HCY | 026.
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La pintura no tenía nada de sentido, ni siquiera los colores eran capaces de mostrar una imagen más llamativa. Al menos la vasija que hice la semana pasada quedó mejor que esto, tal vez será buena idea dejar de hacer estas cosas, no soy buena realmente.
Aunque el mío no tenía sentido, un par de lienzos a mis lados parecían bastante deprimentes, pero en el sentido de que tienes conocimientos de quién hizo esa pintura, quiera representar a otras que están sin un sentido de seguir adelante. Desalmado, así podría describir al del fondo, un lienzo completamente abstracto que después de verlo un par de veces, descubrí que era lo que traspasaba el cuerpo de la persona hecha de pintura en la hoja gris, era una mano.
Tenía un agujero inmenso en su cuerpo, provocado por una mano gigante. Me pregunto qué representación le podría dar ese hombre autor a su lienzo.
—¿Te gusta como quedó?
Llevé mi mirada hacia la persona que me llamó, estaba con una gran sonrisa señalando sus flores que dibujó.
—¿Ah?
—Que sí te gustan. Lo ves, no me prestas atención.
—Sí, te escuché Sohee, solo que estaba viendo las otras pinturas.
Hoy era nuestro primer día ahora en un taller de pintura que dura dos meses. Como acabamos con el de cerámica, hace unos días le había propuesto a que me acompañara a otro taller, en la misma escuela. Cuatro días a la semana era, pero creo que este sábado no fue el mejor inicio de todos. Mi cabeza ha estado en todos los sitios, menos en el que debería en el momento.
Bajé mi mirada para ver lo sucias que tenía las manos de pintura, hasta era un desastre. Quise dibujar unos pececitos, pero las combinaciones de colores por alguna razón resultaron al color negro, y parecía todo oscuro y sádico.
—Lo bueno que este taller no va por nota, saldrías suspendida con lo que hiciste.
—¡Oye! No seas tan mala.
Solté una pequeña sonrisa, pero debo admitir que no me sentía bien.
—Quiero hablar contigo, claro, mientras terminamos nuestros feos dibujos.
Tomé el pincel, recordando lo que dijo el chico encargado, tratando de cambiar el sentido de los colores, mientras la escuchaba.
—Estoy teniendo ciertos conflictos —Me detuve y la miré que seguía dando pinceladas—, siendo ese hombre el protagonista, ese abogado de quinta. Después de discutir con su hija, gritándole que jamás estaría con su padre y demás cosas, su padre se enteró.
—¿El abogado Kim se enteró?
Asintió, tomando entre sus manos la paleta donde estaba la pintura que estaba usando.
—Me reclamó por haberle hablado mal a su hija, pero había algo detrás. Me enfadó tanto que no lo expresara a la perfección, pero en realidad yo fui la culpable, por qué era la primera en negarlo.
Quedé inmersa en sus palabras, tratando de captar la situación.
—¿Qué negaste?
—Me gusta el abogado Kim, pero no tenemos nada en común, absolutamente nada. Él es padre, casi un mujeriego, mayor que yo, demasiado serio, y odioso. Pero admito que me gusta, y al no ver un futuro a su lado, lo ignoraré.
La noté tan sincera. Una de las cosas que me gusta de ella, es que era así, tan natural confirmando sus pensamientos y sentimientos, justo como lo era yo, en ciertas ocasiones.
—Comprendo lo que dices ¿Pero qué pasa si él quiere algo contigo?
—Imposible. Sí, es así, le diré lo que pienso. Justo debes seguir siendo tú con tu situación. —Quedé seria, sin comprender a qué se refería—. El martes por la noche hicimos una llamada, y no nos hemos visto hasta hoy, por eso quería decírtelo en persona. Te escuché Chaeyeon, sé que pasa algo. Y siento que tiene que ver con el idiota de Jaehyun, de alguna forma.
Sentí una presión en mi garganta, ese nudo que muchos le llaman así, que solo hay que tratar de tragarlo para no llorar. Entonces, cuándo dejó su lienzo y me miró, supe que no podía mentirle.
—No es completamente sobre él. El martes escuché unos chismes en los cuales me involucran a mí, y a Bae. Y, y no sabes lo mal que me siento que tengan que relacionarlo con una persona como yo, no quiero que tenga la reputación que alguna vez...
—Chaeyeon... —Tomó mi mano al notar que iba tan rápido. Tragué saliva, aguantando las ganas de llorar, y su agarre hizo que mi cuerpo se calmara en cierta manera— Chaeyeon, tú no tienes la culpa de que haya gente imbécil en este mundo, que solo crean rumores para sentirse bien con ellos mismos y calmar su propia rabia interna.
—Lo sé, pero es que...
—Sí, te sentiste igual que antes, lo sé. No es lo mismo, ni antes, ni ahora tienes la culpa. No tienes nada con Bae, y si fuera así, no tiene que importarle a nadie. Tienes una bonita relación con ese director Jeon, así que solo concéntrate en ello, no en lo que los demás crean ¿Entiendes? No cometas otra vez el mismo error, de culparte.
Asentí, y asustándome un poco al escuchar como el instructor llamó la atención de todos para explicar unas cosas.
Cuándo fui corriendo al baño ese día, después de vomitar y quedarme sentada en el suelo, me sentí patética, como antiguamente me sentía. Como me llenaban de insultos que no importaron, solo la indiferencia completamente de la persona que se supone debía apoyarme. Todos los recuerdos se me revolvieron, como mi estómago ese día, que ahora, al escuchar a mi Sohee, no puedo seguir dándole brecha a cosas del pasado, y vivir mi presente, ¿no? Él desapareció, y aunque lo volviera a ver, no es nadie en mi vida.
Quise volver a mi extravagante lienzo, fue imposible al darme cuenta de que en el salón estaba Eunchae, la hija del director. Por lo que tengo entendido, está bastante molesta con su mejor amiga, me preguntó si será por eso que está tan sola, ahí, en una esquina, casi como una marginada. Se me revuelve el estómago sobre pensar lo que ella diría, cuándo se entere de la relación que una joven está de pareja con su padre ¿Me haría la vida imposible tanto como le está pasando a Sohee? Hasta me da vergüenza cuándo me encuentro con ella.
Después de una media hora, la sesión finalizó. Nos dedicamos a ordenador las cosas, lavar los pinceles y otros utensilios usados, y sobre todo limpiarnos. Gracias al cielo habíamos traíamos una camisa de repuesto, aunque hoy se me olvidó.
—¿No te lavaste la cara?
—Sí.
Tomé mi bolso saliendo del salón junto a Sohee.
—Pero aún tienes una mancha negra en tu quijada —Toqué donde ella me había dicho, para después verme los dedos, no salía nada. Ahora iría como una loca llena de pintura—. Ni los niños pequeños hacen tanto desastre como tú.
—Escúchame algo So, aunque tengas cuatro veces más músculos que yo, te daré un puñetazo, te lo juro.
Su carcajada me contagió, pero me mantuve, un poco, siempre terminó riéndome con ella. Me gustaría que un fin de semana se viniera a dormir a mi casa, estaría muy bien, ya que eso de mudarnos juntas ya no creo que sea viable, pero necesito pasar más tiempo con ella.
Mientras nos acercábamos a la salida, todo se volvió inaudible al ver como la madre de Eunchae se encontraba afuera esperando por ella. Tragué la saliva por lo impresionada que estaba, preguntándome que sentimientos tan desagradables sentía por ella. Es que era tan atractiva, cada vez que he podido verla, miraba la forma tan elegante y sofisticada que era para vestir, buen porte y sobre todo, ha podido estar por más de 16 años con el director Jeon.
¿Envidia? ¿Celos? Es que no lo sé, me fastidiaba más saber lo insistente que era con él, a pesar de saber que no siente nada por ella.
Eunchae salió del edificio, encontrándose con su madre, y nosotras que seguimos caminando, salimos casi al mismo tiempo. Sentí la mirada de Sohee sobre mí, no tenía que decir nada, le entendía.
Lo peor es que, la chica nos miró, y como nos conoce, dejó a su madre por venir a saludarnos, era demasiado alegre, aunque a veces parezca un poco cohibida e introvertida, según me contó él.
—Hola, no sabía que seguían en esta escuela.
—Hola guapa, sí, ahora estamos en la sesión de pintura.
—¿En serio? Igual que yo, es raro, ¿no estaríamos en el mismo salón?
La mujer se cruzó de brazos, viendo hacia nosotras con una gran sonrisa, hasta que cruzó miradas conmigo, que lo único que hice fue esquivarla. No fue una acción muy valiente de mi parte, pero no me interesaba para nada, me incomodaba.
—Nos alegra tanto haberte visto, ¿no es así Chae? ¿Chae? —Me dio un codazo llamando mi atención, y solo miré como Eunchae me miraba con una sonrisa que hacía que se pareciera más a su madre.
—Ah sí, sí.
—Es bueno verlas, ojalá en la próxima sesión nos sentemos juntas.
La mujer se acercó, colocando su mano sobre el hombro de su hija.
—Siempre me seguirá impresionando que nos encontremos, me agradaba que sean amigas de mi hija, aunque sean un poco mayores. Son como sus hermanas mayores.
Cállese señora.
—Te dije que son mis unnies mamá. ¿Qué tal si las acercamos a algún sitio?
—Mi hija tiene razón, ¿las acercamos a la estación de aquella vez?
—No hace falta señora...
Que bueno que estaba Sohee para hablar por mí.
—Oh vamos, no me digas Señora, dime Sun Ah, no soy tan mayor.
Qué mala suerte para no haber venido en mi vespa, que horror, me quiero ir ya.
—Bueno, nosotras nos vamos, Señor Sun Ah, gracias por su ofrecimiento.
Hicimos una reverencia para despedirnos, pero justo no pude moverme al verlo llegar apresurado. Mientras más se acercaba, su rostro se tornaba más serio, simplemente mirando hacia mí. Saludó a su hija y justo cuándo mira a la mujer esa, le dijo algo que fue imposible escuchar.
—Pero si te dije que yo vendría por ella, ¿acaso no lees mis mensajes?
Escuché en un murmuro evidentemente molesto. Discutían, que su hija que estaba al lado simplemente miró hacia otro lado, bastante incómoda, más porque nosotras seguíamos ahí.
—No pude.
—Como siempre, nunca lees los malditos mensajes que yo te envío.
Tomé de la mano a Sohee, para irnos. Esto no nos incumbía, claro que no, aunque quería escuchar la razón tan prepotente en la que ella se estaba dirigiendo a él, pero no era mi problema.
Comenzamos a caminar hacia la parada de autobús, en completo silencio. Esa mujer sigue sintiendo cosas por él, pero entonces por qué el director dice que lo engañó hace un tiempo, es algo que me encantaría saber. Tomamos el autobús que nos llevaría a la estación. Ahí Sohee cogería su autobús, mientras que yo no tenía ni un problema de irme caminando.
"¿Seguro no siente nada por ella?" Aunque Sohee me hiciera esa pregunta, no lo dudaba. Confiaba en los sentimientos del director, a pesar de que en muchas ocasiones la confianza se va al abismo por las acciones cometidas, pero lo estoy conociendo más y más, que su sinceridad abarca todas mis expectativas.
—Entonces, supongo que sí aceptas lo del fin de semana.
—No lo sé Sohee, tengo trabajo que hacer —El autobús se detuvo, nos tocaba bajarnos—. Si veo que al final puedo, te avisaré.
Puse mejor mi bolso en mi hombro, viéndola fijamente, sin entender las señales que me mandaba, parecía una loca moviendo sus cejas y viendo hacia detrás de mí. Era tonta, creo, ella o yo.
—Que mires para atrás tonta.
Me di la vuelta, solo para darme cuenta de que ya tenía al director frente a mí ¿Cómo llegó hasta aquí? Bueno, mejor dicho, que hace aquí.
—Hola.
—Hola, director Jeon. Es bueno verlo de nuevo.
Se miraba tan guapo, como siempre, no me cansaría nunca de decirlo.
—Igualmente, señorita Shin. Espero que no es mucha molestia, pero me agradaría poder hablar con su amiga.
—Oh, vamos, no es ninguna molestia. Yo me tengo que ir ya —Hizo una reverencia y sentí como tomó mi brazo—. Me cuentas todo.
Susurró cerca de mi oído, para luego irse. Quise ver a Sohee alejarse, pero la mirada fija del director hizo eso imposible. Cuándo no nos vemos después de varios días, es tan impresionante tenerlo nuevamente cerca y no poder aventármele encima para besarlo.
—-¿Cómo estás?
—Bien.
—Yo, vine a buscarte por qué quería llevarte a comer, ¿aceptarías?
Asentí. Miré como alzó su mano para que la tomara, la acepté. Su mano era tan grande y suave, solo me llenaba de paz. Nos dirigimos a su coche, donde abrió la puerta para dejarme entrar. Una vez ambos dentro del coche, encendió el motor y emprendió camino.
—Tal vez no sea de mi incumbencia, pero hace unos momentos lo vi bastante molesto.
Su mirada estaba enfrente, pero bastante relajado y sereno.
—Es verdad. Me desespera siempre tener que discutir con ella, más cuándo mi hija está enfrente —Guardé silencio, esperando a que me contara más si eso deseaba—. Últimamente, le molesta que no responda tan constante sus mensajes, y la mayoría de veces es por qué estoy ocupado trabajando. Ahora, se suponía que yo iría a recogerla, no lo recordé y salí corriendo de la empresa, pero resultó que ella ya estaba ahí. Me reclamó un sin fin de cosas, hasta dijo que se llevaría a la niña a su casa.
Según todo lo que me cuenta, tal vez esa mujer sospecha que él está en alguna relación, y estará celosa, igualmente que antes.
Mire como dejó su mano sobre su pierna, así que puse la mía encima de la suya, llamando por unos segundos su atención, gracias a Dios también había un semáforo en rojo.
—Comprendo su molestia, pero siento que tal vez eso es lo que quiere ella, crear más conflictos, así que ignórela cuándo lo provoque.
Su mirada cayó a mí, cambiando la posición de manos, tomando ahora él la mía y llevándola a sus labios para darle un beso. Un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo, como si hubiéramos tenido los actos más impuros de todos, pero una pequeña acción, me revuelve todo.
Durante el camino, no dije nada, solo miré las calles, sintiendo que ya había pasado por ahí. Tenía ganar de comer algo, aunque sea ligero, me he dado cuenta de que he subido de peso desde que estoy con el director, comemos mucho.
Entonces, miré como nos adentramos a un garaje, sabía a la perfección que estábamos en el edificio donde vive. Pronto aparcó, y así salí del coche, viendo como este salía también dirigiéndose hacia mí para tomar mi mano. Me preguntó si iremos a su estudio, o que haremos.
Subimos el ascensor, y me percaté que presionó el botón de unos pisos más arriba. ¿Íbamos a su casa? Creo que podía sentirme nerviosa, esto era oficial. Sé que no estaba su hija, pero eso no quita mis nervios. Las puertas se abrieron, dejándonos en un largo pasillo, donde este me dirigió hasta llegar a una puerta, la puerta de su casa. Colocó el código de entrada, y después de esa alarma, este abrió la puerta, dejándome la pasada.
No puedo creer que esté aquí. El lugar era impresionante. Completamente pulcra, de colores neutros y sobre todo, llena de cosas que a simple vista podía ver, que lo podían representar. Y antes de que pudiese ver más, sentí unas manos en mi cintura, haciendo que me girara.
Sin que pudiera decir algo, sus labios se reposaron sobre los míos, dándome un corto beso.
—Necesitaba un beso tuyo.
—Pero hace unos días nos dimos muchos.
—Cuatro días me parecen una eternidad. Tener que esperar a estar en un lugar privado, me parece aún peor.
—Mejor dime, ¿por qué estamos en tu bonita casa?
Introduje mi mano dentro de su chaqueta, tocando su pecho.
—Quería hablar contigo, comer, y pasar el rato juntos ¿te gusta mi casa?
Asentí. Subí mi mano para ahora dejarla sobre su rostro.
—¿De qué quieres hablar?
—Sobre nosotros.
No estaba seguro de eso, puesto que sus labios fueron a parar a mi cuello y sus manos a mí muslos para cargarme. Me quejé al sentir como chupó mi piel, haciendo que se detuviera.
—No estoy segura de que esto sea hablar, o comer.
Me cargó mejor, poniendo su brazo por debajo de mis piernas, y su otra mano en mi espalda. Sus labios estaban rojos, que solo me volvían a querer volver a ellos, que el hambre se me quitó.
—Tenemos mucho tiempo para todo.
Oh, era un completo sin vergüenza. Sin decir más, me siguió besando, sin reprochar, lo seguí. Metí mis manos en su cabello, apretándolo con fuerza, mientras sentía que él caminaba sin problemas. Su lengua se movía a la perfección junto a la mía, como siempre. Chupó mi labio, para después detenerse para tratar de abrir la puerta, adentrándose a una habitación y cerrándola al instante.
Quise ver algo, pero este me dejó sobre una cama. Mis ojos solo permanecían en él, que quitaba su chaqueta de traje, aflojaba de corbata y venía hacia mí sin vacilar. Sin ver mucho, estoy segura de que estábamos en su habitación.
Hizo que me recostara en la cama, mientras quitaba mi chaqueta, mi camisa, y me llenaba de besos. Esto se salía de control, hace varias semanas estuvimos juntos en mi casa, y trató de lucir que si por mí fuera, todas las semanas lo haría con él, pero ahora él parecía desesperado, que me daba ciertamente gracia.
Quedamos en ropa interior, y solo me dedicaba a jadear por la forma en la que chupaba mis pezones sin consideración, creo que lo estaba mal influenciando, pero se estaba volviendo tan obsceno con esas miradas que me lanzaba, solo me volvía más loca, sin hablar de como me toca.
Y es que no podía estar celosa de esa mujer, nunca, ni siquiera envidia. Sí, lo tuvo por tantos años, pero ya no, ahora soy yo quien está con él, ahora yo disfruto de su buen sexo, más que eso, disfruto de su compañía.
Vi mis bragas deslizar por mis piernas. Tragué saliva por lo rápido que estaba siendo, pero yo también lo necesitaba, así que lo atraje a mí después de que quitara su última prenda. Entre el beso, jadee desesperada al sentir sus dedos introducirse dentro de mí. Tomé las sabanas con fuerza, sintiéndome en el cielo. No quería hacer algún tipo de ruido extremista, pero esa forma en la que mientras me penetraba estaba siendo alucinante, era tan nuevo, más cuando su lengua pasó por clítoris, por encima de sus dedos.
—Joder.
Expulsé sin pensar, sintiendo mi pecho subir y bajar rápido, y mis piernas temblar, todo para que él, siendo tan cruel, se detuviera.
Me miró, llevando sus dedos a su boca, haciéndome perder la razón. Lo atraje a mí para que me penetrara, no iba a soportar más. Abrí mis piernas, viendo como él colocaba su condón, dispuesto a hacer esa acción luego, hasta que mi corazón se detuvo por un segundo por el ruido.
Nos miramos completamente confusos, hasta que él parecía comprender. Se bajó de la cama con prisa, completamente nervioso. Yo, aun en las nubes, traté de sentarme viendo como se quitaba el condón, y buscaba su ropa.
—¿Qué pasó?
Puso su dedo en sus labios, en señal que guardara silencio. Entonces, escuché un ruido más cerca, pasos mejor dicho. El director fue, a lo que parece ser, su baño y salió con una bata puesta.
—Creo que se trata de mi hija —Los nervios incrementaron. Me levanté de la cama y busqué mi ropa para tratar de ponérmela, hasta que este me dio una toalla para que la envolviera primero—. Debes esconderte en el baño, ella es capaz de entrar a mi habitación si no escucha que yo le respondo.
No puede estar pasándome esto, Dios mío. Recogiendo un poco, saliendo de la habitación, que al hacer eso, de pronto se encontró con la que parecía ser su hija. ¡Estaba detrás de la puerta! ¿Por qué ahora? Estaba pasando lo mismo de la primera vez.
•
Después de casi dos
meses (O más)
Ya aquí.
Espero estén bien.
Gracias a las nuevas
lectoras.
Dios les bendiga.
xoxo
—Herbst
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