15
Lazos de Acero y Seda
El resplandor de la ciudad de Nueva York se desvanecía ante los ojos de SeokJin, el Kkangpae conocido no solo por su imperio criminal sino también por su carisma arrollador. Su oficina en lo alto de un rascacielos era un santuario de lujo y poder, pero esa noche, las luces rojas y azules del FBI destellaban ominosamente a través de sus ventanas panorámicas.
—Parece que el juego finalmente me ha alcanzado, ¿eh?— murmuró para sí mismo, observando cómo los agentes se posicionaban estratégicamente en la entrada del edificio.
La puerta de su oficina estalló en pedazos, y un equipo de asalto entró en formación. SeokJin se puso de pie lentamente, sus manos en alto, pero su mente corría a mil por hora buscando una salida.
—¡SeokJin, estás bajo arresto por tráfico de armas, lavado de dinero y asociación ilícita!
Antes de que pudiera responder, una sombra se deslizó por la habitación como un susurro de seda. Era hermosa, una figura envuelta en misterio, cuya reputación de audacia la precedía.
—¿Necesitas una mano?— dijo con una sonrisa traviesa, lanzando una mirada desafiante a los agentes.
En un abrir y cerrar de ojos, la oficina se convirtió en un campo de batalla. SeokJin y Naz luchaban hombro con hombro, su química palpable incluso en medio del caos.
Después de escapar por un pelo, SeokJin y Naz se refugiaron en un apartamento seguro. La tensión entre ellos era tan espesa que se podía cortar con un cuchillo.
—No sé quién eres, pero te debo una,— dijo, su mirada recorriendo la figura de Naz.
—Digamos que tengo mis propias razones para querer verte libre,— respondió ella, su voz un ronroneo suave.
La proximidad y la adrenalina del escape se transformaron en una atracción magnética. Se acercaron, sus labios a centímetros de distancia, y entonces, sin decir una palabra más, él la tomó por la cintura y la atrajo hacia él, sus labios encontrándose en un beso que rápidamente pasó de tierno a urgente. Las manos de Naz se enredaron en el cabello de SeokJin, mientras él la levantaba y la llevaba hacia la cama.
Ambos cayeron sobre las sábanas, sus cuerpos entrelazándose en una danza apasionada. SeokJin deslizó sus labios por el cuello de Naz, arrancándole suspiros y gemidos que sólo avivaron su deseo. Ella arqueó su espalda, presionándose más contra él, sintiendo cada músculo firme y cada latido acelerado.
Seokjin se apartó un momento para mirarla a los ojos, su mirada cargada de promesas y deseo.
— Serás mía,— murmuró antes de volver a besarla con una intensidad renovada, sus manos explorando
cada rincón de su cuerpo, encendiendo una hoguera que solo
ellos podían apagar.
La habitación se llenó de sus murmullos y jadeos, el mundo exterior desvaneciéndose hasta
quedar solo ellos dos, enredados en una pasión que parecía no tener fin.
Cada caricia, cada beso, era una declaración de deseo y necesidad, un encuentro fogoso que ambos sabían recordarían para siempre.
La noche caía sobre la ciudad, y con ella, el manto de la incertidumbre. SeokJin observaba a Naz mientras ella se movía por el apartamento con una gracia felina. Había algo en ella que iba más allá de su belleza; un misterio que él estaba decidido a descifrar.
—¿Quién eres, Naz? ¿Y por qué me has salvado?
Digamos que tenemos enemigos comunes. Y a veces, el enemigo de mi enemigo es mi aliado. — dijo ella, su mirada perdida en recuerdos oscuros.
A medida que la conversación se profundizaba, revelaron fragmentos de sus pasados. SeokJin, el hijo de un poderoso jefe de la mafia, y Naz, una agente encubierta con una venganza personal.
Fin?
SeokJinmyLover3
El cuarto de pánico que me oculta de mis enemigos está silencioso y me cubre con su tranquilidad mientras veo por las cámaras de seguridad como mis hombres van cayendo uno a uno tratando de protegerme de lo inevitable.
Los agentes de la policía lucen como un enjambre de abejas asesinas arrasando todo a su paso y como una marea negra se acercan cada vez más hasta su objetivo: YO.
Preparo otra copa de whisky y tomo el líquido con pequeños sorbos que ayudan a mantenerme relajado ¡No quiero darle el gusto a esos imbéciles de verme débil o derrotado!
Las cámaras se apagan de improviso y un zumbido constante es la señal que anuncia que los policías están desactivando el sistema de seguridad del refugio.
La calma se evapora del todo cuando la puerta se abre de golpe y el contingente policial ingresa rastrillando sus armas y apuntándolas a la vez.
- ¡Kim SeokJin está arrestado bajo los cargos de venta de drogas, trafico de armas y proxenetismo!
- ¿Es necesario tanto show? Aquí solo estoy yo y no tengo armas.
- ¡Silencio y manos sobre la cabeza!
Uno de los uniformados coloca unas esposas en mis muñecas y hace que me ponga de pie.
-En el cuartel le facilitarán un teléfono para que se comunique con su abogado.
...
- ¡Felicidades agente Ferrero! Su accionar fue impecable y gracias a ello por fin hemos podido echarle el guante al escurridizo Kim.
-Gracias comandante Yoon, pero el caso no está cerrado hasta que no salga la orden de deportación.
-Es cuestión de horas la DEA tiene un caso sólido contra él, Kim a pesar de su juventud es uno de los cabecillas más rankeados de las redes de tráfico de todo tipo de drogas en el Asia Oriental.
Hablando del susodicho aquí está espero que se muestre colaborador no tengo ganas de perder mi tiempo.
Yoon sale del ambiente y puedo ver a través del espejo de dos caras cuando SeokJin ingresa esposado a la sala de interrogatorios seguido por Kim NamJoon, su abogado y dos detectives del área de narcóticos.
Jin y Nam hablan en susurros y cubren sus bocas para que no pueda verlos. No son estúpidos, saben muy bien que es seguro que alguien los esté observando del otro lado.
Dos segundos más tarde aparecen Yoon y mi jefe el capitán Delko que proceden a interrogar a SeokJin que por supuesto niega todas las imputaciones haciendo que Yoon pierda la paciencia.
- ¡No sirve de nada que se haga el idiota Kim! Tenemos pruebas suficientes para que se pudra en la cárcel por el resto de sus días.
-Cálmese Yoon sabe que su labor solo es detener a mi cliente y no hacer juicios apresurados.
-Es mejor que vaya preparando sus papeles para viajar a Estados Unidos abogado, es un hecho que Kim será juzgado allá donde lo espera una larga condena.
-Nada está dicho capitán. Ahora me toca velar porque mi cliente tenga derecho a la legítima defensa y a que respeten su presunción de inocencia.
-Presunción de inocencia ¡No me haga reír!
-Yoon...
Mis colegas salen de la sala y los Kim retoman los susurros hasta que NamJoon se para, aprieta el hombro de su amigo y se despide.
-Todo saldrá bien Jin hyung.
-Lo sé Joonie.
Ver a Jin esposado y cabizbajo me parte el corazón y puedo sentir claramente como las lágrimas se agolpan en mis ojos.
¡Por Dios santo mujer! ¿Por qué carajos vas a llorar? ¡Era tu deber entregarlo no en balde estuviste tantos meses como agente encubierta! ¡Deberías estar dando brincos de alegría esto es un hito en tu carrera!
Mi auto consuelo no puede ocultar una gran verdad: Estoy enamorada de SeokJin y entregarlo a la justicia coreana y a la de mi país es algo que me hace sentir miserable como nunca pensé que podía llegar a estarlo.
Un parpadeo ayuda a que las primeras lágrimas corran por mis mejillas y mientras maldigo y hurgo en mi bolso buscando un pañuelo con que secarlas escucho la voz de Jin lo que hace que un escalofrío recorra mi columna.
-Sé que estás allí Naz y también sé que estás tan jodida como yo.
Dejo de lado mi búsqueda y me acerco al espejo tocando su fría superficie atraída por la voz del narco que resulta tan hipnótica como el canto de una sirena.
Jin mira fijamente el espejo, pero es como si me hablara cara a cara.
- ¿Sabes porque traigo esta cara de mierda? No creas que es porque estoy preocupado por ir a prisión, tu y yo sabemos que NamJoon ah es brillante y salvará mi pellejo, pero lo que me duele... lo que me duele eres tú Naz.
Para mi mala suerte conozco bien a Kim y sé que está siendo sincero.
-Sé que fuiste quien me entregó...
Jin sonríe con tristeza y mueve la cabeza.
-Debo admitir que fue muy hábil detective al permanecer encubierta tanto tiempo y que no lo hayamos notado.
Mis hombres ya deben saber porque la DEA me tiene agarrado de los huevos. Ya le dije a Joonie que calme a JungKook, sabes cómo es ese chico de revanchista.
Pego mi frente al cristal y ruego con un susurro.
-Jin por favor cállate.
-No te preocupes Naz, mientras yo viva nadie te tocará un pelo.
-SeokJin...
Un policía irrumpe en el ambiente de interrogatorios y se lleva a Jin que antes de irse mira al espejo. Sus ojos dicen lo que sus labios no pueden pronunciar.
Yo también te amo Jin... a pesar de todo.
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-¿Ya la encontraron? -Preguntó SeokJin sentado en su escritorio.
Nadie se atrevió a responder.
-Supongo que ese silencio ensordecedor es no. ¿VERDAD? -Gritó dando un puñetazo sobre los papeles que había sobre el escritorio.
-Señor... estuvimos a punto de dar con ella, pero... -Uno de sus hombres trataba de dar explicaciones de cómo habían fallado miserablemente.
-No quiero tus excusas Kang. Sabes perfectamente que era nuestra mejor posibilidad. ¿Y qué pasó? La dejaron ir así como así. Les daría un tiro en la cabeza a cada uno, pero encontrar gente de confianza me llevaría mucho tiempo. Ahora, quiero que contacten a Min YoonGi para que inicie nuevamente la búsqueda.
-Si señor. -Dijo el mismo sujeto al tiempo que hacía señas a su equipo para que abandonaran la sala.
¿A quién buscaba SeokJin? Nada más y nada menos que a su competencia directa. Una mujer escurridiza que estaba ganando terreno dentro de su territorio.
NB era su seudónimo. Una mente brillante que había osado, no solo inmiscuirse en sus negocios, sino que, viendo lo redituable que era, también había formado su propia banda para hacer de competencia. ¿Competencia desleal? Claro que no, no había nada de leal en proteger un barrio o parte de la ciudad de ellos mismos. No eran los únicos, claro que no, pero entre bandas había códigos, uno de los más importantes era no cruzar los límites territoriales. Límites que claramente NB había cruzado y de una manera bastante ingeniosa.
SeokJin no lo diría en voz alta, pero era el principal culpable. ¿Y cómo lo sabía? Fácil, se había dejado seducir por su belleza y terminar entre sus piernas lo llevó a entregar parte de sus secretos una noche de sexo y alcohol. Claro que una mujer inteligente como ella solo simuló beber hasta tener el completo control sobre ese hombre, sediento de sexo, del bueno, del que ella sabía dar.
aksj1992
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