JJK | 003.
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Casi corriendo, llegué hasta la entrada de casa, para colocarme mis zapatos. Era como un día común y corriente, en el que me había levantado a la hora correcta, pero a último momento recordaba papeles o me tardaba haciendo la comida. Abrí la puerta, después de coger mi maletín y las llaves del coche.
—¡Eun, date prisa!
Dije antes de que la puerta se cerrara. Fui hasta el ascensor, y mientras apretaba el botón que me llevaría al garaje, apareció Eunchae.
Me quedé confuso al ver como tenía puesta unas lentillas azules y extensiones amarillas en su cabello negro. Quedé con la boca casi abierta, sin creer lo que había visto. No podía creerlo cada vez que se ponía algo, es que me parecía la niña más bonita desde que nació, con su cabello hermoso y grandes ojos azabaches, ¿por qué debía ponerse algo para cambiarlo?
—Papá, esto es tu culpa, por no hacerme un desayuno decente.
Comenzó a ordenar su uniforme, pero yo aún seguía viendo su cabello.
—¿Cómo es posible que vayas con esas horribles extensiones amarillas? Vas a la escuela Eunchae, no vas a una fiesta o a cualquier sitio. Quiero que te las quites.
Me giré un momento, para verme en el espejo del ascensor. Ajusté mi corbata correctamente y eché un ojo a mi cabello. Sentí una mirada sobre mí, después de un resoplo.
—Tú tienes piercings, tatuajes, ¿cómo es posible que me juzgues?
Se cruzó de brazos, sin querer verme.
—No te estoy juzgando, hija, pero si vas a ponerte algo así, procura que no sea tan llamativo. Vas a un centro escolar.
Guardé silencio. En parte tenía razón, pero este tipo de conversaciones ya eran de costumbre. Cuándo ella llegue a clases, seguro le dirán que se las quite, así que no puedo hacer mucho, más que aprenda que yo no la juzgo o molesto.
Miré el reloj de mi muñeca, debía darme prisa para que Eunchae llegara a tiempo a clases.
Las puertas se abrieron, y casi trotando llegué a mi coche. Introduje la llave en la puerta, pero no entré, solo dejé que ella lo hiciera mientras metía mi maletín a la parte de atrás, al lado de Eun.
—¿Papá? Venga, rápido que llegaré tarde.
—Un momento.
En el edificio hay dos ascensores, así que supuse que en el otro venía ella. Así fue, miré las puertas abrirse, y como venía hacia nosotros. Entonces subí al coche, y ya podía escuchar a mi hija hablar.
—¿Por qué mamá está aquí?
—Se quedó a dormir.
Abroché mi cinturón.
—Es increíble cómo puedes traer a mamá, han pasado años desde que se separaron.
Suspiré, colocando mis manos sobre el volante.
—Lo sé, pero no tiene nada que ver, cielo. Deja de pensar en ello ya.
Miré por el espejo retrovisor, la forma en la que simplemente me miró mal, se abrochó su cinturón y se cruzó de brazos.
La puerta se abrió, dejándome ver como Sun Ah se subía. Saludó a su hija, que con respeto la recibió, pero era obvio que estaba molesta con nosotros.
Prendí el motor del coche y emprendimos camino. A pesar de que estaba así, Eunchae era una buena niña, gracias a Dios, supimos cómo emplear una buena crianza, lo mejor que pudimos. Con buenos valores, educada y sobre todo, era sumamente empática con todo el mundo.
Cada sábado del primer mes, por la noche, quedamos para cenar y compartir un poco. Eso no estaba para nada mal, en cambio, nos hacía llevar una buena relación. Más o menos.
Varios minutos después, llegué a la casa de Taehyung, para recoger a Haerin, ya que ninguno de sus padres podría llevarla a la escuela.
—Buenos días, señor Jeon... y señora Yoo.
Nadie habló nada en el camino, ni las chicas entre ellas. Para su edad, Eunchae era bastante madura, y antes también lo fue. A veces siento que fallo como padre en algo, y no encuentro salida para remediarlo, pero cuándo estoy con Sun Ah, ella me reconforta.
Llegamos a la escuela, donde las chicas se bajaron después de despedirse. Me quedé unos segundos ahí, viendo como ambas se alejaban y se adentraban. Ahora, la dejaría a ella en su trabajo.
—Lo siento, Eunchae terminó viéndote.
Mencioné, apenado.
—Pero Jungkook, también es mi hija. No tienes que preocuparte, solo quisiste que la madre de tu hija se quedara en tu casa.
Sonreí al escucharla. No podía negar que anoche, solo hablaríamos, pero terminar bailando con ella, con la misma canción que bailamos tantas veces, hacían revivir momentos antiguos que me hacen caer ciegamente. Sin olvidar sus toques suaves y tiernos, sus palabras dulces, sabiendo que ella es la madre de mi niña.
En poco tiempo, también llegamos a su empresa. Aparqué el coche, y la miré.
—Ten un buen día, seguimos hablando.
Dije. Esperé a que bajara, pero en cuanto desabrochó su cinturón, vino hacia mí para colocar su mano sobre mi rostro.
—Tú también ten buen día, Jungkook.
Sus labios se pegaron a los míos, y ahí tomé también su rostro para que no se fuese alejar rápido. Moví mis labios, lento, tratando de no olvidarme de este beso, hasta que volviese a llegar otro.
Abrí los ojos poco a poco, viendo como ella los tenía aún cerrados, luciendo tan linda. Se bajó del coche, pero no me fui de ahí hasta no ver como entraba. Suspiré, sintiendo mi pecho lleno. Dios mío, es increíble lo mucho que me retuve anoche, teniéndola al lado de mi cama y no tocarla en ningún momento, iba a quedar loco.
Seguí mi último camino, por fin, mi empresa.
Admitía que estar con Sun Ah, hacía que mi autoestima como padre mejorara, y a veces como hombre, pero eso no quitaba que quisiera cortar las cosas de raíz, como hace unos años.
Nos conocimos desde la secundaria, me enamoré de ella perdidamente, y aun siendo demasiado jóvenes, nos volvimos padres. Por esas razones, me comí la cabeza creyendo que sería mejor que volviéramos.
Llegué a mi empresa, donde al menos me despejaba de todas las relaciones interpersonales. Caminé en los pasillos, que me llevaban hasta mi oficina, saludando a todas las personas que me encontraba, inevitablemente.
Entre varios del departamento que manejaba, no sabían cómo lidiar con los conflictos que estaban surgiendo. Y claro, yo siendo el director tenía la responsabilidad de encargarme de los responsables, apoyando a la vez a mis compañeros.
Es difícil, pero al menos creo que lo están sobrellevando.
Miré el escritorio al lado de mi oficina, donde estaba Park Se-wan, como todas las mañanas desde que trabajo aquí. Es gracioso pensar que ha sido mi secretaria desde el primer ascenso que tuve.
—¡Director Jeon! Buenos días.
Tomó su gran carpeta y salió, siguiéndome.
—Buenos días, Park.
Dejé mi maletín en el perchero, para luego quitarme mi chaqueta de vestir y dejarla en el mismo lugar. Puse mis manos sobre mi cintura, viendo directamente a Sewan, quien estaba lista para empezar a dictar todas las cosas que tenía que hacer hoy.
—Señor Jeon, el día de hoy hay un par de visitas, menos que ayer, pero importantes. Le toca almorzar con el director comercial de Kia Corporation, teniendo como tema principal "Nuevo lema por la incorporación de materias primas extranjeras".
Apenas había empezado y ya sabía que tendría un largo día. Me acomodé en mi silla, encendiendo mi laptop mientras la escuchaba hablar de otras cosas. No era como que no le prestara atención, pero como siempre, eran cosas que luego me repetiría, y la mitad eran ciertas reclamaciones que tendría que mandarlas a otro encargado.
—Por último, he escuchado que dentro de dos meses habrá una nueva postulación para que pueda convertirse en director general de la firma. Dando mi propia opinión, conforme al realismo, usted tiene bastantes posibilidades de serlo.
Suspiré. Agradezco inmensamente el cariño que muchos me tenían aquí, pero no sentía que fuese viable esa opción.
—Aún me hace falta experiencia. Te puedo asegurar que cuándo el próximo director general se retire, me postularé.
Hizo una reverencia, para luego salir a seguir con sus cosas.
Fueron siete años de trabajo arduo para demostrar todo de lo que era capaz, por ello, tener este puesto era casi la gloria. ¿Podría pedir más? Sí, pero cada cosa tenía su tiempo, y eso lo aprendí con el paso de los años.
Tenía mucho que dar aún como director comercial, demasiado. Lo importante, es que logré demostrarle a muchos que había conseguido grandes cosas, a pesar de ser un padre demasiado joven, y no me arrepiento de nada.
Medio miré todos los papeles que tenía encima del escritorio, ordenando mentalmente con que empezaría, según la importancia. Entonces, recordé que Sewan también mencionó que a las 11.00 tenía la primera reunión con el director comercial, de la empresa SsangYong, para seguir con los inconvenientes legales.
Aún faltaba para esa hora, así que me encargaría de trabajar un poco y salir para tomar un café cerca.
Después de varios minutos, ya me encontraba bajando de mi coche para ir hacia la cafetería. Caminé un poco, para luego adentrarme al local. No estaba tan lleno como esperaba a esta hora, así que fui directamente al mostrador.
Un café normal estaría bien, pero me apetecía tomar otro tipo.
—Buenos días. Un café capuccino, por favor.
Mencioné.
—¿Qué tipo de recipiente?
—Mediano.
Saqué mi tarjeta, para pagar en el momento. La chica detrás del mostrador, trajo el datáfono y lo puso enfrente de mí.
—Son 4900,00₩
Acerqué la tarjeta y se cobró de inmediato. Decidí quedarme a un lado, esperando por el café, así también las personas que, de pronto llegaron, fueran atendidas. Revisé la hora en mi reloj de mano, aún tenía tiempo.
La situación en la que se encontraba esa empresa, era complicada. Todo empezó hace un mes. Por lo visto, alguien se infiltró en las oficinas de Hyundai, obteniendo información importante sobre la próxima promoción que se realizaría. Gracias al cielo, alguien lo descubrió, y movimos contactos para saber qué hacer.
Decidimos adelantar la salida del producto al mercado, despistando a SsangYong, también dándoles a entender que el soplón habló, diciendo que venía de esa empresa. Taehyung, mi gran amigo que de paso es el abogado de confianza de Hyundai, se movilizó más rápido que todos, y se estaba encargando de recopilar las pruebas para demandar a SsanYong, por el fraude que quería cometer, imitando el producto, la publicidad y más cosas que estábamos realizando.
Según me comenta Taehyung, el eje principal, está en el departamento de marketing, ya que de ahí era el infiltrado. Por ello, hoy teníamos una reunión con el director del departamento y con el director general. Si no daban la cara, y se hacían cargo, les caería una gran multa. Una circunstancia que solo haría bajar su prestigio hasta el suelo.
Escuché como decían el número de mi pedido, así que me dirigí al mostrador. Y ahí me di cuenta de que había alguien haciendo su propio pedido. Se trataba de aquella chica que he visto junto a mi hija, y justo en la empresa SsangYong.
Ahora que recuerdo, Sun Ah mencionó de que esa chica junto a su amiga estaban de nuevo con mi hija.
Miraba con desesperación su reloj, seguramente la mandaron a traer cafés. Ese día que la encontré en el balcón, quise preguntarle al señor Pyo, mano derecha del jefe de marketing de su empresa, qué por qué llamaba a la joven becada. Su explicación, realmente me molestó, digo, era un trato basura que empleaba.
—Gracias.
Tomé el vaso que tenía mi café, colocándome justo a su lado. Nuestras miradas se cruzaron, así que por cortesía decidí saludarla. Después de devolverme el saludó con una reverencia, tomó su pedido, pagó y quería irse, pero la detuve.
—Disculpa, supongo que vas hacia tu empresa, SsangYong. Podría llevarte.
Con todos esos cafés en mano, simplemente me miró.
—Eso sería una molestia, no se preocupe.
—No lo sería, voy hacia el mismo lugar.
Hice una leve sonrisa, pero esta negó cruda, dándose la vuelta y empezando a trotar. Llevaba demasiada prisa por lo visto. Cuándo eres principiante, las cosas son tan crueles, podía entender en parte, pero era casi molesto.
Fui hasta mi coche, prendí el motor y emprendí camino hacia esa empresa.
Y como era obvio, llegué rápido, seguramente primero que ella. Aparqué correctamente, y bajé junto con mi café, que empecé a beber.
Desde aquí, de pie, pude fijarme que venía en camino, aún trotando. Dios, era una temeraria pasando por la calle con el semáforo en rojo. De alguna manera, me recuerda a mí, en ese tiempo en que hacía de todo para ganarme mi sueldo diario, conseguir cualquier empleo y llevar dinero a casa.
Volví a llevar el vaso a mis labios, bebiendo. Seguro tendrá una vida complicada como todos, me daba pena. Solo espero que cuándo Eunchae tenga una edad suficiente para encontrar un empleo fijo, no la traten mal, porque soy capaz de matarlos a todos.
Se miraba exhausta, que por ello, ni se dio cuenta de que estaba aquí.
—Hubiese llegado antes.
Me miró, pero parecía no importarle. Tal vez me estaba sobrepasando, así que guardé silencio y decidí entrar a la empresa, al mismo tiempo que ella. Tendrá demasiado soportando a tontos, como para que yo también parezca igual.
Ambos entramos al ascensor, todo silencioso. Me llamó tanto la atención el aroma tan gratificante que hubo cuándo las puertas se cerraron, era una combinación de fragancia a flores y más que no podía descifrar. Era demasiado sensible a los olores, no podía sentir que algo olía mal, que me mareaba y todo, pero era casi agradable estar aquí dentro, junto a ella.
Moví un poco mi cabeza, para verla. Tenía su nariz roja, seguro del frío. Llevaba la caja llena de cafés enfrente suyo, y sus manos también parecían rojas.
Mantuvo la cabeza baja todo el tiempo, me pregunto si estará pensando que podrían regañarla por llegar tarde.
Las puertas se abrieron, justo bajándose en el piso anterior al cual yo iba. Salió casi trotando, que por alguna razón me pareció tierna. Solo espero que no se llegue a tropezar.
Por mi parte, llegué al piso correspondiendo. Recordé a donde debía ir, justo a la sala de reuniones a la que vine la primera vez. Antes de yo abrir la puerta, fue abierta por otra persona, una chica que jamás había visto.
—¿Usted es el director Jeon, de Hyundai?
Asentí. Se hizo a un lado, dejándome pasar. La gente era bastante extraña en ese sitio.
En la sala ya estaban todos los encargados del caso, bueno, otro que seguía sin conocer su procedencia.
—Buenas, director Jeon. Pase adelante.
—Hola, director Cho.
Le di la mano, para luego sentarme a su lado, donde siempre parecía que quería que me sentara. Las cosas fueron al grano, ya que el primer día tuve que aclararlo, pensaban que todo era amable, pero no tanto cuándo en verdad Taehyung quería meterles tremenda denuncia.
A la sala llegó el director comercial, Ji, quien tenía más cargo que el director Cho. Dejaron varias carpetas, donde se afirmaba que el infiltrado había trabajado hace un tiempo en su empresa, que estaban dispuestos a testificar, pero que no tenían nada que ver con él.
Taehyung dijo que sería algo que dirían. "El infiltrado está haciendo esto para vengarse de nosotros", sonaba como una gran mentira.
Alcé mi vista, viendo que alguien había entrado. Era la chica café, ahora más tranquila. No le quité los ojos de encima, viendo como dejaba con cuidado todos los vasos para cada persona del lugar. A diferencia de cuándo nos encontramos, tenía una gran sonrisa, que posiblemente sea falsa, pobrecilla.
—Entonces director Jeon, ¿usted cree que esto debería ir hasta un juicio? Hay pruebas necesarias que indican que no tenemos nada que ver con ese tipo.
—¿Acaso las pruebas indican que todo es verdad? Realmente estoy aquí, para recibir todos los papeles que queráis dar, ya que mi abogado no está disponible.
Cerré la carpeta que dieron, sin darle importancia. Afirmar que el hombre había dejado de trabajar hace dos meses, no probaba nada, por el hecho de que podrían ser falsificado.
Aún tenía un poco de café que compré, así que lo acabé mientras seguía escuchando las palabras del director Ji, diciendo cosas que a la vez no concordaban con lo que me dijo Cho el primer día.
Mi mirada viajó hacia otro sitio, ella me estaba viendo, pero con rapidez volteó a ver a otro lado. Creí que esta se iría, pero no se retiró durante toda la reunión, algo que me es completamente igual, aunque la incomodidad era obvio por la razón de que no dejaba verme y esquivar esa misma mirada. Hasta me daban ganas de preguntarle si ocurría algo.
Nada más acabar, después de darme varias cosas importantes, según ellos, que se lo daría a Taehyung, me levanté, queriendo llegar hasta ella, pero me detuve al ver como el director Cho se acercaba a mí.
La vi darse la vuelta e ir hacia la salida. Tal vez me estaba haciendo ideas erróneas, no tenía importancia.
[...]
Terminé de lavar los platos, así que tomé la toalla que había a un lado, para secarme las manos. Miré como Taehyung se dedicaba ahora a guardar todo, nos habíamos dividido el trabajo.
Quise acercarme a la puerta, para ver cómo las niñas seguían comiendo en la mesa, mientras charlaban.
Podía haber un día o dos a la semana en que nos encontrábamos para comer los cuatro juntos, nuestras hijas eran mejores amigas desde que nacieron, y pues nosotros desde la secundaria.
—Haerin comentó que le hubieras puesto más queso.
Escuché a Taehyung.
—Pero le puse lo suficiente.
Se encogió de brazos. Al ser la comida en mi casa, Eunchae y yo decidimos hacer pasta, pero los Kim son molestos.
—Lo que sea. Ahora que las niñas están afuera, ¿cómo te va todo? Me enteré de que Sun Ah pasó la anterior noche aquí —Sí que se contaban todo—. ¿Pasó algo?
Negué.
—Esta vez no. No te puedo negar que hace unos meses ocurrió lo mismo, y pasaron cosas.
Sonrió, negando con su cabeza, desaprobando lo que dije.
—Ya habían tomado la decisión de separarse, ¿qué es lo que pensáis? Esto podría afectar a Eunchae.
Rasqué mi cabeza. Lo sabía a la perfección, pero era algo que no podía detener.
—Es como si nos hubiéramos convertido en amigos con algo de derecho. No sé, hay algo en ella que hace que no pueda olvidarla.
—Pues es la madre de tu hija. Siempre lo será, pero debes alejarte.
Todo este tiempo, he pensado en ello, que tal vez nos sigue uniendo nuestra hija, pero puede ser que debería ser de otra forma más, distante.
—Y tú, ¿sigues viéndote con Jiwon?
Nada más pronunciar su nombre, me miró mal. Acabó de guardar los platos, y se cruzó de brazos pegándose al mueble.
—Gracias a Dios, no. Cada vez que nos encontramos, acabamos discutiendo. Lo que no estoy sobrellevando bien, es que Haerin sea tan insistente en que regresemos. Algo imposible, nosotros ni podemos vernos la cara desde que ella tiene dos años.
Tenía razón, recuerdo cuándo las cosas acabaron muy mal entre ellos. Me acerqué a la nevera, para sacar una botella de vino. Alcancé dos copas de las estanterías, y las traje hasta donde estaba él.
Serví el líquido en ambas copas, y bebí. Vaya que estaba frío, pero aquí adentro había calefacción, así que no pasa nada. Y ahora que recuerdo que hacía frío afuera, me recordé de la chica café, en cómo su nariz y manos lucían rojas.
—Oye, ¿has estado viendo a alguien después de terminar con aquella chica?
Dejó la copa a un lado.
—Lo de esa chica, no fue nada serio. Normalmente, cuándo Haerin está con su madre, voy a un club y terminó con alguien, pero no siento que quiera tener una relación, solo deseo concentrarme en mi hija —Tenía razón— ¿Por qué?, ¿Tienes a alguien en mente que no sea Sun Ah?
—No.
—Ya me parecía raro. Tú solo pasas en tu garaje, revisando coches que traes de tu empresa, o haciendo deporte cuándo no trabajas. Así nunca podrías quedar con alguna mujer.
Sonreí tomando un trago más.
—Estoy bien así. A ver, como hombre, tengo mis necesidades, pero creo que hay cosas más importantes.
Soltó una carcajada, seguro empezaría a darme una charla, pero nuestras hijas aparecieron.
[...]
Aparqué el coche, pero no apagué el motor, ya que Eunchae tenía algo que decirme.
—Dime.
—Supongo que mamá te lo mencionó. La semana que viene son las puertas abiertas de la universidad, así que junto a Haerin iremos.
—Me lo dijo, y así como le respondí, claro que te acompañaré.
Sus cejas se fruncieron, confusa.
—¿Seguro?
—Por supuesto. Lamento si a veces estoy demasiado ocupado, pero ese día apartaré unas horas para ti.
Se abalanzó hacia mí, atrapando mi cuello para darme un abrazo. Era raro que me abrazara, pero los apreciaba tanto, ya que no lo hace desde que era una nena pequeñísima.
La vi bajarse del coche, e ir hacia el insituto, donde Haerin la esperaba. Antes de arrancar, recibí un mensaje de texto de Taehyung, quien menciona que hubo un cambio en la cita, que me dirigiera ahora mismo hacia la empresa SsangYong, así que eso mismo hice.
Llegué al lugar, aparqué el coche y me adentré, todo para dirigirme hacia el ascensor, donde me detuve en seco al ver a la chica café. Ahora que lo pienso, ni siquiera sé como se llama. Quise quedarme atrás, sin que ella me viera.
Me aguanté un poco las ganas de reír, al escuchar como parecía refunfuñar, quejándose. Era casi inaudible lo que decía, pero supongo que será algo de la empresa.
Ordenó su cabello, y las puertas se abrieron. Mi móvil sonó, así que me pareció mejor idea contestar y no subirme.
La chica café... me parecía tan interesante.
•
—Herbst
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