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JJK | 008.

Desde que inicié a trabajar en la empresa, me empezaron a interesar aún más los coches. Tomé como una distracción pasar el tiempo en mi garaje, revisando mi coche y la moto que compré hace un par de años, que ni siquiera la uso.
Me quedaba tan inmerso en aquello, que un día acompañaba a los mecánicos de la empresa, como un cotilla, dando un par de consejos y aprendiendo a la vez.

Supongo que de algo sirvió trabajar como mecánico cuándo era joven. Si no mal recuerdo, en esa época conocí a un gran amigo que me ayudó mucho. Me indicaba como se hacía varias cosas, volviéndome experto, aunque este diga que me falta mucho.

Desde entonces, en mis horas libres, como pasa tiempo, me dirijo a las tiendas de mi cargo, para ver la calidad en que mantienen los coches. Es como si hacer eso me libera de tensiones, me hace olvidar los problemas y a relajarme.

Justo hoy, me apetecía venir al concesionario del norte, una de las tres tiendas que yo era encargado de supervisar. Cuándo había un defecto en uno de nuestros coches, yo me hacía cargo de averiguar el problema, así que por ello andaba rondando la tienda desde hace un par de horas.

Encontré el problema evidentemente, así que llamé al gestor principal para que lo llevara al centro de mecánicos, para que cambiaran los pistones del motor, que por alguna razón estaba dañado, lo que hacía que el motor disminuyera su potencia.

Salí de la oficina del encargado de la tienda, después de dejar una hoja con los problemas, y además de recordar la responsabilidad de revisar siempre la eficiencia de los coches.

Literalmente, estuve toda la mañana por aquí. Por ahora me iría a mi casa a descansar y hacer algo de comida para mí, ya que Eunchae le toca estar con su madre.

Miré, como a pesar de ser sábado, había bastantes personas por el lugar. Seguí hacia la salida, hasta que justo vi al señor que estaba al lado de la joven Hwang aquel día, su familia o posiblemente su padre.

Era cierto, sí que trabaja de lunes a sábado, al menos hoy era media jornada.

Al ir enfrente de mí, el señor salió primero, mientras que yo disimuladamente fui después, quedando cerca de él.

—Hola, disculpe —Hablé, llamando la atención del hombre— ¿Usted trabaja aquí, no?

El hombre asintió con su cabeza.

—Ya he acabado mi turno. Si usted quiere asistencia, tendría que...

—Oh, no, no deseo eso.

Me miró sin interés, así que hizo una reverencia para empezar a caminar.

Sonreí, recordando a como la joven Hwang me ignora, justo igual a este hombre. No había duda de que podía ser su padre, además del severo parecido.

Quise seguir al señor, solo para ver a donde se dirigía, pero seguramente parecería un acosador que hasta el hombre se dio cuenta. Se detuvo en seco, girando y viéndome extrañado.

—¿Sucede algo?

—Lo lamento.

Hice una reverencia hacia él. Levanté mi cabeza, viendo ahora su rostro con una sonrisa.

—No hay problema. ¿Ibas a comprar un coche o algo?

—Bueno, ya tengo uno.

Hacia la dirección a la que él se dirigía, justo estaba mi coche, así que aproveché para señalarlo y que lo viera. Su reacción fue de sorpresa, acercándose a mi coche.

—Pero que tienes un ioniq, el último modelo. Seguro que tienes un buen empleo.

Tantos años trabajando en esa tienda, era tan obvio que podría reconocer este coche.

—Usted trabaja en esa tienda que salimos, es seguro que también tiene un coche de ahí.

—Pues no, no es tan necesario. Aunque mi mujer me grita cuándo salimos de paseo en autobús.

Reí por el acento imitando a su esposa. A pesar de que hace unos segundos me ignoró por completo, ahora parecía lo contrario, completamente amigable. Si Hwang es su hija, en esto no se parecen.

Sentí que me empezó a vender mi propio coche, con todas las características que empezó a mencionar. Dijo que tuvo un día para aprenderse todo antes de que fuese lanzado al mercado, y le gustaba, aunque seguía agradándole un modelo que salió hace dos años.

—¿Ahora se dirige hacia su trabajo? —Asintió— Pues, deje que lo lleve.

—Te diré que sí, por qué me agradaría tanto sentir como es ir en este coche.

Ambos subimos al coche. No emprendimos camino de una vez, ya que justo al sentarnos, empecé a enseñarle cosas importantes que tenía el coche por dentro. Tampoco era necesario, por qué el señor conocía todo.

Era un señor interesante. Me dio la dirección de su casa, que estaba un poco lejos de aquí. Ahora sé que se llama Hwang Suk-yeon y que lleva bastantes años trabajando en esa tienda. Varias cosas que dijo, me dejaron pensando. Era claro que no sabía sobre mi puesto de trabajo, por ello mencionaba los descuidos que había en el ámbito laboral, la forma en que sentía que hacían cosas mal.

Tenía razón, lo que pasa es que sobre eso no está bajo mi responsabilidad, y siempre hablo con el director general sobre la situación desnivelada existente dentro, pero es difícil hacer algo por lo visto.

Por otro lado, charlamos en el camino de cosas triviales. Yo parecía un abuelo por la forma en que seguía la conversación, por qué entendía todo, claro, al tener la edad que tengo y por ser padre, se pasan por muchas cosas en la vida.

Me comentó que su mujer hoy llegó de viaje, de ver a su hermana que había dado a luz. Sumando que por alguna razón empezó a decirme la extensa familia de su mujer.

Desde mi punto de vista, lucia como un gran hombre, con valores, que le daba miedo dejar un trabajo de tantos años, sin tener en cuenta su valor como persona para una paga miserable, con su vasta experiencia. En sus palabras se encontraba la sabiduría y conocimiento humano que recolectamos durante todos los días de nuestros años vividos.

Casi puedo asegurar que es como mi padre, antes de que yo le "fallara" como me dijo hace 16 años. Lo necesité a esa edad, a pesar de haber "arruinado" mi vida, seguramente un hombre como Hwang Suk Yeon sería diferente.

Estábamos llegando a la dirección que me dio, y de inmediato recordé cuándo me ofrecí a llevar a su casa a la joven Hwang. Era una dirección diferente. Supongo que vivirá sola.

Doblé un callejón más, y ya estábamos cerca de su casa. Había dos mujeres justo enfrente de una casa, y era tan obvio quién era una de ellas. Reduje la velocidad, hasta el punto de detenernos por completo.

El señor Hwang desabrochó su cinturón y salió. No sabía si salir también, la verdad me dejaba pensativo si ella podría sentirse incómoda. Al final de todo, decidí bajarme, yendo directamente donde estaba la pequeña familia reunida.

Pero mi mirada se fue solo hacia ella, quien peinaba su cabello, formándolo en un moño alto, sin delicadez. Miraba al señor con atención, era ya una confirmación de que era su padre, junto a su madre.

Ellos hablaban amenamente, mientras que yo seguía atrás, viéndola a ella. Cuándo sentí que sería mejor irme, a pesar de que el señor Hwang me dijo que me esperara, este mismo se dio la vuelta para verme. Con su mano me hizo una señal para que me acercara a ellos. Y como era de esperarse, ella en cuanto cruzó miradas conmigo, su rostro se veía confundido.

—Les presento a Jungkook. Parece una broma, pero es un gran oyente y sabe de la vida. Me trajo hasta aquí, por eso llegué antes.

Hice una reverencia y al momento de levantar mi cabeza mi mirada cayó nuevamente ante esos ojos negros, molestos ante mí. Seguramente estará sorprendida por encontrarme también aquí, casi como una plaga, pero estoy claro que es una coincidencia. Tal vez.

—Mucho gusto Jungkook, gracias por traer a mi marido hasta aquí.

Entonces, pude percatarme de como el señor Hwang se acercó a su hija para decir algo, qué obvio escuché. No tenía nada que ver con educación, simplemente la impresión hizo que ella no quisiera saludar.

—¿Acaso no sabes quién es él? —No tenía intenciones de decirle quién era yo, en realidad, digo, era posible que cambiara su trato hacia mí, más formal, y en serio el señor era agradable— Es increíble papá, ese hombre es di...

—Lamento interrumpir, pero es momento que me retire. Fue un gusto conocer a su familia, Hwang. Nos vemos.

Pero ni siquiera me moví, ya que el señor me habló.

—Oye muchacho, ¿Quieres pasar a tomar un poco de agua o alcohol?

Una oferta tentadora, tenía planeado tomar unas botellas de cerveza cuándo yo llegara a casa, así que bueno.

—Está bien.

Había la intención de interrumpir de su parte, pero como acepté, simplemente me miró con asco. Solté una pequeña risa por lo bajo, sin entender del todo su reacción. A penas conozco a esa joven, no me interesa en lo más mínimo enterarme de su vida personal al completo, pero resultó siendo de azar que sintiera compasión por la injusticia hacia su padre, además que a ella también la tratan incorrectamente en su trabajo. ¿No podría yo hacer algo al respecto, sin entrometerme tanto?

Espero que sí.

Las mujeres entraron primero, mientras que yo caminé al lado del señor, que me platicaba que lleva años viviendo en esa casa, desde que se casaron. Pero sus palabras se volvían inaudibles por culpa de mis intenciones de ver en todo momento los movimientos de esa joven informal, que evitaba a toda costa mi mirada.

Su peinado se desmoronaba, dejando cabellos caer por su rostro, que los peinaba de inmediato, desviando su mirada. Tenía un fuerte carácter, ya me había dado cuenta.

Me senté en el suelo, al lado del señor que estaba en la cabeza de la mesa. A los segundos, pude ver a su mujer como traía una botella de vidrio, junto a su hija detrás con las pequeñas tazas.

—Pero bueno, no nos quieren dar alcohol.

—Creo que sería mejor un poco de té, así bebemos todos.

La mujer sirvió a cada uno, para luego sentarse. Ambas estaban enfrente de mí, y ella evitaba verme a toda costa.

—Deberías dejar de invitar a extraños a casa, papá.

—Oh, vamos, Jungkook ya no es un extraño. Es un buen muchacho, gran trabajador por lo que me ha dicho. Tengo un buen ojo para esto, si no fuera así, como explicas la casualidad de como conocí a Shin y ahora su hija Sohee y tú seáis buenas amigas.

Guardó silencio ante lo que dijo su padre. No me encontraba del todo cómodo, complemente mi culpa. No sé en lo que estaba pensando en creer que esto era buena idea. Sí, quiero ayudar al señor Hwang, pero tan solo lo hubiese hecho de lejos. Es que esa mirada... no me dice nada, ilegible, penetrante.

—Volviendo a lo que estábamos, ¿dónde vives tú?

La sensación de sentir los ojos de alguien sobre mí, era inquietante, solo me provocaba desviarme y caer en ellos. Lo peor era que cuándo cruzábamos miradas, en ningún momento la desviaba, se quedaba firme, viéndome detenidamente.

—Ah, vivo en Songpa-gu.

No soy un experto en miradas, pero cualquiera que viese sus ojos en mí, pensaría que me odia, pero yo no lo siento así, solo me da confusión. Casi tan suave, llamativa, algo así lucia para mí.

—Pues entonces espero algún día me invites a tu hogar.

Asentí. Debía irme.

—Será mejor que me vaya.

—Él tiene razón.

Bastante directa. Me puse de pie, al mismo tiempo todos, menos ella.

—Muchas gracias por el té. Nos vemos.

—Gracias a ti Jungkook, que me trajiste. Recuerda que si necesitas algo, puedes llamarme.

Y obligadamente, su padre la mandó a acompañarme hasta la salida. Esta simplemente caminó firme hasta la puerta, la cual abrió y salió sin más. Hice lo mismo, todo para verla cruzada de brazos, mirándome.

—Le pido disculpa, no tenía conocimientos de que el señor Hwang era su padre.

Suspiró.

—¿Por qué se está metiendo en mi vida? Ahora resulta que hasta conoce a mis padres.

—Le ofrezco mis disculpas nuevamente. En ningún momento quise meterme en su vida. Pero fue mera coincidencia conocer de su padre y sobre su situación en la empresa.

—Él no necesita su ayuda, si eso es lo que quiere hacer —Desvió su mirada hasta mi coche—. Será mejor que se marche, director Jeon.

La culpabilidad me inundó sin razón, no lo había. Quería hacer tantas cosas por mis ideales, pero a la vez todo me indicaba que no siguiera involucrándome.

—Comprendo que seguramente le desagrade ahora mismo, esas no fueron mis intenciones.

Ninguno dijo más, solo nos quedamos ahí, enfrente de su casa mirándonos. Y como una advertencia, el recuerdo de esa noche inoportuna con Sun Ah vino a mi mente, no podía evitar recordarlo.

Suspiré, para después hacer una reverencia y alejarme. Llegué a mi coche y me subí, aun viendo como esta me miraba.

Pude haber hecho las cosas mejor, pero tampoco tenía el conocimiento de que estaría en este lugar. La tensión absurda que hay entre ella y yo, desde el día en que nos conocimos, me confunde, digo, con justa razón, ha de odiarme por meterme en algo que realmente no me interesa, ¿no es así? Era lo suficiente mayor para comportarme así.




[...]




Tomé a provecho salir pronto de mi trabajo, para salir a cenar con mi hija.

Los inicios de semana realmente son agotadores, más hoy, que tuve la primera audiencia con respecto a la demanda. Según comentó el juez, el juicio podría durar varias semanas si la situación no se dirigía a un punto en específico, ya que la parte demandada no tienen pruebas relevantes.

—Y también tuvimos un examen de biología. Tengo que admitir que coloqué como respuestas solo la opción A.

La miré después de tomar un poco de agua.

—¿Ni siquiera revisaste si eran correctas?

—Bueno, confío en mi suerte. Además, era un examen sorpresa.

Lo que digo, me matará de un disgusto. Parece tan irreal decirle que se esfuerce más cuándo yo no era tan bueno en clase, pero la diferencia es que yo estudiaba para lograrlo, pero era ella, tiene mucha confianza. Desde que nos esteramos de sus calificaciones, intenté volver a hablar con ella, y me comentó que sentía demasiada presión, pero que me prometía hacer lo mejor, así que solo me queda confiar.

—Esta mañana casi no nos vimos, no te pregunté como te fue el fin de semana con tu madre.

—Bien. El cumpleaños de su amiga fue divertido, llegaron varias personas y reconocí a Jae-rim, el jefe de mamá.

Guardé silencio. Así que ese hombre estaba con ella. Si hubiese escuchado eso hace un par de años, me llenaría de coraje, pero la verdad no sé cómo sentirme. Sun Ah y yo no tenemos nada sobre una relación, pero el hecho de que tengamos una hija y que a veces nos acostemos, hace una gran diferencia.

—Esta semana estás conmigo, y como ayer te fuiste, me gustaría que te quedarás el siguiente fin de semana. ¿Te parece bien?

—No sé si nos veremos, ya que tendré exámenes.

—Mejor, así me encargo en ayudarte en cualquier cosa y vigilarte —Hizo una leve sonrisa. Ella acabó de comer, así que nos levantamos de la mesa para ir a pagar— ¿Las bravuconas de tus compañeras te siguen molestando?

—No, espero que no vuelvan a venir donde nosotras, por qué siento que Haerin les dará una golpiza.

Solté una carcajada, las jóvenes de ahora daban miedo. Llegamos hasta la recepción y mi mundo dio vuelta. A donde sea que vaya, a donde sea que mire, ahí estaba ella. La joven Hwang recibiendo una bolsa, seguro con comida.

Después de que conoces a una persona, no puedes dejar de encontrártela por lo visto.

Lo mejor sería quedarme un momento a lo lejos y esperar a que esta saliera, pero Eunchae no pensaría lo mismo, ya que al darse cuenta de quién era la chica, se acercó a ella con una sonrisa.

—¿Chaeyeon? ¡Hola!

La joven casi asustada, se giró, viendo a mi hija y luego a mí, aturdida.

—¿Hola?

Trató de sonreír, pero volvió a verme seria. Algo dentro de mí se sentía molesto por la situación de confusión que existía, por su molestia.

—Qué mala suerte que no nos encontramos antes, así hubiéramos comido juntos, los tres. ¿Cómo estás? He pensado en la universidad, y creo que escogeré la misma donde fuiste tú.

—Ya veo, me alegro por ti.

Oh, y bastante cortante. Sé que Eunchae también lo sintió, ya que se giró para verme y luego a ella. Se colocó a mi lado, dándole espacio a Hwang Chaeyeon.

—Perdone las molestias, que le vaya bien.

Habló más informal, haciendo una reverencia. Por mi parte me quedé de pie, viendo su comportamiento, tan cortante. No la culpo, no nos conoce de nada y de pronto tanto padre como hija la molestan con cosas insignificantes.

Nos miró por última vez y salió. Era mi turno, así que saqué mi tarjeta para pagar.

Me preguntó por qué será así, y aunque no debería interesarme, la vuelva más intrigante sin ninguna razón. Sus acciones eran contrarías a la forma en la que me miraba, lo que me llenaba de dudas, como un misterio por el que estoy ansioso por resolver.

Salimos del restaurante, y ella estaba afuera.

—¡Ah! Papá, espera, se me olvidó mi bolso.

Me di la vuelta para verla, pero ya había regresado adentro, dejándome a solas con la enojada Hwang. Esta ni siquiera se inmutó, solo miraba hacia la calle, sosteniendo una bolsa.

Ahora era yo quien no podía dejar de ver sus pequeñas acciones, como balanceaba la bolsa de un lado a otro, como escondía su labio inferior repetidas veces. Miraba al frente, pero seguía los coches de un lado a otro, hasta que su mirada cayó sobre mí. Un nudo en mi garganta se formó, quería decir algo, pero a causa de este momento inquietante, fue difícil pronunciar palabra alguna.

El viento molesto me hizo despabilar, así que di unos cortos pasos hacia ella, quien no se inmutó.

—Parece muy molesta conmigo.

—No —Sonreí apenas por la forma en la que habló al instante—. Lamento haberme comportado de aquella forma el sábado.

La sentí tan sincera que no pude decir más, que solo apreciarla. Sus ojos ahora que los veo mejor no eran tan oscuros, tenía cierto brillo, cautivadores. Carraspee mi garganta, viendo hacia la carretera, y lo iluminado de las calles, debía controlarme.

—¿Espera a alguien?

—Sí.

—Su novio, ¿no?

Me miró desconcertada, sin decir nada ante lo que dije. Ni siquiera sé por qué se me salió, ahora solo falta que se moleste por ello, soy un tonto.

—No tengo novio —Oh... —. Y por lo visto, usted no vino a cenar con su esposa.

Dentro de mí gritaban las ganas que tenía de decirle que no estaba casado, ya que era verdad, pero fui interrumpido por Eunchae que salió justo en el momento, salvándome.

—Ya está papi.

Vio a Hwang Chaeyeon, e hizo una reverencia nuevamente, esperando a que nos fuéramos.

Su... ella... tenía algo que no podía dejar de verla, desde el principio, con su mirada fija en mí, en como sentía que me seguía, sus palabras cortantes y filosas que solo te llaman para escuchar que tiene que decir después, sin tener miedo de lo que dirá, solo atrayéndote más. No solo eso, me confundía por qué desde hace 16 años solo he pensado en la madre de mi hija como mujer.

Me despedí también, pasando enfrente suyo, mirando sus ojos. Había algo en ellos y me aterraba.

Entre más caminábamos, en mi mente aún seguía su rostro pálido con leve rubor en sus mejillas, casi del mismo color que del sus labios. No solo eso, sentía la sensación de querer estar más cerca de ella para recordar su fragancia, por más que no me trajera buenos recuerdos.

Tenía un lío en mi cabeza, desde que me miró tan fijamente, llamando por completo mi atención, hasta el día de hoy que me interesa en totalidad, desde querer ayudarla en su trabajo, como averiguar que esconde detrás de esa inocente molestia. 

Herbst

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