La pequeña aldea había sido arrasada por el enemigo, SeokJeon observaba con tristeza la devastadora escena, las pequeñas casitas de madera humeantes y la cosecha reducida a cenizas. Pero no todo estaba perdido, con su rostro todavía cubierto de lágrimas, de pie entre los restos de lo que fue su hogar logró escuchar ese sonido esperanzador. 

Rápidamente se dirigió hacia el que era el almacén de la vivienda y debajo de una canasta con trapos mojados, se encontraba su pequeño hijo dentro de una caja. El bebé de apenas seis meses había sido el único sobreviviente, convirtiéndose así con los años en el solitario samurai vengador, un justiciero que no descansaría hasta condenar a cada uno de sus enemigos.

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En el antiguo reino de Joseon, había un guerrero valiente y dedicado llamado Kim SeokJin. SeokJin había dedicado su vida a proteger a su rey y a su pueblo de cualquier amenaza que se presentara. Sin embargo, tenía un secreto que lo atormentaba día y noche. A pesar de su enfoque en la guerra y el combate, SeokJin no podía evitar sentirse intrigado y fascinado por los jóvenes del reino. Cada vez que veía a los niños jugando y a los adolescentes aprendiendo las artes marciales, su corazón se llenaba de un deseo inexplicable de observarlos. A medida que pasaba el tiempo, SeokJin se dio cuenta de que su pasión por observar a los jóvenes iba más allá de la simple curiosidad. Se dio cuenta de que estaba enamorado de la juventud, de la inocencia y de la esperanza que representaban. Pero sabía que debía mantener su amor en secreto, ya que como guerrero, tenía un deber sagrado que cumplir. Sin embargo, el destino tenía otros planes para SeokJin.........

Durante una batalla épica contra un ejército invasor, SeokJin resultó gravemente herido y fue llevado de vuelta al palacio real para recuperarse. Durante su convalecencia, fue atendido por una joven y hermosa sanadora llamada Naz. 

Mientras Naz cuidaba de SeokJin, ambos comenzaron a entablar una amistad íntima. SeokJin encontró consuelo en la presencia de Naz y compartió con ella sus pensamientos y sentimientos más profundos, incluido su amor por los jóvenes del reino. Naz, con su sabiduría y comprensión, reconoció la nobleza de los sentimientos de SeokJin y le recordó que el amor por la juventud no era una debilidad, sino una fortaleza. Le dijo que su devoción por los jóvenes era un recordatorio constante de la importancia de proteger y preservar la esperanza y el futuro del reino. 

Con el tiempo, SeokJin comprendió que su amor por los jóvenes no era algo que debiera esconder o avergonzarse. En cambio, se convirtió en un defensor aún más apasionado de la juventud y se dedicó a educar y entrenar a la próxima generación de guerreros. Kim SeokJin nunca dejó de observar a los jóvenes, pero ahora lo hacía con un propósito aún mayor: inspirarlos, guiarlos y protegerlos. Su amor y dedicación hacia ellos se convirtieron en su legado, y su nombre fue recordado en la historia de Joseon como el guerrero que nunca dejó de creer en el poder de la juventud.

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Todo el reino sabía de él, pero muy pocos conocían su verdadera identidad o la apariencia de su rostro.

Cuando su misteriosa figura aparecía por las calles de alguna parte del país la voz popular corría como si fuera arrastrada por el viento de otoño:

"El ángel de la muerte está aquí"

El sicario real, el hombre que vendía su conciencia a los ricos supo que su fama había cruzado las fronteras de la nación cuando recibió el llamado de la nueva monarca de uno de los territorios fronterizos.

...

-Su Majestad su visitante ha llegado.

Una figura vestida completamente de negro cruza el amplio salón de recepción y se para frente al trono real.

La figura masculina resulta interesante a los ojos de la reina: Alto, de complexión atlética y porte elegante.

-Buenas noches Alteza.

-Creo que ha olvidado que está frente a la soberana de este reino.

-No lo he olvidado Su Majestad.

-Entonces extraño ¿Por qué no se ha reclinado como símbolo de respeto?

-No tengo porque hacerlo Majestad. Soy solo una sombra que los poderosos como usted usan a su conveniencia, no le debo lealtad a nada ni a nadie.

-Eres muy soberbio sicario, pero me gusta saber lo que piensas. Bueno, mucho bla,bla nuestro tiempo es oro así que vayamos al grano. Necesito que hagas un trabajo para mí.

-¿De qué se trata?

-Quiero que mates a mi hijastra.

-No mato niños.

-Ella ya no lo es, la dulce y virginal Angelie ya cumplió dieciocho años ¿Eso está bien para ti?

-Excelente.

-Mañana en la noche su carruaje estará en el camino que la traerá de vuelta del convento donde fue educada. Quiero que parezca un asalto y como muestra de tu trabajo quiero su corazón sangrante y el collar que el estúpido de su padre le regaló.

-¿Qué quiere que haga con el resto de su cuerpo?

-Por mí puede servir de alimento de los lobos.

-Acepto el trabajo.

-Eso es bueno para ti sicario sino me vería en la obligación de matarte.

-Al amanecer del día después del trabajo recibirá las pruebas que solicitó.

-Muy bien. Sicario...

-¿Majestad?

-¿Cuánto pides por dejarme ver tu rostro?

-Eso es no negociable.

-Qué lástima, aunque... ¿Sabes que puedo obligarte a mostrármelo?

-Me gustaría que lo intentara.

-¡Jajaja! Arrogante ¡Me gusta!

...

La malvada Fantine ve su voluntad cumplida.

El camino que debía llevar de regreso a la princesa Angelie está cubierto de sangre y los cadáveres de los soldados que custodiaban a la heredera del trono.

La joven princesa solloza bajito y se sobresalta al sentir la presencia de un extraño.

-Buenas noches Alteza.

Angelie voltea el rostro en dirección a la suave voz masculina que la saluda como si no los rodeara la muerte y la tristeza.

-¿Has venido por órdenes de mi madrastra?

-Así es Alteza.

La muchacha suspira y su actitud desconcierta al sicario.

-Fantine es tan cruel ¿Era necesario que para ese propósito sacrificará a jóvenes leales al reino?

-Los soldados murieron cumpliendo su deber.

-No, no lo hicieron, murieron asesinados por el ansia de poder de una ególatra ambiciosa.

-Tal vez lo sea, pero paga muy bien.

Angelie levanta el rostro y un detalle en él hace que por primera vez el Ángel de la Muerte dude en cumplir el encargo encomendado.

La princesa es ciega...

- ¿Eres el Ángel de la Muerte?

-Sabe de mí

- ¿Y quién no? Eres parte de los cuentos de terror que le narran a los niños de por lo menos tres reinos.

El misterioso hombre ríe ante la expresión de la princesa, pero el desconcierto vuelve a él ¿Desde cuando charla tan amenamente con una de sus víctimas?

Su orgullo le dice que se deje de bobadas y cumpla con su objetivo, pero una voz dentro de él que duerme profundamente desde hace mucho tiempo atenaza su corazón y lo estremece.

Matar a una ciega es tan abominable como matar a una niña...

Sacudiendo su cabeza decide no darle más largas al asunto.

-Es tiempo de cumplir con mi tarea.

Angelie da otro suspiro y afirma con la cabeza.

- ¿Puedo saber tu nombre?

-Eso es algo que siempre me ha llamado la atención de todos cuanto mueren por mi espada ¿Por qué sienten la necesidad de saber mi nombre y ver mi rostro?

-Supongo que es una forma de revancha.

-No entiendo.

-Así sabrán a quién maldecir y desear que se pudra en el infierno.

Otra risa escapa sin querer de la garganta del sicario.

¿Qué mierda tiene de especial esta chica?

- ¿Usted también me maldecirá princesa?

-No, oraré desde el Purgatorio por la salvación de tu alma.

Otro estremecimiento hace que el Ángel de la muerte desee terminar con lo que fue a ejecutar.

-Me llamo Jin.

-Jin... Suena bien cuando lo pronuncias. Jin ¿Puedo satisfacer la segunda curiosidad del condenado a muerte?

-Usted...

- ¿Puedo tocarte?

-No intente nada Majestad sino quiere que su deseo quede insatisfecho.

- ¿Qué puedo hacer? ¿Ahorcarte con mis manos de hámster?

Jin debe hacer un esfuerzo por contener la risa. Tomando aire se acerca a Angelie y esta toca su rostro con sus suaves y pequeñas manos. Al finalizar, su semblante se llena con una sonrisa triste.

-En verdad tienes el rostro de un ángel. Estoy lista Jin, envíame al lado de mis padres.

Esa noche quedará grabada en la mente del sicario porque fue la primera vez que su corazón sintió algo más que rencor con la vida, la primera vez que su mano tembló al tomar la espada y la primera que pronunció estas palabras:

-Lo lamento Angelie espero que me perdones allá en el Cielo donde estoy seguro que serás recibida con amor.

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