alas como una niña pequeña.
—hola, mini Keller -respondió Sherlock un tanto nervioso.
Si ésta autora eligiera una canción para este momento, definitivamente sería Angel de Libera.
—y entonces...—si, Amenadiel me dijo que tu ibas a darme algo -le interrumpió Helen
–si, así es -respondió el inglés intentando sonar seguro
—que lindo. Nadie me había dado un regalo antes -respondió Helen.
—mmm. No entiendo la razón pero en fin... dijo Sherlock yendo hacia la meza.
Tomó una pequeña cajita y se la entregó a la chica.
Helen la sintió con sus manos y la observó a como pudo. La examinó detenidamente con las manos y apreció cada detalle de ella.
era de color roja y liza con una pequeña flor azul dibujada en el centro. Helen se resistía a romperla para ver su contenido pero sintió una tremenda curiosidad en cuanto tocó el borde.
Rompió la caja con cierto cuidado y lo que había dentro la decepcionó y le asombró a la vez
—¿enserio? ¿una estatuilla de ti? ¿es lo mejor que se te ocurrió? -exclamó después de sacarla de la caja
—bueno, tu me adoras así que pensé que la querrías poner en algún lado -respondió Sherlock
—algo vanidoso pero no voy a negar que me gusta mucho el regalo -respondió Helen
—¡lo sabía! Ja ¡por eso soy detective -susurró rápidamente Sherlock
—sip -respondió Helen riendo
Los dos platicaron por un buen rato y Helen, de vez en cuando admiraba la pequeña estatuilla que yacía en su bolso.
Era hermosa.
Helen consultó su reloj. Las 7:50 PM
—hay no, ya me voy. Mi mamá va a matarme si no llego -dijo la chica
—está bien.
Nos veremos mañana, aunque espero tener un caso...—yo estaré ahí aunque no lo sepas -le interrumpió Helen
—a propósito, no importa si me ves o solo mi sombra. Tu siempre podrás ver con los ojos del alma...¡hay dios, que cursi! -dijo Holmes arrepintiéndose después.
—no, no es cursi. De hecho es muy bonito -respondió ella mirándolo.
Si, por fin pudo enfocar su rostro.
—bueno, ahora si ya me voy. Gracias por el regalo y quiero que sepas que te quiero. Nos veremos luego
Y teletransportándose de nuevo, Helen se despidió dejando a Sherlock boquiabierto.
Corrió hasta el lugar donde había dejado a Caleb y ahí lo encontró en su Cabalier
—¡dios, creí que no ibas a llegar! -exclamó Caleb abriéndole la puerta a Helen de nuevo
—hay madre, si llegué -dijo ella jadeando un poco
- Cuéntamelo todo
- No, no puedo ahora. Te lo voy a contar por teléfono. Pero prepárate -dijo Helen acomodándose la falda
- Ok. Pero me cuentas -dijo Caleb emocionado.
Helen asintió y emprendieron la marcha.
Cuando llegaron a la casa, eran justo las 8.
- Gracias Mon ami – dijo Helen
- De nada, Mademoiselle. Cuando quieras -respondió Caleb dándole la mano a su amiga.
Helen le sonrió a su amigo y entró a la casa.
En la cena, y le contó lo que había hecho con Caleb, omitiendo todo lo relacionado con Sherlock.
Para terminar su día, Helen, ya recostada en su cama, le contó por teléfono a Caleb lo que pasó después de tele transportarse.
- Que hermoso. Estoy feliz por ti -escribió Caleb.
- Si, lo se. Es tierno después de todo -respondió Helen suspirando
"en el cielo hay una estrella que me llama la atención, en la tierra hay una persona que me roba el corazón".
Frase sacada de tiktok.
Hola al que esté leyendo.
Espero que estén bien. Aquí les traje el siguiente capítulo de éste Fan Fic. Espero que lo haya n disfrutado muchísimo.
Aquí les dejo la lista de canciones que usé para escribirlo. No son todas, pero las demás estarán disponibles también en la plailist de la historia que les compartiré pronto.
ta lista es casi toda ópera pero es que a veces uno se inspira con éstas canciones. Además, a mi me encantan.
· Music for healing PT 2 de Garet Malone.
· Peace de Paul Mealor
· Januari de Garet Malone.
· Benedictus de Karl Genkins feat voces 8.distant hearth renewal de Paul Smith, voces 8,
· Distant earth renewal de Paul Smith ft voces 8, Apollo 5, Teena Lile, Caroline Dale, Roger Chase.
· Soul, Like the moon de Paul Smith
· Nimrod (lux aeterna) de Edual delgar ft voces 8...
· Carrickfergus (arr. Pacey) de traditional, Voces 8, Sibéal.
De Helen para Sherlock...
Disfruto de Carla Morrison
gracias. Nos leemos luego.
a propósito, tengo un resital de piano mañana en el que tocaré y si alguien vive serca de cunduacán Tabásco México o está por aquá, está super invitado.
si no, no se preocupen. Se les quiere igual jajaja..
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