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HCY | 017.

Decidí ir a la cafetería de la empresa en mis minutos libres, ya que no tenía muchas ganas de salir, además, aprovechaba el tiempo de esa forma.

No he tenido el mejor fin de semana que digamos, literalmente apenas he podido dormir. El día de mañana tenía mi examen de conducción de moto, y vaya que me sentía nerviosa a pesar de que repasé hasta la madrugada. No solo por ello me siento cansada, también debía agregar el hecho de que le conté a Sohee todo lo que ocurrió con el director Jeon, eso es algo que me hizo perder la cabeza a causa de mis acciones apresuradas, pero tampoco es como que me arrepienta de ello.

Coloqué más agua en la máquina de cápsulas de café instantáneo, para que empezara a hervir y de paso dentro puse una cápsula de café con leche. No me gusta mucho la cafeina que digamos, pero me apetecía una taza de café

Durante mi vida he entendido que la edad no importa para tener un buen pensamiento y ser coherente, pero él era más que todo. Tan lindo hablando de su hija como la niña de sus ojos, ese hombre era más dulce que el café que ya se estaba sirviendo en mi taza. El director Jeon es un completo ensueño. No entiendo como es que puede seguir soltero.

¿Arregla coches? Fue gracioso como quiso empezar a hablar cosas de motores y por culpa de no entender, no siguió, pero me sentía capaz de escucharlo días enteros hablar de cosas que ama, tan bonito que me daba cosquillas en mi estómago. Creo que lo que no me dejó dormir de verdad, fue mi atrevimiento. Había sido capaz de subirme encima de él y besarlo como tanto deseaba, era como si ahí arriba tenía el control y este simplemente me miraba como hipnotizado, eso me hizo tener escalofríos y tentarme hasta bajar mi mano a un lugar indecente.

Justo cuándo estaba a punto de tomar mi taza, me asusté al escuchar esa horrible e irritable. Es que no puede ser que al estar tranquila, este debe interrumpir mi paz. Suspiré y me giré al ver que estaba a mis espaldas, junto a una chica. Maldito cabeza de piña.

Hice una reverencia para saludar, pero volví a girarme para querer tomar mi taza e irme, pero fue imposible al escuchar lo que dijo.

—Jina, no te preocupes. Quiero que la señorita Hwang lo haga.

Quedé confusa.

—Lo lamento, mi tiempo libre está acabando y aún no tomó mi...

—Bueno, aún la veo por aquí, así que supongo que tiene tiempo. Me hace uno a mí, y a Jina, que nos sentaría un poco bien.

Suspiré, casi impactada por lo odioso que era este tipo. Dejé mi taza a un lado, resignada, no podía hacer nada, él era mi mayor y debía "respetar", y un cuerno. Lo peor de todo es que no querían que hiciera algo rápido, si no, con gusto. Estaría bien coger la máquina y aventársela en la cabeza al tipo este, también la chica, que está como tonta solo por qué seguramente al piña le está coqueteando.

—¿Hwang? —Miré que se trataba de Bae, que entraba a la cafetería— Te estaba buscando.

Quedé en silencio, tratando de servir uno de los cafés, pero tuve que detenerme cuándo Bae se acercó a mí, tomando mi brazo para que no siguiera.

—¿Necesita algo de la becada Hwang? —Traté de mirar directamente a Bae, para que me soltara y se fuera, no quiero problemas y este tipo de situaciones me pone de los nervios— Debe saber que su tiempo libre ya acabará y debe terminar nuestros cafés que tenemos cosas que hacer.

Ambos miramos al asqueroso ese, por lo visto yo era una sirvienta o algo así.

—¿Disculpe señor Pyo? No sabía que la señorita Hwang usaba su tiempo libre para hacer trabajos, que tampoco le corresponde.

—Bae...

Susurré ya nerviosa. No quería que pensaran o se hicieran una idea diferente con Bae tampoco, o que él tuviera problemas.

—Un simple diseñador que no llega a director me está diciendo que una becada no puede hacer algo eficiente.

Su sonrisa hizo que me desesperara y de paso, que me enfadara ¿Se creía gracioso o más relevante por tratar de menospreciar a Bae?

—Señor Pyo, usted es mucho mayor que yo, por eso mismo no le faltaré el respeto, pero estaría bien que supiera que por ser la mano derecha del jefe de marketing no lo hace más que yo en esta empresa.

Desde donde estaba, podía ver que las venas de la frente de la cabeza de piña explotarían. Bae me había soltado, entonces decidí acabar con los cafés. La verdad no quiero problemas, ni más cosas que podían perjudicarle. Sé con seguridad que si me pongo firme podría parar con este trato, pero a la vez, no quiero parecer falta de respecto.

En menos de lo que esperaba, los dos cafés estaban listos. Los dejé en la mesa de enfrente, mientras que la mirada de Bae solo estaba en Pyo, que le murmuraba cosas a la chica esa.

—La cara de...

Puse mi mano ahora en el brazo de Bae, para que se reservara lo que estaba por decir. En serio no valía la pena. Le agradecía tanto que me consolara cuándo me trataban como un trapo viejo, cuándo gritaba a los cuatro vientos que me defendería, pero la verdad era demasiado, era yo la que iba a intervenir para que no empezaran a decirle cosas a él, era lo único que podía hacer.

Me dio rabia ver como le decía que no se quemara y él ayudaba con su café como si esta era inválida. Resoplé deseando que se fueran, sería mejor que nosotros nos largáramos de aquí. Tomé con más fuerza el brazo de Bae, para que supiera que debíamos irnos. Justo cuándo me giré, miré como en la puerta estaba el director Jeon ¿Qué hacía por aquí? Que yo sepa, siguen en juicio y ya no tiene nada que hacer por esta empresa.

Imponía tanto con ese traje que levaba y cuándo tenía su frente completamente despejada. Junto a él estaba una mujer, que miraba a todos los del lugar, para luego a mí.

—Pero director Jeon, ¿qué lo trae por aquí?

—Llevo unos minutos de pie aquí, observando la situación tan desagradable que ha creado usted, señor Pyo.

Tenía una postura increíble, sus manos seguían dentro de los bolsillos de su pantalón, mientras que su mirada se apartó para ver a la cabeza de piña, totalmente serio que imponía. Ya lo había visto anteriormente de esa forma, y sigue dándome escalofríos.

—Oh, director, no sé a lo que...

—Si no mal recuerdo, en este mismo lugar presencie una escena similar. Espero que usted la recuerde, así como cuándo le pregunté que porque la llamaba becada, o por qué trata a la señorita aquí presente como una sirviente o como su propia secretaria.

Hablaba formal, tan concentrado en ese hombre.

—Mire director Jeon...

—Seguramente sus explicaciones serán igual de ilógicas como las que siempre dice.

Miré al señor Pyo, el cual solo me miraba molesto, vaya que le estaban dando de su propia medicina. O mejor aún, su asqueroso trato hacia las nuevas que le cae mal debería cambiar, eso ya se ha dado cuenta el director de SsangYong. Detrás del director Jeon, estaba el director Ji Chang-wook, observando todo. No le deseo el mal a nadie, pero a Pyo sí.

—¡Director!

Hizo una reverencia, queriendo acercarse.

—No sabía que mis empleados tenían esa actitud de soberbia.

Jeon se veía tan guapo.

—Lo... lo lamento. Le prometo que esto no volverá a suceder, nunca más. Disculpe mi soberbia.

—Señor Pyo, acompáñeme a mi oficina. Director Jeon, nos vemos luego.

Todo esto parecía una escena donde aparece tu mejor héroe a salvarte. Recordé que seguía tomando el brazo de Bae, así que lo solté, llamando a la vez su atención. Parecía querer decir algo, pero yo solo quería seguir viendo a Jeon.

—Espero que sea verdad eso de que no volverá a suceder —Escuché que suspiró, así que lo miré—. Debes ponerle un alto Hwang. Así seguirá si también no demuestras que vales más hasta al director o subdirectora de marketing.

Asentí, pero mirando a Jeon quién miraba ahora a Bae. Será tanto hasta pensarlo, pero la tensión que sentí me incomodo bastante, que hasta Bae lo sintió.

—Tienes razón. Gracias y, gracias a usted... director.

Hice una reverencia, tratando de disimular un poco.

—Lamento no haber saludado, director —Bae hizo lo mismo—. No debería haber visto esto, le aseguro que no todos los empleados son así.

—Lo sé.

Era bastante cortante. Me sentía fuera del lugar todo por estar en medio de ellos dos, que solo se miraban, pero Bae me miraba a veces, sin entender, por la forma tan molesta que parecía.

—Será mejor que nos...

—Señorita Hwang, me gustaría hablar sobre el caso de hace unas semanas que hablamos.

Miré a Bae que estaba realmente confundido, madre de Dios, claro que lo estará, aunque la chica que estaba a su lado, todo el tiempo se mantuvo en silencio, me pregunto quién será. No quería que el director Jeon dijera algo extraño, así que simplemente asentí.

—Bae, ¿te parece bien vernos en la salida, para hablar? Estaré bien.

Entonces, mi cuerpo se tensó al sentir como puso su mano sobre mi hombro, asintiendo. Hizo una reverencia ante todos y salió. Tragué saliva viendo a Jeon confuso, y con una sonrisa en sus labios que me estremeció. La chica que estaba a su lado también salió, sin que se le dijera nada, dejándonos a solas.

Me moví, yendo al otro lado de la habitación, cerca de la ventana que llevaba al balcón. Este venía detrás de mí, y se detuvo al tiempo que yo lo hice, quedando cara a cara.

—Director Jeon, he de admitir que no esperaba verlo por aquí.

—Seguramente él es su amigo.

—Ah... eso... más o menos —Oh, vaya, casi estoy sintiendo como si viniera una avalancha de celos. No sé como sentirme al respecto, ni siquiera somos nada, pero sería gracioso—. Casi pareció un héroe con esa entrada, como todas esas veces que me ha defendido, pero estaría bien que ya no se entrometiera, no quiero que piensen que tengo algo que ver con usted.

He tenido demasiados problemas tanto en la escuela como en la universidad, como conseguir esos mismos en el lugar de trabajo, eso llegaría a ser más que bochornoso y ridículo.

—Yo no puedo, pero ese chico sí, su amigo.

Aguanté las ganas de reír por la forma en la que lo dijo, estaba celoso. Suspiré y miré al rededor, asegurándome de que no hubiera nadie.

—¿Qué hace aquí director Jeon?

—Pues, cree una pequeña excusa con la esperanza de poder verla.

—Nos vimos el sábado.

—Ah... —Pasó su mano por su cuello. Esta versión me encantaba aún más que esa tan dura, cuándo parecía avergonzado, transparente, sin saber qué decir, tan lindo—. Lo sé, por ello traté de no llamarla ayer, para no lucir como un acosador, pero no podía dejar de pensar en usted.

Quité mi mirada sobre él, era demasiado para mí. Sonreí avergonzada, hasta sintiendo mis orejas arder. Yo creía que era capaz de ser dominante, pero acabo como una tonta sumisa rendida a sus pies cuándo me miraba de esa forma, que hacía temblar cada tuétano de mi cuerpo. Dio un paso hacia delante, lo que hizo que yo diera otro hacia atrás.

—Será mejor que me diga que es lo que quería decirme en verdad.

—Me está volviendo loco, señorita Hwang. Después de lo que ocurrió el sábado, solo quisiera tener mis labios junto a usted y mis manos en lugar indecentes.

Sentí como si me hubiese atragantado con mi propia saliva, y los latidos de mi corazón empezaron a ir más rápido de lo normal, haciéndome sentir aturdida. De repente estaba haciendo calor. Haría que perdiera la razón cada vez más rápido, desde aquí podía oler su refrescante y adictivo aroma.

Yo creía que estaba siendo indecente, pero él lo era más, aunque sería hipócrita por qué no es así. Después de sentir sus besos húmedos, no pude quedarme tranquila al llegar a casa. Tomar una larga y bastante extensa ducha fue lo único que se me ocurrió, mientras mis dedos hacían lo que quería que él me hiciera.

—Director, eso no es tan apropiado de decir, peor aquí.

—Bueno, usted tampoco fue apropiada al subirse encima de mí cuándo estábamos en mi coche, en plena luz de día.

Me quedé pálida y sin palabras, sus pies se movieron y si no recordara que aquí hay cámaras, me lanzara hacia él para afirmar que era una inapropiada y desvergonzada. Traté de respirar con tranquilidad, hasta que escuché un ruido que me despabiló. Di unos pasos hacia atrás, alejándome completamente.

Nos aseguramos de que no había nadie, gracias al cielo.

—Hwang... —Lo miré, se escuchaba tan seductor cuándo decía mi apellido así— ¿Mañana tiene libre, por la noche?

—¿Quiere que salga con usted?

Levantó una de sus cejas, para después ver una gran sonrisa en sus labios. Maldito cosquilleo en el estómago.

—Me encantaría que pudiese acompañarme a cenar.

Repito ¿Quién en su sano juicio podría resistirse al hombre que es el director Jeon?

—Espero que me diga donde nos veremos.

—Le enviaré un mensaje.

Era como si justo ahora podía dar saltos de alegría, así que me limité a sonreír como una tonta. De verdad me estaba gustando tanto, eso me aterraba, mierda, desde el punto en que le dije que me quemaba por él, se transformaba cada día y era más fuerte lo que sentía.

Hizo una pequeña reverencia para luego ver como susurraba un "nos vemos": Era todo un galán que, a causa de mi maldita intriga de verlo continuamente, ahora solo podía pensar en sus ligeras caricias y sus palabras melosas, llenas de verdad y coqueteos.


[...]


Quise aguantar la risa, pero no pude. Llevé mi mano a mi boca tapando mi sonrisa. Era demasiado gracioso, lo peor es por la forma tan seria en que lo dijo. Miré que se detuvo después de que salimos.

—¿Te da risa?

Solté un soplido. Por lo visto anoche fue a que le cortaran el cabello, pero al parecer de los laterales se lo cortaron de más. Entonces, cuándo lo contó, fue tan gracioso, además de verlo hoy por la mañana. Se lo trataron de arreglar un poco, pero bueno.

—No te sientas mal, vamos, que de igual te sigues viendo bien.

Levanté mi pulgar en señal de aprobación.

—Si lo dice Hwang Chaeyeon, lo creeré.

Asentí, afirmando nuevamente. Seguimos caminando hasta llegar a mi parada de bus. Traté de cambiar el tema un poco, sobre si había ido bien su exposición, a lo que esté afirmó. Hoy fue un día tranquilo, gracias a Dios no he visto a Pyo desde lo sucedido de ayer, tampoco quiero.

Me despedí de Bae, así que me quedé viendo como se alejaba de la parada del bus, y ahí me percaté de un coche familiar, siento como si ya lo vi hace un tiempo... No puede ser el del director Jeon, es diferente, además de que acordamos vernos en la parada de bus de mi casa, para no llamar la atención. Es raro.

Bueno, supongo que será algún tipo de coincidencia, los coches se pueden parecer con obviedad. Saqué la tarjeta de bus, ya que justo había llegado y me subí.

Qué días más extraños han pasado, conocer al director Jeon está siendo toda una experiencia que me conmueven profundamente. Al principio me recordaba como tonta a ese tipo, pero no se comparan, tengo la leve esperanza de que él es diferente, y eso que no tengo las expectativas tan altas. Debería tomarme con calma las cosas, para no caer de cara luego y que me duela de la misma forma.

Tanto pensar, el tiempo pasó volando y ya había a mi parada. Me levanté de mi asiento, para poder bajar. Debo decir que estoy bastante intrigada de lo que pueda ocurrir hoy, es emocionante.

Esperé a que el autobús pasara, y justo cuándo se apartó de mi vista, la primera imagen que tuve, fue la misma de ese día. El director Jeon estaba esperando por mí, recostado en su coche. Brillaba tanto en la oscuridad, estaba teniendo alusiones hasta por pensar eso.

Me acerqué a él, para luego hacer una pequeña reverencia en saludo. Me ponía de los nervios siempre que lo tenía enfrente, era increíble pensar que hasta nos besamos, que podíamos llegar a ser más íntimos ¿Se logrará?

—Me alegro de verla otra vez —Tan seductor—. Iremos a cenar.

—Quería decirle... ¿Podríamos esperar un poco? Es que me gustaría subir a mi casa para poder cambiarme aunque sea la camisa y retocar mi maquillaje.

—Como se sienta cómoda.

Si fuera por mí, hasta me ducharía, pero no quería hacerle perder el tiempo. Caminar a su lado, me hacía sentir más adolescente, como una chiquilla a punto de enamorarse más. Era agradable estar a su lado, que me hace divagar profundamente sobre sus sentimientos, si también sabe que lo que estamos haciendo es incorrecto.

Llegamos hasta mi casa, donde le dije que podía esperar en la pequeña sala. Me adentré en mi habitación, con la idea de mejor cambiarme por completo toda la ropa. Como loca, me tiré en la cama para cruzar al otro lado, abrí el armario y saqué toda la ropa que estaba en desorden. Tomé un pantalón jean y una camisa de flores que me pareció linda. Traté de hacerlo lo más rápido posible, para después tomar mi chaqueta entre mis manos junto a mi bolso. La vergüenza me ganó, por descuidada.

Salí de la habitación, encontrando al director jugando con Yan. No me miró, así que me metí al baño. Traté de arreglar mi cabello dejándolo suelto, retoqué un poco mi maquillaje, ahora más tranquila. Si estuvo jugando mientras yo me cambiaba, tal vez no vio nada.

—Nos podemos ir.

Al escucharme, se puso de pie y juntos salimos. Ahora que lo pienso, estoy bastante enferma para desear que eso hubiera pasado, a pesar de que sí fue una coincidencia. La puerta de mi habitación estuvo abierta todo el tiempo, se me olvidó cerrarla, ¿qué tiene? No por ello, él entraría o me vería, era un caballero después de todo.

Durante toda la cena, el ambiente fue tranquilo, ayudaba el restaurante que era uno local y bastante lindo. Me sentí inquieta en todo momento, era obvio que podía estarlo. Remangaba su camisa varias veces y mi mirada iba a sus fuertes brazos, sus manos eran preciosas... como relamía sus labios o cuándo tomaba vino. Todo me estaba dando ideas equivocadas, volviendo a lo de hace unas horas, cuándo por mi culpa de mi descaro, quería que él entrara a mi habitación mientras me cambiaba y me besara sin ser el caballero que era.

Debía tranquilizarme, si no, él podía darse cuenta. Casi no dije nada, solo me limité a escucharlo, le gustaba mucho hablar de su trabajo, y a mí me gustaba escucharlo. Hasta con sus compañeros de trabajo era tan amable.

El coche se detuvo, ya estábamos de regreso a mi casa. Esta cita –si se puede llamar así–, la sentí tan diferente de la primera, y creo que es por mi culpa. Era una tonta, ni siquiera sé como me estaba comportando.

—Hwang —Lo miré, estaba completamente en la luna— ¿Está todo bien?

—Yo... sí, todo bien.

Traté de sonreír, pero este no parecía aceptar mi respuesta.

—Desde que salimos de casa la noté así. Traté de no hablar mucho, por qué tampoco quería incomodarla.

También era bastante atento.

—Es una bobería, ya está.

—Bueno, no es una bobería si la ha dejado perturbada.

Cubrí mi rostro con ambas manos, no le iba a decir lo que me pasaba, jamás, es que... pensará que soy una pervertida, a ver, quería tenerlo y todo era por la culpa de él, por ser tan caliente. Lo miré, sus cejas estaban elevadas como si esperara a que yo dijera algo.

Tampoco quiero que piense que la atracción que siento es un simple interés por su cuerpo, que si lo era, pero iba más allá, algo me llamaba, como si mi propia alma anhelara conocer realmente a la suya, y se quemara completo cuándo lo tengo cerca. Es la primera vez que no sé qué decir, digo, ahora mismo tengo la pequeña seguridad de que él sí siente algo igual que yo, pero sigo teniendo miedo.

—Quiero besarlo.

Balbucee. Tragué saliva nerviosa, más por su expresión.

—Señorita Hwang... —No entiendo, tal vez por la oscuridad que había, parecía que sus ojos brillaban más— Es halagador que me diga eso, yo quiero besarla cada segundo, pero me sigo poniendo nervioso, aunque no lo crea.

Sí, era difícil creerlo, pero le creía por la forma en que podía escuchar su respiración agitada.

—Yo...

—Antes de que diga algo, quería disculparme con usted, ya que, la puerta de su habitación estaba abierta y la miré como se desnudaba. De inmediato aparté la mirada, sintiendo que era incorrecto, como todo lo que estamos haciendo.

Oh, entonces sí me miró.

—¿Incorrecto? —Desabroché el cinturón de seguridad y me acerqué más a él, tomándolo de su camisa— Hemos sido tan descarados en el instante en que nos besamos, pensando que por nuestra edad, todo está mal. Ya sé que en realidad usted tiene 33 y yo 23, que fastidio, solo son números. Soy una mujer, director Jeon.

Relamió sus labios mientras me miraba, y eso rebalsó el vaso de mi tranquilidad.

—Ya sé que es una mujer, una mujer que me está volviendo loco.

Una vez más, volví a subirme encima de él, con dificultad. Sentarme en sus piernas me parecía una maravilla, más cuándo sus manos se apoyaban sobre mis caderas. Tomé su rostro y pegué nuestros labios, besándolo con todas las fuerzas que tenía. Metió su lengua dentro de mi boca, buscando la mía y se sentía tan húmedo y delicioso.

Era bueno que estuviese oscuro, pero a la vez malo, por qué no podía ver bien su rostro. Mis manos fueron a los botones de su camisa, mientras que las suyas fueron más traviesas, metiéndose dentro de mi camisa.

Masajee su cabello mientras sentía como este acariciaba mi espalda, nos besamos más lento, más preciso, su lengua sabía hacer un buen trabajo, y ni hablar de sus dientes cuándo mordían levemente mis labios.

Entonces, sus labios se posaron sobre mi cuello, donde todo tembló cuándo chupó. Jadee por lo fuerte que lo había hecho, para después tocar mi trasero. Yo quería más de él, quería saber que tenía para ofrecer, que más podían hacer sus labios, no me importaba nada ahora mismo, mi mente solo estaba nublada por la excitación, más por lo que sentí debajo de mí.

Me alejé un poco, viendo sus ojos. Él... ¿Tenía una erección? Traté de respirar correctamente, pero no podía ser posible por la forma tan lujuriosa en que me miraba. Yo había provocado que estuviese tan duro, que sentía cierta emoción.

Sus labios estaban separados y sumamente húmedos, que no podía resistirme, mis manos temblaban y picaban por querer hacerlo. Sin pensarlo, fui a besarlo, mientras mis manos bajaron poco a poco hasta su cinturón, donde lo desabroché, haciendo que este me quedara viendo.

Al parecer este quería ver lo que yo estaba a punto de hacer, así que no despegué mi mirada de él, mientras ahora desabrochaba el botón de su pantalón. Bajé un segundo la mirada para ver su ropa interior a la vista y luego sus ojos.

Que alguien me llame loca, pero con esa mirada que me lanzaba, parecía que él también tenía ganas de que yo lo hiciera. Sin pensarlo, bajé la cremallera de su pantalón y toqué el elástico de su ropa interior, bajándola y viendo poco a poco su piel, hasta que su miembro salió, dejándome impresionada.

Mi respiración empezó a ir rápida, al igual que la de él, se notaba. Casi parecía una novata por no saber qué hacer, pero su miembro era...

—Señorita Hwang...

Su susurro me estremeció, maldición, quería tenerlo, quería hacer todo con él, que me hiciera todo lo que quisiera. 

Herbst

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