Ella es el futuro
"She's the future"
"Y es en esos momentos de soledad, en los que me siento realmente maldita".
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Mirai Kuriyama abrió los ojos lentamente, observando el vacío que la rodeaba.
Oscuridad.
Esa era la palabra.
Se encontraba parada en medio de un lugar en penumbras, sin límite aparente. El silencio reinaba allí y parecía que, al mínimo movimiento, todo se saldría de su lugar.
Confundida, miró a su alrededor, mas todo lo que podía ver era aquella negrura.
—¿Hola? —susurró asustada, intentando encontrar algún atisbo insignificante de vida presente. Su voz salió entrecortada y se expandió en forma de eco, perdiéndose en el aire— ¿Hay alguien?
Nada.
Absolutamente nada.
¿Qué era ese lugar? ¿A dónde se había ido todo el mundo?
¿Por qué su corazón comenzó a acelerarse?
Lentamente, dio un paso hacia al frente, buscando el horizonte que, al parecer, no existía. Sin embargo, en el momento en que su pie derecho tocó el suelo, éste se tornó blanco al igual que todo lo demás. La oscuridad fue reemplazada por una cegadora luz, que poco a poco se fue suavizando, dejándola finalmente como si estuviera perdida en una hoja de papel vacía.
"¿Eh?"
Retrocedió, nuevamente sorprendida. Pero cuando levantó la vista, pudo divisar una borrosa figura acercándose a ella.
¿Podría ser...?
—Senpai —murmuró, relajando sus músculos y mirando al chico que se encontraba a un par de metros de ella. Cuidadosamente, caminó hasta donde estaba y se paró en frente de él, quien miraba el suelo fijamente— ¿Dónde estamos?
El aire apenas se sentía y el silencio era lo único que predominaba en esos momentos.
Akihito continuaba con la vista clavada en el suelo, sin ningún tipo de respuesta. A pesar de esto, Mirai notó como sus hombros temblaban levemente y la manera en la que apretaba sus puños.
—¿Está todo bien? —Intentó acercar su mano para tocarle el brazo, pero due detenida por su receptor automáticamente. El rubio apretó la mano de ella, demasiado fuerte tal vez, pues la soltó de manera abrupta. Le sorprendió la extraña actitud de él, por lo que retrocedió unos centímetros, preocupada— ¿Senpai?
—Muere —le dijo secamente.
—¿Qué?
Akihito levantó la mirada y Mirai lanzó un pequeño grito de sorpresa.
Sus ojos estaban completamente negros.
Totalmente... Sin vida.
No supo cómo ni cuándo fue que las uñas del chico se tornaron filosas y largas.
—¡Muere! —gritó desgarrado, lanzándose sobre ella.
Mirai cayó de espaldas, esquivando el ataque y apoyándose en sus codos. Él intentó clavarle las uñas nuevamente, mas ella rodó alejándose.
—¡¿Qué está mal contigo?! —Lo miró agitada, mientras intentaba descifrar aquella extraña actitud.
—¿Por qué...? —Y aquél quebrado tono de voz, le hizo darse cuenta de que el rubio estaba llorando. Dobló sus rodillas y saltó en el aire— ¡¿Por qué lo hiciste?!
Ella frunció el ceño y no pudo reaccionar cuando él le cayó encima, recostándola abruptamente en el suelo.
—¡No sé a qué te refieres! —Mirai tomó las mangas del chico, quien parecía haber perdido el control.
¿Acaso se había convertido nuevamente? Y cualquiera fuera el caso, ¿por qué no estaban sus amigos con ella?
Pero todas esas preguntas quedaron suspendidas en el aire, cuando el chico gritó aquellas palabras.
—¡Los mataste, Kuriyama-san! ¡Los mataste a todos!
Lo miró horrorizada, encontrando su rostro contraído. Incluso algunas lágrimas le mojaron la piel, pues él se encontraba sobre ella, aprisionándola. Una de aquellas lagrimas cayó sobre uno de sus ojos, para terminar resbalándose por las pálidas mejillas de la chica.
—¿Qué?
—¡A Hiroomi! ¡A Mitzuki! ¡A Izumi! ¡Ai-chan! ¡Nino-san! ¡Ayaka-san! ¡Incluso a Sakura! —Cada uno de aquellos nombres destruía poco a poco el espíritu de Mirai, quien comenzó a hundirse en desesperación y a temblar—. ¡Todos ellos ya no están! ¡Por tu culpa!
—¡Mentira! —Cerró sus ojos, a la vez que pequeñas lágrimas se escaparon de ellos—. ¡Yo no...! ¡Yo no...!
—¿No matarías a alguien? —Aquel tono rompió su corazón—. ¿Estás segura de eso?
De un salto, Mirai logró zafarse de su agarre y caer de pie a unos metros.
—¡Estás mintiendo! —Y no hubo manera de frenar aquellas lágrimas.
Siendo víctima de su miedo y furia, no pudo pensar de manera racional. Su instinto la llevo a quitarse el anillo que se encontraba en su meñique y la venda que rodeaba su mano derecha, dejando que una pequeña gota escarlata resbalara por su palma.
En un pestañar de ojos, una espada de sangre se encontraba entre sus manos.
Aunque ella... No quería hacerle daño.
—¡Eres un monstruo! —gritó Akihito, mientras se acercaba furioso— ¡Te odio!
"Te odio" resonó en su cabeza.
¿Cómo podía decir algo así, sin dudarlo ni un segundo?
—¡Mientes! —dijo entre llantos, sosteniendo el arma con manos temblorosas.
—¡Lo odio todo de ti!
—¡Es mentira!
—¡Odio tu cobardía! —dijo dando un paso, apretando los puños con fuerza debido a su ira.
Ella tapó sus oídos.
—¡No es cierto!
—¡Odio tu egoísmo! —Otro paso más.
—¡No te creo! —Cayó de rodillas al suelo, mientras las lágrimas no paraban de salir.
Su corazón...
Su corazón dolía.
—¡Odio tu sangre maldita!
—¡Cállate!
Las gotas de salada agua se comenzaron a acumular en un rincón de sus lentes.
¿Acaso lo había perdido todo?
—¡Tus dudas! ¡Tus arrepentimientos!
—¡Detente!
—Tu tristeza! ¡Tus secretos!
—Por favor...—rogó en un hilo de voz.
—¡Tu miedo al abandono!
–Sólo para... —susurró.
—¡Tu inutilidad! ¡Tu manera de ponernos a todos en peligro! ¡La necesidad de protegerte a ti misma! ¡Odio tu estúpido blog! ¡Odio que seas tan glotona! ¡Odio tu torpeza! ¡Tu desesperación! ¡Tu forma de ser! —Con cada palabra se acercaba cada vez más, entre llantos. Su mirada desprendía tanto odio y rencor que ella ya no podía verlo. Sólo se abrazó a sí misma y cerró con fuerza los ojos, rogando que todo aquello no fuera más que un mal sueño. Pero podía oler hasta lo salado de sus lágrimas y sentir el dolor en su pecho.
Cuando levantó la cabeza y vio el rostro destruido de Akihito, se dio cuenta.
Todo era real.
—¡Odio cualquier afecto que pude sentir hacia ti! ¡Odio el día en que nos conocimos! ¡Te odio! ¡Simplemente te odio...! —Él llegó hasta donde ella estaba y se paró firme.
Mirai no dejaba de temblar y observar lo roto que estaba aquél chico. Sus ojeras, su piel pálida, sus pómulos levemente caídos, su mirada perdida... No había rastro de la alegría que tanto le gustaba.
Sí...
Lo había perdido.
Y había sido su culpa.
Todo...
Ya no había nada.
—Sen... —Había intentado susurrar pero fue interrumpida, una vez más.
—¡Odio tus ridículas gafas!
Silencio.
Mirai contuvo la respiración.
—¿Qué dijiste? —murmuró.
—¡Odio tus gafas! ¡Siempre lo he hecho! ¡Si pudiera tener la oportunidad, ya las habría quebrado! ¡Y déjame decirte que-...!
El chico se quedó callado de golpe, ahogando un grito. Bajó la mirada lentamente: una espada de sangre le estaba atravesando el estómago.
—Tú no eres Kanbara.
Y las paredes blancas comenzaron a fragmentarse mientras Mirai sentía el suelo temblar.
Un segundo y fue devuelta a la realidad.
Sintió el agua de la corriente interna de aquella alcantarilla subterránea recorrer sus pies y pudo ver pequeños fragmentos de luz que se colaban entre el techo de piedra.
El cuerpo que estaba atravesando no era el de Akihito.
Era el de Miroku Fujima.
El hombre que los había hecho sufrir tanto en el pasado se encontraba retorciéndose del dolor por la hemorragia ocasionada por manos de la chica.
—Pensé que estabas muerto —dijo secamente, mirándolo extrañada.
—Tú... Desgraciada... —escapó entre sus dientes, intentando tomar la espada que lo torturaba en vano.
—No vuelvas a meterte en mi mente.
—¿Cómo... lo supiste?
—Senpai nunca diría que odia las gafas. Es un pervertido.
Vio la mandíbula del hombre tensarse.
—No podrán conmigo... —Mirai enterró aún más la espada, sin expresión alguna en su rostro, viendo como el hombre castaño perdía la vida lentamente, dejándose caer a la corriente de la alcantarilla.
Se escuchó el impacto del cuerpo y el chapotear del agua, al mismo tiempo.
–Creo que ya lo hicimos... —sentenció en voz baja, deshaciéndose de la espada.
Sin embargo, escuchó el sonido de varias pisadas corriendo acercarse atrás suyo y, cuando volteó, sus ojos se llenaron de lágrimas.
Una sonrisa de alivio la iluminó.
—¡Kuriyama-san!
—¡Mirai-chan!
🌸
—¿Por qué estás tan callada? —Indicó Akihito, cerrando la puerta del departamento de la chica quien, extrañamente, había estado callada todo el camino a casa, lo cual le preocupaba.
Se habían enfrentado a una batalla con varios yōumus dirigidos por ese asqueroso hombre que había retornado quién sabe cómo, para cobrar venganza.
Todo había llegado a su final con la muerte de Fujima.
Por más que había luchado por no separarse de ella, la perdió de vista en algún momento y, para su mayor temor, sabía que le había hecho algo.
—No... No es nada —susurró tímidamente, mientras lo miraba de reojo. Le dio la espalda, a la vez comenzaba a caminar—. Gracias por acompañarme, senpai.
—No hay problema —Sonrió animadamente, aunque ella continuaba de espaldas, lo que comenzaba a inquietarlo— ¿Kuriya...?
—Senpai —Lo interrumpió—. ¿Puedo hacerte una pregunta?
—Claro —Si bien su voz parecía estable, los hombros de Mirai estaban temblando levemente.
—¿Soy...? —Ella se volteó a mirarlo, mientras algunas lágrimas se escapaban caprichosas de sus ojos. Él dio un pequeño salto de sorpresa, mientras miraba a todos lados, desesperado. Lo que más le sorprendió fueron las palabras que salieron de la boca de esa chica a continuación— ¿Soy una molestia?
—¿Uh? Por supuesto que no—La pregunta le había sorprendido. Mirai no le dio mucha importancia a su respuesta, pues agachó la mirada—. Kuriyama-san...
–Sé que soy algo torpe, o que puedo hablar de más... Y que puedo ser tacaña. Incluso insultarte por vergüenza... —Apretó los puños y lo miró sonriente, con un leve sonrojo en sus mejillas—...¡pero te quiero!
—¿Qué?
—Quiero decir... —tartamudeó nerviosa. Los colores se le subieron al rostro—. ¡Los quiero a todos ustedes!
—Kuriyama-san... —Akihito miró con ternura y pena cómo ella se removía en su lugar. A pesar de esto, Mirai bufó y volvió a sonreír, aunque él pudo ver una capa cristalina en aquellos ojos brillantes.
—¡Sé que no soy una persona normal! ¡Y a veces siento que jamás debí haber existido! —Las lágrimas salieron... pero su sonrisa persistía intacta, a pesar del tono medio roto de su voz. Avanzó unos pasos hacia él, mientras reunía valor. Juntó sus dedos índice nerviosa, una vez más—. Por lo tanto... Si soy un peligro para ustedes... Yo... Yo puedo...
No pudo terminar de hablar, pues sintió unos brazos rodearla en un cálido abrazo. Al caer en cuenta de lo que se trataba, sintió su cara enrojecer aún más.
—No quiero que vayas a ningún lado —Acarició su cabeza y la apretó contra sí mismo. Ella sólo pudo colocar sus pequeños brazos alrededor de él automáticamente, en busca de consuelo—. Míranos, Kuriyama. Ai-chan, Mitzuki, hasta Hiroomi... Ninguno de nosotros es normal. La normalidad es algo tan relativo, que depende de cada persona considerar qué lo es y qué no. Y a pesar de eso, seguimos avanzando hacia la vida que elegimos tener.
—Senpai...
—"No puedes seguir atándote a recuerdos del pasado, no sirve de nada. Todos sentimos miedos de perder lo que nos importa y decidimos luchar por eso " —citó, recordándole alguna de sus charlas en el pasado. Se deshizo del cálido abrazo y colocó sus manos en los hombros de ella. Mirai apreció su lindo sonrojo y la forma en la que rió—. Ya te lo he dicho antes... Un futuro sin ti no significa nada para mí. Es decir... ¡Por favor! —Volvió a reír, volviendo a mirarla con dulzura—. ¿Acaso no sabes el significado de tu nombre?
Secó con sus pulgares las lágrimas que había dejado de caer de los ojos de ella.
—¿Uh? —La chica no sabía que decir ante tales palabras, por lo que se limitó a ladear la cabeza y sonreírle—. No, no lo sé.
—Mirai... —Depositó un suave beso en su frente y volvió a abrazarla contra él—. Futuro.
Akihito sonrió.
—Tú lo eres... Tú eres mi futuro.
Mirai rió nerviosa y asintió.
—¡Qué desagradable!
FIN
🌸
Dedicado a @Ash_Dianel37
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