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bajo la protección

Narrador omniscienteesas palabras helaron a Helen hasta los huesos. No solo por el tono frío y grabe que había usado Holmes, si no porque ella sabía que no significaban nada bueno.Trató de que nadie notara su miedo y se sentó entre su hermano y Holmes.—¿Qué pasa? -preguntó Amenadiel—tengo motivos para creer que no es a ti a quien buscan -dijo Holmes poniendo una mano sobre el hombro de su chica—no entiendo -dijo ella confundida—bueno, resulta que cuando fui a el apartamento de tu padre, con una intención que desconozco, me dio una pista muy significativa. El dijo—no olvides que cuando hay muchas teorías, solo hay que eliminarlas y la que quede, por imposible que sea, tiene que ser la correcta.Yo solo sonreí ligeramente y entré al departamento. Pero no sabía lo que significaba hasta que caí en la cuenta de que tenía una teoría improbable en mi cerebro. No quieren matarte porque te odien, si no para llegar hasta mí. Decidí investigar a los Stones y gracias a John, descubrí que no solo me detestan, si no que estuvieron relacionados con el coronel Moran.—mo...moran... ¿el que ayudó a Moriarti? ¿ese coronel Moran? -preguntó Caleb que ya se había despertado —sí, exactamente—es imposible ¡imposible! -exclamó Helen poniéndose roja de ira—eso fue lo que pensé. Pero al parecer el mal se extiende hasta donde nosotros no podemos imaginar -dijo reflexivo el detective mientras juntaba sus dedos—de cualquier forma, los encontraremos y yo personalmente me encargaré de que reciban el castigo que se merecen -dijo la inconfundible voz de Lucifer estrella de la mañana.—todos queremos que sean castigados, pero no por eso debemos bajar la guardia. Caleb todavía está en peligro -exclamó Amenadiel alzando el tono de la voz —ellos creen que sabe demasiado. Lo mejor será que nos dividamos—hay un detalle que estás olvidando, cuñado -expresó Sherlock con impaciencia —si a los gemelos se les ocurre hacer algo contra mini Keller o Caleb, ustedes no podrían hacer nada. No sabemos si la tal daga de la muerte es peligrosa para los ángeles y no hay que correr riesgos. Lo mejor sería enviarlos a Londres con dios, literalmente. Mientras nosotros seguimos buscando a...Amenadiel, Lucifer y Sherlock intercambiaron una mirada de complicidad y Helen preguntó—¿buscar a quién?—a doctor Strange -respondió Lucifer con voz grave—¿qué? ¿de qué están hablando?—lo siento, mini Keller. Se que no debo ocultarte esto pero no tenemos tiempo para explicarles ahora -dijo Holmes aligerando su tono de voz—está bien. De todas formas lo sabré -respondió Helen aligerando también el tono de la suya—muy bien. Ahora, Helen, tu y Caleb deben ir a Londres. Nosotros los seguiremos con lo que necesitan para quedarse -indicó Amenadiel—está bien. Solo que te voy a advertir algo Luci. Ni se te ocurra tocar mi biblioteca ¿entendiste? – dijo Helen con un tono amenazante—yo me encargo -replicó Amenadiel con una ligera sonrisaHelen asintió y tomó de la mano a su amigo para después teletransportarse con él al 221 C de Baker Street.De todos los departamentos destruidos por el incendio, sorprendentemente, el único que se había conservado intacto era el 221 C. No era extraño para Caleb y Helen, porque sabían a que se debía. En ese departamento habita el rey de reyes, el creador del universo y de todo lo visible y lo invisible. Así que ni el fuego lo podía tocar.Cuando ambos aterrizaron, Helen ayudó a su amigo a levantarse y la joven se dirigió a la puerta. Pero justo cuando iba a golpearla con los nudillos, la puerta se abrió y su padre apareció enmarcado en el umbral.—buenas tardes, hijos míos -dijo él con una sonrisa amable —¡adelante! ¡no se queden ahí afuera!Ambos le sonrieron y Caleb no pudo evitar hacer una reverencia muy educada—no es necesaria, Caleb. En todo caso, el gusto es todo mío -exclamó dios tomándo de la mano a Helen para guiarla —siempre es bueno conocer a esos humanos de buen corazón como tú y HelenAmbos entraron y Caleb sonrió tímidamente. NO podía creer que dios le estuviera hablando y encima de todo ¡lo había llamado humano de buen corazón!—bueno...señor...yo...—él quiere decir gracias -aclaró Helen —sí, eso quería decir -replicó CalebDios rio suavemente y Caleb y Helen se miraron con una sonrisa.Poco después, Amenadiel y Lucifer llegaron con las cosas más necesarias de ambos y las dejaron cuidadosamente en una de las dos habitaciones de el departamento.—Helen, te traje esto -dijo Amenadiel tendiéndole la estatuilla que Holmes le había regalado como conexión divina —creí que la querrías traer contigo—¡gracias! -respondió la joven tomando la estatuilla con una enorme sonrisa —¡eres el mejor!—¿a sí? ¿dirías que soy tu favorito? -preguntó Amenadiel con mucho interés—bueno...yo...creo que...bueno...no se -respondió la chica poniéndose nerviosa de repente —por lo menos no toqué tu biblioteca, tal y como me lo pediste -terció Lucifer con voz inocente—que dulce eres -dijo Helen dándole una suave palmadita en el hombro—sí, así es. Tan dulce como para ser tu favorito ¿verdad?—mmm...yo...es que...esperen un segundo... ¿qué les pasa? ¿por qué compiten por quien es el favorito ahora? -dijo Helen pensativa–bueno, creímos que eso les alegraría un poco ya que al parecer estamos pasando por una situación muy alarmante -respondió Amenadiel al tiempo que le servía te a su padre—y porque enserio queremos saber quien es tu favorito -añadió Lucifer entre dientesHelen rio y Caleb hiso lo mismo—es que ambos creen que mi favorito es Amenadiel y ahora compiten por tu preferencia -dijo dios al oído de la joven—ay padre, los amo mucho -respondió ella riendo —pero nunca sabrán quien es mi favorito—oooooooh ¡este angelito tiene cuernos! -exclamó Caleb con una sonrisa de complicidad—sip, así es -respondió ella.Todos rieron por un rato y aunque Amenadiel y Lucifer seguían queriendo saber quien era el favorito de su hermana, decidieron dejarlo por el momento.Después de un rato de risas y comentarios de todo tipo de temas, Amenadiel, Sherlock y Lucifer se fueron para seguir buscando a Strange.Caleb y Helen fueron a la habitación que compartirían y se llevaron una sorpresa enorme cuando se dieron cuenta de que tendrían que compartir cama.la habitación, era mediana y muy sencilla. Tenía una cama, un pequeño tocador, una mesita de noche con una lámpara en ella y en un rincón, una ventana pequeña. Y no olvidemos el armario ubicado frente a la cama.—no será problema. Después de todo, yo puedo dormir en el suelo... -dijo Helen—no, no. Yo lo haré -respondió Caleb como todo un caballero—mon ami, creo que lo mejor sería que yo...—no, Mademoiselle, nada de eso. Yo lo haré... -alegó Caleb.Yasí pasaron aproximadamente unos diez minutos, hasta que Helen suspiró ypreguntó a su amigo
—¿es demasiado incómodo dormir conmigo?—no...yo...creo... que no -respondió el chico mirando a su amiga —ambos dormimos juntos a noche y yo estuve consiente–bueno, entonces no hay problema -dijo la joven con una lánguida sonrisaAmbos se pusieron a acomodar sus cosas y Caleb reparó en la estatuilla que Helen había dejado en el pequeño escritorio—¿dónde te la pongo? -preguntó él—yo me encargo -respondió ella quitándosela de la mano rápidamente.No quería que se sintiera incómodo. Después de todo, aún estaba reciente lo de que le había confesado sus sentimientos y esa estatuilla era un regalo de Sherlock, la persona a quien ama.—creo que estará bien en mi parte del... —no hace falta que la escondas -replicó Caleb en un tono maduro, exibiendo una linda sonrisa —tal vez te ame, pero no puedo olvidar que admiro demasiado a Sherlock Holmes. Además, es una estatuilla hermosa ¿verdad?—si...eso creo... -respondió Helen sorprendida mientras la colocaba en la mesita de noche—solo explórala con las manos y sabrás de que te hablo -dijo Caleb tendiéndosela otra vez.Ella la tomó y dezlisó sus finos y largos dedos por la superficie. No lo podía creer, la estatuilla estaba hecha de piedra caliza y al parecer, la base era de bronce puro. Pasó la mano hasta la cabeza y reparó en los dos ojos, que eran tan perfectos como los de su dueño.—sabes de que son? -preguntó Caleb—es...es.... Oro -respondió la joven con la voz temblorosa—sí, así es. Creo que es porque de alguna forma el color es parecido al gris de los ojos de Sherlock -explicó el joven sonriente—¿enserio?—sí. Y hay otra cosaEl chico se acercó a Helen y le volteó la estatuilla en la mano.—mira lo que hay tallado en la piedraElla pasó sus dedos por la parte de atrás de la estatuilla y con mano temblorosa, descubrió dos letras talladas en la piedra. S H, unidas por una línea simulando un laso.—no es de Sherlock Holmes si no de Sherlock y —y Helen -completó ella casi llorando—lo ves ¡te dije que era hermosa! -exclamó Caleb mirándola embelesado —como su dueñaElla le sonrió y dejó la estatuilla sobre la mecita.Se hiso un silencio pacífico y ambos suspiraron. Era evidente que no se sentían incómodos por la presencia del otro. A decir verdad, era muy consolador para ambos saber que dentro de toda esa oscuridad que se señía en torno a ellos, había amistad y amor, dos fuerzas que vencen siempre el mal.Pasó un rato hasta que el redentor los llamó a comer y el resto de la tarde, fue de lo más agradable para los tres.Sin que Caleb y Helen supieran lo que tendrían que superar para vencer a ese mal. Un mal que estaba cada vez más cerca.¡holaaa!disculpen por tardarme tanto, pero por fin pude publicar.¿qué les pareció?¿qué opinan de esa estatuilla que Sherlock le regaló a Helen?les leo en comentarios.se les quiere mucho.

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