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—¿Qué chico?
—Te llevó a comer tacos, ¿cierto? No creemos prudente ese tipo de conexiones, ¿me entiendes? Sé que eres joven y que probablemente...
—Oh, no, no. No es mi novio ni nada parecido —aclaró Jennifer haciendo una mueca de asco—. Me vio triste y tuve que aceptar su invitación. Justamente quiero deshacerme de él pronto... hablo de un despido.
—Magnífico —acordó Santoro buscando algo en su bolsillo—. Mientras tanto, ¿quieres tomar un tiempo de las misiones?
—¿Es posible?
Finalmente, encontró lo que tanto buscaba en su abrigo y sacó unas galletas que atrajeron a Max y a Pícaro. Ambos comenzaron a comer de la mano de Santoro y Jennifer emitió una sonrisa.
—Eres la mejor y la única, pero si necesitas un descanso... puedo arreglarlo. Además, no quiero sonar pesimista, pero esta vez dejaste algo de evidencia.
—No se fijaron que entraron todos mis hombres armados y crees que van a investigar bien esa escena —afirmó la chica acariciando a sus perros—. Pero sí, supongo que un descanso no estaría mal.
—Te buscaré cuando sea prudente... Hasta entonces
Santoro desapareció a la lejanía. Sí, ese descanso le haría bien.
🖤
La mañana siguiente la recibió de una mejor manera. Estaba mucho más tranquila, ahora que sabía que podía darse el espacio de procesar todo.
Tenía la impresión de que aquello la ayudaría a concentrarse en todo lo que tenía planeado para el futuro. El futuro, era un concepto que la asustaba bastante, y aún así, la tenía a sus pies. Nadie lo sabía, pero le costaba demasiado trabajo enfocarse en el presente. Para ella, el pasado no existía, y el futuro era lo único que era medianamente interesante.
Llegó a la oficina con un ánimo mejorado. Respiró el aire fresco y tomó asiento en su cubículo. Empezó a acomodar las plumas y los lápices, hasta que un sonido la despertó de su ensimismamiento.
Abrió los ojos cuando notó que su nuevo compañero ya se encontraba ahí. Claro, ¿cómo era posible que se olvidara de ese pequeño obstáculo? El chico nuevo probablemente provocaría que sus vacaciones resultaran menos agradables.
—Buenos días —dijo él con una voz alegre.
—Hola.
Gabriel se contentó con esa simple respuesta, pero Jennifer estaba paseando por su mente una idea. Ahora, con todo el tiempo libre que tendría, era posible que lograra su segundo cometido: lograr que despidieran al chico.
Por supuesto, eso sería un gran meta secundaria para poder completar mientras descansaba.
Fue así que sintió un peso alejándose de sus hombros cuando permitió que ese lado "amable" saliera a la luz. Finalmente, ahora era parte del plan, ¿no? Cada que le sonreía a Gabriel o que le seguía la conversación, ya no sentía una doble carga; si no que sabía que aquello se trataba de obtener información. El análisis continuaría hasta encontrar ESE punto débil.
Con el paso de los días, sabía que Gabriel también tenía una mascota. Un Golden Retriever que se llamaba Roberto y que era su mejor amigo. Igualmente, sabía que le gustaba la comida asiática y los taquitos, pero tarde que temprano se dio cuenta de que esa información no sería de demasiada utilidad si es que buscaba hundirlo. Tal vez necesitaba más tiempo.
🖤
—Creo que es una cita —dijo Gabriel en los baños de hombres. Enfrente de él, sosteniendo su loción, se encontraba Samuel, el chico de contabilidad y uno de los que solían reunirse para hablar de todas las actualizaciones que miraran en el teléfono.
—¿Con Jenny? ¿Estás seguro de que lo entendiste bien?
—Me dijo que fuéramos a dar una vuelta a la plaza. Además dime, ¿cuántas personas aquí finalmente han salido con ella?
Samuel le dio la razón para ese punto, y ambos salieron hacia el pasillo. La chica de Recursos Humanos los miraba con ojos curiosos desde la oficina. El horario casi terminaba, así que las actividades estaban bajando el ritmo. Incluso las luces parecían un poco más tenues.
—Ey, ¿a dónde vas tan guapo?
—A una cita con Jenny —respondió Samuel susurrando con picardía.
—¡¿Qué?! ¿Cómo no me había enterado de ese chismecito? —repuso la mujer llevándose las manos a al boca—. Qué bien te lo tenías guardado, Gabriel.
A lo lejos, alcanzó a ver a Jenny. Se encontraba trabajando concentrada en su escritorio, con los audífonos bien puestos. Parecía que nadie en el mundo la distraería en ese momento y eso le encantaba. Era como una rosa que no podía dejar de ver.
—¿Te gusta? —interrumpió Érica con los ojos hambrientos de información.
Gabriel volteó a verlos a ambos lleno de brillo y después asintió mordiéndose los labios. Como en una secundaria, ambos respondieron dándole empujones al chico y éste se sonrojó al tiempo que ajustaba su corbata para acercarse al cubículo de Jenny.
—¿Nos vemos en un rato? —dijo cuando estuvo lo suficientemente cerca.
Fue hasta ese instante que Jennifer detectó la atención de todos. ¿Qué era lo que estaba sucediendo? Cada mirada en la oficina, fuera directa (como la de Samuel y Érica) o indirecta, como la del resto de empleados alrededor, estaba sobre ella.
—En cuanto termine —respondió con ese tono disimulado.
Percibió el calor subiéndole por el cuello y eso no le gustaba para nada. ¿Cuántas veces había estado en situaciones que verdaderamente ameritaban estar nerviosa? Salir con Gabriel a la plaza no tenía por qué ser una de ellas. Tal vez a ese punto debería estar más nerviosa por asegurar que nadie la encontrara después de lo de la exposición. Sabía que eso la había dejando demasiado cerca del filo... Si era así, ¿entonces por qué ahora estaba sudando?
El reloj avanzaba y eso le causaba un malestar estomacal.
—¡Basta! —se dijo en la mente, mientras buscaba un antiácido en su bolsa.
—¿Lista? Ya dio la hora de salida —indicó Gabriel con su saco colocado.
Lucía... diferente. Una luz, sí claro, algo resplandecía, pero probablemente era el efecto secundario del antiácido.
—Iré al baño rápido y estoy lista —contestó antes de salir disparada.
Y ella, ella también brillaba.
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