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[08]

No hubo tiempo para preguntas, mucho menos para arrepentimientos. En lo que la puerta del apartamento de Jimin cedió, el menor de ambos fue rápidamente acorralado contra la pared mientras sentía el asalto del mayor en él. 

YoonGi no preguntó, no lo haría. No dejaría que el rubio escapara otra vez. Mientras sus manos se pasearon de forma descarada por la cintura de este y ambas erecciones chocaban entre sí, había tomado la decisión que no huiría, no de Jimin y del extraño sentimiento que le decía que aquello estaba bien.

— T-Tu a-amiga decía la verdad. — Gimió con la voz entrecortada mientras los besos del mayor descendían por la curvatura de su cuello. YoonGi musitó un pequeño sonido ronco, intentando saber de que hablaba el rubio. — Eres algo intenso.

— No tengo porque negarlo. — Respondió el pelinegro viendo con deseo al rubio. — Voy por lo que quiero sin pensarlo mucho. — Susurró acercándose peligrosamente a la boca del menor. — Y lo que quiero ahora es comerte la boca. — Concluyó aquello terminando la distancia entre ambos y fundiéndose en la boca del rubio, Jimin lo tomó mientras aferraba sus manos a la chaqueta negra del mayor, buscando la manera más fácil de despojarlo de ella sin tener que alejarse. 

Algunas hora atrás, estaba juzgándose fuertemente por lo que había dejado que pasara con el pelinegro, sintiéndose moralmente sucio por haber sucumbido al pecado de caer en las garras de un alfa, pero ahora, cuando ambos se encuentran en una especie de lucha por el control del momento y la lengua del pálido invade y toma como su propiedad su boca, no le importa nada. 

Se sentía bien y mientras el calor del momento nublara su mente y raciocinio, el no tenía porque arrepentirse. 

[-]

— ¿SooYoung? — JungKook preguntó ahogando un bostezo mientras sacaba su teléfono y verificaba la hora. Eran casi las 3 de la madrugada. — ¿Qué haces aquí? — Indagó.

— ¿YoonGi-oppa está? — JungKook negó mientras se hacía a un lado para que la omega pasara. La pelinegra avanzó en silencio mientras observaba el apartamento. Todo estaba en orden. — ¿Te desperté? — Cuestionó preocupada mientras veía al alfa. 

— Realmente no, estoy editando las fotos de la campaña, Park Jimin puede ser un dolor de cabeza pero hace su trabajo bien, se ve bien en las fotos. 

— ¿Y yo? — Cuestionó divertida mientras tomaba asiento en el sofá. JungKook también rió mientras tomaba nuevamente asiento frente a su laptop.

— Tú siempre te ves preciosa. — La omega enrojeció mientras desviaba la mirada. — Déjalo ir. — JungKook comentó de forma repentina, la omega volteó a verle confundida, no entendiendo lo que el alfa quería decirle. — A YoonGi-hyung, déjalo ir. 

— ¿N-No entiendo de que hablas? 

— Me preocupas porque eres mi amiga al igual que él, sé que estás enamorada o crees estarlo, pero YoonGi no está...

— Tú no lo sabes. — Cortó ella. 

— Claro que lo sé, vivo con él y te conocemos desde que somos pequeños y tú una pulguita. — Rió divertido. — Eres como una pequeña hermana para los dos.

— Íbamos a pasar el celo juntos. 

— Porque no se dio cuenta quien eras. — Le recordó el menor. — Y con todo y eso, ni siquiera llegó a tocarte. — Comentó con pesar mientras veía las lágrimas aglomerarse en los ojos de la omega. — ¿Por esto estás aquí verdad? — Indagó. — Sabes que está en celo y quisiste intentarlo otra vez.

— Soy la mejor opción para ser su pareja. — SooYoung suspiró, intentando retener las lágrimas. — Lo quiero y sé que puedo hacerlo feliz.

— Pero no se trata si eres lo mejor o no, se trata de que ambos sean felices. — Concluyó el menor mientras cerraba la laptop y se levantaba, ofreciéndole la mano a la omega. — Ven, vamos a dormir, el cuarto de invitados siempre estará disponible para ti.

— ¿N-no sabes d-donde está? — Preguntó a última instancia, en un último intento por ir a buscarle. JungKook negó, ignorando la mirada triste de la pelinegra.

[-]

— Joder Min. — Jimin jadeó al sentir el roce de ambas longitudes juntas, moviendo sus caderas al mismo ritmo que los movimientos de la mano del mayor. Ambos miembros palpitaban mientras el pelinegro se encargaba de estimularlos, Jimin unió sus manos a las del mayor y observó de forma fija el rostro perlado por sudor del alfa frente a él. 

Necesitaba más, no simplemente un juego entre ambos sexos, querían sentir algo más fuerte, pero el mayor parecía querer solamente jugar.

— N-Necesito. — Susurró con la voz entrecortada cuando Min subió la mirada, encontrándose con la del menor. 

— ¿Qué necesitas? — Cuestionó con la voz ronca. — ¿Mi boca en tu pene o mi verga en tu culo? — Jimin jadeó al sentir la fuerza del jalón en su miembro, llevando su resistencia al límite y viniéndose por completo en la mano del mayor, sintiendo también la liberación de este en su propia mano. 

Le gustaba aquel lenguaje sucio, aquella mirada hambrienta y joder que si quería llegar hasta lo último. El pelinegro sin embargo, se escondió en la curvatura del cuello del menor, inhalando de forma desesperada el fuerte olor a menta y pinos. 

— Hueles bien. — Susurró, dejando pequeñas marcas en el cuello del menor mientras besaba de forma posesiva aquel lugar. Jimin se tensó al sentir los dientes del pelinegro rasguñar de forma superficial.

— S-Sin marcas. — Pidió con la voz entrecortada, llevando sus manos a los hombros del mayor para poder separarlo un poco. — Por favor. — Pidió al ver la mueca de confusión. YoonGi asintió de forma renuente mientras algo oscuro nublaba su mirada.

— Sin marcas Park, entendido. — Susurró antes de besar la boca del menor de forma demandante, haciendo que este terminara de descender en la superficie plana detrás él. Jimin llevó sus manos al cuello del pelinegro y se aferró a este mientras mordía el labio inferior del pálido. YoonGi gruñó en medio del beso y Jimin aprovechó aquello para introducir su lengua en la cavidad ajena y recorrer por primera vez, encontrándose de forma inmediata con la contraria y empezando una pequeña danza, buscando el control del momento. 

No había sexo de por medio, no aún. YoonGi no forzaría nada, pero sabía que lo tendría. Llegaría el momento en que fuera algo más que roces entre ambos cuerpos desnudos.

Y aquel día, el podría poner la marca en aquel cuello, porque Jimin era suyo. 

Su lobo lo decía, su instinto lo decía, y el no descansaría hasta tenerlo por completo. 

[--] 

¡Sorpresa!

Esto es como un complemento del capítulo pasado, me senté a escribir Perfidia y terminé aquí otra vez. ¿Qué pedo? 

Ya uní los cables ya, ya sé como haremos todo. No sé cuantos capítulos me tomaré por delante, pero no terminamos en este, tampoco en el 10 como había dicho inicialmente.

¡Muchas gracias por leer, por votar y comentar!

Disculpen cualquier error, no olviden seguirme. 

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