JJK | 015.
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Mis manos temblaban por la inquietud de la reacción que ella podía tener. Era imposible no sentirme así después de no verla por una semana, dejarla plantada y luego aparecer como si nada. Cuándo confesé lo que sentía por ella, decía completamente la verdad. Todo en mí la buscaba, por ello me atreví a buscarla la semana pasada en su casa.
Estuve entre la espada y la pared. Estaba saliendo de la empresa, cuándo recibí una llamada del instituto de Eunchae, que esta se había quedado estudiando hasta tarde y que buscó a su tutor, ya que no podía con el dolor en su estómago que hasta lloraba. Primero llamaron a Sun Ah, pero según me enteré, esta no contestaba, puesto que estaba en una operación dental, por ello yo era la segunda opción.
Lo primero que se me pasó por la cabeza, fue la cita que tenía con la señorita Hwang. No podía dejarla plantada, cuándo yo misma la invité a salir. No tuve opción, así que salí corriendo a recogerla para llevarla al hospital. Recuerdo que al ver la carita pálida de mi hija, me preocupé en demasía, volviendo a cuándo era propensa a enfermarse, cuándo era más pequeña.
Justo llegamos al hospital, la atendieron bastante rápido. Aproveché que le estaban haciendo exámenes, para poder llamar a Sohee, la amiga de Hwang, tenía su número de teléfono y debía llamarla. No voy a negar que me sentía tan mal por no buscarla toda esta semana, pero el trabajo se me estaba acumulando en exceso, el juicio, mi hija, apenas salía de la oficina si no era para reuniones o volver a casa.
Todo se me estaba saliendo de las manos, más por esta mañana. Sun Ah llegó a casa para llevarse a la niña y cuidarla, cuándo estaban saliendo, esta me besó, y de idiota lo acepté. Debía dejar de hacer eso, tanto ella como yo. No sentía ni un tipo de amor romántico, había pasado bastantes años desde que no era así, ya que lo sentía todo como una obligación. Ahora que encontré a Hwang, aun sintiendo y sabiendo que parecía indecente la situación, me atraía demasiado.
Como Eunchae estaría con su madre, supe que era el momento de venir a buscarla. En el camino, me detuve en una floristería, no podía llegar con las manos vacías. Miré un pequeño ramo recién armado -según la dueña-, olían y se veían bastante hermosas que de una vez me recordó a ella. Cuándo venía en camino, no podía dejar de ver el ramo que estaba a mi lado, casi parecía un adolescente, emocionado, teniendo diferentes ideas de reacciones que podría tener.
Estar frente a su puerta, sosteniendo un ramo de flores, mordiendo levemente mis labios por los nervios, pasaba mis límites definitivamente. Tal vez me sentía así por qué nunca lo había hecho, digo, a Sun Ah le regalaba flores, pero a ella no le gustaba por qué se quejaba de que se marchitaban bastante rápido ¿Y si a Hwang no le gustan? O… ¿Si está enfadada?
No sé si sería capaz de hacer que ya no esté enfadada conmigo, sería obvio que lo esté si la dejé plantada, pensará que la ilusioné y que no es verdad que me hace sentir más vivo que nunca.
—Hola, señorita Hwang —Se veía bastante absorta en mis manos, viendo el ramo de flores—, ah, yo pasé… pasé por una floristería y miré este ramo. La dueña me dijo que se llamaba “Melodía” hacia la elegancia, me pareció hermosa e interesante… y decidí traerla, para usted.
Si ella no hubiera aceptado mi beso aquel día, diría que ella me odia. No tenía ni un tipo de gesto en su rostro, y extrañamente me hacía sentir más nervioso. Seguramente no le gustan o tal vez sí. Estiró su mano para tomar el ramo, acercándolo a su rostro, oliéndolas.
—Gracias.
Oh, era tan bonita viendo con detalle las flores.
—¿Ya comió? —Alzó su vista, asintiendo. Esta situación me sobrepasaba, ya tenía una edad para actuar así. Sí, debía dejar las cosas claras, así sería, por qué no quiero que ella piense que usé a mi hija como excusa para no buscarla—. Nuevamente, señorita Hwang, lamento tanto haberla dejado plantada. Me llamaron de la escuela de mi hija diciendo que no dejaba de llorar por un dolor estomacal y yo…
—Le creo. Siendo sincera, tuve el error de pensar mal al principio, pero es obvio que es un hombre de familia, que tiene responsabilidades, en vez de ir a cenar con una niñata.
Vaya, había sido bastante directa.
—Siento cierta molestia en su voz, como si no me creyera en realidad.
Confesé, por qué así la sentía. Ni siquiera me miraba a los ojos, debía estar con obviedad molesta, pero ahora mismo mi hija era más importante de todo el mundo entero y ella también lo estaba siendo.
—De verdad, le creo.
Y es que me confundía tanto, normal, apenas la conocía, por ello mismo quería saber más, quería que acabara todo esto que nos impide estar más juntos, por culpa de dudas, todo dentro de mi grita su nombre.
—¿Puedo hablar con usted?
—Eso hacemos.
—Quiero hablar de nosotros.
—No tenemos nada, director. Eso que pasó, fue un beso por accidente.
—No lo fue, yo la besé primero, por qué lo quería. Si no me interesara, no estaría aquí mismo.
Quedó en silencio, para luego hacerse a un lado en la puerta.
—Puede pasar, no quiero que mis vecinos chismosos se enteren de todo.
Era un gran avance. Así como dijo, me adentré a su hogar nuevamente, pero esta vez con su permiso. Su casa era tan acogedora, y esta vez me fijé que tenía pequeñas plantas que me podían confirmar que tal vez le gustarán las flores. Era pequeña, pero te daba un ambiente a un confortable hogar, ordenada y limpia.
Mi mirada la siguió. Se puso detrás del desayunador, donde cogió un florero y lo llenó de agua.
—Director Jeon, entre nosotros no puede haber nada, por qué usted es un hombre mayor, que su mujer o exmujer, lo ve con deseo, además tienen una hija ¿En qué mundo se ve que podría fijarse en una jovencita inexperta como yo, ante sus ojos?
Sacó el ramo de su envoltorio, y cortó un poco el tallo, después lo puso dentro del jarrón transparente, que tenía hasta la mitad. Parecía que sabía lo que hacía, mientras hablaba secamente esas palabras que no eran para nada sincera.
—Yo no la veo como una niña, ni como una jovencita, la veo como una mujer.
Esa sí era la verdad. Era mayor que ella, pero tampoco nos llevábamos tantos años para ser exactos, ella era una mujer, una independiente que mantenía su propia casa, vivía con su mascota y salía adelante, eso me gustaba.
Se detuvo en cuanto dije lo anterior, me miró, así que me acerqué a ella. Mis manos temblaban por querer tomarla, besarla y hacer todo lo que ella me pidiera, justo como lo soñé.
—Director, es que se ve tan inmoral, indecente y vergonzoso.
Yo también lo sentía así, pero justo ahora no me importa nada. Di otro paso más, estando más cerca, viendo a detalle su hermoso rostro perfecto, con esos ojos que brillaban y temblaban.
—Señorita Hwang, eso mismo que dijo, así se reflejan los deseos sexuales.
El olor de las flores y el suyo a gel de ducha, inundaron mis fosas nasales, atrayéndome sobremanera.
—¿Acaso usted siente deseos sexuales por mí? ¿Eso no sería doblemente descarado?
Guardé silencio. Me sentía descarado, desvergonzado, dispuesto a todo por tenerla. Sí, en estos días me sorprendía sentirme como un crío calenturiento, pero tengo una edad.
Soy un hombre que no creía que el sexo era tan importante si lo tenía un par de veces con la madre de mi hija, ya que era lo que necesitábamos los dos, creyendo que era amor.
Ahora, con respecto a Hwang, siento más emoción por descubrir que escondía detrás de su rostro inocente, que por otra mujer por obligación.
—Podemos conocernos mejor
—Tiene razón. Apenas sé sobre usted, no sé si el gran director Jeon es un loco.
Solté una risa, al igual que ella.
—Podemos decir que queda claro que ambos sentimos algo, ¿le parece bien quedar a comer mañana? Estaba vez no fallaré, se lo juro.
Al ver como asintió, confirmando, sentí que estaba volando. Relamí mis labios, encantado. No parecía tener una pizca de maquillaje en su rostro, y se veía tan natural, completamente hermosa que me hipnotizaba. Ahora mismo tenía ganas de besarla con todas mis fuerzas, y a la vez delicadamente para recordar sus labios sobre los míos. Creo que lo más correcto sería esperar, después de que pasemos más tiempo juntos, estoy seguro de que nos conoceremos en profundidad y aprovecharé para besarla.
—Entonces, puede llamarme por si pasa algo.
—Tengo guardado su número ya, espero que también haya guardado el mío.
Sonrió apenas.
—Sí, ya lo había hecho.
Quedamos en silencio, casi estaba frizado viendo lo linda que se veía.
—Pues, ya nos veremos esta vez. Vendré a buscarla enfrente de su casa —Me di la vuelta para ir hacia la puerta, la cual abrí, pero me quedé de pie viendo como esta me siguió—. Estaré por aquí a las 12.30, ¿le parece bien?
—Perfecto.
Musitó. Tragué saliva, inquieto. Al diablo con todo lo que creía, no podía tenerla enfrente a mí, mirándome de esa forma. Di un paso hacia enfrente, estando más cerca de ella, tomé su rostro y la besé. Sentí como sus manos se sostuvieron sobre mi pecho, mientras profundizaba cada vez más, sentir su respiración así, me movía, sus labios dulces y suaves, acariciar su tez delicada, era cálido. Con una de mis manos tomé su cintura, apegándola a mí, sintiendo sus senos ahora sobre mi pecho.
Me separé poco a poco de ella, viendo como su nariz y parte de arriba de sus labios quedó completamente rojo, menos que la primera vez que la besé, que creo que me sobrepasé incluyendo la lengua esa vez.
Ver que se relamió sus labios me daban ganas de volver a besarla, pero me contuve lo suficiente y no caer en la suma locura de la exquisitez de sus labios.
—Nos vemos mañana, señorita Hwang.
Dije, ocultando lo mejor posible mi emoción. No me quería mover, ojalá poder ser más atrevido y quedarme aquí, admirándola, tocando su piel, oliendo su delicioso aroma, besando sus carnosos y rojos labios… estaba haciendo calor.
—Adiós, director Jeon.
Hice una pequeña reverencia y me di la vuelta para irme. Cuándo escuché la puerta de su casa cerrarse, me detuve al borde de las escaleras, recuperando el aliento. Guau, mi cabeza no dejaba de girar, sintiendo aún el tacto de su piel, señor Jesús… ¿Por qué no la pude encontrar antes? Daba hasta gracia hacer esa pregunta, e incorrecta, si la hubiese conocido antes, sería una adolescente menor de edad, al menos fue ahora… suena todo tan mal.
Debo mantener la calma.
[...]
Cerré el grifo de la ducha, hice a un lado la cortina y tomé mi toalla que estaba a un lado. Sequé un poco mi cuerpo, para luego ponerla por debajo de mi cintura. Salí del baño, mientras secaba mi cabello con la ayuda de otra toalla.
Miré la ropa que tenía lista encima de la cama, entonces recordé que debía sacar una medicina de Eunchae de la nevera. Dejé la toalla con la que me secaba el cabello a un lado y bajé a la cocina. Justo antes de adentrarme a la cocina, escuché como la puerta de mi casa fue abierta, me asusté, así que me acerqué, todo para encontrarme con una Sun Ah relajada, entrando.
—¿Hola?
Al verme, hizo una gran sonrisa. Era verdad, no podía preguntarle que como entró, si es que ella tenía una copia de las llaves de su casa y de paso, el código, esto por si pasaba algo.
—Te envié un mensaje, te dije que vendría a buscar algo de la nena, pero no esperé encontrarte así.
Abrí más los ojos, acordándome de que estaba semidesnudo. Traté de taparme cubriéndome con mi propio brazo, que no serviría de nada, tampoco sería como si ella no haya visto mi cuerpo desnudo, pero era incómodo.
—Pareces el niño de 15 años que conocí —Sonrió—, tu cabello mojado cubre toda tu frente y te hace ver más joven, aunque tu cuerpo sigue siendo una ilusión.
Carraspee mi garganta, sin saber lo frío que sentía el ambiente ante su comentario.
—Ah, sí… puedes pasar, sabes donde está la habitación de la nena.
Me di la vuelta, entrando a la cocina. Dios mío, mejor me hubiese cambiado, o mejor, ya va siendo hora de decirle que debería tocar antes de entrar aunque sepa el código y tenga las llaves.
Abrí la nevera, donde saqué el medicamento de Eunchae, y de paso saqué una botella con agua para poder beber. Tendría que esperar a que se fuera para salir corriendo a mi habitación, a cambiarme, puede que ya haya visto mi cuerpo, pero ahora es bastante diferente.
Dejé la botella a un lado después de beber, todo para encontrarme a Sun Ah entrando. Se veía diferente, hasta últimamente se vestía informal y mostrando su abdomen.
—¿No me dirás nada?
—¿Perdón?
—Siempre que me cambiaba el estilo de mi cabello me decías algo.
—Bueno, casi siempre te sueles arreglar el cabello, eso es bueno por qué te hace ver bastante joven y atractiva.
Fui sincero, pero creo que no tuve que decir mucho, lo digo por la expresión de felicidad que puso. Tocó su cabello, mientras se acercaba a mí.
—Jungkook, cuándo vine a recoger a nuestra niña ayer, te vi preocupado por algo, y quería decirte que no olvides que yo estoy aquí para ti —Asentí, esperaba que solo eso diría, pero su cercanía era demasiado, más cuándo tomó mi brazo—. Por eso te quería invitar a salir, deberíamos salir a comer tú, yo, nuestra hija, como una familia.
Sus ojos brillaban con cada palabra que decía, mientras que yo me quedé paralizado, más viendo como por casualidad el escote de su camisa se veía más bajo y se veía un poco sus senos. Suspiré, trayéndome a la mente a la señorita Hwang, hoy salía a comer con ella, por nada del mundo la dejaría plantada.
He pasado 16 años junto a Sun Ah y sé que cuándo acariciaba así mi brazo, algo quería, algo más allá de todo. Entonces fui ahí cuándo su mano subió hasta mi hombro, cerró sus ojos y me besó. No hice nada, ni siquiera fui capaz de mover mis labios, no podía hacerlo por lástima como lo hacía antes, ni por qué fuera la madre de mi hija.
Ahora fui yo quien puso mis manos sobre sus hombros, deteniéndose y alejándola poco a poco de mí.
—Yo, lo lamento. Debo irme a alistar, tengo algo importante que hacer luego.
Esta me miró, confusa, pero la dejé ahí y subí con prisa a mi habitación, donde me encerré y no sabía como procesar todo. Definitivamente, he cometido el error más grande de mi vida, seguir dándole ilusiones a la persona que fue la primera en dejarme. Es la madre de mi hija, la amé tanto, y le agradezco por darme a la niña de mis ojos, a la que amo sobre todas las cosas, pero no por ello, podía dejar de lado mi verdadera felicidad, ni quién me estaba iluminando mi vida con una simple mirada.
Esto era así, tuve tantas opciones de poner un alto, pero me daba miedo, solo seguía la misma rutina una y otra vez. Ahora, quiero crear una nueva rutina, llena de momentos en los que pueda ver a Hwang, que pueda conocerla más.
Después de un par de horas, al fin era el momento en el que estaba en mi coche, aparcado frente al edificio de ella, esperándola. Llegué bastante pronto, así que la emoción me podía, así que me bajé y decidí esperarla afuera, apoyado en el coche.
Por los nervios, hasta calor me estaba dando. Al menos me puse una camiseta manca corta y encima la chaqueta, ya que sabía que haría frío. Jugué un poco con el piercing de mi labio, que a veces me lo suelo poner cuándo no trabajo.
Suspiré nuevamente, mientras caminaba sobre mi mismo eje, sintiendo mi presión subir. ¿Qué me pasaba? Tal vez no me miro tan bien, me hubiese puesto menos informal, o más… no tengo ni idea. Es la primera vez que tendría una cita, no sé qué esperarme, no sé si haré lo correcto, pero espero pasarla bien a su lado.
Ayer, cuándo nos besamos, cuándo hablamos de los deseos sexuales, me parecía inapropiado y al mismo tiempo me di cuenta de que podía tenerla ahí mismo, si ella me daba una señal, estaba tan sumido en la lascivia de sus ojos, de todo su cuerpo, que mi mente dejó de pensar por un segundo. Debía mantener la calma y no hacer algo de lo que me pueda llegar a arrepentir después.
Y cuándo menos lo esperé, dejé de moverme, todo para mirar como ella iba saliendo del edificio. Llevaba su cabello color chocolate suelto, como siempre, y la hacía ver hermosa. Venía bien abrigada, así que no tenía temor de que pasara frío. Miró a los dos lados antes de venir hacia mí. No podía quitar la sonrisa de mi rostro viendo como esta sonrió al verme.
Tardé semanas en darme cuenta de que me gustaba la señorita Hwang Chaeyeon, de que todo en mí anhelaba su presencia. Qué idiota soy. No podía dejar de verla, absorto en todo lo que es. Parecía una broma de mal gusto haber tenido que soñar con ella de esa forma, para darme cuenta de todo lo que sentía.
Seguí todo lo que hacía, sus expresiones, la forma en la que parpadeaba rápido, avergonzada, como pasaba su cabello detrás de sus orejas, para luego hacerlo a un lado. Relamía sus labios continuamente, pero ese colorete rojo no se iba, mientras volvía a verme a los ojos, con una pequeña sonrisa que explotaba mi mundo.
Estoy seguro de que hablemos, lo sé después de lo que ocurrió anoche. No siento esa misma accionar de ella, que me hablaba tan borde, avergonzada, como si me odiara, cuándo no era así.
¿Qué has hecho en mí Hwang Chaeyeon? Estás transformando mi vida, sin saber a donde voy a ir a parar, yendo a ciegas hacia un mundo aterrador, como si fuese la primera vez en que puedo sentirme así libremente, sin miedo.
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Hola,
(no os olvidéis de votar y comentar, amo leer vuestra emoción/opinión) manténgase saludables cuchirrumines.
Dios les bendiga
xoxo
—Herbst
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