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Capítulo 12

Mientras platicábamos todo lo que había ocurrido, me había sentido bastante a gusto allí, abrazado así por Hongbin me sentía cálido y cómodo, me sentía seguro como no lo había sentido desde que aquella terrible pesadilla había empezado.

Pero no podía engañarme, yo era un monstruo que casi había dañado irremediablemente a mi amigo y había hecho que el resto se pusieran en peligro por mi culpa, ¿cómo podían perdonarme así?

Intenté pensarlo, comprenderlo aún mientras veía a Hongbin acompañarme hasta el cuarto que normalmente yo compartía con Ken, él incluso se dedicó a buscar alguna pijama entre mi ropa mientras yo esperaba sentado en la cama.

Pensé que, quizá, solo quería evitar que estuviera cerca de los otros para que no pudiera dañarlos. Ese pensamiento me hizo suspirar pesadamente, no me di cuenta pero eso lo hizo voltear preocupado.

—¿Estás bien, hyung? ¿Necesitas algo más?

Su voz amable oprimió más mi corazón.

—Está bien Binnie, no necesitas quedarte aquí, —hipeé.

Hongbin parecía preocupado y se apresuró a arrodillarse frente a mí, poniendo su mano en mi rostro con cuidado.

—¿Qué ocurre, hyung?

—No necesitas quedarte si no quieres hacerlo, —insistí, deseando que me dejara solo, para poder llorar libremente.

—¿Y por qué crees que estoy aquí?

No pude contestarle, simplemente me llevé las manos a la cara mientras dejaba que las lágrimas salieran por fin. No pasó mucho antes de que Hongbin se sentara junto a mí y me abrazara con fuerza mientras los sollozos sacudían mi cuerpo.

—Ya, ya, tranquilo hyung, está bien, —susurraba Hongbin sin soltarme.

—Dime la verdad Binnie, ¿por qué estás aquí? ¿Por qué estás conmigo? —inquirí, queriendo que fuera él quien lo dijera en voz alta, yo no podía.

Por algunos momentos Hongbin se alejó de mí, aunque no me soltó de los hombros.

—Dame un momento para comprobarlo, —me pidió.

Sin saber a qué se refería, sólo asentí. Hongbin sonrió un segundo, su mano subió hasta mi nuca, desde la que me sujetó para atraerme de nuevo a él. Mi sorpresa fue mayúscula al sentir sus labios suaves chocando con los míos, y sentí que pasaron horas en las que me quedé inmóvil, atrapado por la sorpresa.

En cuanto me recuperé un poco, cerré los ojos y respondí a aquel beso que me había dado, el dolor y el miedo que había sentido hacía unos momentos fueron erradicados de golpe, usurpados por la emoción de tener aquellos labios dulces contra los míos.

Su mano permanecía en mi cuello, aunque pude sentir la otra jugando por mi costado, tocando mi piel con suavidad. Cuando por fin disminuyó el agarre en mi nuca y él se alejó un poco, no pude contener el suspiro que chocó contra sus labios.

—Sí, ahora estoy seguro, —susurró él.

—¿De qué, Binnie? —pregunté, con una pizca del antiguo temor retornando a mi corazón.

—Me gustas hyung, tenía mucho miedo por ti cuando te transformaste, y aún más cuando te llevaron; quería ir por ti pero TaekWoon hyung nos advirtió que solo nos interpondríamos. Pero confiaba que él te traería de regreso, solo por eso esperé, aunque fueron los peores momentos de mi vida.

—Binnie...

—Creo saber lo que piensas hyung, y si tus dudas son por lo que ocurrió conmigo, eso es en lo que menos pienso.

—Pero yo casi... —me silenció con un beso rápido.

—Tú casi desapareces HakYeon, si TaekWoon hyung no te hubiera podido rescatar, no sé que hubiera hecho. —Respiró profundo, como intentando controlar las lágrimas—. Pero ahora has vuelto a mí, y puedo hacer lo que tanto quería.

Me empujó con suavidad hasta que quedé acostado en la cama, y él se quedó mirándome todo el cuerpo. Cohibido, me tapé la cara, no quería que me viera así.

—Eres hermoso hyung, lo eras antes y ahora además eres exótico.

Se inclinó sobre mí con la lengua de fuera, antes de que pudiera preguntarle qué hacía, sentí la húmeda sensación pasar por mi pecho, lo cual me sobresaltó y me excitó en medidas iguales.

Me di cuenta que en realidad estaba delineando las marcas más claras que habían aparecido en mis piel, lo cual era bastante placentero. Ya me tenía por completo a su merced cuando se levantó, utilizó una mano para acariciar mi cabello y mi mejilla con suavidad.

—Me encantas hyung, tu cabello gris, tus ojos azules, todo tú me encantas, eres hermoso —ronroneó.

Me pareció que mi pecho se hinchaba al escuchar aquello, y si no fuera por lo que sus caricias habían iniciado, probablemente me habría puesto a llorar de nuevo, pero para ese momento lo que deseaba era terminar lo que habíamos iniciado, así que la mejor manera que tuve de demostrar mi emoción fue abrazarme a él y atraerlo para darle un beso mucho más intenso y profundo que el primero.

Fue tan enérgico que Hongbin terminó cayendo sobre mí, y ahí me di cuenta que él estaba igual de deseoso que yo, su cuerpo y la presión contra mi cadera me demostraron que él deseaba lo mismo.

—Binnie...

—Shh hyung, no volveré a correr el riesgo de perderte, ahora eres mío, —sus palabras viajaron directo hasta mi entrepierna.

Sus besos bajaron por mi cuello, raspando con sus dientes de manera que me encendió aún más, quise moverme para volver a probar sus labios pero él no me lo permitió, sus dedos se enredaron en mi cabello y con algo de presión mantuvo mi cabeza hacia atrás, dándole el espacio para continuar jugando en aquella zona.

Él siguió bajando en mi cuerpo, soltó mi cabello sólo para afianzarse a mi cintura, me encantaba que el usualmente tranquilo Hongbin, estuviera para ese momento tomando el control de nuestro encuentro, en efecto tomándome como suyo.

Gemí su nombre cuando comenzó a jugar en mi pecho, sus dientes torturaban mi pezón antes de acariciarlo con la lengua, y la dualidad de aquellas sensaciones logró que arqueara el cuerpo con el poco movimiento que Hongbin me permitía.

Levanté las manos para intentar cubrir mi boca, debía recordar que los otros cuatro miembros estaban fuera del cuarto y no debía incomodarlos con los gemidos que Hongbin me estaba arrancando con su tacto tan delicioso.

Cuando sus manos llegaron al cintillo de mi pantalón, levanté la cadera ansioso por quedar libre; él bajó las dos prendas al mismo tiempo, dejándome desnudo y por completo a su vista. La manera en que me miró y se relamió los labios, como si yo fuera algún delicioso platillo, me hizo estremecer.

—Intentas no hacer ruido hyung, pero parece que los otros no son tan cuidadosos, —dijo burlón.

Hasta ese momento me di cuenta de los sonidos que provenían del otro lado de la pared, una melodía de gemidos y gruñidos bajos que demostraban que Leo y Ravi también se estaban poniendo al día.

Sin embargo aquel pensamiento quedó completamente relegado cuando Hongbin tomó mi sexo con su mano tibia, moviéndola de manera lenta de arriba a abajo como midiendo sus movimientos.

—Hyung, busca en el cajón de la mesita de noche, hay algo que nos ayudará, —me ordenó, con su aliento calentando mi sexo.

No podía pensar racionalmente, pero algo en mi ser me instaba a obedecerlo así que estiré la mano derecha en búsqueda de la mesita. Era una tarea bastante difícil gracias a que Hongbin había decidido que su boca ayudara a su mano en la excitación de mi cuerpo.

Mordí un poco la parte carnosa de mi mano, tanto para que el dolor me permitiera pensar como para evitar gemir en voz alta. A tientas logré abrir el cajón y rebuscar en su interior, no había mucho más que papeles pero sentí una especie de tuvo de pasta de dientes; supuse que eso era lo que me había pedido y lo saqué.

—Exacto, —alabó Hongbin, tomando el contenedor antes de que alcanzara a ver de qué se trataba.

Me levanté sobre mis codos para observar cómo apretaba el bote y dejaba que un fluido transparente cayera en dos dedos de su mano derecha. Al notar que lo veía, Hongbin volteó el botecito para permitirme ver el nombre. Contuve el aliento al notar que se trataba de lubricante, un lubricante especial que al parecer contenía algo de anestésico.

Todo mi cuerpo vibró de anticipación, sabiendo bien lo que eso significaba aunque en realidad nunca lo hubiera hecho. No podía responderle con palabras so riesgo de acabar gimiendo en voz alta, así que en lugar de ello doble y abrí más mis piernas para darle todo el espacio que pudiera necesitar.

—Tan dispuesto, y sólo para mí, —susurró extasiado.

Volvió a tomar mi sexo con su boca, con su lengua haciendo maravillas apenas fui consciente de la sensación fría que apareció más abajo mientras él me acariciaba y untaba la sustancia en mi entrada.

Jadeé su nombre al sentir la primera intromisión, la molestia ocasionada por su dedo apenas era perceptible entre todo el mar de sensaciones que me estaba provocando así que no le presté atención.

Simplemente estaba disfrutando de aquel delicioso contacto, levantando la cadera al mismo ritmo que él estaba marcando, en realidad estaba por completo a su merced y eso me encantaba. La segunda intrusión fue un poco más molesta, pero de nuevo el placer se las arregló para ocultarlo.

—Intenta relajarte, lo disfrutarás más.

—Ah, te, te aseguro que, que ya lo estoy disfrutando, demasiado, —gemí, aunque no sé si pudo entender mi balbuceo.

—Muy bien hyung, porque planeo hacerte sentir aún mejor.

Retomó los movimientos tanto de sus dedos como de su boca, podía sentir la presión en mi parte baja mientras giraba y ejercía más presión.

No hubo aviso previo, el placer seguía aumentando de manera paulatina y deliciosa hasta que, con un giro algo extraño, Hongbin logró tocar un punto en mi interior que me hizo ver estrellas, había leído algo al respecto pero jamás imaginé que se sentiría tan intenso.

—¡Binnie! —casi grité, sobrecogido por la sensación tan fuerte que sacudió todo mi cuerpo con oleadas de placer.

—Eureka, —dijo con una sonrisa victoriosa.

Y sin darme oportunidad de recomponerme volvió a atacar, ya ni siquiera me importaba contener los gritos que se me escapaban debido a la intensa sensación.

Tardé algunos instantes en regresar a mí mismo, para entonces Hongbin estaba de vuelta sobre mí, cara a cara.

—¿Estás bien?

—Demasiado, —ronroneé.

La sonrisa que me dedico al escucharme era todo menos inocente, me hizo volver a despertar por completo.

—Que bueno, porque esto apenas va a empezar.

Se levantó, aunque se mantuvo tocando mi tobillo con la mano izquierda mientras se apresuraba a quitarse la ropa, luego avanzó hacia la misma mesita de noche para sacar del cajón un preservativo.

No pude decir nada, simplemente me quedé mirándolo embelesado mientras se lo ponía, estaba inmóvil por la expectación. Volvió a la parte de abajo de la cama para subir desde ahí y reptar por entre mis piernas, como si me estuviera cazando, acorralando.

—Eres hermoso, —repitió antes de besarme con intensidad—, ¿estás listo?

—Sí, sí, quiero más.

—Muy bien, entonces, levanta tu cadera para mí.

Esa orden me erizó toda la piel mientras me apoyaba en los talones para poder obedecerlo. Hongbin todavía acarició un poco mis muslos tensos antes de alinearse.

A pesar de toda la excitación que sentía, el ardor en esa ocasión fue mayor, el dolor me hizo quejarme y tensar el cuerpo. Hongbin no detuvo su empuje, suave y constante, hasta que estuvo por completo dentro de mí, solo entonces se detuvo.

—Tranquilo hyung, el dolor pronto pasará, pronto se volverá mejor.

Noté su cuerpo tenso, esforzándose quizá en no moverse, aunque sus manos acariciaban mis piernas y mi torso en un intento por reconfortarme. Pero tenía razón, el dolor poco a poco iba disminuyendo y para el momento en que volvió a tomar mi sexo el placer no tardó en imperar de nuevo, pero aún faltaba algo para que fuera perfecto.

—Muévete Hongbin, por favor, muévete.

Él se sujetó a mi cintura, saliendo lentamente hasta casi por completo. Me detuve de sus antebrazos justo en el momento en que se lanzó hacia adelante, el golpe encendió cada uno de los nervios en mi interior, explotando todo el placer que se había ocultado.

—¡Ah, sí! ¡Justo así! —jadeé sin poder contenerme.

Hongbin no tardó demasiado en repetir la operación, una y otra y otra vez hasta arrancarme la razón. Me sujeté a sus hombros con las uñas, necesitando algo estable en medio de la vorágine de placer que me estaba devorando en aquellos momentos.

Y el escucharlo gemir mi nombre mientras sus manos mantenían mi cintura levantada e inmóvil, tomando placer de mi cuerpo en la misma medida en que se lo entregaba, sus movimientos eran precisos, con la fuerza y la velocidad exactas para enloquecerme de placer; los aumentaba de la misma manera en que aumentaba el éxtasis dentro de mí.

De pronto soltó una mano para tomar mi sexo, logrando que el placer creciera exponencialmente y que me acercó peligrosamente a la cima del éxtasis final.

—Hy... hyung, estoy a punto de explotar, pero te llevaré conmigo, —gruñó.

Esas palabras fueron suficientes, junto a un par de embestidas y caricias más, para que el cosquilleo de mi vientre se convirtiera en un electrizante estallido de puro deleite, aumento incluso gracias a la manera en que él gimió mi nombre, envuelto en el mismo éxtasis que nos consumía.

El tiempo pareció detenerse, consumido por las oleadas de placer que circulaban en mi cuerpo hasta convertirlo en gelatina. Pasaron algunos instantes más antes de que Hongbin saliera con cuidado de mi interior, la sensación fue un poco molesta pero estaba tan complacido que poco me importó, además estaba quedándome dormido.

Fue Hongbin el que se levantó y fue a buscar algunos pañuelos para limpiarnos, yo estaba demasiado adormilado, apenas alcancé a ponerme la ropa interior de nuevo, él levantó las cobijas y se metió conmigo bajo ellas.

Me abracé a su pecho, satisfecho y reconfortado, me sentía sumamente feliz a pesar de todo lo que había pasado.

—Duerme duerme ahora hyung, siempre velaré por tu sueño, —ronroneó.

—Gracias, —susurré antes de quedarme profundamente dormido.

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