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Capítulo 2

Era una cálida tarde de mediados de abril, aún faltaban alrededor de dos meses para el solsticio de verano y nuestra escapada al bosque fuera de la ciudad. El año pasado había acompañado a Leo, esta vez preparado con cobijas, impermeables y mucha comida, así que en esa ocasión fue mucho mejor: sabiendo lo que ocurría pude disfrutar bastante de la canción mágica de mi amigo, como si se tratara de un concierto privado.

De nuevo su canto me acarició por completo, sobrecogiendo mi alma hasta hacerla una con la naturaleza que nos rodeaba, con la magia que de él fluía al igual que el agua. Además de que seguía amando su imagen, los ojos amarillos y las suaves escamas verdes, era en definitiva los más exótico que había visto nunca.

Así que estaba emocionado, había tenido que esperar todo un año para volver a verlo, nuestro maravilloso secreto.

Estaba en mi estudio, como casi siempre, intentando escribir una nueva canción, aunque no podía quitar de mi mente la imagen de Leo transformado, cantando su magia para llamar a la naturaleza,

Con esa imagen en mente, comencé a teclear conforma las palabras acudían a mi mente, ya imaginando las voces de los miembros cantando:

"Una flor florece espléndidamente

en este lugar de ensueño incluso el viento es dulce

si estoy contigo, donde sea que esté

mi corazón se balancea, soplando en la imagen."


Recordé la manera en cómo me hacía sentir la canción de Leo, la manera en que sobrecogía todos mis sentidos, como si hubiera bebido de más.

"Estoy borracho en ti

Me apoyo en el aroma lejano

Estoy dejando atrás el tiempo y solo te miro

cuando se levanta la luna blanca, te veo reflejado en ella."


Sí, eso era, era perfecto; como me sucedía a menudo, mientras escribía podía ya escuchar en mi mente las combinaciones vocales de nuestros miembros, imaginando la mejor manera de escribir para ellos, los ritmos que mejor se adecuaban a cada uno.

"Mi día y noche son todo tú

Sin ningún espacio vacío (tú me llenas)

Todos los sonidos de la vida

Se parecen a ti"


Esperaba que no fuera demasiado obvio, quizá no lo sería para nadie más que para Leo, pero era importante para mí que él lo entendiera. Esta era una canción dedicada exclusivamente para él.

"Píntalo de un color más denso

Esta noche se está extendiendo profundamente

Así que no puedo escapar

Estoy cerrando mis ojos y buscándote dentro de mi

Estoy emborrachado, un poco más ebrio

Quiero caer dentro de este sueño

Tú viniste a mí

Solamente a mí"


Al comenzar a pensar en el rap igual llegaron las palabras a mi mente, así que comencé a tararearlas mientras las escribía

"Incluso los inmaduros duraznos, saben dulce

Debajo de los desperdigados pétalos de flores

Siguiendo la punta de tu ropa de seda

Sosteniéndote cerca."


Terminé aquella parte, y mientras la repetía con mi propia voz me fui dando cuenta que me sonrojaba, ni siquiera necesitaba ver mi reflejo para saberlo, lo había hecho pues la imagen de Leo con su transformación en dragón seguía fija en mi memoria y sentía que le estaba cantando a él, como si lo tuviera enfrente de mí.

Mi buena fortuna me sonrió entonces, pues justo dos segundos después de que le dí al botón de guardar un extraño sonido como de estática llenó todo el lugar unos momentos antes de que la luz se fuera por completo.

En medio del silencio y de la oscuridad escuché algunos leves jadeos que provenían del cuarto de prácticas; reconocí la voz de HakYeon por lo que supuse que había estado bailando y, con el repentino apagón, quizá se había caído o pegado con algo.

iluminándome con el celular me dirigí hacia allí, quizá las luces de emergencia se habían prendido pues un leve brillo azulado provenía del cuarto. Al llegar y abrir la puerta la imagen fue tan sorprendente que tardé algunos instantes en terminar de procesarla:

El resplandor azul provenía realmente de HakYeon, quien estaba tirado en el centro de la duela y se detenía la cabeza mientras jadeaba, como si le doliera mucho.

Quise acercarme a preguntarle si estaba bien, quería ayudarlo pero no bien di un paso dentro de la sala la estática eléctrica atacó todo mi cuerpo, lo que junto a la sorpresa de todo aquello me impidió moverme.

—¡Hyung! ¿Qué está ocurriendo? —grité para que mi voz se oyera por sobre el ruido blanco.

HakYeon levantó la vista, era claro que estaba sufriendo pero lo que más me llamó la atención fueron sus ojos, normalmente parecidos al chocolate, en ese momento brillaban con un intenso color azul eléctrico.

Me pareció que decía mi nombre pero no podía escucharlo sobre el ruido de la estática cada vez mayor. Por el reflejo de los espejos me di cuenta que Hongbin y Ken habían llegado también, quise decirles que se alejaran pero sabía que no me escucharían, además si me giraba lo más probable es que perdería el valor y me alejaría corriendo de ahí en lugar de ayudar a mi hyung.

Forcé mi cuerpo para avanzar más sin despegar la vista de HakYeon, él había vuelto a encogerse sobre sí mismo, me parecía que estaba llorando y eso no solo me preocupaba, sino que me dolía.

No tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo, menos cuando pude ver cómo el cabello de HakYeon, quien a falta de actividades lo llevaba al negro natural, se iba volviendo blanco poco a poco, desde la raíz hacia las puntas, quedando solo algunos reflejos azules.

Para entonces algunas centellas azules saltaban por el cuerpo de HakYeon, por cada paso que daba en su dirección podía sentir la electricidad recorriendo el mío, como un inmenso imán que me repeliera.

—¡Hakyeon hyung! ¿Estás bien? —grité cuando estaba bastante más cerca.

Estaba a punto de alcanzarlo cuando pareció que toda la electricidad que nos rodeaba se concentraba hasta meterse en su cuerpo. HakYeon soltó un último grito antes de que toda aquella fuerza saliera disparada en una onda alrededor de él.

Yo estaba demasiado cerca, así que la explosión me dio de lleno y me arrojó contra uno de los espejos de la sala, cuyos pedazos terminaron en el suelo igual que yo.

Antes de que me diera cuenta de lo que ocurría, ya tenía a TaekWoon a mi lado con su forma de dragón despierta. Me detenía del hombro aunque su mirada se mantenía en HakYeon. Nuestro mayor seguía en el centro de la habitación, lo realmente extraño era que estaba flotando justo en medio, con los brazos a los lados y la cabeza echada hacia atrás.

Las centellas aún rodeaban su cuerpo así como un ligero remolino de aire, HakYeon jadeaba con fuerza, como si le doliera mucho lo que sea que le estaba pasando.

—BaiHu, —susurró Leo a mi lado, aunque no sabía a qué se refería.

Luego de algunos instantes la voz de HakYeon dejó de escucharse, su cabeza cayó hacia adelante mientras bajaba de manera lenta hasta que volvió a tocar el suelo. En cuanto lo hizo se desmoronó sobre él mientras todo el extraño ambiente eléctrico se esfumó tan de golpe como había llegado.

Intenté acercarme a él pero en cuanto me moví un dolor me hormigueo por toda la espalda y los brazos.

—No te muevas —me indicó Leo, preocupado.

Me llevé una mano al cuello, y al quitarla me di cuenta que estaba manchada de sangre, al parecer algunos de los vidrios se me habían clavado y me habían cortado.

—Es... estoy bien, pero N hyung, ¿qué ocurre con él? —intenté preguntarle.

En ese momento el resto de chicos habían entrado al cuarto, mientras Hongbin y Hyuk se acercaron a HakYeon, Ken vino a nosotros pero se detuvo al ver a TaekWoon.

Para ese momento Hyuk había llegado junto a HakYeon y se inclinó para poner la mano sobre su hombro preguntando cómo se encontraba, sin embargo en cuanto lo tocó el sonido vibrante de la electricidad se repitió momentáneamente y Hyuk quitó la mano de golpe, como si se hubiera quemado.

—¿Qué está ocurriendo, hyung? —preguntó Hongbin a su vez, sujetando al menor.

HakYeon contestó con susurros entrecortados y doloridos.

—No, no lo sé, estaba practicando y, y de pronto... —volvió a llevarse las manos a la cabeza, cubriendo sus oídos con fuerza—, de pronto sonó aquella voz, aquella horrible voz monstruosa, dijo algo, algo como "es tu turno, eres el siguiente".

>Sonó directo en mi cabeza, y luego, aquello comenzó, no sé bien cómo explicarlo, pero era, era como si mi sangre se hubiera convertido en electricidad, todo mi cuerpo estaba lleno de ella, y dolía, duele...

Pasó a cubrirse los ojos, de pronto soltó un nuevo jadeo asustado al ver sus manos, observando con el mismo temor sus brazos y el resto de su cuerpo. Me di cuenta que en su piel alcanzaban a verse algunas rayas un poco más claras que su color habitual, eran iguales a los brillos azulados de su cabello para entonces blanco y que me hicieron pensar en las rayas de un tigre.

Mientras más se asustaba, las centellas en el cuerpo de HakYeon volvieron a aparecer, el ambiente en el cuarto volvía a cargarse.

—Yeoni, necesitas tranquilizarte, —habló entonces Leo, acercándose un poco a él con cuidado.

Mala idea, pues en cuanto lo vio el pánico hizo aún más mella en él. Retrocedió asustado, poniéndose de pie lentamente sin despegar los ojos de Leo.

—¡Me he vuelto loco! —gimió.

—Debe haber una razón para todo esto hyung, tranquilo... —Hongbin había quedado a un lado de él e intentó sujetarlo del brazo.

—¡Te dije que no me tocaras! —estalló HakYeon, estirando el otro brazo hacia él.

Hongbin retrocedió asustado, de pronto se llevó las manos al cuello, como si se estuviera sofocando. A su lado, parecía que HakYeon estaba haciendo fuerza con el brazo que había levantado, aunque no lo estaba tocando directamente. Hongbin se iba poniendo cada vez más pálido, sus labios perdieron todo color.

Me pareció que de pronto salía de su boca abierta una especie de brillo de un azul plateado.

—¡No! —TaekWoon reaccionó y se lanzó contra N, empujándolo hasta que dio con otro de los espejos.

Hongbin cayó al suelo sin reaccionar, aunque el brillo había desaparecido y de inmediato Ken y Hyuk fueron a ayudarlo.

Por algunos momentos HakYeon miró sorprendido a Leo, como si no hubiera esperado su golpe o como si estuviera anonadado por la sensación de este. El menor se puso entre él y los otros tres, como si los estuviera defendiendo. Nuestro mayor miró preocupado a Hongbin por algunos momentos antes de desviar la mirada hacia mí.

—Hyung... —quise decir algo, reconfortarlo por lo asustado que se veía, pero cuando iba a recargarme me clavé más vidrios en las palmas y me quejé por el dolor.

HakYeon comenzó a llorar, sus lágrimas parecían plateadas debido al brillo azulado de sus ojos. Debía confesar que me parecía igual de bello y exótico como me pareció Leo en su momento, aunque me gustaba más TaekWoon.

—Lo siento, —gimió HakYeon.

Antes de que ninguno pudiera reaccionar dejó el cuarto, desapareciendo a una velocidad apabullante y llevándose consigo la luz azulada que había brillado hasta ese momento.

Todo quedó sumido en la oscuridad, en la cual sólo pude percibir los ojos amarillos de Leo, los cuales se veían preocupados.

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