JJK | 011.
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Anoche imaginé que dormiría todo el día del sábado, que disfrutaría estar en mi cama tranquilo, pero olvidé por completo que le prometí a Eunchae que la acompañaría a su escuela de arte, que hacían por lo visto una exposición de cerámica. La realidad es que estaba inscrita en la clase de pintura desde hace un año, pero hace tres meses le dio por entrar a la clase de cerámica, y hoy mostrarían los avances que tienen en su experiencia en una pequeña exposición entre sus compañeros.
Este fin de semana me tocaba estar con mi hija, y casi no tengo tiempo entre semana para estar a su lado, pero en estos momentos es más que esencial que note mi apoyo. Quiero que se sienta escuchada, querida, y que le doy toda la atención posible. Sentirse solo a pesar de tener a personas a tú alrededor a veces, no es un sentimiento que quiero que ella tenga, así como yo lo tuve.
Pero que me encontraba cansado, era tan real. Le diré que después de aquí, nos vayamos a casa y pasar todo el día metidos en el sofá viendo películas. Ella era fanática de los superhéroes, así que podíamos hacer un maratón.
Lo que me tiene pensativo desde que llegué, es haberme encontrado a la amiga de la joven Hwang, la llamada Shin Sohee la flamante diseñadora de interiores. La casualidad es que Taehyung estuvo teniendo problemas con la persona que llamó para remodelar la habitación de Haerin, y le recomendé llamar a Sohee. Seguramente ellos sí congeniaron.
Soy cortés, así que en cuanto entré a este salón, me dirigí a ella para saludarla y no nos hemos movido desde entonces. Hemos hablado un poco sobre los adorables diseños que las personas, es decir, sus compañeros han hecho. Además, me he dado cuenta de lo diferente que es con respecto a su amiga, más alegre y sobre todo, habla mucho.
Y hablando sobre ella, no sé qué pensar sobre ese tema, con respecto al interés que tengo, hacia donde va, no lo entiendo.
Traté de centrarme en como Eunchae le enseñaba su pequeño jarrón de flores que hizo a otra persona, pero mi atención fue a Sohee, que saludaba a alguien, que nuevamente desvié mi atención hacia el lugar a donde ella miraba. Hwang venía hacia nosotros, seria, sin sonreír, nada, seguramente porque se fijó que yo estaba aquí.
Me confunde, no tengo ni idea si me odia por la forma en la que actúa. Solo me hace recordar a cuando estábamos en el ascensor, cuándo escondía tímidamente su nariz roja en su bufanda, o cuándo estuvo sumamente cerca que me asfixiaba por ese perfume que bien recordaba.
Hice una reverencia, alejándome. Lo último que quería, era incomodarla, pero si pudiera, me quedaría ahí para verla mejor, por lo bien que se veía.
Fui donde estaba Eunchae, siguiéndola hasta que me desvié por el salón, viendo todas las obras de cerámica que había en el lugar. Jarrones, vasos, tazas, platos, otras figuras extrañas, eran bastantes originales. Pero no podía verlas con detenimiento por desviar mi mirada cada cuanto para fijarme en como Hwang caminaba junto a su amiga.
La chaqueta que llevaba la hacía ver bastante pequeña, igual que su amiga. Da risa a la vez, porque Eunchae es más alta que ellas dos.
Su amiga Sohee se alejó, y quise ir hacia ella, pero en la mesa que tenía a mi lado me llamó la atención una de las obras. Parecía un cuenco, y exclusivamente no parecía para que una persona tomara sopa, más bien para un perro. Era de color azul, y tenía una pata de cachorro dibujada en el fondo y un nombre enfrente "Yangchi". Me lució tan adorable que quise mirar quién lo había hecho, y mi sorpresa fue grande.
La autora de la magnífica obra de arte, justo venía hacia mí, junto a un hombre al lado.
—¿Es el suyo, Hwang?
Esta asintió, evitando verme por lo visto. El hombre que estaba a su lado, si no mal recuerdo haberlo visto antes, es el maestro de la clase. Después de que escribió algo en su nota, se alejó de ahí, dejándonos a solas. No podía hacer nada más que ver el cuenco, pero quería verla, quería ver si sus mejillas seguían rosas, igual que sus labios.
Siento que la última vez que nos encontramos, cometí un error al haberle declarado que no era casado, no sé si fue medianamente correcto, digo, ella parece odiarme, no creo que le interesa si estoy en una relación, aunque así lo parezca. Sí, ese día, Sun Ah pasó a buscarme al trabajo, ya que mi coche se quedó sin gasolina por un descuido mío, y la invité a comer, pero me sentí extraño ante su presencia, como cuándo tomó mi mano, no me dieron esas ganas de besarla.
—Papá —Miré como Eunchae se acercaba a mí—. Lo hemos visto todo, y el maestro ya miró mi bonito jarrón. Ya podemos irnos a la sala de...
Miró como Hwang estaba a mi lado, así que solo hizo una reverencia para saludarla. Si había acabado, significa que era hora de ir a la sala de pintura. Me apetecía muchísimo ver las pinturas y lo que ella hizo.
Creo que no haberle dicho nada, fue lo mejor, ese silencio fue aún más cómodo. Me pregunto como se siente Hwang, pero es tan cortante que es mejor que me aleje y no busque aunque sea una pequeña amistad formal.
Subimos a la segunda planta de la escuela, donde estaba el salón de Eunchae. Por aquí parecía haber más personas y sobre todo acompañados de padres. Sentí como esta me guiaba por el salón, pero yo me encontraba centrado viendo todos los lienzos. Me sacó un par de risas ver un lienzo con un Spider-Man dibujado, podría comprárselo al dueño o dueña.
Nos detuvimos enfrente de un caballete con un lienzo. Tenía plasmado la imagen de un cielo nocturno, con nubes esponjosas y linternas flotantes, era bastante hermoso a pesar de que se piense que es simple. Los detalles eran excepcionales y las sombras. Miré la firma debajo del lienzo, todo para ver que era de Eunchae.
—¿Es tuyo?
Me miró con una gran sonrisa, afirmando. Me quedé un poco impactado, no me lo esperaba. Ahora que lo pienso, es normal que esas linternas flotantes me recordaran su película favorita, esa princesa de cabello largo, amarillo y mágico, que ahora no recuerdo el nombre.
—Tengo dos más en exposición, pero este es el que di para que mi maestro puntuara. Me encanta. ¿Te gusta, papá?
—Por supuesto. Me encantaría ver lo demás que dibujas. A penas he podido ver bocetos en tus cuadernos o los dibujos pegados en la pared de tu habitación.
Tengo que admitir mi gran orgullo hacia ella. Jamás dudé de que podía ser buena, por qué desde pequeña le gusta dibujar, ha hecho miles de travesuras con pinturas. Por ello, mi idea era pagarla la mejor universidad y que se convirtiera en la mejor artista, como pintora, pero por alguna razón cambió de opinión, con que supuestamente quiere cantar.
Sea lo que sea, estoy dispuesto a hacer todo lo que está en mis manos para que ella haga lo que ama, que sienta una pasión verdadera.
—Ven, tengo que enseñarte otras cosas.
Se trataba de otras pinturas que tenía. Era realmente talentosa e ingeniosa. Y el brillo en sus ojos, mientras hablaba del procedimiento y de las cosas que hacía aquí, llenaron mi corazón en gran manera. Ella era la luz de mi vida, mi niña, mi princesa. Podía llorar justo ahora recordando cuándo apenas entró al kínder y según Sun Ah, tenía demasiado miedo por qué no me miraba. Ese día viajé a la velocidad de la luz para llegar a su escuela y darle ánimos, aunque perdiera horas de trabajo.
Después de varios minutos viendo pinturas, entre más, ya era hora de irnos. Mientras caminábamos a la salida, empezamos a hablar de lo que comerías. Le conté sobre mi superidea de pedir comida a domicilio, pero aún no sabíamos qué pedir.
—No me gusta el picante.
—Pero lo has comido.
—Mi doctor dice que me está estresando el estómago.
Suspiré. Era cierto, pero no era estresar, como comía mucho picante, últimamente le irrita el estómago, así que yo directamente no hago ni compro cosas picantes, para que no se ponga mala.
—Está bien.
Casi olvidaba quién estaba también en este edificio.
—Oh, mira, son ellas —Tanto Hwang con su amiga, estaban saliendo—. A mí sí que se me ocurrió una superidea. ¿Por qué no las invitamos a comer?
No era tan incoherente, pero sabiendo como ella en nada me rechazará hasta el saludo, no me parece buena idea del todo. Me quedé pensativo, mientras nosotros salíamos también. Lo mejor sería irnos a casa y pedir algo a domicilio, como lo estábamos planeando.
—¡Hola!
Íbamos a salir, saludar cortésmente e irnos, pero en cuanto salimos, Eunchae fue a saludarlas.
—Hola, de nuevo, ¿qué tal? ¿Cómo fue con las pinturas?
Hwang simplemente nos miró, indiferente.
—Fue genial sun-bae.
—Oh, vamos, no tienes que decirme así. Dime Sohee, Sohee-shi o Sohee unnie.
Era en verdad amable con mi hija, mientras que ella solo trataba de no verme.
—Pues Sohee unnie, ¿Les gustaría ir con nosotros a comer?
No puede ser que se le ocurrió ofrecerlo. Ni siquiera yo estaba de acuerdo con eso, ya que seguramente dirán que no.
—No creo que...
—Creo que no hay problema. En realidad, teníamos planeado ir a comer ahora.
Hwang miró con disgusto a su amiga, era obvio que no pasaría por su mente ir con nosotros.
—Pero, tu amiga Chaeyeon ¿quiere? No estaría mal pasar el rato, diga que sí.
Me miró y luego a mi hija. Yo preferí guardar silencio, supongo que fue lo mejor, ya que esta solo asintió, afirmando que iría. Estaba completamente seria, seguro anhela irse y no verme. Solo me genera dudas sobre si me odia realmente.
Al menos, aceptaron que fuéramos juntos en coche.
Nos pusimos de acuerdo de ir al restaurante, que yo planeaba ir a comer antes que nada, antes también de decidir que quería ir a casa a comer. Durante el camino, la única que hablaba bastante, era Eunchae, ni siquiera escuchaba mucho la voz de Sohee, que parecía ser más comunicativa. Siento que podría ser por Hwang, la cual solo tenía su mirada en la ventana. La miré un par de veces por el retrovisor interior, y era notorio su enojo. Si fuésemos solos, que sería algo imposible, me gustaría preguntarle que le sucede.
Aparqué el coche luego de llegar. Nos adentramos al restaurante que, si no mal recuerdo, ya había venido una vez aquí. La comida estaba bastante buena y en gran variedad, así que más que perfecto.
Un mesero nos ubicó en una mesa de cinco personas. Tomamos asiento, y nuevamente yo acabé enfrente de ella, justo como cuándo su padre me invitó a comer en su casa. Ese día... fue cuándo más sentí su mirada sobre mí, tan tensa, y no lograba entender si era de molestia, pero me parecía increíblemente interesante.
El mismo mesero que nos atendió al principio, regresó para preguntar que comeríamos. Cada uno escogió cosas del menú, y casi no tardaron mucho en traerlo. Sí, sentía cierta incomodidad por la forma en que su mirada caía nuevamente sobre mí, pero escuchar a mi hija hablar con Sohee, me hacía sentir más sereno. Platicaban sobre la universidad, y extrañamente de la vida.
—¿Y tú, Chaeyeon? —Esta miró a mi hija— Digo, ¿qué si también has practicado muchos deportes como Sohee unnie?
—Ah, yo prefería estar en las gradas apoyándola.
—Bueno, en secundaria era obligatorio que nos pusieran a hacer deportes. Recuerdo cuándo nos tocó jugar Voleibol, yo estaba en tu equipo gracias a Dios y me descuidé un segundo y te golpeaste el rostro.
Sonrió un poco por lo que dijo su amiga, y me sentí alegre por ello, ya que no parecía tan seria.
—Pero cuándo jugamos beisbol, y ambas estábamos en el mismo equipo, era sinónimo de fracaso para el otro equipo.
—Vaya que tenías buenas piernas, Chae.
Aún recuerdo cuándo yo estaba en los últimos años secundaria, apenas me daba tiempo de estudiar por estar trabajando para mantener a Sun Ah y a Eunchae. Pero, escuchar como hablaban ellas, me llenaban de vida, como si también lo hubiese pasado genial. Sobre todo, ver como se desenvolvía Hwang, como hablaba amenamente con mi hija y su amiga, me llamaba la atención.
Por unos segundos, dejé de comer por estar concentrado en ella. Movía su cabello a un lado, para agacharse y tomar correctamente su sopa, sin mancharse. Asentía un par de veces por lo que decían las demás. Sus labios estaban rojos por el picante que le puso al inicio, al igual que su nariz. Iba a volver a tomar sopa con la ayuda de la cuchara, pero formó sus labios en o, soplando.
Tragué saliva, tratando de disimular, llevándome un trozo de carne a la boca, pero no fue suficiente, ya que la volví a ver, como pasaba su lengua por encima de esos carnosos labios y como pequeños cabellos cayeron por su mejilla. Era indecente que la viera así, tan atento por el hecho de que a pesar de ser tan bonita, era lo suficientemente joven para ser mi hija.
Mi corazón tembló por el susto, y más viendo quién había entrado al restaurante, caminando hacia la mesa.
Cuándo salí de casa, le dije a Sun Ah que posiblemente al acabar con la exposición vendríamos a este restaurante, por qué quería que probara los estofados de aquí. Lo peor es que, mencioné que si los planes cambiaban, le avisaría, y estaba por enviarle un mensaje diciendo que comeríamos en casa, jamás llegó.
—¿Mamá? Hola.
Sun Ah llegó hasta donde nosotros, donde hizo una reverencia saludando, un poco extrañada al ver a las dos jóvenes en la mesa. Se sentó a mi lado, y me dio por mirar a Hwang por el repentino silencio. Esta evitaba a toda costa verme, solo concentrada en su plato de comida, completamente seria.
—¿Qué tal? Qué sorpresa que ustedes estén aquí. Nos encontramos casi siempre.
—Usted lo ha dicho, señora. Su hija estudia en la misma escuela que nosotras. Vamos a cerámica.
—Cierto, cuándo les ofrecí llevarlas a la estación de buses, estaban ahí. Pues que bien.
—Sí, mamá, ambas son muy buenas en la cerámica.
Las tres hablaron amenamente, pero Hwang no. Estaba en otro mundo, y me preocupó, tal vez le pasará algo malo por qué de un momento a otro se apagó completamente.
—Jungkook, ¿cómo estuvo lo de nuestra hija? ¿Viste sus pinturas?
Llamó mi atención, colocando su mano sobre mi hombro.
—Todo fue fenomenal.
—Me alegro. Recuerda que debes decirle a tu secretaria que me dé una credencial para irte a ver a tu oficina.
Asentí. Mi mirada fue hasta Hwang, pero esta me estaba viendo ya. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo, por la forma en que me veía intensa, como si a la vez estuviese aturdida. Me inquieté más cuándo se puso de pie, diciendo suavemente que iba al baño. Parecía hasta pálida, que hasta todos la miramos como se alejaba.
—¿Qué le sucede?
Escuché a Sun Ah que le decía a Sohee, pero esta se quedó en silencio, viéndonos.
—Creo que algo que comió le sentó mal.
No parecía tan seguro. Mi angustia era tanta, que tenía ganas de ir a ver que le sucedía, y debía hacerlo. Me puse de pie, dispuesto a ir.
—Voy al baño, ya regreso.
Giré y fui directamente al pasillo de los baños. Mientras ella comía, no parecía que algo le hacía daño, más bien estaba comiendo tranquilamente, sin problema, casi podía decir que alegre. Pero cuándo entró Sun Ah, por fin me vio. ¿Acaso se sintió incómoda? Pero no tiene razones para estarlo. No lo comprendo.
Mientras caminaba, creí que ella estaría dentro, pero no. Se encontraba cerca de la puerta, con su cuerpo apoyado en la pared. Me daba tanta pena, puede ser que en verdad se encuentre mal.
—¿Está bien?
Fue notorio el susto. Se giró para verme y asintió, volviendo a darme la espalda.
—Sí, solo fue un mareo. No tiene de que preocuparse.
Traté de acercarme más a ella, sin que fuese inapropiado.
—Si sucede algo, puede decirme.
Y es que yo sí me asusté cuándo se giró bruscamente, viéndome seria, no, mejor dicho, molesta.
—Por favor, deje de entrometerse. Solo me pone de los nervios, mejor debería ir donde su mujer.
Oh... vaya que estaba ofuscada. Me quedé un tanto perplejo, analizando la situación maduramente. Era lo mismo de siempre, yo entrometiéndome en su vida, y ella enfadándose.
—Yo le dije que ella no era mi esposa, ni mi mujer. Sun Ah solo es la madre de mi hija, no tenemos ninguna relación amorosa.
Es normal que piense que tengo algo con ella. Ja, hasta Taehyung, estaba harto de decirme que lo que tenía yo con Sun Ah era una relación libre, pero amorosa por acostarnos juntos un par de veces y besarnos cada vez que podíamos. Lo que pasa, es que ya no hacíamos eso.
—No me interesa su vida privada, señor.
—¿Qué le interesa entonces?
—Nada. ¿A usted le interesa algo?
Se cruzó de brazos, esperando mi respuesta.
—Sí. Me interesa usted.
Fue como si la respuesta salió de lo más profundo de mi alma. Esto no era igual a esa vez, cuándo le dije que me interesaba por qué me recordaba a mi hija. Ahora entiendo que tal vez no era por eso, podía tener que ver, pero no, pero más por ella, Hwang tenía algo que me interesaba, detrás de su mirada debía haber miles de misterios, que quería saberlos.
—¿Está de broma? —Soltó una risa— Ya le había dicho que yo no soy su hija, no podría serlo. Ni siquiera soporto estar cerca de usted.
Su voz parecía temblar cuándo dijo lo último. Me odiaba tanto para no estar cerca de mí, vaya que era bastante entrometido para que se sintiera así.
—No entiendo.
—Olvídelo, lamento haber sido irrespetuosa.
—Oh, vamos, dígame por qué no podría estar cerca de mí.
—¡Por qué su presencia me quema! —Expulsó, casi molesta, reclamándome algo que me dejó atónito— Me mata solo verlo, y tenerlo cerca aún más. Usted me lleva a un mundo de imaginación interminable, donde todos los pecados del mundo estarían desacuerdo conmigo. Y no sabe como odio sentirme así.
Escuchaba su respiración agitada, su mirada me atrapaba, y sus palabras fueron la razón de mi impacto. No puedo creer lo que acabo de escuchar, ni siquiera sabía que ella podía ser capaz de decir semejante cosa. ¿Imaginación interminable sobre qué? No podía ser lo que yo creo, claro que no.
Deshonesto me pareció verla con otros ojos cuándo la miré tan detenidamente mientras comía, como me centré en demasía en sus labios, no podía ser. A penas sé que tiene entre 20 o 23 años, una joven que no debería tener tales pensamientos por alguien como yo, con una edad aún más madura. No podía ser, ¿ella odiaba sentirse así?
¿Mi presencia le quemaba?
Esto era un verdadero dilema, no podía reaccionar de forma coherente.
•
Hola chiquibollos.
Podría decir que:
Director Jeon = Estado de
confusión extrema.
Pobrecillo.
Espero estéis disfrutando,
no olvidéis votar y comentar,
me gusta mucho saber
que es lo que pensáis.
cuídense, Dios le bendiga.
xoxo
—Herbst
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