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Dieciséis: Citas

Momo se encontraba con la barbilla recargada sobre una de las mesas del restaurante. El día estaba siendo bastante flojo, aún no tenía su primer entrego del día ni mucho menos había clientes en el lugar.

—Creo que cerraremos temprano el día de hoy —le dijo Shindong sentándose a un costado de ella—. Éste día de la semana casi no tenemos clientes. Esta bien si te tomas el día.

—¿De verdad? —preguntó Momo despegando su cara de la mesa—. Pero es que no podría permitirme perder el pago de hoy... la colegiatura de mi hermana viene pronto y...—

—Tranquila, sé que no es tu trabajo pero podrías limpiar el lugar antes de irte. Te pagaré como siempre —le dijo su jefe y la japonesa pudo suspirar con alivio—. Ya que Bae me pidió permiso para faltar, tú puedes hacer su trabajo de hoy, mientras que yo aprovecharé para resolver unos cuantos pendientes.

—Entendido jefe.

—Toma las llaves, cierra bien cuando te vayas y mañana llega puntual para abrir —avisó Shindong entregándole un juego de llaves a Momo—. Nos vemos mañana Hirai.

—Nos vemos jefe Shindong —Momo agitó su mano a modo de despedida viendo como el mayor se marchaba.

Cuando se encontró totalmente sola suspiró mirando a su alrededor. Ató su cabello en una coleta y fue en busca de los utensilios de limpieza. Si terminaba pronto seguramente le daría tiempo ir a ayudar un rato a la señora Soo en su local. Se sentía mal por no haber podido ir ayer, pero Lia no dejó de insistirle para llevarla a la fiesta.

Momo se encargó de limpiar cada una de las mesas, también barrió y trapeó el lugar hasta dejarlo completamente reluciente de limpio. Se sintió feliz por haber terminado en un tiempo récord de casi 45 minutos. Eso era algo genial, se había ganado la paga de su día en mucho menos tiempo.

Cuando se quitó los guantes de látex de las manos, pudo escuchar sonar la campanilla de la puerta de entrada avisándole que un cliente estaba ahí.

—Hirai —mencionó el hombre dando una última calada a su cigarrillo para luego tirar la colilla sobre el suelo—. Parece que tendrás que volver a limpiar aquí.

—¿Qué demonios quieres John? —Momo apretó sus puños con coraje procediendo a levantar la colilla del suelo—. Solo vete de aquí.

—Esa no es la manera en la que debes tratar a tus clientes, ¿en dónde se encuentra tu jefe? Le daré una queja sobre ti.

—No está, no hay servicio, ahora vete —le contestó de mala manera.

—Entonces estás... ¿sola? —preguntó Johnny sonriendo de manera traviesa—. La suerte esta a nuestro favor, tenemos el restaurante para nosotros solos. Nos divertiremos un rato. Me lo debes después de lo de la última vez.

—Yo no te debo nada... —Momo se sintió nerviosa al ver a John acercarse de manera peligrosa—. ¿Por qué me haces ésto a mí? Yo nunca te he hecho nada, por favor deja de molestarme, simplemente desaparece de mi vida.

—Porque me gustas, porque quiero tenerte para mí —le dijo sosteniéndola de la cintura—. Necesitas a un hombre que te haga sentir.

La campanilla del lugar volvió a sonar otra vez.

—Yeonjun... —murmuró Momo encontrando salvación en la llegada del chico. Sin mucho tacto rompió contacto con John pero sin contar con que éste la detendría de nuevo—. Suéltame.

—Eres mía Hirai.

—Dijo que la sueltes —expresó Yeonjun con enfado—. No vuelvas a tocarla nunca más.

—¿Quién eres tú para meterte en lo que no te importa? —cuestionó Johnny riendo sarcásticamente—. Largo de aquí, no interrumpas.

Yeonjun apretó fuertemente su mandíbula antes de colocar a la japonesa justo detrás de él. John lo miró espectante y quizás con muchas ganas de soltarle un golpe.

—Yo soy su novio —Yeonjun mintió logrando que Momo se paralizara—. Solo te diré una cosa... tengo mucho dinero, dinero que podría utilizar para borrarte del mapa sin ensuciarme un solo dedo, ¿eso es lo que quieres?

—Tonterías —musitó John borrando su sonrisa en un santiamén—. Un chico de clase no podría fijarse en alguien como ella.

—Eres un imbécil —le dijo Yeonjun sacando su teléfono del bolsillo—. Me has hecho enojar, tendré que llamarle a mi padre para que se encargue de ti.

—De acuerdo, me largo de aquí —gruñó John antes de dar media vuelta y salir a paso rápido del lugar—. Idiotas...

Yeonjun guardó su celular nuevamente al verlo marcharse, luego su vista se posó sobre Momo quien permanecía inmóvil en el mismo lugar intentando procesar todo lo sucedido.

—Crees... ¿crees que hice lo correcto? —preguntó Yeonjun escondiendo sus manos dentro de sus bolsillos—. Ese tipo te faltó al respeto, yo solo quería asustarlo para que no volviera a molestarte más. Espero que se lo haya creído.

—Gracias —dijo Momo haciendo una reverencia ante él. Que patética se sentía, no era la primera vez que necesitaba de la ayuda de alguien más porque no podía defenderse de John ella sola—. Llegaste en el momento indicado para librarme de él, no tengo como pagarte.

—No es nada —le dijo sonriente—. Me alegra haberte ayudado.

—Él restaurante cerró temprano, no está mi jefe pero si quieres puedo improvisar algo rápido en la cocina como gesto de agradecimiento.

—No te preocupes, no vine con deseos de comer —explicó Yeonjun soltando una risilla nerviosa—. Vine porque quería verte.

—¿Verme? —preguntó la japonesa—. ¿A mí?

—Sí, me preocupé porque ayer luego de la fiesta me dijiste que tu hermana y tú se irían en un taxi, solo quería corroborar que llegaste con bien, pero no tengo tu teléfono... lo único que se me ocurrió fue buscarte aquí en el restaurante donde trabajas —respondió el chico mientras se rascaba el cuello—. Espero que no te moleste que haya venido hasta aquí solo por eso.

—Gracias por preocuparte, eres muy amable, estoy bien.

—¿Vas de salida? Si gustas puedo llevarte a casa, mi auto está allá afuera —dijo Yeonjun señalando su automóvil estacionado al frente del lugar—. Solo si quieres, no tienes que aceptar si no quieres... ¿está bien?

Momo se quedó en silencio por un par de segundos considerando sus opciones. Yeonjun por su parte estaba listo para ser rechazado, de todos modos nada perdía con intentar.

—Vamos —le dijo la japonesa mostrando una leve sonrisa. No podría atreverse a decirle que no. Yeonjun la había salvado del odioso de John, además tenía el resto del día libre.

[🍃]

—Basta Yuna, ¿por qué tienes que venir conmigo? —cuestionó Tzuyu intentando alejarse de su roomie—. ¿No entraste a tu última clase solo para seguirme?

—Ya te lo dije, no creo que en realidad vengas a una cita con la chica guapa de la fiesta —respondió Yuna corriendo detrás de Tzuyu—. Nada te salvará de limpiar mi habitación por todo el mes.

—De verdad tengo una cita con Sana, la veré aquí en el centro comercial. Ahora vete, no puede verme llegar contigo —la taiwanesa gruñó al ver que Yuna la seguía sin importar qué—. Por favor, ve a casa, después te mostraré pruebas de mi cita.

—Olvídalo, ya estoy aquí, veré las pruebas por mí misma.

Tzuyu al ver que era imposible librarse de su compañera, no tuvo más remedio que sentarse sobre una banca donde Yuna se sentó a su lado también. Los minutos pasaban logrando que la taiwanesa se sintiera nerviosa y hasta irritada por la mirada de su roomie quien se burlaba internamente de ella.

—Bien, nadie llegó, yo gano —dijo Yuna con una triunfante sonrisa parándose frente a Tzuyu—. Lo sabía, solo querías engañarme pero yo soy más lista que tú.

—Yuna, ella está...—

—Esa chica con disfraz de Mera estaba demasiado buena, era obvio que una mujer como esa no saldría con ninguna de nosotras ni en sueños —continuó diciendo. Tzuyu solo optó por cubrir su sonrojado rostro debido a la vergüenza —. ¿Viste su trasero? Yo solo lo vi de lejos pero de cerca debería verse más voluptuoso.

—Gracias por decir que mi trasero es voluptuoso.

Yuna se paralizó en cuestión de segundos, sintió su corazón latir como un loco desenfrenado. No quería voltear, imploró ayuda de la taiwanesa pero ésta solo desvío la mirada aún con las mejillas sonrosadas. Maldijo por lo bajo dando media vuelta.

—¿Estoy en... problemas? —preguntó Yuna viendo a la japonesa reír.

—Lamento tanto la demora, me detuvo el tráfico —Sana se disculpó mirando la hora sobre su reloj de mano—. Espero no haberte hecho esperar tanto.

—No te preocupes —dijo Tzuyu poniéndose de pie. No supo de qué manera saludarla, así que solo se limitó a extender su mano. La japonesa la miró dudosa, pero luego se decidió por darle un corto beso sobre la mejilla bajo la atenta mirada de Yuna quien observaba boquiabierta—. Amm... ella es Shin Yuna, mi compañera de apartamento.

—Mucho gusto, yo soy Minatozaki Sana —la japonesa le extendió su mano a modo de saludo—. Los amigos de Chewy son mis amigos.

¿Chewy? Las mejillas de Tzuyu se encendieron al rojo vivo. La japonesa le había puesto un apodo, ¿a caso era esto un sueño? Porque si de verdad lo era, entonces no quería despertar jamás.

Hoy desde muy temprano había quedado con Sana de salir, como lo tenían acordado, intercambiaron un par de mensajes de texto para acordar el lugar y la hora.

—Estoy en shock —murmuró Yuna restregando sus ojos con las palmas de sus manos—. De acuerdo... creo que me iré ahora. Un placer conocerla señorita Minatozaki, cuide bien de Chou, ella solo es grande de tamaño, pero es como una bebé en el cuerpo de una chica.

—¡Oye! —Tzuyu la reprendió sintiéndose avergonzada nuevamente.

—Lo haré, cuidaré bien de ella —Sana se acercó hasta la taiwanesa para acariciarle la cabeza a la menor—. Y ella cuidará bien de mí.

—Me voy, pasen una tarde agradable, se portan bien eh —dijo Yuna regalando una mirada pícara directo hacia su amiga—. Nos veremos más tarde.

—Dios mío, al fin se fue —luego de que su roomie se marchara, Tzuyu por fin pudo respirar en paz—. Lamento los inapropiados comentarios de mi amiga, ella es así, lo hace para molestarme.

—No te preocupes, sé como son las amigas —le dijo Sana sentándose en la banca donde hace unos momentos se encontraba Tzuyu—. ¿Lo hice bien? Espero que tu amiga se lo haya creído.

—Más que bien, te lo agradezco mucho, no sé como pagarte... me ahorraste el trabajo de limpiar una habitación que no es mía por todo un mes.

—Un helado estaría bien.

—¿Cómo? —Tzuyu sonrió nerviosa, ¿Sana le estaba pidiendo un helado? ¿de verdad quería comer helado con ella? La taiwanesa estaba que reventaba de la emoción—. Quieres... ¿tú quieres helado?

—¿Tú no?

—¡Sí! Me encantaría comer helado... contigo.

—Entonces vamos, busquemos una tienda de helados aquí en el centro comercial —dijo Sana mirando a su alrededor—. ¿Cuál es tu sabor de helado favorito? El mío es de vainilla.

—Amo todos los sabores de helado pero creo que mi favorito es el de chocolate.

—Eso es genial, buena elección —murmuró Sana a la par que caminaban juntas—. ¿Tienes pareja? —preguntó sin pensar.

—No, no tengo, estoy sola —respondió rápidamente—. ¿Y tú tienes?

—¿Yo? —la japonesa se frenó de golpe un momento—. No tengo —mintió.

Tzuyu sonrió sin poder evitarlo, quizás, sólo quizás podría tener una remota oportunidad con ella. Sana le gustaba, estaba claro, ¿a quién no le gustaría? Era una mujer hermosa. Lucharía por intentar ganarse su corazón, aunque sabía que eso no sería tarea fácil.

[🐯]

Mina aparcó su automóvil justo afuera de la dirección que Chaeyoung le había enviado por mensaje de texto. Observó a su alrededor sin encontrarse con ningún restaurante, ¿a caso se había confundido de dirección? Ahí no había más que una privada llena de casas bonitas con un colorido jardín.

Mina
Estoy en el lugar acordado, ¿en dónde está?
[3:04 pm]

Se quitó sus gafas oscuras antes de bajar del auto para observar mejor y a detalle. No tardó mucho tiempo en recibir respuesta de la contraria.

Chaeyoung
Salgo en un segundo.
[3:05 pm]

Mina no tardó mucho en darse cuenta que la abogada la había citado en su propia casa. Estaba molesta, por supuesto, se suponía que irían a comer a un restaurante público rodeadas de gente a su alrededor, ¿qué tan confiable sería entrar en su territorio sola? 

—¡Hola! —Chaeyoung salió corriendo de una de las casas y se dirigió hasta ella—. Mina, que puntual.

—¿En dónde estamos? —preguntó ignorando el saludo.

—En mi casa, tu casa —expresó con amabilidad señalando una bonita residencia pintada de color azul con decorado de plantas y flores de colores frente a ella—. A mi madre le encantan las flores, siempre que viene a visitarme me regala una planta nueva.

—No me dijiste que vendríamos a tu casa, creí que íbamos a comer.

—Eso haremos, te he cocinado algo simple pero significativo —le contestó Chaeyoung despojándose de un mandil que hasta hace un segundo Mina no había notado que traía puesto—. No me considero tan mala en las artes culinarias... hoy hice mi mayor esfuerzo, espero que sea de tu agrado.

—Oh... —Mina no supo que decir, simplemente asintió siguiendo a Chaeyoung por detrás de ella—. Debiste avisarme, para traer algo...

—Será para la próxima.

¿La próxima? ¿Osea que volverían a salir?

Mina no dijo nada más. Cuando llegaron al comedor lo primero que hizo fue abrir la boca impresionada al observar toda la variedad de comida que estaba repartida sobre la mesa—. Ésto es...

—Sé que por tus venas corre sangre japonesa, por eso me tomé el atrevimiento de preparar un par de platillos típicos de Japón, espero haber acertado y que al menos alguno sea de tu agrado —comentó Chaeyoung retirando la silla para que Mina tomara asiento—. Cociné Takoyaki, un delicioso Katsudon, Onigiri y obviamente no podía faltar el Sushi, ¿qué te parece? —preguntó nerviosa al observar a la contraria.Su cara era un poema, pero eso no era lo más alarmante para Chaeyoung, sintió una fuerte punzada dentro del corazón al notar que los ojos de Mina reflejaban tristeza—. Yo... —tragó en seco—. Si no te gusta puedo ordenar una pizza, yo solo...—

—Es maravilloso, todo se ve espectacular —murmuró con voz apenas audible—. Me trae recuerdos...

—¿Recuerdos malos? —Mina negó—. Entonces... ¿son recuerdos buenos?

—Lo son. Me recuerdan a mi padre —expresó Mina con melancolía—. A mis hermanos nunca les gustó la comida japonesa, pero yo la amaba. Mi padre siempre se tomaba un tiempo para salir a comer conmigo a algún restaurante japonés. A veces cuando llegaba tarde del trabajo, él iba a mi habitación con una bolsa de comida solo para mí. Desde que él murió no he vuelto a probar comida japonesa.

—De verdad lo lamento Mina, esto fue una mala idea —Chaeyoung hizo el amago de retirar los platos de la mesa pero Mina se lo impidió—. Puedo preparar algo sencillo y rápido si me das unos minutos...

—Quiero comer lo que preparaste.

—Pero...—sus miradas chocaron provocando una sorpresiva corriente de electricidad.

—Estoy bien, solo que en ocasiones suelo ser muy sensible —explicó tomando asiento, aunque extrañamente sentía un nudo en su garganta—. Entonces ¿tú cocinaste todo ésto?

—Lo hice, con mis propias manos.

—¿Eres abogada o chef? —bromeó Mina intentando aligerar la situación.

—Tomé un par de cursos de cocina en mis tiempos libres, es algo que siempre me gustó hacer —respondió Chaeyoung sonriendo levemente—.¿Y a ti? —Mina la miró sin comprender—. ¿Qué más te apasiona además de las leyes?

—Desde pequeña tomé clases de ballet, pero lo dejé hace tiempo, justo antes de entrar a la universidad, decidí enfocarme en mi carrera.

—Que lindo —Chaeyoung sonrió involuntariamente imaginándose a Mina de niña bailando ballet—. Me encantaría verte bailar algún día —murmuró sin pensar logrando que la contraria se ruborizara al instante.

—Y bien... —Mina aclaró su garganta fingiendo seriedad—. Casi me olvido de la verdadera razón por la que estamos aquí, ¿tienes las pruebas? Deseo verlas ahora.

—¿Las pruebas? —preguntó Chaeyoung tragando en seco—. ¿Quieres probar las bolitas de Takoyaki? No es por nada pero me quedaron deliciosas. ¿Y qué me dices del Sushi? Es un clásico.

—Chaeyoung...

—¿Si?

—No tienes ninguna prueba ¿verdad? —cuestionó con desespero a lo que Chaeyoung negó. Fue entonces cuando Mina se levantó de golpe tomando su bolso dispuesta a marcharse—. Me mentiste Son.

—Mina, espera por favor... —Chaeyoung la tomó de la mano impidiéndole huir. Ambas se estremecieron al sentir el contacto. Mina apartó la mano rápida y totalmente confusa—. Déjame hablar.

—Ya lo estás haciendo.

—Es que son tantas cosas.. toma asiento —le pidió sentándose a un costado de ella—. Mi colega Jennie Kim se puso en contacto con un médico para que le explicara ciertos aspectos referentes a la autopsia de tu padre —Mina la escuchaba en silencio—. El doctor Jeon nunca dio con la sustancia o veneno que acabó con la vida del señor Akira, pero aún así culparon a Kang solo porque era la persona más cercana a él con quien no compartía ningún lazo de sangre.

—Nadie más pasaba tanto tiempo con él, nadie más pudo hacerlo.

—¿Cómo puedes estar tan segura de eso? —cuestionó Chaeyoung mirándola con entrecejo—. ¿Cómo era la relación de Kim Taehyung con tu padre?

—¿Qué tiene que ver mi hermano en todo esto? —preguntó con desconcierto.

—Quizás mucho o quizás nada —contestó Chaeyoung frotando su sien—. Solo responde una pregunta, ¿el doctor Jeon Jungkook tiene algún tipo de relación con tu hermano?

—Son amigos, si no me equivoco cursaron juntos la educación secundaria pero ¿eso qué tiene que ver?

—Tu padre fue envenenado con pequeñas dosis de cianuro, pero eso fue descartado por el doctor Jeon porque Kim Taehyung le hizo saber que él consumía de un licor cuyo contenido justifica las señales del cianuro dentro de su cuerpo —explicó Chaeyoung—. Son varias cosas las que hacen a tu hermano un sospechoso en este caso.

—Pero ¿qué demonios estás diciendo? ¿cómo te atreves a desconfiar de mi propio hermano? —preguntó a la defensiva.

—Mina, piensa con la cabeza fría, tú misma sabes que es posible —contestó Chaeyoung—. En Nueva York tuve un caso, se trataba de la muerte de un hombre ya de la tercera edad quien vivía en casa de su hija y ¿sabes qué? Ella fue quien lo mató, lo intoxicó dándole medicinas que nunca le habían recetado y todo por cobrar un maldito seguro de miles de dolares. En el funeral no lloró ni una sola vez pero cuando una persona anónima hizo la denuncia de su comportamiento extraño y dio a conocer sus sospechas, entonces ella se presentó ante el juez llorando desconsolada por la muerte de su padre. Fue entonces cuando comprobé que hay gente sin escrúpulos y muy mala.

—Taehyung no es malo, él sería incapaz de atentar contra la vida de su propio padre. Dices eso porque no lo conoces.

—Tú tambien culpas a Kang Daniel porque no lo conoces —protestó Chaeyoung cruzándose de brazos—. No le diste ni el beneficio de la duda ¡No! Tú asumiste que él era el culpable.

—Eso es totalmente diferente —rodó los ojos desviando la mirada.

—No lo es.

—No vine aquí a escuchar como culpas a mi hermano, me voy de aquí —Mina se puso de pie dispuesta a irse pero antes de que pudiera avanzar unos pasos, Chaeyoung ya le había bloqueado la salida colocándose frente a la puerta—. No quiero discutir contigo Son, solo apártate.

—No te dejaré ir, no vas a escapar, tenemos que hablar, de alguna manera debo hacerte entender —Chaeyoung la miró fijamente—. No estoy culpando a tu hermano, solo quiero atar cabos, pero para eso necesito tu ayuda, te necesito...

Mina respiró hondo un par de veces antes de calmar sus nervios y volver a su sitio. Tomó una botella de vino que estaba sobre la mesa y bajo la atenta mirada de Chaeyoung se sirvió una copa que bebió de manera rápida.

—Toma asiento, vamos a “atar cabos” —contestó Mina haciendo énfasis—. ¿Te sirvo una copa?

—Yo... —Chaeyoung balbuceó nerviosa—. Mi cuerpo no posee las enzimas adecuadas para metabolizar las toxinas presentes en el alcohol.

—¿Cómo?

—Que tengo poca resistencia al alcohol —murmuró avergonzada. Vio a Mina rodar los ojos y rápidamente se arrepintió de sus palabras—. Estaba bromeando, dame una copa —mintió.

Chaeyoung observó como la contraria le servía una cantidad excesiva dentro de su copa y fue entonces cuando se cuestionó ¿por qué había puesto una botella de vino? Bueno, la respuesta era simple. Nunca pensó que Mina se atrevería a tomar de ella, así que le pareció un buen elemento decorativo para su mesa.

La última vez que tomó fue en Octagon club y solo había bastado con tomar dos copas para sentirse fuera de sí. Afortunadamente el quedar encerrada dentro de un cubículo de baño la hizo regresar sus sentidos, pero esta vez no podía sucederle algo así.

—No suelo tomar, pero realmente necesitaba una copa para calmarme. Sé que tengo que ser neutral pero se trata de mi padre y para mí es algo difícil de procesar —explicó Mina sirviéndose una copa más—. ¿Qué se supone que tenemos que hacer?

—Háblame de todas las personas cercanas a tu padre —le dijo Chaeyoung tomando un sorbo de su copa que pasó con un poco de dificultad—. Absolutamente todas.

—El más cercano era Kang Daniel, pasaban mucho tiempo juntos, él era su aprendiz y muchas veces acompañaba a mi padre a resolver casos —contestó Mina respirando profundamente—. Después podría ser el señor Yang, es quien nos lleva los asuntos contables en Freedom. Todos los abogados del bufete siempre se acercaban a él para pedir algún consejo o asesoría sobre sus casos. Mi tío Jae de vez en cuando se pasaba a su oficina para platicar sobre asuntos del despacho generalmente. Mi padre se llevaba incluso con todos los empleados.

—¿Cuentas con cámaras de seguridad dentro de Freedom? —preguntó Chaeyoung luego de terminarse todo el contenido de su copa.

—Solo hay cámaras de seguridad en el estacionamiento, la entrada y los pasillos. Nunca dentro de las oficinas de los abogados, nosotros respetamos su privacidad, ¿te sirvo otra? —preguntó Mina refiriéndose a su copa. Chaeyoung negó insegura pero aún así no sirvió de nada porque volvió a llenarle la copa todavía más—. El alcohol a veces ayuda en estos casos. Tomar una copa o dos me relaja cuando tengo días difíciles o mucho estrés.

—¿Sales mucho?

—No en realidad. Siempre lo hago desde la comodidad de mi oficina, no tengo mucho tiempo libre, el trabajo me consume —Cheyoung asintió al escuchar su respuesta. Ella podía comprenderla y hasta cierto punto se sentía afortunada de que Mina estuviese comenzando a compartir cosas con ella. No sabía por qué, pero se sentía muy a gusto con su presencia—. ¿Por qué me miras así?

—¿Ah..? —aclaró su garganta con nerviosismo. Se había quedado observando detalladamente su bonito perfil. Mina era una mujer muy hermosa, tanto que era casi imposible no mirarla—. Me... ¿me sirves otra copa?

Feliz porque ya se viene el Michaeng 🥰

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