JJK | 024.
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Es gracioso pensar que tenía en mente pasar un momento tranquilo con ella, sintiéndola a mi lado, que mis brazos cubrieran su cuerpo, pero todo de una forma nada sexual. No era lo que ella tenía en mente por lo visto, tampoco podría decir que es algo que me moleste.
Solo sentía una emoción recorrer por mi cuerpo, pensando en la imaginación y la creatividad que tenía Chaeyeon, en como tomaba la iniciativa para todo, algo que amaba, puesto que me estoy dando cuenta que anima a atreverme a más, me encendía.
Y así como ella me dijo, tomé una ducha que me sentó tan bien la verdad, me relajó por completo. Ahora me encontraba sentado en su sofá, solo con una toalla en mi cintura, esperando por ella que llevaba unos minutos en su habitación después de que se duchó. Llevé una de mis manos a peinar mi cabello, el cual mojé también, a pesar de seguir en invierno, sudé un poco en la oficina por andar de arriba para abajo.
Recosté mi cabeza, sintiéndome tranquilo. Al menos sé que Eunchae está con su madre este fin de semana, así puedo quedarme hasta tarde aquí. Abrí los ojos, acomodándome mejor al escuchar una puerta abrirse. Casi parecía un niñato por verla ponerse frente a mí, con una toalla enrollada en su cuerpo, como si no la hubiese visto ya desnuda. Es tan... linda.
No sabía ni donde poner mis manos o donde mirar, hasta que vi sus manos traviesas soltar su toalla para que esta cayera a sus pies, dejándome a mí la imagen más codiciada para mis ojos. Separé mis labios para poder respirar mejor, bajando la mirada hasta la única prenda que tenía puesta, una braga color negro, con encaje y completamente transparente. Mi mirada subió hasta sus labios rojos y esos ojos lascivos que me estaban matando, no podía cuándo me miraba así.
Dios mío, tengo tantas preguntas ilógicas e inmaduras ahora mismo, más al sentir doler mi miembro. Además, me di cuenta de la bolsa de cartón que tenía en su mano, me pregunto que habrá ahí dentro.
—¿Qué... qué harás? ¿Qué haremos?
Sonaba tan tonto, quería tapar mis ojos como si no la hubiera tenido para mí solo hace unos días. Relamí mis labios viendo como ella caminó hacia mí sin decir nada, era mi fin. Mis manos se sentían temblorosas, más viendo como se sentó encima de mí. No podía separar mis ojos de los suyos, estaba perdido, me encantaba tanto.
—Director Jeon...
Solo con murmurar de aquella forma, podía hacer todo lo que me pidiera.
—Dime.
—Espero que siga sin tomarme como una pervertida, aunque tal vez lo sea, es que... fui a una tienda de juguetes sexuales, pero no compré nada que nos asusté, sino que... compré otro tipo de cosas que usted tal vez piense.
Sus labios se miraban más deliciosos que nunca, y la forma en que mi miembro se ponía más duro por tenerla encima, era descomunal, el pervertido parecía yo. Esto era demasiado carnal, demasiado lujurioso. O tal vez no, puesto que nunca había... lo que sea.
Voltee a ver a la bolsa esa, tan intrigado de lo que pueda haber dentro, ¿ella fue a comprar algo ahí, sola? Llamó mi atención acariciando mi rostro, haciendo que cerrara los ojos, envuelto en sus caricias, más cuándo sus labios se juntaron con los míos. Mis manos al fin reaccionaron, colocándose una en su espalda y la otra tomando yo su nuca.
Sus labios eran, oh Dios mío, sus labios eran deliciosos, sentir su lengua atrevida, jugar con la mía, como sin vergüenza tomaba mi labio para chuparlo sin problema, yo no me quedaría atrás. Nos separamos unos segundos, viendo como alrededor de sus labios estaba completamente rojo, en como sus senos se movían por su respiración acelerada. Tomé su nuca nuevamente, con fuerza para acercarla a mí y fundirnos de nuevo en ese beso. Mi mano subió por toda su espalda, para luego bajar a tocar sus glúteos, tomando entre mis dientes su labio.
Esta levantó su cuerpo, quedando en rodillas, teniendo yo mis ojos frente a su preciosa braga que me volvían loco. Alcé mi cabeza viendo como esta me miraba ansiosa, así que pegué mis labios a su estómago, haciendo que jadeara. Sus manos se sostuvieron en mis hombros, mientras me mantuve bajando con esos besos, pasando por su ombligo, su vientre, a su tatuaje que era visible por lo fino de su prenda, que le di un beso, deseando hacer algo más.
No es el momento de recordarla a ella, pero esto no se comparaba con la vida sexual que llevaba con Sun Ah. Ella ha sido la única pareja que he tenido desde que tengo uso de razón, y desde hace muchos años, hablando vulgar, simplemente estábamos juntos para que yo la penetrara, sin más, sin experimentar cosas, aunque cuándo éramos mucho más jóvenes, sí, pero eso cambió.
Bajé más, dándole un beso, queriendo tocar el elástico de su prenda, pero no pude, puesto que esta se bajó, quedando de pie frente a mí. Busqué sus ojos, esperando una respuesta de que lo que haría, pero solo miré como sacó algo de la bolsa, un bote que no podía ver bien de que era. Hasta que vi como se ponía de rodillas frente a mí.
Tragué saliva, inmerso en la forma en que hizo que mi toalla descubriera mi miembro que se levantó de prisa. Simplemente, quedó arrodillada, viéndome.
—Yo, compré un lubricante. Es para cuándo usted me penetre o cuándo le haga sexo oral —Sabía lo que era, pero que me lo explicara me excitaba más—. Compré uno de sabor fresa, leí que este que compré es compatible con los preservativos, así que me gustaría usarlo.
Pensé que ella lo abriría o algo, en cambio, volvió a subirse en mí, sin sentarse, todo para besarme. Era tan atrevida que cada día me sorprendía más, así como me volvía loco, quería saber de todo lo que era capaz de hacer. Dejó mis labios y fue a mi cuello para chuparlo, mi Dios del cielo, su lengua salió cuándo bajó a mi pecho para lamer, ella era...
Miré como me miraba mientras bajaba a mis pezones, los cuales se llevó a la boca, ¿por qué? Se sentía fenomenal, y así es como ella se sintió cuándo yo lo hice, no pararé de hacerlo ahora. Jadee involuntariamente por la excitación y como me dolía más el miembro. Chaeyeon solo jugaba conmigo, pero me encantaba, ella era capaz de hacer sentir cosas que no sabía que se podían.
Bajó, besando debajo de mi ombligo, justo como yo lo hice. Volvió a estar de rodillas, pero no tocó mi miembro en ningún momento, simplemente besaba al rededor, haciéndome perder la razón. Gracias a que tuvo compasión de mí, con su dedo tocó la punta, para después simplemente darle un beso también, haciendo que echara la cabeza hacia atrás, desesperado. No podía ya con esta agonía, me iba a matar si no hacía algo.
La tomé por los brazos, subiéndola a mi regazo, notando su asombro. Quité el cabello que se había quedado cubriendo su rostro por los movimientos, y dándole un corto beso en sus labios.
—Mi amor, deja de jugar conmigo.
—No estoy...
—Oh vamos, mejor muéstrame que escondes debajo de tus sabanas, déjame desnudarte por completo y dejemos de jugar.
Sus brazos se envolvieron en mi cuello, dejando un beso también en mis labios.
—Está bien, vamos a la habitación y no te olvides de mi bolsa.
Así como me dijo, hice. Me puse de pie, poniendo mis manos sobre sus muslos para que enrollara sus piernas en mi cintura. Dejé una mano libre, tomando la bolsa que me dijo, dándome la vuelta directo a su habitación, que estaba detrás del sofá. Su piel contra la mía era una de mis cosas favoritas, ya podría apuntarlo en mi lista imaginaria.
Una vez dentro, escuché como esta cerró la puerta. Miré su habitación, era tan bonita y ordenada, menos por la ropa que vi que tenía en el suelo, que seguramente era la que se acababa de quitar. Di un par de pasos, ya estando frente a su cama, donde pensé en dejarla, pero antes ella decidió que la bajara.
Fue a subirse a la cama, gateando hasta el respaldar donde me dejó la vista de su bonito trasero. Suspiré aguantando mi instinto animal o lo que sea para no ir tras de ella como un loco. Vi como se sentó, llamándome con esa mirada sexual que todo este tiempo me ha dado.
De la misma forma fui hasta ella, como un desesperado. Dejé la bolsa a un lado, queriendo besarla, pero esta volvió a sacar el lubricante, el cual abrió y tomó mi mano para llenarla de ese líquido.
—-Director —Miré como guiaba mi otra mano para que quitara esa linda, pero estorbosa prenda—. Director... tóqueme.
Murmuró, haciendo que mi cuerpo se estremeciera. Hice que esa braga se deslizaran por sus bonitas piernas, hasta tirarla en el suelo, viendo como instantáneamente esta dejó abiertas sus piernas, dejando una vista aún más deseable. Eso hice.
Sin dejar de verla, con ese líquido en mis dedos, fui hasta su parte íntima, la cual estaba bastante mojada. Esta de inmediato abrió sus preciosos labios cuándo la toqué. La masturbé, insinuando en diversas veces de que la penetraría, hasta que sentí el apretón de su mano contra mi espalda, que decidí meter dos dedos dentro suyo, provocando sus dulces y ruidos gemidos.
Hice que abriera más sus piernas, acomodándome mejor, lo que hacía que quedara cerca de sus labios. Mis dedos no dejaban de penetrarla, y más, y más rápido, pero quería ver eso que decían, en como puedo hacer que llegue hasta el final, en como su cuerpo expulse todo eso.
Sus uñas se hicieron presente en mi piel, pero seguí concentrado en mis dedos, hasta que esta hizo que esta quería que me detuviera.
—Un momento.
Confuso me detuve, todo para caer en su trampa. Hizo que ahora yo estuviera debajo de ella, mientras sus manos se sostuvieron contra mi pecho. Parecía que le hacía falta la respiración, y ahora a mí me faltaría, al sentir como puso mi miembro contra mi piel, y ella sentada encima, ¿qué iba a hacer? Miré a detalle como ponía más lubricante, para después masturbarse con mi miembro, haciéndome ver el cielo. Y es que no estoy seguro si eso se sentía bien para ella, puesto que me encontraba demasiado duro.
Sus senos subían y bajan, los quería meter a mi boca, estaba deseoso, más al sentir como iba más rápido y me dolía, hasta que sentí húmedo mi estómago. Llevé mi mirada a mi estómago, que había eyaculado encima de mi mismo, había explotado literalmente, pero quería seguir, ella era la culpable.
Y antes de poder hacer algo, vi como acercaba su rostro a mi vientre, sacando su lengua para lamer. No podía dejar que hiciera eso, pero mi mente estaba completamente nublada en la excitación, sintiendo su lengua pasar por mi piel, en como sus ojos me miraban tan obscena, ella me estaba volviendo loco y no sé cuántas veces he pensado eso.
Jugaba conmigo, ahora comprendo que a esto se refería todo este tiempo, no la puedo culpar. Esto es tan... adictivo cuándo se trata de hacerlo con alguien que te gusta, experimentar, juegos preliminares, eso fue lo que leí después de escuchar eso que me dijo en mi oficina. Casi parecía un vejete solo por no saber tantas cosas que me daban un poco de pudor, al ser cosas normales.
Mi miembro estaba erecto nuevamente, esa sensación no se iría hasta que termináramos esto bien. Tomé su cuerpo, con cuidado, para no parecer brusco, quedando ahora encima de ella.
—Director... —Sus ojos negros brillaban, parecían más grandes y tiernos, no podía hacerme esto— ¿Ocurre algo malo?
Cerré mis ojos, no podía creer que hace unos leves segundos era tan obscena y ahora simplemente me parece adorable, con ese tono de voz tan lindo, maldita sea, estaba enamorado de ella a pesar de que jugaba conmigo.
—Nunca harías nada malo, aunque tú eres mala conmigo.
Bajé mi mano para acariciar su pierna, mientras esta pasó su brazo por mi cuello.
—¿Mala? Director Jeon, usted es el malo conmigo.
—¿Yo? —Asintió inocente. Mientras mi mano subía a tocar su muslo, haciendo que abriera sus piernas, ella acariciaba mi cabello— Jamás trataría de ser malo contigo, en cambio, tú haces que me desespere.
Su dedo se pegó contra mis labios, viéndolos también.
—Sabe, no puedo creer que estemos desnudos aquí, a punto de que...
—¿De qué?
Murmuré, sintiendo su respiración acelerada a causa de mi mano que se escabullía a tocar su intimidad. Pero no lo hice, simplemente estuve cerca, viendo su rostro impaciente.
—Usted se está vengando de mí, simplemente tómeme, soy toda suya, director Jeon.
Gracias a Dios, no podía más.
Si no mal recordaba tenía unos condones, pero antes de levantar a buscarlos, esta me señaló la bolsa que dejé en la mesa. La tomé, abriéndola. Había dos paquetes, el cual saqué el conocido, una caja de condones nuevo. Lo miré de reojo, parecía bueno, hasta mejores de los que pedí por internet por el simple echo de decir que eran invisibles, ultrafino y de paso, extralubricado, una verdadera joya por lo visto.
Abrí la caja y saqué un sobre, el cual rompí y me lo puse, sintiendo la mirada de ella sobre cada movimiento.
Después de hacer eso, tomé sus rodillas e hice que separara sus piernas. Me recosté un poco sobre ella, tomando mi miembro y acercándolo a su entrada, sin dejar de ver sus ojos. Introduje la punta, viendo como poco a poco sus labios se abrían y sus ojos se ponían llorosos hasta que todo mi miembro estaba dentro de ella.
Antes de moverme, tomé sus manos y las coloqué por encima de su cabeza, debía asegurarme de que estaba vez no tuviera marcas en mi espalda. Empecé a hacer embestidas lentas, mientras trataba de sostener sus manos con una mano, mientras que la mano libre, fue a tomar su pierna para levantarla un poco.
Gruñí suavemente por lo bien que se sentía, así que lo hice más rápido. Pasé mi mano a acariciar su cuerpo, su bonita cintura, hasta sus senos, los cuales en algún punto los llevé a la boca, pero era imposible por qué necesitaba hacerlo más rápido.
Miré su rostro, como mantenía la boca abierta, gimiendo tímidamente y sus ojos cerrados. Esta imagen era demasiado y perfecta para que solo yo pudiera presenciarla, íntima, deseosa, que quería que disfrutara más, así que me detuve. Me miró confusa, pero yo simplemente solté sus manos. La tomé de sus caderas, haciendo que se girara, quedando boca abajo.
Aun mis manos en sus caderas, hice que levantara un poco su trasero, haciéndome tragar saliva por los pensamientos que invadieron en mi cabeza, tan deshonesto, joder, da igual eso ahora. Miré apenas como se veía el perfil de su rostro, mientras que su pecho estaba completamente contra la cama. Se veía todo tan claro, que metí mi miembro nuevamente en su entrada, viendo como se introducía, era demente.
Sus gemidos se estaban volviendo más sonoros, al igual que mis quejidos, por lo bien que se iba sintiendo, hasta que empecé a sentirla un poco apretada. Masajee sus glúteos, viendo como su piel se tornaba roja. Las embestidas estaban siendo más rápidas, lo podía sentir.
Vi como Chaeyeon tomaba con fuerzas las sabanas de la cama, mientras gimoteaba cosas que no podía entender, puesto que se combinaba con mis gruñidos que salían involuntariamente desde mi garganta, chocando mi pelvis contra su piel, provocando ese sonido obsceno de nuestro cuerpo.
—Ah, espere... Di...
Miré como una de sus manos bajó a su intimidad, a masturbarse mientras yo seguía con lo mío. Sus piernas empezaron a temblar, hasta que vi como su mano volvió a las sabanas, apretándolas. Bajé mi mirada, viendo como mi miembro al salir un poco se notaba su eyaculación. Seguí unos segundos más, sintiendo una gran presión de que iba a llegar, así que me salí de ella para poder masturbarme. Quité el condón y antes de que pudiera tocarlo, miré como Chaeyeon con dificultad se dio la vuelta, gateando hacia mí.
Sin más, hizo que me recostara y llevó mi miembro a su boca, que con solo sentí su lengua, sentí como salía mi eyaculación, pero esta siguió chupando. Toqué su cabeza, siguiendo el ritmo que ella tenía, ¿era tan buena en todo lo que hacía? Suspiré con fuerza sintiendo un escalofrío recorrer por todo mi cuerpo, para después mirar a una Chaeyeon con la boca completamente sucia.
Salí del baño, secando mi cabello con una toalla. Miré al perrito Yanchi si no mal me equivoco durmiendo placidamente, me pregunto como pudo estar así después de todo el bullicio de hace unos minutos. Llegué a la habitación, donde miré a Chaeyeon acostada en la cama, con mi camisa puesta, mientras abrazaba una almohada.
No podía creer que era ella la que hizo todas aquellas barbaridades. Me acerqué para poder acostarme a su lado. Dejé la toalla a un lado, sentándome primero en la cama. Quité esos cabellos traviesos de su rostro, acariciándolo luego, para ver esos ojitos viéndome.
—Casi me quedo dormida.
Se sentó en la cama, quedando frente a mí. Parecía cansada, era normal, era media noche, y ojalá poderme quedar a dormir, si tan solo no me hubieran llamado.
—Puedes dormir si así lo quieres.
Vino a mí, abrazándome, para después darme un corto beso en mis labios.
—¿Se irá? —Asentí, dándole otro beso— Ojalá pudiera quedarse
—¿Te gustaría que me quedara a dormir?
—Sí.
Quería volver a esos deliciosos labios, hasta que un ruido nos asustó. Me giré, viendo como algo se cayó de la parte de arriba de su armario –el cual estaba abierto–. Me puse de pie para querer levantar lo que parecía ser una caja de color grisácea y negra, que por lo visto se salieron un poco de cosas al caer boca abajo. Cuándo estuve cerca, miré la mitad de una foto donde salía ella, pero no pude recogerla, puesto que Chaeyeon se levantó de prisa y recogió más rápido la caja que yo.
Tomó unos papeles y esa foto para meterla dentro de la caja, un poco nerviosa que solo me dejó pensando. Mientras guardaba todo, pude percatarme de que al lado de ella, en esa foto, estaba un hombre el cual casi no miré bien su rostro, tal vez era algún familiar.
Bueno, no iba a prestarle atención a ello, seguro no tendrá importancia. La seguí con la mirada, como intentaba guardar la caja de nuevo en esa parte de arriba del armario, el cual no alcanzaba y le ayudé a ponerla.
—Gracias.
Me ignoró, yendo a recoger la ropa que estaba en el suelo. Fui a detenerla, tomándola de la cintura, quedando cara a cara.
—Chaeyeon, puedes hablar conmigo de lo que tú quieres, yo no te juzgaré, ¿vale? Nunca lo haré.
Lo digo porque no tengo ni idea de por qué se habrá puesto así, también me hace pensar en lo del tatuaje, que si tiene que ver con algún ex, que parece bastante retraída de vez en cuándo, que no es como que la presionaré, pero me gustaría que se abriera más conmigo en este sentido.
Al ver como asintió para luego bajar la cabeza, hice que la subiera tomando su quijada, depositando un beso en sus labios.
—La próxima vez que venga, ¿se quedaría a dormir?
Solté una sonrisa.
—Me aseguraré de que así sea.
Después de besarla sin querer despegarme de ella, le ayudé a arreglar un poco, cambiándome –quitándole mi camisa, puesto que yo no llevaba otra–, deseando no tener que irme. Lo más gracioso es que venía para estar solo unos momentos, pero al final fueron varias horas que acabaron siendo un sueño.
Me despedí de ella como tres veces, entre besos, así salir de su casa. Ay Chaeyeon, estás haciéndome sentir tan eufórico cuándo me encuentro a tu lado, en como tu piel se junta con la mía, tu suave voz resonando en mis oídos, ni hablar de la forma en la que me miras que no tiene explicación alguna, como mi cuerpo ya está volviéndose loco con una de tus caricias. Tengo miedo de que esto no vaya más en serio, pero para mí, podría querer tenerla siempre a mi lado.
Estaba camino a casa, un tanto molesto, ya que no podía estarlo del todo. Cuándo Chaeyeon se estaba bañando, recibí una llamada de Sun Ah, diciéndome que necesitaba un par de cosas de Eunche que se le olvidaron. Insistí en que podía ser mañana, pero por lo visto mañana temprano saldrían a no sé donde, no entendí muy bien.
Y no puedo sacarme de la cabeza ese instante en que se levantó de la cama de prisa, nerviosa, ¿tenía algo que esconder? No, no podía volverme paranoico, peor ahora que estaba tan bien con ella.
Me despejé un poco con algo de música, hasta que llegué a mi edificio. Dejé el coche en el garage, para después ir hasta el ascensor. Miré mi cabello en el espejo, lo tenía bastante largo, ya me estaba costando peinarme, formal, deberé cortarlo un poco. El sonido de que había llegado a mi piso se hizo presente, así que me di la vuelta, las puertas se abrieron, dejándome a la vista a Sun Ah.
—Oh, Hola.
—"¿Oh, Hola?" ¿En serio Jungkook? Llevo casi dos esperándote como una tonta, dijiste que ya venías y no fue así —Suspiré. La ignoré un poco, yendo hasta mi puerta, la cual abrí, escuchando lo enfada que estaba, casi nunca la veía así— ¡¿Me estás escuchando al menos?! Si no hubieras cambiado la contraseña de tu casa no tendríamos esta discusión.
Me giré después de encender la luz.
—-Escucha Sun Ah, yo ni siquiera estoy discutiendo contigo, no te enfades. Además, no estamos juntos, sería extraño que tuvieras mi contraseña, hasta podrías dejar las llaves ahí.
Se notaba ofendida, podía entender que es la primera vez que le digo algo tan... sincero. No lo hago para dañarla, pero era la verdad, no sé por qué se ponía así.
—Sabes, esto es increíble —Bufó, acercándose a mí—. Lo que más me molesta es que me ignoras, dijiste que ibas a estar aquí pronto y he tenido que dejar a la niña sola, durante dos horas, la he llamado y no me contesta, de paso, vienes tarde y lo peor que oliendo a perfume de mujer. ¿Tú crees que no son razones para estar enfadada?
Levanté mis cejas, en señal de sorpresa por qué no me esperaba lo último, vaya, lo que me faltaba. Llevé mis manos a mi rostro, tratando de no enfadarme o algo por el estilo.
—Ve a la habitación de Eunchae y busca lo que necesitas.
Me di la vuelta, dejándola ahí sola para dirigirme a la cocina. Esto era lo que ni siquiera pensé. La relación oficialmente terminó hace años, pero seguimos frecuentándonos un par de veces, los besos eran lo cotidiano, hasta que puse un límite al tener algo con Chaeyeon, pero ni siquiera hablé de esto con ella, no sé si sería lo adecuado, tampoco lo fue para ella cuándo me engañó hace tiempo.
•
Espero hayan disfrutado
(seguidme en Instagram, subo cositas)
—Herbst
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