Capítulo 5: El día después
¿Acaso alguien me había golpeado la cabeza con un jodido martillo? Porque el dolor de cabeza que sentía era realmente insoportable.
Primero: ¿Dónde estaba?
Segundo: ¿Qué mierda pasó ayer?
Tercero: Necesitaba una pastilla para la resaca, urgentemente.
Abrí los ojos lentamente, con cuidado de no mover demasiado mi cabeza, ya que sentía como si mi cerebro estuviese desprendido y dando vueltas por ahí dentro.
En cuanto mi vista se volvió más nítida, me di cuenta de que definitivamente esta no era mi habitación.
Las paredes eran de un color vino y el techo estaba pintado de azul marino, eso era lo único que podía distinguir hasta el momento.
Cuando me erguí con cuidado, pude tener una mejor vista del desconocido lugar donde me encontraba, y entonces... pude saber dónde rayos estaba, y por qué no me era tan desconocido.
A juzgar por los trofeos de fútbol americano, medallas, pósteres de jugadores de la NFL, y el aparente desorden con sudor a hombre...
Estaba en la habitación de West.
¿Cómo llegué aquí? ¿Por qué estaba en su habitación? ¿Dónde estaba él?
—¡Ugh! —me quejé cuando me levanté de la cama, sentía un zumbido en la cabeza insoportable—. ¿West?
Pude escuchar un quejido proveniente del baño, segundos después un golpe y luego la puerta abriéndose de tirón, dejando ver a un West sin camisa sobándose la cabeza, luciendo adolorido.
Entonces comencé a recordar lo que había hecho en la fiesta.
Sawyer.
Beso extraño.
West.
Beso ardiente.
¡Mierda! Por favor, díganme que esto no pasó en verdad. Díganme que no los besé... a ambos.
—¿Qué coño hacías en el baño? —Traté de mantener la calma y no sacar conclusiones aún.
Quizá simplemente estaba alucinando.
Sí, debía ser eso.
—Ugh, no me grites aún por favor, tengo un maldito dolor de cabeza —gruñó, cerrando los ojos durante un momento. Sacudió la cabeza y luego los abrió, dedicándome una extraña sonrisa.
Pasé una mano por mi cabello con nerviosismo y aclaré la garganta.
—¿Cómo llegamos aquí? —le pregunté, cruzándome de brazos, tratando de lucir lo más calmada posible—. ¿Y dónde están todos?
—No tengo idea, bebé —me contestó, divertido—. Solo sé que fue la mejor noche que he tenido.
¿Él recordaba? ¿O no? ¿Qué se suponía que significaba "la mejor noche que he tenido"? ¿Debía de estar asustada?
Maldición, odiaba tener que lidiar con mis preguntas internas.
—No recuerdo nada de lo que hice —mentí mientras me aproximaba a su mesita de noche para tomar mi teléfono y seguir fingiendo que no estaba para nada enloqueciendo en mi interior.
Tenía un mensaje de texto de mamá.
Querida, la noche se alargó y no llegaré hasta mañana, espero que estén en cama a las 12 am. Regresaré temprano, duerman bien.
Suspiré de alivio y me volví hacia West, quien seguía con esa expresión extraña en su rostro. Me miraba con el ceño fruncido, como si estuviese examinando cada parte de mí.
Como si estuviese descifrando algo.
—¿De verdad no recuerdas nada de lo que pasó anoche? —Él enarcó una ceja, como si me conociera lo suficiente y supiera que estaba completamente mintiendo.
—Mi cabeza explotará en cualquier momento si no me tomo una aspirina. Iré abajo y revisaré si los chicos están allí —me apresuré a decir, para luego lograr hacer mi salida triunfal y alejarme lo más posible de sus preguntas.
¡Qué idiota era! ¿Cómo pude besar a Sawyer? ¿Cómo pude besar a West? Fue una cosa que juré a mí misma nunca hacer, en verdad, lo juré con mi vida.
Sí, cuando estaba en 7mo grado tuve una amiga, la única de toda mi vida, se llamaba —se llama— Becka Ashton, y nos llevábamos bastante bien. Éramos parecidas, nos gustaban las mismas cosas, pero me enojaba al ver lo tonta que se volvía cuando ellos dos aparecían. Eso era lo único diferente de nosotras. Que a ella le afectaba ese tipo de cosas, y a mí no.
Un día me contó que Sawyer la había besado y que había sido su primera vez, que lo había disfrutado y que estaba ilusionada con él, tanto que le pediría salir con ella. Días después, ella trató de hacerlo en la escuela y él la humilló frente a sus amigos, diciéndole que eso nunca había pasado.
Estuvo tan devastada, la vi llorar durante una semana, Sawyer le había roto el corazón. Entonces de la nada, comenzó a evitarme y a dejarme de hablar, como si yo tuviese la culpa de lo sucedido.
Fue ahí cuando juré que nunca iba a dejar que ningún chico se metiera bajo mi piel, incluyendo a Sawyer y West, ellos eran los principales que debía tachar de mi lista. También supe que las chicas nunca eran verdaderas amigas, en algún punto te daban la espalda, te ignoraban y te molestaban.
Sí, era algo en lo que tenía que trabajar.
Bien, de vuelta al caos post-fiesta.
Bajé las escaleras en busca de los chicos mientras miraba alrededor de la asombrosa casa de los Collins, siempre había estado enamorada de los decorados. La madre de West, April, era bastante agradable y cálida conmigo, me trataba como a una hija más y me caía mil veces mejor que mi propia madre, pero casi nunca estaba en casa, ya que su trabajo no se lo permitía. Era madre soltera, tenía que trabajar el doble.
—¿Dylan?
Solté un largo suspiro lleno de alivio al escuchar la voz de Chase proveniente de la cocina.
—Trata de no hablar tan alto, que mi cabeza está que... —Me detuve en seco al ver que Sawyer se encontraba ahí. Él también pareció entrar en una especie de pánico interno, ya que dejó de comer su cereal para mirarme fijamente.
Él también recordaba todo.
Genial.
—Buenos días, a los dos. —Chase miró sonriente sobre mi hombro. Segundos después, sentí la respiración de West en mi cuello.
—Mi resaca es putamente gloriosa, hermano —expresó West, poniendo sus manos sobre mi cintura como si todo fuese tan casual como siempre.
¿Lo peor? No pude evitar estremecerme debido a su tacto. ¿Por qué me pasaba esto a mí?
—¡Desayunemos! —Tomé enseguida la oportunidad de saltar lejos de West y de inmediato me arrepentí de haber hecho ese brusco movimiento, ya que mi cabeza zumbó de nuevo.
Tomé un vaso de agua antes de comenzar a comer, no tenía cepillo dental así que no pude lavarme los dientes (aunque lo deseaba en serio). West me sirvió una taza de leche con cereal y nos sentamos todos en la barra de la cocina. Todos con la cabeza metida en el tazón.
Se podía notar a kilómetros de distancia la tensión que había entre nosotros.
—¿Qué pasó en esa fiesta? —preguntó Chase, con la suficiente seriedad como para que los tres levantáramos la vista de golpe.
West miró a Sawyer. Sawyer a mí y yo a West. Nuestras expresiones nos delataban por completo. Recordábamos cada detalle de la noche anterior, definitivamente.
Chase nos miró enarcando una ceja y durante un momento entré en pánico, creyendo que nos había descubierto.
—Sé lo que pasó anoche... —Mi corazón casi se sale de mi pecho al escuchar eso—. Tuve sexo con una muy jodidamente ardiente rubia.
Casi pude escuchar nuestros suspiros de alivio internos.
—Bueno, entonces tendré que decir que yo he anotado con una chica realmente ardiente también. —West inmediatamente miró hacia mí, sonriendo.
—Se podría decir que yo también —intervino Sawyer, imitando el movimiento de su amigo.
¿Qué rayos estaba pasando aquí? No. No. No. Aquí nadie había "anotado" con nadie, por favor, necesitaban dejar de mirarme. Además, el imbécil de Sawyer no debería estar diciendo eso, ahora que lograba recordar, según él: "Solo me estaba enseñando".
Maldito idiota.
—Buscaré mis zapatos, ya vuelvo. —Solo quería escapar de esta incómoda situación lo antes posible.
Sin embargo, mi escape falló épicamente de nuevo, ya que cuando iba a comenzar a subir las escaleras, sentí a alguien tomándome de la cintura para darme la vuelta.
Quedé sin aliento un segundo debido al susto y luego miré a West un poco molesta.
—¿Qué mierda, Collins? —le reclamé, evitando demostrar mi nerviosismo.
Él se echó a reír entre dientes y se acercó su rostro al mío lentamente.
Un recuerdo de la noche anterior me golpeó con quizá demasiada fuerza.
—Al parecer sigues sin saber cómo mentir —susurró, divertido—. Sé que recuerdas todo.
—¿A qué te refieres?
Vaya, hasta yo estaba sorprendida de lo calmada y natural que sonaba.
—Solo te diré una cosa... —Se acercó tanto a mí que por un momento pensé que iba a besarme de nuevo—. Dylan Carter, desde hoy oficialmente dejas de ser uno de los chicos. Por lo menos para mí.
Me quedé plantada ahí, sin saber qué responder a eso. ¿Qué...? ¿Qué acababa de decir?
Desde ese instante, estaba consciente de que vendrían problemas... y muchos.
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