HCY | 013.
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Pasé mi bufanda alrededor de mi cuello, ya que anoche estuvo lloviendo demasiado y por ello hoy bajaron más las temperaturas. Metí mis manos dentro de mi chaqueta justo al salir del ascensor.
Hoy no fue un día tan desagradable como siempre lo es. Junto a una compañera de trabajo, en la misma sala, nos pusimos de acuerdo para lanzarnos como voluntarias para la siguiente promoción que habría en unas semanas. Tal vez podría ver como me va en otro tipo de redacción.
—¿No quieres que te ayude?
Me negué otra vez. Cuándo salí de la oficina, me encontré con Bae, quien decidió salir conmigo, ya que salía temprano. Insistió en querer ayudarme con una bolsa que llevaba a casa, pero ni siquiera era pesada, así que no había necesidad. Estos días hemos hablado bastante, me pregunto si es que no le dan trabajo como para venir tanto a llamarme pronto para irnos a comer. Al menos me hace un poco de compañía.
—¿Estás seguro de que irás hasta mi parada? Sería mejor que te fueras, tu parada está más lejos de la mía.
—Oh, vamos Hwang, no puedes decirme eso —Abrió la puerta, dejando que yo saliera primero—. Espero pronto comprar un coche, y te prometo que te llevaré directamente a tu casa.
Empezamos a caminar hasta mi parada, no quise decirle nada, ya que su amabilidad era infinita.
—No debes preocuparte mucho. Escucha, posiblemente en menos de dos semanas tenga una motocicleta, ¿no sería genial que yo te lleve?
Sonrió. Era bastante atractivo cuándo lo hacía.
Traté de esconder mi nariz en la bufanda por el repentino viento fuerte que sopló. Gracias a Dios, llegamos a mi parada de bus, donde esperé a que él se retirara, pero no fue el caso, este se quedó de pie junto a mí, esperando que seguramente viniera el bus. Quería que se fuera, si no llegaría tarde a su casa.
Seguía incómoda la situación entre nosotros dos. Digo, la verdad que cuándo nos conocimos me pareció el chico más lindo y caballeroso del mundo, sentía que su amabilidad era parte de él, es que es así, pero era aún más conmigo por su gusto hacia mi persona. Pero jamás lo vi con otros ojos de amor, que con los de amistad. Bae no merecía gustarle alguien como yo.
—Mira la hora que es, será mejor que te vayas Bae. Yo estaré bien, mira cuantas personas hay cerca esperando el autobús.
Se quedó viendo alrededor, para luego verme.
—Por esta vez, me iré. Cuídate, dime cuándo llegues a casa.
Asentí, alzando mi mano para despedirme. Se dio la vuelta, para ir hacia su parada. Por lo que tengo entendido, tarda bastante en llegar a su casa, por ello le dejan salir unos minutos antes, así que yo no podía retenerlo tanto tiempo. Me daba una basta pena, digo, yo no puedo sentir lo mismo que él, por más encantador que sea, peor sabiendo quién me gusta en realidad.
Me senté en el banco, recordándolo. Desde el sábado apenas he podido dormir, sintiéndome absolutamente idiota. Estoy segura de que a nadie en la faz de la tierra se le ocurriría declararse ante una persona con la que no podrías tener nada. No me arrepiento del todo, por qué a la vez me siento aliviada, como si me hubiese quitado un gran peso de encima.
He tratado de no pensar tanto en él, era lo mejor. No puedo hacer nada más, al menos él podía suponer lo que yo sentía y alejarse lo más posible de mí, ya que soy una niñata con la cual jamás estaría, lo comprendo. Eso también serviría para que yo no me acercara, por qué después de que él me aseguró que esa mujer no era su esposa ni tenían una relación amorosa, no podía creerlo del todo, digo, su cercanía hablaba más que las palabras.
No podía sentirme celosa, el director Jeon no era nada en mi vida, solo otra persona por la cual me estaba encaprichando. Y la envidia existente, era por qué sé que jamás podré ser su mujer. Un gran hombre como él, necesitaba a una mujer de verdad, tan hecha y derecha como esa señora, la gran Sun Ah, como le llama Sohee.
Esos bonitos labios no me besarían, por más que lo deseara. Debo olvidarme de él, más ahora, que él sabe lo que siento por culpa de mis arrebatos.
Me puse de pie al ver el autobús acercarse. Busqué mi tarjeta entre mi bolso, y cuándo regresé al transporte que estaba enfrente de mí, mi atención se fue al coche que se aparcó justo enfrente del bus. Me parecía tan conocido, era extraño pensar así, ya que todos pueden parecerse. Sin más importancia, me subí, que después de pagar fui a sentarme al lado de la ventana.
Últimamente, estuve a casi de quedarme dormida aquí mismo. Seguramente no he podido tanto con el cansancio que mis ojos se sienten pesados, cuándo ya estoy acomodándome en el asiento, con mi cabeza tambaleando. Debía tener cuidado por qué un día de estos acabaría en la central de autobuses.
Miré la calle concentrada, pensando en lo genial que sería mudarme a uno de esos edificios grandes y lujosos, con un espacio más grande, ponerle una casa grande a Yanchi. Hablando de él, lo que tuvo todo este tiempo era Parvovirus, un virus bastante letal que dejó muy mal a mi pequeño. No fue algo fuerte, por qué detecté que algo andaba en el instante en que vomitó.
Recuerdo haberlo llevado al veterinario y como parecía normal, no querían hacerle más análisis, hasta que los obligué. A los días, tuvo fiebre y ahí fue cuándo dio positivo a ese virus. Dejé todo mi dinero para que le hicieran los estudios necesarios, y como debía estar en un sitio espacioso, limpio y bien cuidado, mi primo HyunJin se apiadó de mí, y prometió cuidarlo. Lo llevó a todas sus sesiones para el tratamiento. Los médicos dijeron que las vacunas que tuvo en los tiempos correctos, ayudarían a que los medicamentos le hicieran efectos más rápido.
Me dolía ver las fotos que recibía, de un Yanchi creciendo tan pequeño, y delgado. Ahora está en mi casa, mejor después de todo este tiempo. Tan regordete y feliz que me dan ganas de llorar. A penas hemos estado 4 días juntos desde que hace meses que no estábamos juntos, y aún sigue reconociéndome.
Instalé unas cámaras en casa para vigilarlo cierto tiempo, ya que le recetaron unas pastillas y vitaminas para darle más fuerza y tener más defensa. Si en algún momento vomita, debo estar al tanto.
Alcé mi cabeza viendo que ya estaba cerca a mi parada, así que me puse de pie. El autobús se detuvo, así que me bajé. Quedé de pie, esperando a que este mismo se fuera para empezar a caminar, pero cuándo desapareció de mi vista, me dejé una nueva imagen que no esperaba para nada.
Enfrente de mí estaba un coche, y apoyado en este el mismo director Jeon. ¿Qué hace él aquí? A penas podía respirar por la impresión. Decidí ignorarlo, ya que gracias al cielo este estaba concentrado en otro sitio, no me había visto aún. Me giré rápido para empezar a subir la cuesta, para llegar a mi casa de prisa.
—Señorita Hwang.
Mi cuerpo tuvo el mayor escalofrío del la historia de mi vida. Relamí mis labios nerviosos después de escuchar mi apellido salir de su boca. Giré sobre mi mismo eje, todo para dejar de darle la espalda y verlo. Ahora que lo recuerdo, ese coche que estaba en mi parada de bus podía ser él… aunque no se parecían en nada los modelos.
—¿Por qué me está siguiendo?
—Bueno, recordé que aquí fue la dirección que me dio ese día, que la traje supuestamente a su casa —Era verdad. Le di esta dirección por qué no quería que supiera donde vivía—. Vine directamente desde que salí del trabajo, ya que quiero hablar con usted.
—No creo que tengamos algo de que hablar.
—Yo sí, lo creo —Parecía bastante serio que solo me dejaba confusa, peor al ver como empezó a alejarse de su coche para venir hacia mí—. Me gustaría hablar de algo importante.
Se supone que dije todo aquello para no saber más de él, para alejarme, no por qué hubiese más de que hablar.
—Disculpe, pero será otro día tal vez.
Me di la vuelta, empezando a caminar. Siento como mis manos sudan por la impresión. Hoy se veía bastante guapo e informal a pesar de venir del trabajo. Llevaba una camisa blanca junto a una chaqueta negra con toques blancos, su cabello cubría parte de su frente. No puedo sacarlo de mi cabeza si sigue apareciendo a cada momento.
Sentí como si alguien me seguía, así que me detuve para ver hacia atrás y ver como el director Jeon me seguía, pero se detuvo en cuanto yo lo hice ¿Por qué me seguía? Se supone que debía darse la vuelta, subirse a su coche e irse. Mierda, el siguiente edificio era donde yo vivía.
—¿Por qué me sigue?
—Bueno, no me iré hasta que hablemos.
Suspiré con fuerza. Esto no podía estar pasándome. No tenía nada de malo escucharlo, tampoco será algo grave, pero me pone de los nervios, peor recordando su reacción a lo que le dije el sábado.
—Está bien, lo escucharé, pero no creo que tengamos algo que hablar.
—Quiero hablar de lo que pasó el sábado, exactamente de sus…
En mi móvil empezaron a caer varias notificaciones a la vez, así que este guardó silencio y yo saqué mi móvil sin entender lo que sucedía.
—Un momento.
Tenía muchas notificaciones de movimiento. En estos días en mi casa he tenido varias desde que Yanchi llegó, la instalé por él, pero no me preocupó, pero también tenía una alarma en el collar de él, de que si no había movimiento alguno, se me envía una notificación. Lo primero que pasó por mi cabeza es que se había desmayado o algo, por qué es raro que duerma por tanto tiempo. Además, esta mañana, cuándo estaba por salir del trabajo, lo miré un poco decaído.
Ignoré por completo al director Jeon, trotando para llegar al mi edificio.
—¿Ocurre algo grave?
Escuché que decía con preocupación.
—¡No, hablamos otro día!
Mientras seguía, abrí la cámara buscando a Yanchi para ver donde estaba. Entré al edificio, para ir directamente a subir las escaleras con prisa, pero miré como el director Jeon estaba justo conmigo. Me detuve enseguida viéndolo.
—Necesito hablar con usted, no puede pasar de hoy.
Era tanta su insistencia que me dejó perpleja. Sus manos estaban a cada lado de su cintura, esperando a que yo lo escuchara o algo. Miré hacia mi móvil, vi la imagen de hace unos minutos de como había algo raro en el suelo, parecía vómito y eso me preocupaba más que nada. No quería que entre todas las personas, él supiera donde vivo, pero mi pequeño era más importante, por ello empecé a subir las escaleras, rendida, no me quedaba de otra.
Escuché sus pasos detrás de mí, era obvio que me seguiría por lo decidido que estaba. Sin importarme su presencia, al fin llegué al cuarto piso que era donde vivía. Saqué las llaves, desesperada y abrí la puerta de mi casa.
Lo primero que hice al entrar, –después de quitarme la bufanda y dejar tanto las bolsas que tenía en la mano en el sofá– fue buscar a Yanchi. Fui directamente a mi habitación, donde el condenado estaba encima de mi cama, jugando tranquilamente con uno de sus juguetes. Cuándo notó mi presencia, saltó y vino hacia mí corriendo. Me agaché tomándolo entre mis brazos.
—Me asustaste Yan.
Le di un beso en su frente, para luego bajarlo. Mi corazón latía rápido. Traté de respirar por lo cansada que estaba por subir las escaleras y salí de mi habitación para ir a mi pequeña sala, donde me fijé que era una bolsa, lo que parecía un vómito. La próxima vez no dejaré nada en el suelo, por qué me dará un infarto.
Por unos segundos no recordé que el director estaba aquí, lo peor de todo, que se tomó la libertad de cerrar la puerta de mi casa y esperarme en la entrada.
—¿En serio se atrevió a entrar así?
—No sabía que tenía un cachorro, ¿se encuentra bien?
Pasé mis dedos por mis párpados, cansada.
—Sí… está bien, solo fue un gran susto.
—Entonces, quiero hablar sobre lo que dijo el sábado.
Resoplé.
—Lo que dije fue claro, no hay una explicación. Y será mejor que lo olvidé por qué fue un pequeño arrebato y liberación.
—Si fue un arrebato y liberación decir que se quema por mí, déjeme decirle que solo me deja mal parado, ya que me gustaría que diga toda la verdad.
—Oh, vamos, ¿por qué le interesaría?
Sus ojos me miraron tan fijamente, cautivadores y cansados. Relamí mis labios, nerviosa por la forma en que resopló y dio un par de pasos acercándose a mí. No decía nada, solo ahí luciendo jodidamente atractivo.
—Por qué extrañamente, siento casi lo mismo. Como si su mirada fuera el verdadero portal para ocultarme del mundo entero, y ni hablar de su sonrisa, que parece la prueba perfecta para hacerme perder la razón.
Si no estuviese tan serio, creería que está contando un mal chiste, por qué no podía ser verdad lo que estaba escuchando. Mi corazón se saldría y por primera vez desde que lo conocí, no podía sostener su fuerte y penetrante mirada.
—Vaya, sí que perdió la razón diciendo esas cosas incoherentes, director.
Tanto era nuestra cercanía ahora mismo, que bajé la mirada por la forma en que imponía. Miré como nuestros zapatos chocaron y volví a subir la mirada, encontrándome con sus labios húmedos y deseosos. No lo había tenido excesivamente cerca, que su perfume me drogaba, y podía ver las imperfecciones de su rostro, tan hermosas. Su nariz era grande y bonita, y solo podía imaginarme lo peor.
—Es verdad lo que he dicho. No puedo entenderlo con claridad, pero tengo que confesarle que siento miedo de esperar por averiguar más, así que por ello tomé la iniciativa y estoy aquí.
Todo en mí empezó a temblar. Me di cuenta como tragó saliva mientras me miraba. No puedo terminar de entender la situación. Le dije lo que sentía, quiere hablar conmigo y termina diciendo que sentía hasta miedo de esperar decirme que mi sonrisa le haría perder la razón. Entonces así es como se sintió él cuándo yo me declaré tan abiertamente, pero no estoy segura si es que en verdad siente lo mismo, ni encuentro un porqué, nunca he visto una señal por su parte que no sea lucir como un jodido hombre atractivo y sonriente.
Inhalé por la nariz y solté el aire por la boca, tan lento por la impresión que tenía por tenerlo aquí, tan cercano. No podía ser, no debería estar aquí, ni yo tampoco, por qué sería el momento perfecto para lanzarme a él y besarlo como lo he querido todo este tiempo. Era deshonesto.
Di un paso atrás, queriendo alejarme, debía poner aunque sea un límite a pesar de que sienta esa misma lujuria en sus ojos como la tengo yo en mi mismo cuerpo. Quise dar otro paso con mi otro pie, pero no fue así al sentir como tomó mi mano, atrayéndome a él desprevenidamente.
Me sostuve poniendo ambas manos sobre su pecho, confusa por el movimiento rápido que había hecho, aún más aturdida, cuándo sus dos manos, absolutamente frías, fueron las protagonistas al ser posicionadas sobre mi rostro, para pegar mis labios contra los suyos.
Cerré los ojos, dispuesta a dejarme ir. Abrí mi boca, sintiendo su profundidad, en como se fundía en nuestro beso, sin soltar mi rostro, en cambio, parecía quien guiaba nuestras cabezas gracias a sus movimientos desesperados. No quería que acabara, solo que no se detuviera en introducir su lengua dentro de mi boca.
Todo mi cuerpo latía, y con las manos temblorosas tomé su chaqueta con fuerza, sin saber qué hacer, solo dejándome llevar. Dios mío, estaba en el cielo ahora mismo, sin arrepentimiento alguno por qué lo hacía tan bien.
Y es que, sentía más la cercanía, cuándo una de sus manos se metió dentro de mi chaqueta, para tomarme por la cintura, pegándome a su cuerpo, que se tensó al instante. Era tan íntimo, tan húmedo, y perfecto. Me estaba besando con el director Jeon, ese hombre tan caliente que me volvía loca, lo estaba haciendo, me estaba besando.
Casi embrujada me encontraba por su toque en mi cintura, las caricias en mi rostro y su lengua jugando con la mía, que después de varias veces, escuché mi móvil sonar. Poco a poco, empecé a sentir como se separaba de mí, así que abrí mis ojos, encontrándome con los suyos, esos brillantes y escandalosos. No podía moverme, solo podía pasar de sus labios a sus ojos, agitada.
Relamí mis labios al ver que él hizo lo mismo, quería volver a sentirlo y cuándo el apretón de mi cintura volvió, el móvil sonó. Desesperada, hice que me soltara y busqué mi móvil que estaba en mi sofá. Cuándo lo encontré, volví a mi posición y contesté, sintiendo su mirada sobre mí.
—¡Chaeyeon! ¡Llevo marcándote cinco veces! ¿Qué estás haciendo?
Mataría a Sohee, no era broma.
—¿Qué quieres?
Murmuré con toda la paz posible.
—Eh, te había dicho que mandé al técnico para el contador de agua a tu casa, que no tiene citas en esta semana, así que iría a esta hora —Mierda. Era verdad. Tenía una fuga en casa desde esta mañana, y no podía esperar mucho, ya que si no saldría un recibo altísimo. Sohee me hizo un favor con un conocido de ella, que es muy bueno, se me había olvidado—. Debías estar al tanto del móvil, llegará en unos minutos ya.
Miré al director que parecía nervioso, viéndome y luego mirando la casa.
—Claro, está bien. Adiós.
—Espera niña…
Colgué la llamada, y dejé caer mi móvil en el sofá. Suspiré sin saber qué hacer, más tranquila, respirando, pero no mentalmente después de ese beso. Vi como peinaba su cabello disimuladamente, y carraspeó su garganta, mirándome.
—Ah… así que vendrá… vendrá alguien.
Tartamudeó. No la había visto así nunca, que me dieron ganas de soltar una carcajada, pero simplemente afirmé.
—Vendrá un técnico a ver el contador de agua, he tenido ciertas fugas y cosas irregulares desde anoche.
—Puedo quedarme con usted por si surge algún problema.
—No… no hace falta.
Era como si nos hubiésemos quedado sin palabras, porque este parecía más que nervioso. Por mi parte, no sabía qué hacer, si ofrecerle un vaso con agua, pedirle que se fuera o lanzarme ahora sobre él para besarlo y meter mi mano debajo de su camisa.
Al menos él tenía más creatividad.
—Bueno, es hora de irme.
Era gracioso si lo pensaba, se atrevió hasta venir a mi casa para hablar conmigo para afirmar que sentía casi lo mismo que yo, besarme con tanta vehemencia y luego ¿irse sin más? No puedo decir que me disgustó, vaya que no. Se dio la vuelta, yendo hasta la puerta, donde yo también lo seguí, pero se detuvo al cruzar el marco de la puerta para verme.
—Me gustaría invitarla a salir mañana, para poder hablar mejor.
—Ah, bueno, no tengo mucho trabajo o eso creo, podríamos vernos al medio día.
—¿Puede ser a cenar? Estoy dispuesto a pasar por usted, digo, si sale a la hora normal laboral, estaré ahí esperándola.
Sonrió y por primera vez me di cuenta de que tenía unos leves hoyuelos en sus mejillas, que lo hacían ver entre tierno y atractivo. Miré sus labios también, que ahora no olvidaría jamás, ni siquiera el tacto… ni sabor. No puedo decirle que no, no cuándo tiene esos pedazos de ojos.
—Está bien.
—Genial entonces. Nos vemos mañana por la noche, señorita Hwang.
Era increíble. Hizo una reverencia, tan formal como si no me hubiese metido la lengua hasta la garganta. Vi como se alejaba de mi puerta, hasta las escaleras, y con prisa cerré. Estoy completamente desconcertada.
Recosté mi cuerpo contra la puerta, viendo como Yanchi venía hacía mi por el ruido. Seguramente nos estaba espiando, por qué no salió de la habitación ni en segundo para ladrarle. “Señorita Hwang” Ja.
Mientras me reía como una demente, llevé mis dedos a tocar mis labios, mientras cerraba los ojos, recordando la sensación tan deseosa jamás imaginada. Él vino para besarme… ¿A mí? Ja, no puede ser. Ah, mis orejas las siento ardiendo, al igual que mis mejillas, me dará algo.
—Él siente lo mismo.
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HAHAH!
Por fin se besaron y tengo
que confesar/confirmar que
el director dudo en hacerlo.
Besitos mis amores, espero
hayan disfrutado.
—Herbst
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