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JJK | 023.

Me levanté del suelo después de no haber encontrado el desengrasante para el motor del coche. Voltee a ver a todos lados, hasta darme cuenta de que la botella estaba en la mesa donde Eunchae hacía sus deberes.

Fui hasta ella, viendo de reojo como no hacía lo que realmente debía, solo dibujaba cosas en su hoja en blanco.

Ya ha pasado una semana y media desde que la castigué por haber peleado en la escuela. Después de escuchar como se gritaba aún cuándo salíamos de ahí, me hacía entender que necesitaba un poco más de disciplina, algo que la ha tenido, por ello me sorprendía su comportamiento. Al llegar a casa esa noche, simplemente quise entablar una conversación normal, pero solo escuchaba "no entiendes papá, ella estaba equivocada, no me dejó otra alternativa". Llegar a los golpes no era una alternativa, sea cual sea el problema, debía haber una solución, más cuándo se trataba de un tema no tan grave, que sigo preguntándome todo lo que ella piensa en verdad.

La discusión la inició Haerin –algo que admitieron ambas–, por lo visto esta le contó a Eunchae como su padre, Taehyung, se había besado con una extraña. Ese mismo dilema en el que la hija única tiene el pensamiento de que su padre no puede hacer una vida normal y corriente, ya que quiere que regrese con su madre. Según dijo Eun, Haerin solo estaba insultando, hasta a su padre, que tuvo que decirle que debía dejar a su padre ser feliz.

Una cosa llevó a la otra, puesto que Haerin le dijo "Yo siempre he querido tener a mi familia unida y feliz, no es mi culpa que tú te conformes con tan poco". Supongo que las cosas se agravaron a tal punto, que Eunchae la empujó, por tanto, que la insultó, la otra no se dejó y así acabaron hechas un desastre.

Quise entender el punto de Eun, pero esta no dejaba de gritar por lo molesta que estaba, hasta tal punto de llorar por qué no entendía como su amiga era tan egoísta y porque le había dicho cosas tan crueles. Además de molestarse conmigo, por tener la pasajera creencia de que ella no había hecho nada malo.

Regresé a mi coche, con el desengrasante en mi mano. Rocié bien todo el compartimiento del motor con el spray mismo. Me detuve unos segundos, todo para ver como mi pequeña se ponía a mi lado, para ver que era lo que hacía.

No me gustaba verla tan seria, pero quiero que aprenda cuándo aún sientes que tienes razón, ciertas cosas no son aceptables hacerlas.

—¿Me quieres ayudar?

Me miró y asintió alegre. Cuándo era pequeña siempre se ilusionaba con ayudarme en todo, buscaba cada cosa que le pedía, hasta aprenderse los nombres. Tomé un pañuelo de tela para poder limpiar, quitando todo el sucio que se había escurrido.

Terminamos de hacer la limpieza correspondiente, entre bromas, viendo como soltaba una sonrisa de vez en cuándo. Su madre y yo hemos visto por ella en todo momento, no nos arrepentimos de haberla tenido, pero aun así fue difícil saber como actuar en ciertos momentos.

Al paso de los años, comprendí que podía darle libre albedrío, ya que como padres debemos dejar que ellos cometan sus propios errores, pero sin olvidar que estamos para aconsejar y no para juzgar.

—Papá —La miré— ¿Quién es la persona que viene a comer?

Tomé un trapo para limpiar mis manos, para después cerrar el capó. No había ido a trabajar por la tarde, ya que recuperaría esas horas mañana sábado, por la mañana, por eso mismo decidí comentarle a mi viejo amigo que podía venir.

—Es una secreto, ya lo verás cuándo venga.

—Agh, papi.

—Ya lo verás, no seas impaciente. Mejor ve a ducharte y acabar los deberes de la escuela.

—Tengo el fin de semana.

—Eunchae.

Hablé firme.

—¡Vale!

Aun estando de espaldas a ellas, estoy seguro de que habrá hecho alguna mueca rara con sus labios. Tomé mi caja de herramientas para colocarlas en su lugar, al igual que las demás cosas que tenía en el suelo. Miré mi vieja motocicleta a un lado, la había tenido abandonada, tal vez algún día le daré un vistazo.

—Iré a ducharme, cuándo acabes tus deberes, haz lo mismo, por favor, que debemos cocinar.

—¡Sí!

Dejé el garaje, pasando por mi estudio, que miré lo ordenado que lo había dejado Eunchae. Seguramente me dirá que mantenga este lugar de esta forma, aunque solo ordenó ciertas partes, ya que sabe que la otra mitad es como mi propio desorden, que solo mirar esa mesa me trae recuerdos de Chaeyeon.

Aún no puedo olvidar el tacto de su piel de ese día que lo hicimos aquí mismo, ni sus besos, peor lo que hizo la semana pasada en la casa de sus padres. No sé como se atrevió a hacer eso, aún me recorren escalofríos por todo mi cuerpo, era increíble, más como movía su lengua... sus manos...

Suspiré, era un recuerdo lleno de obscenidades, no entiendo como pude salir de ese lugar tan normal, hablar con sus padres e irme tan campante ¿Realmente a Chaeyeon le gustan estas cosas? Y es que no tenía nada de malo, pero me parecía tan atrevido de su parte, más diciendo que podía volverme más loco, ¿en qué estaba pensando?

Llegué a la casa, yendo directamente hacia mi baño. Quité mi camisa blanca de tirante, que estaba completamente sucia, casi como siempre quedaba cuándo iba al garaje. Me metí a la ducha para quitarme toda la suciedad, para después meterme aunque sea unos segundos a la bañera, donde me relajé completamente.

Había traído mi móvil y empecé a escuchar como vibraba. Tenía la toalla a un lado, así que sequé mis manos y lo tomé, dándome cuenta de que se trataba de ella.

—¿Hola?

Solo con su voz ya me traía loco.

—Hola mi amor.

No escuché nada al fondo, lo que me trae recuerdo a que hace unos días, cuándo nos vimos "por casualidad" en su empresa, le dije "mi amor" por primera vez, haciendo que quedara pasmada, transformándose sus orejas en un color rojo de la vergüenza, era gracioso ver como se puso tan nerviosa.

—Yo... yo lamento molestarlo... solo quería saber de usted, ya que no le contesté ayer.

—No me molestas, nunca, peor ahora que has hecho que me relaje más. Acabé de limpiar el motor de uno de los coches que traje de la empresa y ahora estoy en mi bañera. Dime tú, ¿cómo has estado? ¿Cómo fue el trabajo?

Dejé mi móvil en altavoz, para ponerlo a un lado, mientras acomodaba mi cabeza.

—Así que ha hecho cosas productivas —Cerré mis ojos, esperando a que dijera más, pero hizo una larga pausa—. En mi trabajo fue un día normal, como todos. Ahora estoy ya en casa, le di de comer a Yanchi, me duché y estoy metida en mi cama.

—¿No cenarás?

—Mmm, tal vez.

Ahí ese silencio. Cuándo estamos en persona, simplemente me mira para luego evitar mi mirada, pareciendo inocente cuándo es tan atrevida que hace que mi miembro se ponga de una forma extraordinaria.

—Chae

—¿Sí?

—Mañana me toca trabajar, pero me gustaría saber si estarás por tu casa, para pasar a verte un momento después de salir.

—Estaré en casa, posiblemente, tal vez salga por la mañana. Pero le esperaré, bueno, le esperaremos, Yanchi y yo.

Sonreí, me gusta tanto. Abrí mis ojos, viendo la pantalla de mi móvil que estaba encendida, y la llamada seguía.

—¿Crees que le caiga bien a tu perro Yanchi?

—Pues deberías, digo, eres mi novio, él debe aceptarlo.

Solté una risa. Apoyé mi cabeza sobre mi mano, cerrando mis ojos nuevamente e imaginándome su rostro.

—Sabes, me gustaría que me llamaras Jungkook.

—Director Jungkook, así me gusta más, ¿no es acaso usted director?

Su voz se estaba volviendo más suave, que me recorría un escalofrío por todo mi cuerpo.

—Bueno, pero no soy tu director.

—¿Cómo que no, acaso no es mi director Jungkook? Yo creí que era mío.

Esbocé una sonrisa de oreja a oreja, avergonzado, me estaba matando. No podía continuar, seguramente si la tuviera enfrente estaría besándola ya, por todo lo que hace en mí.

—Será como tú digas, mi amor.

Me hacía sentirme en las nubes, pero tampoco dejaría la oportunidad para expresarle como me hacía sentir a mí. Escuché poco lo que dijo después, ya que los toques a mi puerta me asustaron.

—¡Papá! ¡No hay agua caliente!

Escuché detrás de la puerta, era Eunchae.

—¿Director?

—Lo lamento, tengo que cortarte. Más tarde te mandaré un mensaje.

—Está bien, adiós.

Miré que colgó, así que me puse de pie para tomar mi toalla y secarme un poco, para después salir, encontrándome a Eun enfrente.

—¿Qué pasa?

—¿Con quién hablabas?

—Ah, con nadie. Vamos.

Sentí su mirada extrañada. Fui a revisar la caldera de la casa, dándome cuenta de que no estaba activada el agua caliente. Regresé a mi habitación después de arreglar todo, para vestirme, poniéndome un jean y una sudadera.

Tomé mi móvil, todo para ver que estaba en el chat de Chaeyeon. Quise ver su foto de perfil, y solo pude sonreír como un bobo. Era una foto junto a su cachorro, se miraba tan hermosa. Escuché el timbre sonar, así que fui con prisa a abrir, ya que creo que se trataba de él.

Llegué hasta la puerta, abriéndola y dejándome ver a ese que ahora era pelinegro.

—¡Park!

Dejé que entrara, abrazándolo después. Eran bastantes años de no ver a mi amigo del alma en persona.

—Guau, cuánto has crecido, y tienes más arrugas.

Cerré la puerta, girando y viendo como justo iba saliendo Eun del pasillo de las habitaciones.

—¡Tío Jimin!

No tardó mucho a llegar donde él, lanzándose a darle un fuerte abrazo. Aguanté las ganas de empezar a reírme, pero era tan gracioso que una niña de 16 años fuera casi de la misma estatura que él.

—Mi Eun, preciosa, ¿cómo estás? Dios, cuánto has crecido.

—Un año más y te alcanza.

Me miró amargado, solo haciendo que me riera a carcajadas. Si no mal me equivoco, hace 4 años desde que se mudó a París, ya que desde su empresa lo trasladaron y no se quejó, puesto que le gustaba estar por Francia casi siempre.

Nos sentamos en el sofá, mientras escuchaba a Eunchae hablaba feliz con Jimin, hablando sobre cosas que supuestamente ha hecho durante estos años, en como había aprendido a bailar, que le enseñara, que era buena pintora y más, que simplemente me dediqué a escuchar con una sonrisa, por lo menos estaba alegre. Ni hablar de Jimin, que siempre ha querido tener una hija.

Cuándo tenía 14 años, mis padres y yo nos mudamos a Seúl. Me inscribieron a la misma escuela donde estudiaban Taehyung y Jimin que eran amigos ya. Es extraño como llegamos a ser amigos, puesto que iban dos grados más que yo, eran casi los más famosos, mientras yo era un niño tímido, cuándo no se trataba de deportes.

La puerta volvió a sonar, así que me puse de pie para ir a abrir. Se trataba de Taehyung, que le comenté que Jimin vendría. Estaba solo, normal que Haerin no haya querido venir.

—Pero bueno, al fin decidiste visitarnos.

Se puso de pie para ir a saludar a Tae. Parecía casi una reunión familiar. Eunchae estaba más emocionada, que se lo llevó a su propio estudio que yo le había dado, para enseñarle a Jimin todos los proyectos que ella tenía, mientras que Tae y yo hicimos la comida.

Pusimos la mesa, donde nos sentamos a comer. Fue tan ameno, gracioso y sin lugar a duda nostálgico. La última vez que estábamos así, en la mesa estaba Sun Ah, Haerin, una novia de la época de Taehyung y la pareja de Jimin. Supongo que las cosas cambian.

—Tío Jimin, no nos has dicho como le pediste a tu novia que se casara contigo.

Metí un trozo de carne a mi boca, viendo a Jimin que solo sonrío. Era verdad, hace un mes nos enteramos de que le pidió matrimonio a su novia, con la que lleva también varios años. La verdad nos sorprendió, no por qué no se amaran, pero esa mujer no nos agradaba tanto.

—Es raro que no te lo enseñaran. Fue en París, en un hotel frente a la torre Eiffel.

—¡¿Se lo pediste enfrente de ese monumento?! ¡Qué romántico!

La mujer es una gran modelo y empresaria del mundo de belleza de Corea del Sur, la cual se mudó a París, misma razón por la que Jimin aceptó irse a allá. Esa mujer era tan pesada, siempre querían que la vieran "perfecta" cuándo la grabaran, lo que hizo que en diferentes periódicos y medios televisivos se enteraran de su propuesta de matrimonio.

—Eunchae, es ella —Miré como Jimin le mostraba diferentes fotografías desde su móvil—, aquí es cuándo le di el anillo.

—Dios te bendiga y te guarde en esa atadura.

Todos miramos al mismo tiempo a Taehyung. A veces decía comentarios fuera de lugar, todo por qué a él nunca le fue bien en su matrimonio.

—¿Por qué sería una atadura Tío Tae? Ellos se aman, han estado 5 años juntos y ya era momento en que se casaran. ¡Mira las fotos, se ven hermosos y enamorados!

—A veces las cosas no...

—Ya está.

Dije, un poco firme para que guardara silencio. Se le olvida que hay una niña entre nosotros. No es cosa del otro mundo saber que las cosas en ciertas ocasiones no salen como se espera, pero es que no podemos decirle a alguien algo así cuándo tiene un ideal del amor.

La comida continuó, hasta que cambiamos de tema. Terminamos de comer, y entre todos lavamos los platos, limpiamos y decidimos irnos al sofá, menos Eunchae, que le dije que podía ir a su habitación si deseaba, así que se despidió y se fue. No es como si no quisiera que ella estuviera aquí, pero estoy seguro de que se hablaran temas en los cuales ella no debía escuchar.

—Jungkook, sigo sorprendido de lo alta que está Eunchae.

—Pues tal vez heredó mi altura.

—¿Dónde está Haerin? Creí que le avisarías que vendría.

—No sé lo dije, pero está castigada, así que no tiene permiso de salir, ni conmigo. Luego te contaré.

—Bueno, actualicémonos un poco. Primero Jungkook, luego Taehyung porque no me interesa mucho.

—¡Oye!

En verdad era como estar en casa. La charla se volvió tan larga, que tuve que sacar unas latas de cervezas, mientras moríamos de risas por las tonterías que podíamos decir al paso de los años. Taehyung hablando sobre su trabajo, los problemas amorosos y de su hija, mientras que yo me quise reservar a Chaeyeon, hasta que este tonto habló.

—¿Cómo que por fin dejaste a Sun Ah? —Se bajó del sofá para ponerse de rodillas, alzando las manos al cielo— ¡Un milagro!

—No os aguanto más, váyanse de mi casa.

—Pero cuéntale, dile que todo empezó por un sueño donde tenían sexo.

Tapé mi rostro, solo escuchando a Jimin sorprendido haciendo miles de preguntas.

—No les hablaré más de ella, hasta que maduren. Pero solo deciros que fue ella que tuvo más iniciativa en confesar lo que sentía por mí, así que me tocó ser valiente y atreverme.

—¿Atreverte a cumplir tu sueño? No sabía que tenías ese tipo de deseos, creí que tu sueño era ser alguien en la vida.

Bufé, levantándome del sofá para alejarme de ellos. No hubiera sacado el alcohol.

—No te enojes amorcito, ven acá. Nos toca hablar de Jimin —Volví, no por qué me ofrecieron otra lata de cerveza—. Ajá, dinos la verdad, ¿estás seguro de casarte con YooMin?

Ambos miramos a Jimin, que solo miraba a un punto fijo, con sus mofletes rojos.

—No tienen ni idea de lo seguro que estoy. Estuve un mes entero preparando esa propuesta, recordando todo lo que hemos tenido que pasar, en como ella quería casarse, entonces simplemente lo hice.

—Pero, ella quiere casarse, ¿tú también?

—Si no lo estuviera, no se lo hubiera pedido.

Tenía razón.

—Jimin, yo me tuve que casar con Jiwon por qué su padre me obligó, ya que estaba embarazada de mí. Lo hice por mi hija, a pesar de que sentía algo por Jiwon, no amaba hacerlo.

Otro punto que también Taehyung tenía razón. Guardé silencio, escuchando como intercambiaban opiniones, casi sin bromear ahora. Aprendo mucho de lo que piensan, aunque no por ello lo comparto. Cuándo la noche cayó bastante, no pude dejar que se fueran a sus casas tan ebrios, así que les dije que se quedaran, pero en el sofá los dos.


[...]


Creí que iba a terminar más pronto, pero no fue así. Sewan no dejó de traer papeles y más papeles, informes, cosas que debía revisar. No tuve ni un segundo de descanso, apenas para comer un poco que me obligaron. Además, hace unos minutos tuve una reunión con el CEO de la empresa, que regresó de un viaje de negocios, así que debía comentar toda la situación del juicio, ya que era el encargado.

Tomé mi abrigo, revisé que todo estuviese apagado y salí de la oficina. Sewan ya se había ido, puesto que le dije que podía retirarse. Me dolía mucho el cuello, había estado muchas horas cabizbaja escribiendo a mano ideas de negocio, que era más simplificado a mi parecer. Llegué hasta el garaje de la empresa, para emprender camino a donde he querido ir durante todo el día.

Ya conocía a la perfección la dirección, así que con tranquilidad manejé hasta ahí, agradeciendo que no hubiese tanto tráfico. No sé si es correcto pensar que es lo mismo, pero me siento justo como hace años, cuándo salía de mi trabajo desesperado para ir a ver a mi Eunchae pequeñita junto a la mujer que supuestamente amaba. Ahora el sentimiento es casi similar, siendo a la vez diferente, ansioso por encontrarme con Chaeyeon.

Ella ha despertado todo lo que había desaparecido dentro de mí, esas ganas de no solo pensar en mi trabajo, sintiendo algo más allá, algo real entre ambas partes, no aferrados por lo que creíamos.

Aparqué frente al edificio donde ella vive, justo viendo como estaba bajándose una mujer de una motocicleta. Salí de mi coche, asegurándome que quedara todo cerrado. Me quedé pasmado al darme cuenta de que la mujer que se bajó de esa vespa era la misma Chaeyeon. Después de quitarse su casco, peinó su cabello, descubriendo que yo estaba ahí, observándola.

Me acerqué sin creerlo, así que de esto se trataba cuándo hablaba ilusionada de una moto. No podía sorprenderme más.

—Vaya, qué atractiva te mirabas bajando de esa vespa.

—Hola, director.

Su sonrisa alteraba mi corazón.

—Que bueno haber venido a tiempo, te echaba de menos.

Y antes de que pudiera decir algo, tomé su rostro entre mis manos, acercándola a mí y depositando un beso sobre sus labios. Eran tan suaves sus, y fríos, casi igual que su nariz, seguramente por venir al aire libre.

Hizo que me separara de ella, viendo como miraba al rededor de nosotros.

—Estamos en la calle, no puede besarme así por así.

Pasó sus dedos por sus labios, solo deseando volver a ellos. Tomó mi mano, moviendo su cabeza, para que entráramos al edificio. Eran un edificio de seis pisos, sin ascensor, pero al menos ella vivía en el cuarto piso, podía servir para hacer un poco de ejercicio.

Tengo el recuerdo cuándo vine a buscarla esa primera vez, fui tan insistente, algo bueno que si no ahora mismo no estaría aquí con ella, como su pareja.

Abrió la puerta, dejándome pasar luego. El lugar era bonito, como recordaba, al igual que esas flores que tenía en la mesa frente a su sofá, eran las mismas que yo le traje hace varias semanas. Tenía un par de pétalos marchitos, que solo podían marchitar a las otras rosas. La próxima vez que la vea, le daré otro ramo de flores, ya que parecía que las cuidaba bien.

Volví a verla, que dejó el casco en algún lugar, llegando a mí con su perrito en sus manos y después dejarlo en el suelo. Este me ladró un par de veces, así que me agaché para jugar unos segundos con él. Su pelaje era tan blanco como la nieve, olía bien y era más que juguetón.

—¿Cómo ha estado hoy?

Volví a mi postura, viendo como esta me hacía una señal para sentarnos en su sofá. A pesar de lo pequeño que era, su casa era más agradable que cualquier otra.

—Un poco cansado, tengo el cuerpo bastante adolorido por estar tanto tiempo sentado. Dime tú, ¿dónde andabas?

—Como sabía que vendría, fui a comprar unas cosas —La seguí con la mirada, viendo como se puso de pie, para colocarse detrás del sofá, justo detrás de mí—. Así que está cansado, ¿quiere que le haga un masaje?

Y antes de que pudiera decir algo, sus manos tocaron mis hombros, para masajear, subiendo un poco a mi cuello. Se sentía como unas manos angelicales haciendo un milagro.

—Eres buena.

Cerré mis ojos, quejándome un poco porque en verdad me sentía cansado y estresado.

—Claro que lo soy, en muchas cosas.

Esbocé una sonrisa, cada vez que decía ese tipo de cosas me revolvía el estómago. Puse mis manos sobre las suyas, queriendo que se moviera para ver su rostro, pero, en cambio, recibí un beso en mi cuello.

—Chaeyeon, no vine aquí para que me dieras un masaje, solo quería verte, hablar un poco contigo.

Sin soltar mi mano, volvió al frente, pero a sentarse en mi regazo.

—Es un malagradecido, director.

Tomé su mano para darle un beso en esta, para después otro en sus labios.

—Gracias, pero prefiero besarte, así no estaré tan cansado.

—Pues tal vez se canse un poco, pero haré que tenga una buena noche.

—¿Qué es lo que harás?

Tragué saliva, esta mujer me quería matar. Quise volver a besarla, pero solo rozó mis labios, para luego susurrar las palabras que hicieron enloquecer a mi miembro.

—Primero, nos iremos a dar una ducha por separado, después saldremos desnudos y solo yo sé que es lo que pasará, solo tiene que relajarse, director Jungkook.

No iba a estar relajado, no, por qué los juegos de Chaeyeon me estaban sacando de quicio, por el placer que me provoca en todo momento, más cuándo su voz se hace cada vez más suave, sensual y ni hablar de su mirada, esa lujuriosa. 





Paso a dejar un pequeño aviso.
Los días jueves se actualiza SLG, pero ahora será cada 15 días, es decir, un jueves si, y otro jueves no. Esto es por un tema "técnico".
Espero entendáis.

Dios les bendiga.

xoxo.

—Herbst

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