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30

Era una tarde gris, bajo la lluvia, Jin se sentó junto a la ventana. Sostenía el teléfono, esperando una llamada que nunca llegaba. Con cada gota que golpeaba el cristal, su esperanza se desvanecía un poco más. La soledad se hacía más profunda en su corazón, pero seguía esperando, porque en el fondo, aún creía que todo podía cambiar con una simple llamada.

Los minutos pasaban lentamente, y el sonido constante de la lluvia era su única compañía. Recordó tiempos más felices, risas compartidas y promesas hechas bajo cielos despejados. El peso de esos recuerdos lo abrumaba, pero no podía dejar de pensar en ellos.

Finalmente, el teléfono vibró en su mano. El nombre que apareció en la pantalla era el que había estado esperando. Con un suspiro profundo, respondió.

—Hola.

Al otro lado de la línea, una voz familiar respondió con suavidad:

—Hola, Jin. Lo siento por haberte hecho esperar.

En ese instante, con esas pocas palabras, la pesada carga en su pecho comenzó a aligerarse. La lluvia seguía cayendo, pero ahora parecía un poco menos fría, un poco menos solitaria.

La conversación avanzó con cautela, cada palabra medida con cuidado. Hablaron de cosas triviales al principio: el clima, el trabajo, recuerdos compartidos. Pero ambos sabían que había algo más profundo que necesitaban abordar.

—Te extraño —dijo Jin finalmente, con la voz apenas audible.

Hubo un silencio en la línea, roto solo por el sonido de la respiración al otro lado.

—Yo también te extraño —respondió la voz—. He estado pensando mucho en nosotros, en lo que pasó.

Las palabras flotaron en el aire, pesadas y llenas de significado. La lluvia seguía golpeando la ventana, un telón de fondo para este momento tan crucial.

—¿Podemos intentarlo de nuevo? —preguntó Jin con esperanza—. Sé que cometí errores, pero estoy dispuesto a cambiar.

El silencio se prolongó, cada segundo sintiéndose como una eternidad.

—Sí, Jin. Pero esta vez, debemos hacerlo bien. Hablando, escuchándonos y siendo honestos.

Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de Jin. La esperanza, que había estado a punto de desaparecer, comenzó a florecer de nuevo.

—Lo prometo. Empezaremos de nuevo, juntos.

La lluvia seguía cayendo, pero ahora, en medio de la tormenta, había una luz que comenzaba a brillar.

La conversación continuó, pero la esperanza en la voz de Jin no encontró eco en la otra línea.

—Jin —dijo ella con un suspiro—, he pensado mucho en nosotros también. Pero hay cosas que no podemos cambiar, heridas que no sanan tan fácilmente.

El corazón de Jin se hundió. La lluvia parecía ahora un reflejo de su estado interior, cada gota una lágrima que no se atrevía a derramar.

—Lo sé —respondió con un nudo en la garganta—. Pero no quiero perderte.

El silencio al otro lado era ensordecedor. Finalmente, ella habló con una voz quebrada.

—A veces, querer no es suficiente. Nos hicimos daño, y no sé si podemos repararlo.

Jin cerró los ojos, tratando de contener el dolor que sentía. La realidad de sus palabras se hundía en él, como una cuchilla afilada.

—Entonces... esto es un adiós —murmuró.

—Sí, Jin. Es lo mejor para ambos.

La llamada terminó, y el silencio en la habitación era ensordecedor. Jin dejó caer el teléfono, sintiendo que su mundo se desmoronaba. La lluvia continuaba golpeando la ventana, una melodía melancólica que acompañaba su desolación.

Solo, en la penumbra de la tarde, Jin se dio cuenta de que algunas heridas nunca sanan del todo, y que algunos amores, por más fuertes que sean, no están destinados a durar. La lluvia seguía cayendo, cada gota era un recordatorio de lo que había perdido, y de la soledad que ahora lo envolvía.

Jin permaneció inmóvil, con la mirada perdida en el exterior. La lluvia parecía interminable, igual que su tristeza. La realidad de estar solo lo envolvía, y el peso de sus recuerdos se volvía insoportable.

Con un esfuerzo, se levantó del sofá y se acercó a la ventana. Apoyó la frente contra el vidrio frío, buscando consuelo en el ritmo constante de la lluvia. Las calles vacías reflejaban su propio estado interno: desiertas y sin vida.

Esa noche, la casa se sentía más vacía que nunca. Los ecos de risas y conversaciones pasadas resonaban en cada rincón, aumentando la sensación de pérdida. Jin caminó lentamente por el pasillo, pasando por fotografías que ahora parecían fantasmas del pasado. Cada imagen era un recordatorio de lo que había sido y de lo que ya no sería.

Se detuvo en la cocina, donde tantas veces habían compartido momentos simples pero significativos. Allí, en la mesa, encontró una pequeña nota que ella había dejado. Era una lista de compras, algo trivial y cotidiano, pero en ese momento le pareció el objeto más preciado del mundo. Se sentó en una silla y la sostuvo con manos temblorosas, dejándose llevar por una oleada de emociones.

Las horas pasaron y la lluvia no cesaba. Jin, incapaz de dormir, deambuló por la casa como un alma en pena. Cada rincón, cada objeto, era un doloroso recordatorio de lo que había perdido.

Finalmente, exhausto, se dejó caer en la cama. Cerró los ojos y dejó que las lágrimas, retenidas durante tanto tiempo, fluyeran libremente. La oscuridad de la noche lo envolvió, y en medio de su dolor, comprendió que debía encontrar la manera de seguir adelante, aunque cada paso le pareciera imposible.

La lluvia continuó, acompañando su llanto silencioso, un testigo mudo de su tristeza. En la soledad de su habitación, Jin comenzó a aceptar que algunos finales son inevitables, y que a veces, lo único que podemos hacer es sobrevivir a ellos.

Fin 🌧️

SeokJinmyLover4


La distancia, maldita perra traicionera. Hace nueve meses que no la veo, y pesar que nos despedimos creyendo que serían solo quince días. La pandemia se decretó final y en muchos países están obligados a permanecer aislados.

Luisina, mi amor, viajó a visitar a sus padres y no pudo regresar, al menos podemos estar tranquilos saber que estamos bien y con buena salud gracias a la tecnología. No se que sería de mí en otras épocas, donde la correspondencia tardaba meses en llegar al otro lado del mundo. Porque mi Luisi es oriunda de Argentina y allí están siendo demasiado estrictos por lo que me cuenta. Ni siquiera puede salir de su casa todos los días, en su pueblo tienen días asignados por orden de número de identificación.

Hoy hemos quedado en hablar cuando aquí es el atardecer y allí es el amanecer, ella sabe que por mi trabajo no puedo acostarme tarde así que prefirió despertarse más temprano.

-¡Hola mi vida! -Me saluda emocionada del otro lado de la línea (y del mundo también)

-¡Mi amor! Aquí estoy extrañado tus besos. -Le respondo con lagrimas en los ojos, parece que mi estado de ánimo está igual que el clima, porque afuera a comenzado a llover.

-¿Estás llorando otra vez Kim SeokJin? Ya sabes que reconozco tu voz cuando lo haces. -Su tono divertido al menos logró hacerme sonreír, pero agudizó el dolor que traigo en mi pecho.

-No voy a mentir, pero tampoco lo voy a confirmar. -Traté de seguir su broma, para hacer más llevadero el momento.

La lluvia comenzó a golpear con fuerza sobre los cristales a pesar de ser una lluvia de verano, yo sentía el frío de la soledad y no podía calmarlo con nada.

-Tengo excelentes noticias mi amor. Por fin habilitaron los viajes, ya tengo mis pasajes y la documentación sanitaria que me permite regresar a casa.

De repente, dejó de llover, como si la noticia hubiese afectado a la tormenta, las nubes se fueron abriendo y los rayos de sol se filtraron, otorgando una nueva luz al ambiente, o era mi alegría lo que hacía que, de repente, todo se viera más iluminado.

Mi Luisina regresaba a mis brazos, solo debía ser paciente y aguardar un par de días, que sería lo que le llevaría recorrer medio mundo para volver.

aksj1992



Sabrina y yo estamos terminando de lavar y guardar los enseres que usamos después de cenar con nuestros hijos.

JungJin y HaeWon ya están dormidos y hasta Maíz está quieto y en silencio dormitando en su rincón de la sala.

Los sonidos que me rodean suman a la paz que siento: el tintineo de los platos y vasos que mi esposa acomoda en el escurridor, la lluvia que cae a raudales y golpea las ventanas de la casa y el ligero ronquido de nuestro perro anticipan el buen sueño que tendré cuando por fin pueda ir a dormir.

-Hemos terminado señor Kim. ¡Te lo dije! ¿Ves que podíamos romper nuestro último récord? ¡Es hora de pagaaar!🎶🎵

La expresión de satisfacción y placer de Sabrina es una clara muestra de lo que me espera.

Resignado a mi suerte entrego el objeto de tortura mientras la sonrisa de mi mujer crece a la vez que se va quitando los guantes de hule.

Su tacto recorre el borde de mi cintura y baja hasta la zona elegida para sufrir el castigo. Luego, sube hasta mi espalda y hace que me incline para poder susurrar en mi oído.

-Culito levantado y boquita cerrada no queremos que los mini Kim oigan tus lamentos ¿Entendido SeokJin?

¡Condenada! ¡Sabe que me pone a mil cuando habla de esa forma!

-Entendido señora.

Sabrina enrolla con parsimonia el paño húmedo que use para secar los platos, hoy eligió uno de felpa que suele ponerse algo pesado cuando se moja y es que a la dulce dama se le dio por lavar ollas y enseres extras a mano y no usar la máquina lavavajillas ¿Obrando con alevosía y premeditación?

-Ok, cariño esto será breve.

Antes de dar el golpe pregunta burlona.

- ¿Quieres que ate tus muñecas con otro paño?

-Mejor ato las tuyas a la cabecera cuando cobre mi revancha.

- ¡Ok acepto!

¡Eso fue sorpresivo! Tanto como el azote certero que aplica mi mujer ¡Ese sí que dolió!

Debo reemplazar mis airados reclamos por brincos por toda la cocina mientras Sabrina se dobla de la risa aguantando las carcajadas para no despertar a los niños.

Nuestra extraña dinámica termina cuando uno de los celulares vibra sobre la encimera.

-Jinnie es tu mamá.

Tomo el celular y mientras empiezo a hablar con mamá me dirijo a la sala porque sé que las conversaciones con mi madre tienen para rato.

- ¡Hola mamá que gusto escucharte! ¿Todo bien por allá?

-Seokjinnie...

El tono de su voz no me gusta para nada.

- ¿Qué ocurre mamá?

-SeokJin hijo... tu abuelo... tu abuelo partió hace un momento... Tu abuelita llamó a JungHon y él está ahora con ella.

El sollozo de mamá hace que mis lágrimas afloren y soy incapaz de decir una sola palabra.

Mi madre me conoce bien así que continua hablando porque sabe que sigo aquí.

-Tu padre dice que halmeoni está bien, que su consuelo es saber que hal abeoji partió en paz como él siempre quiso.

La imagen del abuelo viene a mí y hace que los recuerdos me abrumen.

Sabrina sale de la cocina y se acerca a mí preocupada al verme llorando en silencio.

- ¿Cariño te sientes bien?

Solo puedo mover la cabeza negando así que mi mujer me abraza y toma el teléfono que dejo caer al aferrarme a ella.

- ¿Omoni?

...

Después de dejar a Maíz con la mejor amiga de Sabrina, tomar un vuelo de cinco horas de Boston a Los Ángeles y que una tía de mi mujer se ofreciera a cuidar de nuestros niños nos dirigimos al cementerio a dar el último adiós a mi abuelo.

Mis suegros nos acompañan y están tan acongojados como nosotros.

El auto de Marcos, el padre de Sabrina permanece silencioso y lo agradezco, la contención emocional llega con el cálido tacto de la mano de mi esposa que sabe como me ha afectado la muerte de hal abeoji.

El abuelo fue mi héroe de la infancia, el que me ayudó a fantasear con otros mundos y aventuras vividas por héroes extraordinarios o personas comunes. Las tardes que pase con él viendo películas y series antiguas forjaron mi gran imaginación y la que sería mi futura vocación como creador de mis propias historias.

El servicio fúnebre ha terminado, mis suegros se han retirado y nos esperan en el auto para darme un momento de privacidad. Sabrina me acompaña porque le pedí que se quedara para poder despedirnos del abuelo.

Tomados de la mano contemplamos la lápida sobre la tumba y es inevitable dejar caer las últimas lágrimas del día al leer una de las frases favoritas de hal abeoji que obviamente tuvieron como origen alguna de las tantas películas que vimos.

Mi esposa saca un pañuelo de su bolso y con ternura y delicadeza seca el rastro que moja mi cara.

- ¿Sabes que tu abuelito te amaba y estaba muy orgulloso de ti? Para él fuiste la encarnación de esas hermosas palabras SeokJin, siempre fuiste el motivo de sus alegrías y la fe de que su legado del amor por las artes seguirá en este mundo.

-Eso fue muy lindo Sabrina, tengo suerte de amar a una excelente escritora.

-Y yo de ser la esposa del talentoso SeokJin Kim.

-Vamos querida tus padres nos esperan.

Hacemos una reverencia final y nos vamos cuando las primeras gotas de lluvia refrescan el trozo de mármol que lleva grabado la esencia de hal abeoji.


"Solo los soñadores mueven montañas"

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