•Prólogo•
Era sábado en la noche, las personas descansaban amenamente en sus hogares, viendo películas, otras cenando o incluso durmiendo. Pero la realidad es que la tan aclamada Ciudad del Amor recién despertaba.
Cierto pelinegro se encontraba esperando a su amiga, debajo de su ventana y su espalda reposaba en la corteza de un árbol. Observó el reloj de su móvil, el cual marcaba con exactitud las 23:15 horas, por lo tanto estiró sus manos sin elevar su mirada y atrapó los zapatos de la joven para luego de unos minutos sentirla bajar del segundo piso de su hogar.
- Puntual.- Habló ella.- Como siempre.
Se acomodó aquel vestido que se ajustaba a su envidiable silueta y poseía un escote libre a la imaginación.
- ¿Dónde más estaría?- Musitó él, entregando el calzado y sintiendo como ella posaba su mano en su hombro para colocarse sus tacones.- ¿Siempre debe ser así?
- Sabes que mí padre no me dejaría, es más fácil escapar.- Se encogió de hombros.
El ojizarco rodó los ojos y luego posó un brazo al rededor de la blonda, dejando un casto beso en su coronilla.
- No se que haré contigo.- Expresó.
- Quererme así.- Sonrió.- ¿Nos vamos?
- Vamos abejita.- Contestó mientras se dirigían al automóvil del zagal para encaminarse a la fiesta.
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Yeeey!
Amo esto jajaja.
Espero les vaya gustando, nos leemos pronto.
Besitos amorcitos.
Posdata: me olvidé decirles que esta historia está basada en ésta canción.
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