Gray mist
— Tzuyu —. Susurro, no quiero que parezca que la necesito urgentemente cuando es así, me estoy ahogando con la idea de no poder tenerla dentro mío, me dijo que aguantará el tiempo que ella deseaba verme así, contra la pared aguantando el frío de la ducha mientras ella está apoyada a la encimera con una sonrisa juguetona, logro verla por encima del hombro, mi piel está congelada y tiemblo de vez en cuando tratando de alejar la inmovilidad de mis músculos.
— Te dije que no me mordieras —. Claro que lo hizo pero pensé que me castigaría de otra forma, aún así por alguna razón sigo aquí esperando que haga algo, sintiéndome la persona más sumisa del mundo, queriendo experimentar lo que se siente que te dominen al punto de tener que aguantar como se contrae tu cuerpo del frío, es una sensación nueva y gratificante— Llevas días llevándome la contraria no sé si para molestarme o qué cosa —. El silencio invadió el cuarto de baño, las veces que le he llevado la contraria es para molestarla no para provocarla de una manera sexual.
— Lo hago porque tengo la razón —. Ríe y me enoja un poco que actúe así, frunzo las cejas como señal de estar harta de la situación mientras la veo, ella se está acercando, con una mano me acaricia la espalda haciéndome temblar, el agua desaparece y sólo existe su suave y tersa piel pegada a la mia— Cada cosa que digo es porque es la verdad —. Eleva ambas cejas y asiente, no me está prestando atención y estoy tan nerviosa que lo único que quiero es hablar hasta que se me seque la garganta.
Abro los labios en busca de aire y me da la vuelta, quedamos, ahora sí, frente a frente ella con una sonrisa yo asustada por lo que me hará, con cuidado me sube y yo instintivamente enrosco las piernas en su cintura, una de sus manos baja a mi glúteo derecho y lo aprieta mientras que la otra se mantiene en mi espalda baja.
Me está acariciando justo ahí, sabiendo como me pongo cuando alguien lo hace, digamos que nos compartimos cosas interesantes, siempre hablamos de más cuando se va la luz— Yo te seco —. Me quita la toalla de la mano y comienza a hacerlo, primero por mis piernas en donde deposita un beso en cada una, luego mis brazos y sonríe por alguna extraña razón, luego mi espalda y abdomen, siento que me voy a morir si sigue secando, mira mis senos y se queda embelesada por unos instantes antes de pasar la toalla lentamente por éstas, me roba el aliento cada acción que hace— Que suaves son, imagínate cómo será tocarlas directamente —. Quisiera decirle que puede hacerlo pero me contengo.
Solo asiento como una boba y sigo viéndola, vuelve a sonreír, esa sonrisa que me roba el aliento cada que la veo, es tan hermosa como lo es quien la porta, es la chica más guapa que mis ojos han visto y no dejo de pensar en lo bien que se ve con el cabello húmedo y despeinado, con una toalla cubriendo su cuerpo, es tan alta y delgada, no se por que no se dedicó al modelaje, le hubiera ido de maravilla.
Sin mentir es una de las mujeres más hermosas de Corea sin ser de aquí, un loco diría que no es la mujer más atractiva del universo, tal vez su rostro parecido al de un bebé con malhumor haga que sea vea angelical, pero su cuerpo demuestra otra vibra al igual que sus actitudes.
Quien esté con ella se gana la lotería, ahora bien, me beso y es algo que no voy a poder olvidar de la noche a la mañana eso me va a perseguir hasta que tenga la necesidad de repetirlo, cosa que me está diciendo ahora, la miro en silencio y muerdo mi labio inferior.
— Recuéstate —. Eso hago y me cubre con la sábana, luego ella se mete y beso mi cuello— ¿Te han dicho lo suave que es tu piel? —. Niego con los ojos cerrados, no me gusta que las personas me toquen por eso nadie me lo ha dicho, ya que la mayoría de las veces llevo ropa ancha o estoy demasiado cubierta, el contacto humano no se me da muy bien que digamos— Es lo más suave que he tocado —. Suelta una risita sobre mi cuello, si supiera lo que eso me provoco, aprieto los dientes para no soltar un gemido y subo las manos hasta su espalda, no recuerdo que fuera tan grande.
Jadeo cuando su rodilla roza mi centro, me abre las piernas con ésta para escabullirse entre entre ellas, nuestros senos chocan entre sí y es una sensación inolvidable, bastante nueva para mi que no he estado con una chica desde hace demasiado tiempo.
— Relájate —. Es imposible que lo haga, me está volviendo loca con cada roce que me da, siento que voy a explotar si no me hace sentir algo más allá que un corazón acelerado por la adrenalina del momento, sus labios bajan, haciendo un recorrido hasta llegar a mis tetas, mete el pezón de una a su boca y lo succionaba suavemente sacándome ese gemido que dije que mantendría oculto, arqueo un poco la espalda para poder sentirla completamente, sus dientes arrastrándose por la piel sensible del pezón.
— Tzuyu —. Su nombre sale sin previo aviso, sin fuerza, tan suave que se detiene y me mira, mis ojos entre cerrados logran captar su rostro— Por favor —. Niega, de seguro no me gusta que le supliquen o que no es el momento para hacerlo, mueve las caderas en busca de fricción, hasta que su mano me detiene.
— ¿Me deseas tanto? —. Mi orgullo es más fuerte que eso, no puedo decírselo, ella debe saberlo sin necesidad de que se lo diga de frente, se nota bastante que la necesito dentro de mi— Vamos Sana dime qué me necesitas —. La mano que estaba en mi cadera se desplaza por mi cuerpo hasta que llega a mi cuello apretándolo, no entiendo cómo sabe que me gustan todas éstas cosas— Así podré hacer todo lo que quieras —. Es una propuesta tentadora sobre todo cuando siento como su dedo roza mi entrada.
— Chou Tzuyu por favor —. No logro decir otra cosa que no sea eso, vuelve a negar y me aprieta con más fuerza, apenas y logro respirar con normalidad— Po-por favor —. Se acerca a mi cuello.
— ¿A caso quieres que te haga venir? —. Trago lentamente, mi vista se está nublando poco a poco— Estoy segura que quieres que este dentro de ti, moviéndome, ¿Quieres sentirme? —. Asiento mientras la veo a los ojos, están oscuros, más de lo que son.
Brillan tanto como los de un depredador al encontrar a su presa— Te necesito —. Quita la mano de mi cuello, tomo una fuerte bocanada de aire que se tranca cuando mete tres dedos de la nada en mi interior, abro los ojos de la impresión y al bajar la mirada logro ver como entran y salen con tanta facilidad— Tzu-Tzuyu —. Tartamudeo, mis dientes chocan entre sí y no puedo evitar volver a gemir.
De un día gris en el que pensé que de seguro iba a cometer una locura besándola bajo la lluvia para calmar la necesidad que tengo desde hace meses, estar gimiendo su nombre mientras la escucho repetirme una y otra vez que estuvo esperando este momento desde hace demasiado tiempo, eso me hace saber que no soy la única que la estuvo esperando.
— Prométeme que no será la última vez —. Dice, ella jadea en mi oído antes de morder mi cuello, mis uñas se clavan en su espalda, no logro articular palabra alguna, solo jadeos, gemidos y la necesidad ferviente de decirle que suba la velocidad.
Nada más que eso.
— Dime que volveremos a hacer esto —. Mis dedos se contraen— Te prometo que cada vez será mejor y no te voy a defraudar —. No ma escucho con claridad la verdad es que no entiendo que me está diciendo, nada más que balbuceos y uno que otro gemido que sale de sus labios cuando la aprieto contra mi.
¿A caso esto de verdad está sucediendo?.
— Seamos lo que necesitamos nada más que eso —. Y es justo ahí cuando grito, mis ojos se cierran y mis labios se abren, mi cuerpo convulsiona y enseguida se relaja— Te prometo que no voy a dejarte ir, no voy a romperte Minatozaki Sana —. Besa mi frente y las luces se apagan.
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