El departamento estaba vacío y oscuro cuando BaekHyun llegó a casa esa noche, con los labios cuarteados y los ojos hinchados de tanto llorar. Hacía años que no se deshacía en llanto como lo hizo ese día, pero extrañamente se sentía mejor y un poco más aliviado que antes.

Dejó las llaves sobre la mesa y se sentó en una de las sillas para mirar la correspondencia. Luz, agua, y una carta del extranjero.

Venía de Japón.

La dejó sobre la mesa y se acomodó mejor en la silla. Repentinamente, estaba tiritando, pero todavía no se había quitado el abrigo por lo que no era del frío. Era de ansiedad. Poco a poco, como si las piezas se unieran en su cabeza, estaba empezando a entender cosas que, justo hoy, no tenía ganas de comprender. Ya había tenido una sobredosis de tristeza demasiado grande para ese día, toda la semana y probablemente lo que restaba del año; sin embargo, la tomó entre sus manos y la observó con detenimiento.

El remitente era de Osaka.

La universidad de Osaka.

Y el destinatario era Oh SeHun.

BaekHyun la abrió con todas las intenciones de leerla a pesar de que estuviera en otro idioma. Sus clases de japonés durante la infancia y parte de su adolescencia le habían dado un grandioso nivel. SeHun y él eran los mejores en la clase, así que era lógico que el otro también supiera. Y también, era lógico que quisiera ir a estudiar allí, ¿por qué no? Si llegaban a darle la oportunidad de hacerlo...

"Estimado Señor Oh...".

—¿Es de Osaka?

La voz de SeHun lo hizo asustarse tanto que cayó hacia atrás con la silla y todo. Se golpeó la cabeza, pero cuando vio que el alto se acercaba a ayudarlo, él se echó hacia atrás como un animalillo asustado y herido. SeHun lo entendió y volvió a erguirse, dándole espacio.

BaekHyun no necesitaba la ayuda de SeHun.

Quitó la silla de encima suyo, tomó otra vez la carta —ahora un poco arrugada entre sus manos debido al susto que se había dado— y la leyó, aún sentado en el suelo.

—Estimado Señor Oh —comenzó con la voz temblorosa—. Por este medio tenemos el deber de anunciar que el examen de admisión que ha rendido en septiembre doce del año anterior, ha sido arduamente examinado y calificado por el Comité de Intercambio de la Universidad Nacional de Osaka. Es de nuestro agrado comunicarle mediante esta carta que usted ha —su voz se quebró y bajó el papel—... sido aceptado en la Universidad de Osaka, y lo esperamos el próximo semestre en Japón.

Hubo un largo, tenso silencio. BaekHyun sintió una lágrima rodar por su mejilla y perderse dentro del cuello de su abrigo, haciéndole cosquillas. El aire repentinamente era demasiado pesado, como si él estuviera siendo aplastado entre el piso y el techo.

—El año pasado rendiste un examen y siquiera me pudiste decir —susurró, apretando fuertemente el papel y levantándose para ver esos ojos negros que tanto lo atormentaban—. A mí, tu maldito mejor amigo, no me pudiste decir que estabas intentando entrar a una Universidad en Japón.

—No pensé que me iban a aceptar —dijo SeHun, sonaba sincero; sólo que BaekHyun no le creía—. Ni siquiera sé si voy a ir. Fue solo una prueba de suerte.

BaekHyun apretó los labios y en lugar de decir algo, le estampó el papel contra el pecho, sangrando en silencio por esa maldita cercanía entre sus cuerpos. La necesitaba y la odiaba al mismo tiempo.

Podía sentir la mirada de SeHun sobre él mientras tomaba las llaves y se alejaba hacia la entrada del departamento.

—¿A dónde vas? —cuestionó SeHun con voz débil.

BaekHyun se encogió de hombros sintiendo la bilis en la garganta.

Lejos tuyo. A la otra punta del planeta si es necesario. Igual que lo hiciste tú.

—Apaga las luces cuando te vayas —murmuró en cambio, antes de cerrar la puerta sin mirar atrás. Si lo hacía, no tenía idea de qué iba a pasar. 

No estaba listo para eso, para dejar su corazón sangrante y honesto a la vista de SeHun.

Se preguntó si alguna vez lo estaría.