desayuno y planes
a la mañana siguiente, Helen despierta debido a unas manos que acarician su cabello.
Reconocería esas hermosas manos de violinista donde fuera.
—¿Sherlock?
—buenos días, preciosa -responde el detective mientras se inclina y le da un dulce beso en los labios.
Helen recibe gustosa el beso y se lo devuelve con la misma dulzura.
—¿qué haces aquí? -preguntó ella
—vine a verte. Amenadiel me dijo que te desmallaste y quería saber si estabas bien -respondió el detective acomodándose junto a ella.
—gracias, no tenías que molestarte. Estoy segura de que debes tener muchos casos -dijo apenada Helen.
—si, la verdad es que sí. Pero no hay nada más importante para mí que tu -respondió Sherlock con sinceridad.
–¡dios! ¿dónde está el Sherlock arrogante y frío que conocí?
—sigue aquí. Pero se enamoró y se convirtió en un cursi de primera -bromea el inglés
—pues dile que no tiene que ser tan cursi para que lo ame-responde Helen levantándose de la cama.
–¿te espero en el comedor? Creo que tu hermano está preparando el desayuno -exclama Sherlock caminando hacia la puerta
–sí, enseguida voy
Cuando Sherlock abandona la habitación, Helen rápidamente se cambia de ropa y hace algunos estiramientos de brazo.
Tiene una clase de piano y detesta cuando sus manos duelen.
Va al baño de su cuarto y se lava la cara.
Abre la puerta de la habitación y escucha voces provenientes del comedor.
No se lo puede creer. ¡su padre y Sherlock se están riendo! ¡y juntos!
Trata de no precipitarse, pero no lo puede evitar. Camina disimuladamente y llega hasta ellos con una sonrisa intentando no hacer notar su asombro.
–¡Helen! ¿estás mejor? -pregunta dios cordialmente mientras la guía a una silla vacía.
–si, algo asombrada, pero si -responde rápidamente la joven americana mientras toma asiento.
–que bueno que estás bien. Nos tenías preocupados -dice Lucifer, que hasta entonces no se había hecho notar.
A Helen casi le da un infarto. ¡que está haciendo lucifer en su casa!
–¿quieren darme un infarto? ¡que carajos estás haciendo aquí! -espeta Helen intentando no perder la cordura.
—tranquila, no es para tanto -exclama Lucifer bebiendo de su café.
–¿Que no es para tanto? Tengo a dios, al diablo, a un ángel y a mi novio humano ¡y en la misma casa! -recrimina Helen tratando de no levantar demasiado la voz –ayer me desmayé y se me bajó la presión porque encontré al mismísimo todo poderoso en mi jardín y mis hermanos no me dijeron que estaba en la tierra ¿no es para tanto? Además, alguien podría sospechar de ustedes y eso no sería nada bueno.
—si lo pones así, tal vez nos excedimos un poco. Pero no te preocupes. No planeamos iniciar una pelea aquí. En general, nos llevamos bien -exclama lucifer para tranquilizar a su hermana.
–está bien. Solo no más sorpresas por hoy ¿ok?
–si. Te lo prometo hija mía. No hay más sorpresas por hoy -exclama dios que recién se dio cuenta de que los humanos pueden ser muy dramáticos.
—tengo mis razones padres. No todos los días conoces al todo poderoso -responde Helen a los pensamientos de su creador
Dios solo asiente y todos reanudan su desayuno.
Helen trata de relajarse y busca la mirada de Sherlock. Está frente a ella y no sabe cómo ayudarla.
—¿qué preparaste? -pregunta Helen a su hermano mayor.
—una comida mexicana. Chilaquiles -responde Amenadiel orgulloso.
Helen le sonríe a su hermano y prueba el desayuno.
—¡está delicioso! Padre, enserio le diste manos divinas -bromea Helen sonriente.
Esa cucharada fue suficiente para calmar a su pobre corazón
Todos conversan animadamente y Helen busca el pie de Sherlock debajo de la mesa. Cuando lo encuentra, el detective comprende a Helen cuando mira su rostro.
Una enorme sonrisa de complicidad está dibujada en el y el inglés se la corresponde.
La joven quita el pie de su sandalia y le acaricia el suyo a Sherlock. Ese gesto hace que al detective se le erice la piel.
Quien imaginaría que el pie de su novia es tan suave.
El desayuno termina y Helen lleva su plato a la cocina.
Lucifer abre la puerta de la casa para que el aire entre y Achico salta desde una esquina moviendo la cola.
En cuanto ve a su dueña, rápidamente se abalanza sobre ella y abre sus patas para darle un abrazo. Estaba muy preocupado por ella y tenía miedo de no volver a verla.
Helen lo recibe con ternura y una enorme sonrisa.
—parece que alguien más está feliz de verte -exclama Amenadiel observando la escena.
—si. Estuvo rasguñando la puerta toda la noche. Parece que estaba preocupado -dijo dios sonriéndole al animal.
—¿y Laila? -pregunta Helen a Amenadiel.
—creo que la vi atrás. No está comiendo bien ¿verdad?
—no, creo que no. Ahora que lo dices, ha estado muy triste últimamente
—habrá que llevarla al veterinario -responde Amenadiel
—si, pero no puedo ir sola. Si Achico sabe que Laila no está aquí, comenzará a portarse muy agresivo.
—no te preocupes. Yo la voy a llevar. Y Lucifer me va a acompañar -exclama Amenadiel buscando la mirada de su hermano.
—Amenadiel, sabes que no soy muy bueno con los perros -protesta Lucifer
—eso no me importa. Me vas a acompañar sí o sí. Lo de los perros lo resolvemos después
—no, no voy a ir
—Luci...hazlo por mí ¿puedes? -intervino Helen poniendo ojos de cachorrito.
Si había algo en lo que su hermana es buena, es en ser tierna. Sus facciones no se comparan y su hermano no pudo resistirse.
Enserio tiene cara de ángel.
—está bien, está bien -aceptó.
Helen le sonrió y le dio un corto abrazo a su hermano.
Lucifer se lo devolvió y cuando se separaron, Sherlock fue hasta ella y le tomó las manos.
—¿y qué haremos nosotros? -preguntó él
—bueno, yo tengo algo importante que hacer y me gustaría que tu fueras conmigo
—mmm tú quieres... —¡no lo digas! -le interrumpió poniendo un dedo sobre sus labios.
—Helen, en que estás pensando -dice intrigado Lucifer
—es algo personal. No te preocupes, no es nada malo
—sí, ella tiene razón. No debemos interferir en esto -replica Amenadiel
Dios mueve afirmativamente la cabeza y Lucifer exclama extrañado
—¿soy el único que no lo sabe?
—si, al parecer sí -le responde la joven americana con una sonrisa.
Todos ríen mientras Lucifer rezonga levemente.
—y respondiendo a tu petición, si te acompañaré -dice Sherlock Holmes a Helen.
ella le da un beso de agradecimiento en la mejilla y él se lo corresponde.
—bueno, será mejor que se vallan. Elizabeth podría venir -exclama dios
—sí, tienes razón. Pero antes, tengo que decirte algo -responde Helen acercándose a su padre —tienes que irte de aquí. -Ella no puede saber que estás en la tierra. Podría darle un infarto
—sí, es cierto. -responde dios al tiempo que camina hacia la puerta.
Todos se despiden y Helen recomienda a los hermanos que se lleven a Achico. Así Laila estará más tranquila.
Todos se retiran de la casa y los hermanos juntan a los perros para llevarlos al veterinario.
Ninguno tiene idea de que es lo que pasará.
—disculpe... ¿usted eres el narrador?
—sí, soy yo. ¿qué se te ofrece?
—hay un pequeño error en ese final
—ah ¡sí! Disculpe.
Decía, que ninguno tiene idea de lo que pasará, excepto dios, que tiene preparado un futuro que tengo por seguro que les sorprenderá...
¡hola!
Como estuvo el capítulo. ¿les gustó?
Quiero recordarles que no hago ésta historia con motivos religiosos. Quise darle una perspectiva diferente nada más. Yo respeto la religión de todos e incluso si no creen en dios.
Aclarado esto, LilyRower 7, muchísimas gracias por tus votos y comentarios. Me da gusto que la historia te guste jajaja.
Y les dejo con una pequeña pregunta.
¿quién creen que corrigió al narrador?
Les leo y respondo en comentarios.
Cuídenseme mucho. Se les quiere.
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