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𝙲𝚑𝚊𝚙𝚝𝚎𝚛 𝙵𝚒𝚟𝚎


El lugar donde mejor me sentía era la bañera del cuarto de baño, con sus rosas blancas perfumando el ambiente y el agua, donde podía gritar sin ser escuchada.

Querido diario, ayer Subaru dijo que era suya.

Pero siempre hace lo mismo, dice algo, y se va corriendo. Tiene celos de algo, y no sé de qué, quisiera que entrara ahora mismo por la puerta del baño para poder gritarle que no tuviera vergüenza, que se abalanzara sobre mí y me hiciera suya.

Que me desposara y me convirtiera. Que fuera feliz conmigo.

-¿Dónde está Subaru?- le pregunté a Ayato cuando me lo encontré en el pasillo.

-¿Buscando a tu príncipe?- sonrió este.- En el jardín, tu ya sabes dónde- contestó. 

-Gracias- y a punto de irme, la voz de Ayato me paró.

-Gin- me giré- tu eras amiga de Amalia- él me miró a los ojos- ¿Sabes dónde está?- negué - Vete, entonces- Ayato se dio la vuelta y yo me giré para salir corriendo hacía el jardín.

A una distancia prudente del vampiro observé su blanca cabellera brillar bajo el sol tenebroso típico de una película de Burton.

-¡Subaru!- exclamé llamándole. 

Él se giró.

-¿Te avergüenzas de mí?- pregunté gritando.

-¿¡Qué!?- exclamó él- ¡No me avergüenzo de ti!- Subaru no parecía enfadado, más bien confundido.

-¡Entonces no dejes que me vaya! ¡Demuéstrame que no sientes vergüenza!

Subaru desapareció en mis narices y ahí pensé que en verdad no le importaba.

-¿Por qué te dejaría ir?- dijo su voz cerca de mi. Sorprendida me di la vuelta.

- Te quiero- solté.

-Gin...- dijo sorprendido con las mejillas un poco rojas.

-No digas nada, di que también me quieres- con desesperación agarré sus muñecas y las llevé a mi cintura, traté de abrazarme a él, pero se revolvió incómodo y me apartó.

-Gin, márchate antes de que te haga daño- dijo- No soy bueno, soy un monstruo que no merece ser amado - y se fue, como siempre.

Caí de rodillas, derrotada, con el corazón roto. Y como si lo necesitara, comencé a llorar.

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