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En los confines del vasto océano, donde las olas rugen y los vientos susurran secretos y otras cosas, navegaba el temido capitán SeokJin a bordo de su barco, "El Marauder Riente".
SeokJin no era el típico pirata. No, no se conformaba con saquear tesoros y hundir navíos enemigos, su ingenio era tan afilado como su espada. Su verdadera pasión era otra: los chistes malos. Sí, esos que hacen que hasta los tiburones se sumerjan más profundo para escapar de la vergüenza ajena.
Su tripulación, una pandilla de desaliñados con nombres igualmente extravagantes, lo seguía a regañadientes. Había un grumete llamado Risitas, un contramaestre apodado Carcajadas y un vigía conocido como Ojo de Águila (aunque todos sabían que su verdadero talento estaba en contar chistes de papagayos).
Un día, mientras SeokJin hojeaba un mapa arrugado, descubrió una leyenda intrigante: "La Isla de los Puns". Se decía que allí yacía un tesoro maldito, pero no de oro ni joyas, sino de chistes tan malos que podrían hacer reír incluso al mismísimo Barbanegra.
—¡A la Isla de los Puns vamos!—, proclamó SeokJin, y su tripulación se miró entre sí con expresiones que oscilaban entre la incredulidad y el arrepentimiento.
Navegaron durante días, sorteando tormentas y calamares gigantes. Finalmente, avistaron la isla: un montículo cubierto de palmeras retorcidas y arena blanca. Pero algo estaba mal. El aire vibraba con un zumbido extraño, y los pájaros cantaban en rimas.
Al pisar tierra firme, SeokJin sintió la maldición en su piel. Los chistes comenzaron a brotar de sus labios sin control.
—¿Por qué los piratas no pueden jugar a las cartas? Porque siempre se quedan en el mazo—. La tripulación se retorcía de risa y dolor.
Exploraron la isla, encontrando pergaminos con acertijos y adivinanzas.
—¿Qué hace una abeja en el gimnasio? ¡Zum-ba!— gritó Risitas, rodando por la arena.
Finalmente, llegaron al corazón de la isla, donde yacía el tesoro. Pero no eran cofres llenos de monedas, sino libros de chistes. SeokJin los abrió y leyó uno en voz alta:
—¿Por qué el pirata no podía decir el abecedario? Porque siempre se trababa en la Rrrrrr.
La tripulación se retorcía de risa y agonía.
—¿Cómo se llama el pirata que siempre llega tarde? ¡El Capitán Atraso!
SeokJin se dio cuenta de que la verdadera maldición no era el tesoro, sino la imposibilidad de dejar de contar chistes malos.
El capitán SeokJin y su tripulación se convirtieron en los piratas más temidos de los siete mares, no por su espada o su bandera, sino por sus puns mortales. Y cada vez que alguien se cruzaba con ellos, se alejaba riendo y rogando por un poco de silencio.
Después de escapar de la Isla de los Puns, SeokJin y su tripulación se encontraron con un nuevo desafío: las sirenas. Pero no eran las típicas criaturas mitológicas que cantaban melodías dulces. No, estas sirenas eran diferentes.
SeokJin había oído rumores sobre ellas en las tabernas más oscuras. Decían que estas sirenas no solo cantaban, sino que también contaban chistes. Chistes tan malos que podían hacer que un tiburón se ahogara de risa.
—¿Por qué las sirenas nunca pueden decir mentiras?— preguntó Risitas, mirando al horizonte donde las olas se agitaban con una extraña energía.
—Porque siempre tienen una cola de pez—, respondió SeokJin con una sonrisa. —Y porque si mienten, se les enreda en las escamas. — SeokJin se permitió contar uno más —¿Por qué las sirenas no pueden jugar al básquetbol? Porque tienen miedo de encestar.
La tripulación se rió, pero también tembló. Las sirenas no eran amigas de los piratas. Se decía que habían hundido más barcos que todas las tormentas juntas.
Una noche, mientras navegaban cerca de un arrecife, escucharon el canto. Era hermoso, pero también inquietante. Las sirenas emergieron de las aguas, sus cabellos ondeando como algas y sus ojos brillando con una luz misteriosa.
—¡Intrépidos piratas!—, cantaron las sirenas. —¿Por qué cruzan nuestros dominios?
SeokJin se adelantó, su sombrero ladeado y su espada desenvainada.
—Buscamos respuestas, sirenas. ¿Por qué cantan chistes tan malos?
Las sirenas rieron, y sus risas resonaron en el aire salado.
—Porque la risa es el verdadero tesoro—, dijeron. —Y los chistes malos son como monedas de oro para nosotros.
SeokJin frunció el ceño.
—¿Qué quieren de nosotros?
—Un desafío— respondieron las sirenas. —Si pueden hacernos reír con un chiste aún más terrible que los nuestros, les revelaremos un secreto.
La tripulación se miró, nerviosa. Pero SeokJin no se acobardó.
—¿Cuál es el platillo favorito de los piratas en invierno?—preguntó.
Las sirenas se miraron entre sí, confundidas.
—¿Cuál?
—¡La sopa de marrr! ,— dijo SeokJin, y la tripulación estalló en carcajadas.
Las sirenas aplaudieron.
—Bien hecho, capitán. El secreto es este: en el corazón del arrecife, hay un mapa que conduce a un tesoro aún mayor que los chistes malos.
SeokJin y su tripulación se sumergieron en las profundidades, enfrentando trampas y enigmas. Finalmente, encontraron el mapa y lo siguieron hasta una cueva oculta.
Allí, en un cofre cubierto de corales, hallaron el tesoro: un libro de chistes aún más terribles que los de las sirenas " Dad's Jokes". SeokJin rió y lloró al mismo tiempo.
El capitán SeokJin continuó su búsqueda de risas y tesoros, navegando hacia el horizonte con su sombrero ladeado y su espada afilada.
—¿Por qué los piratas siempre están contentos? Porque arrr, siempre lo están.
Su tripulación estalló en risas contagiosas. El capitán SeokJin continuó su viaje, enfrentando ilusiones y desafíos. Porque, como siempre decía SeokJin;
—¿Por qué los piratas siempre sonríen en las tormentas? Porque saben que después viene el arco iris.
Dicen que en lo más profundo del océano, durante la noche fría y cubierta de espesa niebla, aún se puede oír su risa resonando más fuerte que el crujido de los viejos pisos de madera de "El Marauder Riente".
Rrrrrrr 🏴☠️
(👀Puns: Juego De Palabras)
SeokJinmyLover4
- ¡Capitán nos acercamos a la costa!
Jeon JungKook el vigía del barco da la señal que todos estaban esperando.
-Señor Min ordene a la tripulación que se presente en cubierta.
-De inmediato señor.
La voz grave y cargada de autoridad del primer oficial convoca a los tripulantes de La Rosa de Joseon, el barco que el intrépido capitán Kim SeokJin comanda y que ha recorrido los siete mares portando consigo la fama de ser la nave de un avezado grupo de piratas.
Los marineros se alinean y el silencio reina en el barco. Kim se acerca a sus hombres e informa la situación.
-Caballeros nos acercamos a las costas de la capital del Virreinato español.
Nuestros espías tienen localizado el lugar exacto donde los codiciosos españoles ocultan el Tesoro del Inca. Llegar hasta allí no será fácil, pero para nosotros no hay imposible.
La tripulación responde a una sola voz.
- ¡Sí señor!
-La ciudad está resguardada por un fuerte y es seguro que la armada española nos cazará, pero hasta ahora no ha nacido el malnacido que pueda decir que hundió a La Rosa de Joseon.
Otra respuesta a coro resuena en cubierta.
- ¡Sí señor!
- ¡Excelente señores esa es la actitud que espero de ustedes! Señor Kim, aliste las municiones y cargue los cañones. Hoy es un buen día para que demuestre porque le dicen El Destructor.
- ¡A la orden mi Capitán!
-Señor Jung usted comandará al segundo grupo que ingresará a la ciudad, elija bien a sus hombres. Confió en sus aptitudes para cuidar mi hermosa retaguardia.
- ¡No lo defraudaré señor!
-Señor Min usted estará al mando de la nave cuando desembarquemos. Como siempre de un tiempo prudente para nuestro retorno, si no tiene noticias nuestras de media vuelta y aléjese lo más rápido posible.
La expresión de Min Yoongi es muy evidente. La idea de dejar a sus compañeros atrás no le hace ninguna gracia, pero Kim tiene razón, es el precio a pagar por sus ansias de riqueza, aventuras y fama.
- ¿Entendido señor Min?
-Sí...señor...
-Póngale un poco más de entusiasmo a sus palabras señor Min.
- ¡Entendido señor!
-Eso es todo señores, preparen los botes para el desembarco.
- ¡A la orden capitán!
...
El plan de Kim va viento en popa.
El barco pirata oculta su presencia en la penumbra de la noche y los pequeños botes que descienden de él se deslizan suavemente hasta llegar a la orilla.
Los espías del pirata han dejado a su alcance caballos e indumentaria que les permita colarse en la ciudad como Pedro por su casa.
El grupo que comanda Kim está formado por los más diestros tripulantes entre los que cuenta a tres muchachos que son de su entera confianza por su nivel de lealtad y habilidades: Kim, Jeon y Park.
Su objetivo es una iglesia cercana al puerto donde los supersticiosos españoles resguardan el tesoro inca y de paso contienen la supuesta maldición que tienen como plus el oro y las joyas que robaron al soberano del imperio caído.
Llegar hasta el templo es pan comido porque los habitantes de la ciudad duermen como angelitos porque confían ciegamente en que la fortaleza los protege de las incursiones piratas.
- ¡Jaja! Piensa Kim
- ¡Pobres ilusos! ¡Su castillito los protegerá de los ataques a lo bruto de los ingleses, pero no de la inteligencia y astucia del gran Kim SeokJin!
NOTA DE LA NARRADORA: ¡Ejem! Ya se deben haber dado cuenta que la modestia no es una de las virtudes que adornan al guapo capitán pirata.
Los piratas se deslizan como sombras en el templo y están por llegar al cuarto donde los españoles guardan el tesoro cuando deben frenar sus pasos porque algo inesperado detiene su marcha.
En el patio de la iglesia un grupo de hombres vestidos con túnicas negras rodean a una muchacha que está atada a una estaca.
- ¡Habla bruja y dinos como romper el maleficio!
- ¡No lo sé y si lo supiera no se los diría! ¡Ese es el castigo que deben sufrir las aves de rapiña que violan y matan a inocentes!
- ¡Eres una mentirosa apuesto a que tu vieja abuela india te dijo el secreto! ¡Habla de una vez antes de que ardas en la hoguera!
- ¡Prefiero morir antes que traicionar a mi pueblo!
- ¿Tu pueblo? ¡Eres una sucia mestiza, una aberración que debe morir ya!
El líder de los tipos está por encender el fuego de la hoguera cuando una flecha lanzada con presteza atraviesa su mano.
- ¡Por todos los santos! ¿Por dónde entraron los indios?
- Excelencia esa flecha no es de los indígenas hay alguien más aquí.
- ¿Y qué esperan para capturarlos? ¡Vayan por ellos inútiles!
El capitán indica al oficial Jung que él y sus hombres se dispersen mientras Kim y su equipo van por el tesoro y la mujer.
Jung HoSeok mira extrañado a su líder.
-No, no tengo complejo de caballero andante solo me interesa la chica porque sospecho que sabe algo que nos conviene ¡Andando antes de que los incautos se den cuenta que les robamos!
Jung hace lo que su capitán ordena, Kim y los suyos aceleran la marcha y mientras sus hombres arrasan con el objeto de la codicia española SeokJin se dedica a desatar a la joven que tiembla por culpa del frío nocturno.
Catalina Killay De Alcalá Yupanqui no puede creer lo que ve. Un hombre precioso que definitivamente no es español y más bien le recuerda a las ilustraciones que retratan a los habitantes del Lejano Oriente se afana en desatarla mientras otros extraños con sus mismas características ingresan al ambiente de la iglesia donde los españoles tienen el tesoro inca.
La joven noble mueve la cabeza tratando de decirle al hombre que no deben llevarse el oro maldito.
- ¿No qué, bella dama?
La sorpresa de Catalina es mayor al escuchar que el extranjero habla español con fluidez.
SeokJin sonríe y deja boquiabierta a la chica.
-Sí, conozco tu idioma... Sí, también sé que me veo muy bien pero ahora es momento de irnos luego tendremos tiempo de charlar.
- ¡No, no deben llevarse el oro si lo hacen arrastrarán la maldición con ustedes!
-No creo en supersticiones y si fuera cierto entonces nos resultarás muy útil.
-Yo...
-No me quieras ver la cara como a los españoles hermosa ¡Vámonos!
- ¡No iré a ninguna parte con usted!
-Eso es lo que tú crees cariño.
SeokJin levanta a la chica, la pone sobre uno de sus amplios hombros y cuando Catalina pretende gritar una fuerte nalgada aterriza en su trasero.
- ¡Ni se te ocurra! A menos que quieras que uno de los pañuelos sudados y mugrientos de mis hombres termine amordazando tu linda boquita.
-Te arrepentirás por esto extraño, la ira de los dioses es implacable.
-Eso lo veremos.
Los escurridizos piratas escapan del asedio español sin imaginar las peripecias que La Rosa de Joseon tendrá que pasar por portar el Tesoro del Inca y secuestrar a una de las Acllas de los dioses ancestrales.
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Cuando lo vió practicamente se quedó sin aire en los pulmones, incluso pensó que moriría porque su cuerpo no respondía al pedido de inhalar, parecí haber desconectado el cerebro del resto de su cuerpo.
SeokJin se veía mortalmente guapo, por no decir otra barbaridad, su cabello perfectamente trabajado, esa pinta de chico malo, el capitán corsario, el pirata malvado y sin escrúpulos, definitivamente esperaba que no los tuviera.
Era la última fiesta que compartiría con el por un largo tiempo, lo mismo que su hermoso cabello, pronto se lo tendría que cortar a cero.
Más allá de lo que había ocurrido entre ellos, sus desencuentros y exabruptos verbales, Naz quería aprovechar esa fiesta.
Al igual que lo ocurrido la primera vez, el día que se conocieron, o al menos ella lo reconoció, no se molestó en ocultar su interés por él. Se acercó, caminando lento, con un sutil movimiento de cadera que obligó al pirata a desviar su mirada a sus piernas y elevar las cejas reiteradamente.
Cuando estuvo a su lado, apoyó una de sus manos, que se veían elegantes y sofisticadas con esas uñas postizas, sobre su hombro y acercándose le susurró.
-Por fin coincidimos en una fiesta nuevamente... ¿Te gustaría repetir?
SeokJin no lo dudó, rodeó su cintura con uno de sus brazos y la arrastró, aunque esta vez no hacia los baños, no señor, se dirigieron al elevador, bajaron al estacionamiento y partieron rumbo al departamento del cantante. Si era su última vez en mucho tiempo, el lo aprovecharía minuto a minuto.
aksj1992
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