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JJK | 016.

Mi vida se estaba volviendo un bucle de escenas repetitivas, tan frío como ese vapor que cae en las noches sobre la atmósfera en menudas gotas, apartado de lo que en verdad quería o lo que buscaba. Ni yo mismo era capaz de comprender como llegué hasta aquí. 

Gatee con esfuerzo y débil, creyendo en mí, aunque todos estaban en mi contra, le di todo lo que podía a mi hija, y si debía dejar de comer por ella, lo hice. Ahora me encuentro en una posición exclusivamente relevante que grita que todo valió la pena. Pero, no me sentía completo, complaciendo a alguien mientras yo no sentía nada, era un golpe duro. Nunca me di la oportunidad de pensar en mí, en lo que en verdad quiero como hombre. 

La música cambió, siendo tan relajante que solo me hacía reflexionar mientras las manos de Hwang se movían tímidamente al lado mío. Ella apareció, y estoy buscando el verdadero significado de como llegamos aquí, sin pedirlo, siendo espontáneo, al igual que nuestro interés, tan mutuo que parece increíble.

Guardaba silencio, y yo me dedicaba a conducir, concentrado. Por lo menos, gracias al aire acondicionado, ya no sentía calor, además de estar más tranquilo. Tenía muchas ganas de hablar, pero no encontraba forma de iniciar.

—Ah… 

—¿Cómo sigue su hija? 

La miré de reojo, que me miraba. 

—Está mejor. Su doctor dijo que se había intoxicado, pero de igual forma le recetaron vitaminas, ya que al parecer no estaba comiendo lo suficientemente bien —Cuándo escuché eso, me preocupé y me sorprendí, puesto que cada vez que está conmigo, trato de darle lo mejor—. Toda la semana estuvo en mi casa, no pudo ir al colegio, entonces su madre vino a regular sus comidas y decidí que se terminara de recuperar en la casa de su madre. 

Guardé silencio al darme cuenta de que había hablado de más, además de que sentí algo incómodo, pero esta no lo parecía, ya que cuándo la miré, me estaba mirando con atención. 

—Al menos está mejor —Asentí—. Puede ser que esté comiendo todas sus comidas, pero las porciones incorrectas, sin proteína. 

—Es verdad. 

—Y, ¿a dónde iremos a comer? 

Literalmente, doble la esquina y ya estaba llegando. Aparqué el coche correctamente y apagué el motor. 

—Justo aquí. 

Señalé. Quitamos nuestros cinturones de seguridad, yo traté de bajar primero para ir a abrirla la puerta, pero esta ya estaba saliendo. Quedó viendo el edificio, era bastante chulo. Le pedí ayuda a Sewan, para buscar este restaurante, que había oído hablar de el y de sus exquisitos platos, que mejor que venir aquí, con ella. 

Nos adentramos juntos al lugar, donde un camarero nos indicó nuestra mesa. Ambos dejamos nuestros abrigos detrás de las sillas, y nos sentamos. Miré como dejaba su bolso a un lado, para después ordenar su chaqueta y su cabello. 

Traté de llamar su atención, quería ver sus ojos mejor, pero ella solo miraba el menú, sin prestarle caso a nadie. Espero que no se preocupe por el precio. 

El camarero se acercó después de varios minutos, así que pedimos cada uno. Por mi parte dejé que ella pidiera, y me di cuenta de que amaba el Gimbap por la cantidad que pidió, la incité a que pidiera carne o sopa, así que solo aceptó la sopa. 

—¿Ya había venido aquí antes? 

—No, pero había escuchado de este lugar y tenía muchas ganas de venir. 

Me miró. 

—Yo también quería venir hace tiempo, pero no me apetecía venir sola, ya que mi amiga Sohee está ocupada y teniendo en cuenta los precios…

Sonreí, viendo como seguía viendo el menú. Apoyó su rostro en su mano, mientras parecía jugar con el papel. 

—Se ve linda. 

Detuvo lo que hacía, para volver a su postura anterior, sonriendo avergonzada. 

—Ah, gracias… usted, está, bueno, siempre lo he visto guapo, quiero decir, hoy se ve mejor, me refiero a que…

—Gracias, señorita Hwang —Pasó su cabello detrás de sus orejas, y pude notar el leve rojo de estas. Era linda, atractiva y de todo, por qué no podía dejar de verla, anhelaba escucharla cada vez más—. Sabe, el color crema le queda genial. 

—¿Usted cree? —Asentí— Bueno, me han dicho que los colores fríos son mi fuerte, pero no sabía que el color crema también. 

—Se lo aseguro. 

Trajeron primero su comida, y ella no quería empezar sin que no trajeran la mía, así que la tuve que obligar a que lo hiciera. Primero bebió un poco de agua, para después tomar los palillos y tomar una rodaja de Kimbap para llevárselo a la boca. Miré como tomó otro y lo llenó de salsa de soja y lo puso en mi palto vacío. Con la ayuda de sus manos, me dio una señal para que comiera. 

Lo tomé y lo llevé a mi boca. Su sonrisa con los mofletes llenos era mi nueva debilidad. Pronto, miré como traían toda la comida. Decidimos hablar poco a poco, entre risas tímidas. 

—¿Cómo le ha ido en su trabajo? 

—Pues tuve cosas que hacer después de tanto tiempo. Descubrieron una nueva habilidad mía que no fuera servir cafés, traducir documentos. Ahora están a punto de lanzar el mismo producto que ya estaba en el mercado, a Japón, así que me pusieron de encargada de volver a escribir y traducir todo —Tomé el vaso de agua—. Lo que deseo, es que al fin acepten uno de mis escritos. Pero bueno, ya llegará el momento si me sigo esforzando, ¿no cree? 

Dejé de comer, para prestarle más atención. Era agradable cuándo hablaba sin pudor. 

—Lo creo. Ha de tener demasiado talento, como para levantar falso testimonio en su contra. 

—No lo sé, pero eso fue una vil mentira, yo se lo dije, me sentí mal pensando que usted supondría que yo… 

—Jamás sospeché de usted. Sabía desde un inicio que había un infiltrado y toda la culpa la tuvo el departamento de marketing de su empresa. 

Seguí comiendo, mientras escuchaba como hablaba de nuevas ideas innovadoras que le gustaría expresar a su empresa, que no la tomaban en cuanta. A esto me refería cuándo decía que quería escucharla, decía tan bien las cosas que podía hasta contratarla para mi departamento. Era inteligente y fue madura ante la situación en la que se vio involucrada. Comentaba que hasta si cambiaban la forma de hacer anuncios comerciales, ganarían más dinero. Bastante emprendedor a simple vista. 

—Hwang, ¿por qué no deja ese trabajo? 

Guardó silencio unos segundos, dejó los palillos a un lado, dispuesta a contestar mejor. 

—Es todo lo que tengo ahora mismo. Siento que si me quedo un poco más, contará algo en mi carrera profesional, a pesar de que no estoy haciendo nada relevante. 

—Comprendo. 

Puedo entender bien lo que dice, pero sentía que se seguía aferrando a ellos por qué era su primer empleo, tal vez, estaría bien que otra empresa la acogiera y sacaran provecho de su talento, demostrándose a ella misma que los comentarios negativos sirvieron para que avanzara. Volví a sentir que el ambiente era incómodo, bueno, ella se veía así. Espero que algún día ella pueda cambiar de opinión. 

La conversación se fue por las ramas, hablando ahora de hobbies, como yo le conté de que en mis tiempos libres me gustaba arreglar coches, que ella creyó que era algo diferente. Descubrí que le gusta pintar igual que a mí, justo igual que a mi hija. También, me encantó que sea tan productiva y le guste hacer tantas cosas, descubrir talentos que no sabía que tenía, era una mujer increíble cada vez que hablaba de algo nuevo sobre ella, hasta cuándo habló de la adopción de su cachorro. 

No solo eso, también me habló de que su momento favorito que recuerda con amor, fue la primera vez y última que salió de viaje con su familia, viajaron hasta la playa más cercana por un fin de semana entero. Tenía un hermano bastante mayor que se mudó hace años, pero tampoco sentía afecto por él. Mientras hablaba sobre todas las bebidas de colores sin alcohol que tomó, me parecía gracioso por lo detallado del momento. Era tan quisquillosa hasta para contar que hasta recuerda que su padre vomitó cuándo bajaron del autobús, camino a casa. 

—Usted ha de haber tenido muchas vacaciones. 

Si no mal recuerdo, tuve solo un par junto a Sun Ah, fueron bastante memorables, pero no creo que sean necesarias para mencionar. 

—Hace tres años que no voy de vacaciones, tengo demasiado trabajo casi siempre y Eunchae se ha esforzado bastante para estudiar, aunque un par de veces vamos a algún pueblo cercano o algo así. 

No dijo nada, solo sonrió. Coloqué la servilleta que tenía en mis piernas, en la mesa, para ponerme de pie. Ella también hizo lo mismo, pero mencionó que iría al baño antes de irnos. Por mi parte, me dirigí a la caja, para pagar la cena. Era tan bonita. 

Saqué mi tarjeta mientras escuchaba al hombre detrás del gran mostrador, que me decía el total de la cuenta. Pasé mi tarjeta por el aparato ese, y cuándo se cobró, agradecí por el buen servicio. No estaba tan mal el lugar, la comida sí que estaba exquisita. 

Me di la vuelta, la esperaría aquí mismo. Tenía mucho miedo de no tener un tema de conversación con ella, pero no fue así, digo, cada persona tenemos algo que expresar, pero algo dentro de mí pensaba que sería incómodo, aun sabiendo nuestros sentimientos mutuos. Estoy alegre de haberme podido comunicar con ella, como los adultos que somos, por la forma en la que compartimos momentos de nuestras vidas, que para mí, los suyos eran tan interesantes, escucharla era aliviador. 

Vi como venía hacia mí ya, junto con una sonrisa en sus labios. 

—¿Nos vamos? —Dijo cuándo estaba cerca, a lo que afirmé. Ambos salimos, en dirección al coche— Perdón la pregunta, pero ¿ahora donde iremos? 

Saqué las llaves de mi bolsillo, ya llegando al coche. 

—Tengo planeado pasear un poco. 

La miré para saber qué diría, pero simplemente sonrió, así que lo tomaría como un sí. Nos subimos al coche, abrochamos nuestros cinturones y emprendimos camino. No tenía planeado hacer una gran cosa, pero mientras comíamos tuve la sensación de simplemente pasar una pequeña tarde caminando por un parque, había pasado tanto tiempo en que no hacía eso, tan simple, pero tan de provecho. 

No tardamos mucho, cuándo miré un parque cerca. Aparqué el coche no tan lejos, y le comenté que por aquí estaríamos. Ella no dijo nada, simplemente se bajó viniendo hacia mí. Aún seguía siendo bastante extraño estar aquí con ella, cuándo sentía que hubiera sido ayer cuándo la vi en ese balcón sola, murmurando. 

Empezamos a caminar, sin rumbo alguno. Hwang permanecía a mi lado, mirando el lugar, las flores y árboles llenos de vida que había cerca, mientras que yo no podía dejar de verla a ella. 

—¡Mire esos cachorros!

Y cuándo menos lo esperé, ella ya estaba agachada frente a un par de perritos que venían con una pareja. Empezó a acariciarles y hablarles de una forma suave y adorable, cambiando completamente su voz. Sonreí sin querer, viéndola… Dios mío, sentía algo extremadamente fuerte que me sigue confundiendo bastante. 

Se puso de pie, despidiéndose tanto de los perritos como de los dueños. 

—Veo que le gustan bastante. 

Asintió, siguiendo con la mirada, el camino de esos mismos perros. 

—Eran tan pequeñitos, ah… echo de menos ahora a Yan.

Su labio inferior bajó, como si estuviese haciendo un mohín. Era tan adorable que me estallaría el corazón en cualquier momento. Se dio la vuelta y me miró, en señal de que si íbamos a seguir caminando, así que seguimos. 

El silencio nos arropaba, y no tenía inconveniente alguno, estar a su lado era todo, pero parecía que para ella no tanto. 

—Director Jeon —La miré mientras seguíamos caminando—. Sé que ya hablamos un poco sobre esto, pero quiero dejar las cosas un poco más claras. Suelo dejarme llevar, pero a veces no porque me aterra, por ello mismo quiero estar preparada y no hacerme ilusiones —Me detuve, no entendía a qué se refería— ¿Por qué me besó? ¿Lo que dijo era verdad? 

Guardé silencio después de su pregunta. Sus ojos estaban fijos en mí, pendientes a lo que yo diría, eran tan negros que me absorbían. 

—Por favor, no me vea así. 

Sonrió un poco, pero es que yo no podía reírme, pensando en que decirle, pensando en palabras que no lucieran grotesca ante mis sentimientos inmorales e indecentes. Esta volvió a estar seria al notar que yo ni siquiera hacía algún gesto. 

Hwang encendía cada parte de mi cuerpo con una mirada, y cuándo rocé sus labios, todo culminó dentro de mí, quería tenerla siempre así, más cerca, tocando su piel, su cuerpo, anhelando encontrar sus secretos, sus manías, sus deseos, yo quería saberlo todo de ella.

—No logro entender por qué no cree lo que digo. Soy un caballero, que si no estuviese seguro de lo que siento, no se lo diría. Quiero que sepa que a causa de esas miradas que usted me regalaba cada vez que nos encontrábamos, me dejó completamente perturbado.

—No tengo la culpa, era inevitable no mirarlo. 

Miró hacia otro lado, sus orejas parecían rojas. 

—¿Cuándo me mira, usted se quema por mí?

Esta no dijo nada, simplemente su mirada volvió a mí, tan fuerte y penetrante que yo podía afirmar mi propia preguntar, todo dentro de mí ardía en llamas, atemorizado con esa forma tan tensa de transformar las cosas y volverlas cálidas al instante. 

Nuestra atención se fue hacia una persona que pasaba cerca de nosotros, se trataba de un vendedor ambulante de dulces. 

—Mire, vende chocolates. 

Y así cambió completamente la conversación, esquivando mi pregunta. Era ella la que inició esto, quería dejar las cosas claras, pero de pronto está escapando. Me encuentro seguro de lo que siento, por qué sé que es tan sincero y real como mi propia existencia. 

Fui hasta el vendedor, le compraría chocolates si eso quería. Saqué mi billetera y pedí cinco paquetes. 

—¿Comprará? No hace falta, en serio —Llegó rápido donde mí, que al ver como me entregaban los paquetitos de chocolates, sus ojos parecían brillar. Pagué y se los entregué todos—. Son muchos. 

Me ofreció uno, pero no quería tomarlo, así que tomó mi mano y lo puso encima. Los demás, los metió dentro de su bolso, parecía contenta hasta por ello. 

—¿Nos vamos? 

Asintió.

En camino a su casa, hablamos un poco de música. Yo le comenté sobre que no era mucho de escuchar cuándo iba manejaba, pero cuándo debía hacer trabajos en casa, solía poner un poco. Descubrí cuál era su cantante favorita, así que le dije que podía poner alguna canción si gustaba. 
A los minutos, me detuve frente a su edificio. Parecía que disfrutaba mientras la canción sonaba, daba palmadas encima de su pierna y su cabeza se movía un poco, era bastante tierna. Esta me miró, al ver que yo no le había quitado el seguro a la puerta, además de ver que ella tampoco había desabrochado su cinturón. No quería que se fuera. 

Durante el camino, he de admitir que mis manos sudaban por tenerla cerca, que era incapaz de mantenerme sereno sin hacer o decir nada, pero no quería hacerla sentir incómoda en ningún aspecto. 

—Creo que el lunes iré a su empresa, así que espero verla. 

—Espero verlo de nuevo, pronto, director Jeon. 

Sonrió, entonces miré sus labios húmedos y rosas. Tragué saliva consciente de que no podía dejarla ir así. Se giró después de desabrochar su cinturón, dispuesta a abrir, pero la puerta seguía con seguro. Volvió a mí, confusa. 

—Espere. 

Tomé su mano. No sería tan idiota de dejarla ir, después de un día entero a su lado, de disfrutar un momento inolvidable, de conocer cosas de su vida, tenerla tan cerca, y no poderla tocar o besar. 

Solté su mano, todo para llevar las mías a su rostro y besarla. Su respiración era tan acelerada, y el roce de su nariz se sentía frío. Como pude, desabroché mi cinturón, para acercarme aún más. Aquello se sentía más que bien, más cuándo Hwang lo hacía con la misma intensidad que yo, dándome señal de que también lo quería. 

Separé mis labios de los suyos poco a poco, sin alejarme completamente. Abrió sus ojos, encontrándose con los míos, estaban tan negros y brillantes. Bajé mi mirada viendo lo rojo de sus labios y nariz, pero había algo que quería hacer, así que la tomé por la nuca y llevé mis labios hasta su mejilla donde le di un beso, bajando a su quijada y luego llegando a su cuello, donde escuché un leve quejido que salió de su boca, dejándome loco. Así que nuevamente besé su cuello como si fueran sus labios, pasando mi lengua, quería volver a escuchar ese quejido que se volvió un leve gemido. 

Regresé a estar cerca de sus labios, donde solo los rocé, ya que quería decirle algo. 

—Lamento haberla besado sin su consentimiento. 

Murmuré en medio de aquello en lo que estaba luchando para no tomarla. 

—Puede besarme las veces que quiera, director Jeon, no importa que sea desvergonzado.

—Entonces, si la visito en su empresa y la quiero besar justo ahí. 

Se alejó un poco, viéndome seria. 

—No se atreva a hacer eso nunca, director Jeon, no juegue con eso. 

Sonreí por lo autoritaria que sonó.

—Es que me está haciendo adicto a usted, y lo último que haría sería jugar. 

Sin dejarme reprochar más, fue ella la que me tomó del abrigo para acercarme y besarme.

Inundado completamente en ella, seguí con ese beso imparable. Acaricié su cabello, pero no era suficiente, estar en este coche me cohibía de hacer más, teniendo en cuenta que aún era de día y alguien podía pasar. 

Entonces, miré como Hwang hizo que la soltara de pronto, todo para ver la forma en la que, sin pudor alguno y con dificultad, pasó de estar en su asiento, a estar sentada en mis piernas. Levanté mi cabeza, recordando cuándo soñé con ella. 

Abrazó mi cuello para besarme, mientras yo pasé mis manos a su espalda, embriagado de ella. Una mujer admirable, que me envolvió completamente, sin que yo fuera capaz de darme cuenta. 

Seguí bajando, hasta meter mis manos dentro de su abrigo, para colocarlas en su cadera. Me sentía molesto porque llevaba su abrigo, al menos no era tan grande. 

Nuestras lenguas jugaban intensamente, nuestra saliva no paraba de combinarse, la respiración me hacía falta, más cuándo, sin darme cuenta, sentí la mano fría de Hwang levantar mi camisa, tocando mi piel. Separamos nuestros labios, y de forma agitada la miré. Tengo que admitir que no esperaba a que ella hiciera eso, ni mucho menos que bajara a tocar el botón de mi pantalón. 

Lo peor de todo fue cuándo sacó su mano y con la misma dificultad con la que se sentó en mí, regresó a su asiento, dejándome turbado complemento y confuso ¿Qué había pasado? Espero que no esté mal pensar que Hwang Chaeyeon era una atrevida y culparla por hacerme desear tanto lo que iba a hacer. 

Vi como pasaba sus dedos por sus labios, tomando mejor su bolso y mirándome de pronto. 

Ella era una locura, provocándome los deseos más impuros jamás contados. Debía controlarme, por qué si no, no sé de lo que podía ser capaz.

La puerta se abrió, pero no entendí como, ya que se supone que tenía seguro. Dios mío, seguramente cuándo me tenía atrapado en sus fantásticos labios, lo quitó. 

—Adiós, director Jeon. 

Sonrió, y es que podía estrellarme si conducía ahora mismo. Realmente fue capaz de dejarme así, como un desgraciado tentado, fugazmente que podía caer ahora mismo de nuevo si ella fuera la malvada de la historia. 

Bajó del coche y cerró la puerta a su vez. Caminó directamente hacia su edificio, sin mirar hacia atrás. Suspiré como un idiota y toqué mis labios sin creer lo que había pasado. 

Dejé caer mi cabeza sobre el volante del coche, viendo mis zapatos. Solté una risita que resonó. Casi parecía un ingenuo en la materia, y parecía mentira que había estado con solo una mujer en toda mi vida, pero casi parezco un crío sin experiencia sobre el tema de mujeres, siento como si fuera un adolescente después de esperar que algo sucediera con la chica que me gusta. 

Débil, así podía decir que me sentí. Ante todo lo que Hwang era, ella me hacía sentir débil en sus manos, podía hacer todo lo que me dijera, joder, después de hoy, me atrapó por completo, algo en ella me seguía llamando una y otra vez, quería descubrir todo lo que tiene para dar.

Esto no ha estado bien desde una principio, pero hoy no me importa nada.




Espero os haya gustado y espero también leer vuestros comentarios/opiniones ahaha
Yo digo que el director
y Hwang ya se casen 🤓☝

Dios me les bendiga.

xoxo

Herbst

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