Galletas de nuez
"Abre tus ojos, mira dentro: ¿Estás satisfecho con la vida que estás viviendo? "
- Bob Dylan -
—¡BIENVENIDO!
Los gritos y la euforia volvieron tímido a Changkyun. Todas esas sonrisas, las caras alegres y los brazos extendidos lo ponían en un gran dilema. Nunca antes había tenido tanta atención para él solo. Eran pocas las personas adultas que conocía pero todos los que llenaban la sala se veían bastantes amistosos, sobre todo los que sostenían un regalo.
—Hola Kyun, yo soy tu abuelita. —Una mujer de piel bronceada, cabello lacio hasta los hombros y un hermoso vestido recto azul, se acercó con una sonrisa en su rostro bien cuidado. —Mi nombre es Hyo jung. Puedes decirme abuelita Hyo.
Changkyun sacó su cara del cuello de Hyungwon para conocer a la dueña de la dulce voz que le hablaba.
—Abuelita Hyo —repitió muy bajito.
La mujer asintió acariciando su espalda. —Eres un jovencito muy lindo.
—Lo es —aseguró Hyungwon besando la sien del niño.
El señor Chae se acercó con un semblante serio y con los brazos cruzados detrás de la espalda. Estudió al menor en los brazos de su hijo mayor y finalmente miró a su hijo.
—Es digno. Lo elegiste bien —los labios delgados del hombre se curvaron hacia arriba mostrando una sonrisa amble —. Mi nombre es Chae Woo Ju. Tu abuelo.
Changkyun lo miró fijamente temiendo hacer un mal movimiento que enfadara al padre de Hyungwon.
—¡Oh, Dios! ¡Lo estás asustando, viejo! —Un alegre muchacho apartó al señor Chae sin mucho cuidado. Se plantó frente a Hyungwon y le arrebató al niño. —No le hagas caso, es un viejo amargado.
JongHyun asintió riendo.
—¿Tienes algo que decir? —preguntó Woo.
—No, señor —dijo. Tragó saliva y se ubicó detrás de su novio.
Jung Woo rodó los ojos. Acomodó a Changkyun en su cadera en una clara advertencia de que no pensaba soltarlo en toda la noche.
—¿Cómo te llamas, cariño?
—Changkyun —respondió, buscando con la mirada a Hyungwon. Cuando lo encontró se sonrieron como un par de cómplices. —Todos me dicen Chang o Kyun.
El muchacho alto asintió. —Bonito nombre, Kyun. Yo soy el tío Jung Woo y ese guapo de allá —señaló al hombre pelinegro que hablaba por teléfono dándole la espalda al grupo —, es el tío JaeHyun. Debería estar trabajando pero se escapó para conocerte.
Con asombro, Changkyun miró a JaeHyun y este lo saludó con una mano volviendo inmediatamente a su llamada. El resto de los invitados se presentaron por su cuenta, el par de estilista que Hyungwon conservaba desde que inició su carrera y su manager y amigo, Lee Minhyuk.
—¿Estás listo para decidir quién es tu tío favorito?
JungWoo había hecho la pregunta. Misma que Minhyuk había estado esperando hacer desde conoció al menor pero que tampoco se atrevía, en caso de que su nombre no fuera dicho.
Los carritos fueron dejados en la alfombra con cuidado y ChangKyun buscó apoyo en su padre, quién miraba divertido la discusión entre sus amigos y hermano.
—Por supuesto yo soy el favorito, ¿no vieron que eligió el auto que yo le compré? —habló Jae.
Minhyuk resopló.
—¿Y eso qué? A mí me puso un apodo —contraatacó —. Soy el tío Minmin.
Hyungwon rió acomodando en su regazo a Kyun. Sin embargó, la risa estruendosa de Jung Woo los asustó a ambos provocando un sobresalto en el menor.
—¡Yo soy el verdadero tío! Hyungwon es mi hermano —exclamó victorioso.
—Ash.
El señor Chae dejó su taza en la mesita de café a un lado de los autitos de Kyun. —Son tan patéticos. Los tres.
—¿Qué sabes viejo? Tu no tienes con quién competir —Jung Woo cruzó los brazos formando un puchero bastante infantil para sus veintiocho años de edad -, es claro que Kyunnie no te elegirá como su abuelo favorito.
Woo Ju cogió el empaque de uno de los juguetes y lo estampó en la cabeza de su hijo menor.
—Cierra la boca —demandó —. Debí dejar que los cobradores te llevaran como pago de mis deudas.
Hyungwon se levantó en silencio con su hijo medio dormido. Su padre y su hermano siempre discutían por la mínima cosa y en la mayoría de las veces Woo Ju exponía lo "arrepentido" que estaba de tener a Jung Woo. La historia siempre cambiaba; cobradores, leones hambrientos, aves carroñeras, naufragio en el mar. No importaba cual fuer la situación, a su padre le gustaba molestar a Jung Woo.
—Todos son mis tíos —murmuró Changkyun. Alzó sus brazos permitiendo que Won le pusiera la camisa del pijama. —No quiero elegir a uno.
Hyungwon sonrió sacudiendo la camisa de estampado infantil.
—No necesitas elegir solo uno —dijo, acariciando sus mejillas. La sonrisa volvió al rostro del pequeño. —Ellos son así, les gusta competir todo el tiempo.
—¡Yo también quiero!
ChangKyun saltó en la cama un par de veces antes de caer sobre el colchón con los brazos extendidos y una risa creciente.
—Me gusta mi nueva familia.
Los ojos de Hyungwon se llenaron de lágrimas, pero no se permitió llorar. No era momento. Debía estar feliz. Y lo era. Su sueño se había cumplido por fin, era padre. Padre de un precioso niño de sonrisa felina y ojos afilados. Un niño al que estaba dispuesto a poner el mundo entero a sus pies si lo pedía.
—¿Qué piensas hacer ahora?
La pregunta que hizo su novio lo descolocó.
—¿A qué te refieres?
Jong encogió los hombros apartando las mantas para meterse en la cama.
—Ya tienes al hijo que querías, ¿qué sigue?
—¿Aprender a ser padre? ¿Disfrutar de mi hijo? ¿De mi novio— Hyungwon se metió a la cama un poco molesto por los cuestionamientos de su pareja. Creyó que su novio había entendido que la adopción de Changkyun no era ningún capricho.
—No te molestes conmigo.
Jong lo abrazó por la espalda pegándose a él. Hundió su rostro entre el cuello y el hombro de Won y aspiró su delicioso aroma. Sus manos se movieron por debajo de la sabana acariciando el abdomen firmen de Hyungwon. Al ver que Won no ponía resistencia a sus carisias, siguió bajando su mano hasta el miembro que poco a poco comenzaba a despertar.
—Perdón por ser imprudente —susurró en su oído. Cerró su puño en el pene del mayor y sonrió al oírlo jadear. —Estoy dispuesto a recibir el castigo.
Hyungwon cerró los ojos pensando en el sin fin de posibilidades de ser descubiertos por Changkyun.
—Qué sea rápido y no hagas mucho ruido —murmuró rodando con el cuerpo de Jong entre sus brazos.
Su novio asintió mirándolo con una sonrisa torcida.
Su primer día en familia resultó ser toda una aventura. Culpaba al sueño y el cansancio de haber olvidado los huevos del sartén y el pan del horno. Para cuándo Changkyun entró a la cocina buscando Hyungwon, el lugar estaba lleno de humo. JongHyun llegó corriendo con el pantalón medio puesto y un cara de terror.
—¿¡Qué pasó!? —gritó, subiendo la cremallera del pantalón.
Chang lo miró igual de confundido pero menos asustado.
—Papá quemó el desayuno —señaló. Caminó hasta Hyungwon y le extendió un vaso de agua que encontró sobre la mesa —. Toma, para que apagues el fuego.
La sonrisa apenada lo confirmó. Agradeció el detalle y se apresuró a limpiar la cocina. Su novio le ayudó a abrir las ventanas y Changkyun, sentando sobre la encima, lo entretenía contándole la última travesura que hizo junto a Jooheon. Por más que lo ocultara, Changkyun extrañaba a su amiguito, y apenas tenían un día separados. Esperaba que el ánimo de su pequeño no cayera con el pasar de los días.
—¿Salimos a desayunar? —preguntó, acomodándolo en su cadera.
Kyun asintió enroscando sus bracitos el cuello del más alto.
—¿Podemos ir por Jooheon?
Hyungwon se tragó un sollozó. ¡Qué alguien lo ayudara!
Suspiró y negó, temiendo a la reacción de su hijo. Para su sorpresa, Changkyun no insistió más y si estaba triste, no lo demostró.
—¿Qué te gustaría comer? —dijo en cambio.
Media hora más tarde y después de cambiar sus pijamas, llegaron a la ciudad. El frío era soportable pero aun así, Hyungwon eligió los mejores abrigos para el menor. Hyungwon acomodó el gorro de lana sobre la pequeña cabeza y lo ayudó a salir del auto.
Changkyun aplaudió una vez aterrizó en el asfalto y sus zapatos se iluminaron con pequeñas luces de varios colores. Saltó un par de veces más para disfrutar del festival de luces haciendo reír a Hyungwon. Una idea pasó por la cabeza de Hyungwon, tendría que platicarlo con su novio para ver si tenía tiempo y en caso de encontrar una negativa, iría él solo junto a su hijo. Estaba seguro que si llamaba a uno de sus amigos, aceptarían gustosos de acompañarlos.
—¿Ya pensaste que quieres comer?
—¿Galletas y leche? —Cuando estaban en casa, Kyun no quiso responder probablemente porque no sabía qué elegir o por evitar sonar exigente, supuso Hyungwon.
—¿Hmm? —Hyungwon lo miró a los ojos, buscando un cambio de idea. Lo único que halló fue una mirada dulce, inocente y que le trasmitía paz. —Conseguiré leche y galletas pero también algo más de comida. Hoy tendremos un día movido y necesitas mucha energía.
—¡Si!
Hyungwon sonrió. Tomó la mano de su hijo y se dispuso a esperar a su novio, no quería entrar al restaurante . JongHyun fue el primero en salir del auto y se alejó de ellos para responder una llamada del trabajo. hablaba por teléfono y tuvo que pasar casi diez minutos para que se acercara a ellos.
—Lo siento, mi jefe estaba buscando un informe —dijo, besó rápidamente la boca carnosa de Hyungwon y apretó la nariz de Changkyun —, ¿entramos?
—¿No se supone que hoy es su día libre?
Hyungwon encogió los hombros. Sacó un pañuelo del pantalón y limpió el rastro de helado en las mejillas de Kyun.
—Su jefe lo llamó por un problema con la muestra del proyecto —sonrió en dirección a su hijo que peleaba con un hojita en su cabello —. Ven, te ayudo a quitarla.
Changkyun se acercó mirando a JungWoo.
—¿Quieres helado? —preguntó, extendiéndole el cono.
Un grito quedó atascado en la garganta del joven alto y con las mejillas coloradas aceptó el helado.
—Gracias —susurró.
—Es un niño muy dulce, ¿no crees? —JungWoo asintió. Los dos hermanos miraron encantados al niño correr de regreso a los columpios. Un trío de niños se acercaron a saludarlo e invitarlo a jugar.
Hyungwon se levantó en automático dispuesto a proteger a su hijo, creyendo que lo molestaban. Sin embargo, el brazo largo de su hermano lo detuvo de cometer un error y quizás, asustar a los niños.
—Tranquilo, tigre. Solo lo invitaron a jugar —explicó, divertido con la escena.
Hyungwon asintió con los ojos puestos en su hijo. Lo vio tomar la mano de una niña y caminar junto a ellos hacia la isla de juegos con forma de barco. JungWoo le sugirió sentarse en las bancas más cercanas, conociendo lo sobreprotector que podía llegar a ser Hyungwon, y éste se lo agradeció en silencio.
—Changkyun extraña a su mejor amigo —dijo después de un rato de charlas banales.
—Entonces deberías llevarlo a visitar el orfanato —contestó con simpleza.
La idea de su amigo no estaba mal, no obstante desconocía el nuevo hogar del niño y temía molestar a la nueva familia. No pensó en las circunstancias cuando se lo prometió a Changkyun y a pesar de todo, no pensaba faltar a su palabra.
—Encontraré la forma —murmuró —. Lo que me importa ahora es hacer sentir en casa a Changkyun.
Jungwoo estuvo de acuerdo.
Al caer la tarde, Changkyun se despidió de su tío con un choque de puños y volvió junto a su padre a la casa. El parque que habían visitado estaba relativamente cerca de su casa así que Hyungwon no puso resistencia cuando Changkyun le pidió volver al día siguiente. De vuelta a casa, al pasar por una tienda de ropa, Chankyun vio en una de las pantallas a un muchacho cantar y bailar pero lo que en verdad llamó su atención fue su color de cabello: rojo.
—¡Mira papi! —gritó sacudiendo el brazo del mayor —¡Tiene la cabeza roja!
Hyungwon miró en dirección en que señalaba su hijo y sonrió.
—¿Te gusta?
Changkyun asintió volviendo a caminar.
—Parece un pájaro —dijo como travesura.
Para su edad, habían muchas cosas que Changkyun todavía no conocía y que le sorprendían tan pronto las veía. Hyungwon se encontró amando la tierna carita asombrada y el par de ojitos brillosos de alegría.
—Puedes comer las galletas mientras llegamos y preparo la cena —abrió el paquete y se lo ofreció al pequeño. No eran más que pequeñas galletas de nueces en forma de esferas cubiertas de azúcar glass. Chang estaría hecho un desastre cuando llegaran y más activo que nunca, por la azúcar, pero ya era demasiado tarde para arrepentirse.
Changkyun asintió llevándose la primera galleta a la boca. Comió una, dos, tres y empezó a toser.
Hyungwon se detuvo de abrir la puerta al escucharlo toser pensando que se ahogaba con la azúcar. A él le había pasado una vez.
—Tranquilo, te daré agua en un momento —dijo, arrodillándose frente a él.
El menor siguió tosiendo aun cuando Hyungwon le había limpiado la boca y en segundos su cara estaba roja. Hyungwon miró su cuello horrorizándose al encontrarlo cubierto de ronchas.
—Bebé...cielo... háblame — repitió sin cesar.
Desesperado empezó a quitarle el abrigo sintiendo las manitas apretarle los brazos. El rostro del menor cambió de rojo a un azulado que asustó todavía más a Hyungwon. Su pequeño pecho se retraía y para ese punto Hyungwon estaba llorando.
—Kyunnie...
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