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HCY | 009.

Había perdido el apetito, así que dejé mis palillos al lado de mi plato, mirando, en cambio, como Sohee comía con tranquilidad.

—¿Que shufgede? ¿No tens mas hwemre?

—Estoy llena.

Dije. Sí, le había entendido todo. Estaba casi acostumbrada de escucharla hablar de esa forma cuándo me decía algo. No le diría que masticara primero, de igual no lo haría.

Apoyé mi rostro en la palma de mi mano, atrayendo mi vaso de refresco hasta mí.

—Me iré en unos días —La miré, ya había acabado de masticar—. Ya sabes que estoy aquí para un trabajo en unas oficinas, pero alargué más los días, ya que justo me necesitan en una casa en Gangnam-gu. Después de esto, tengo que ir ahí.

—Al menos podemos vernos todos los días si quieres. Sabes, he estado pensando eso de irnos a vivir juntas, pero sería difícil. Tu trabajo queda al lado de tu casa, igual para mí. Si nos mudamos, para alguna quedaría lejos su trabajo.

—No te preocupes por ello, ahora nos estamos viendo más, tenemos suficiente. Aunque ya sabes, si necesitas ayuda en algo, tienes que decirme —Asentí. Me acomodé mejor en mi silla—. Olvidando eso, ¿cómo te está yendo?

—He estado pintando. No soy la mejor, pero me ayuda a despejar la mente. En la misma escuela donde vamos para cerámica, ahí te dejan ir a pintar libremente cuando quieras.

Empezamos a bromear, ya que mencionó que quiere hacerse un cambio de imagen radical, cortarse el cabello por arriba de los hombros. Me burlé un poco, puesto que la creía incapaz de hacerlo porque ama mucho su cabello largo, casi nunca lo ha tenido por arriba de los senos, siempre largo. Estoy segura de que le quedaría bien.

—Y tu relación con tu compañero Bae, ¿cómo va?

Otra vez con eso.

—Normal, como amigos. Ya que no tenemos nada.

Ahora fue ella que dejó los palillos al lado de su plato, pues había acabado de comer. Miró fijamente y sabía que venía algo serio.

—Eres bastante joven, tenemos la misma edad. Así como a mí, tú también debes tener deseos de estar con alguien. Deberías intentar, aunque sea una relación, y más con alguien que conoces bien y que sabes que siente algo por ti.

Siempre lo dice, pero no era algo que me apeteciera ahora, ni dentro de muchos años. He estado fastidiada, pensando sobre mis relaciones amorosas que acabaron siendo una mierda entera, arruinándome la vida por completo y generando traumas. Casi era un drama, tal vez no todos eran iguales, pero no quería nada, mi más importante objetivo era sobresalir en mi estúpida empresa.

Había un "pero" gigante, que se hacía llamar director Jeon. Ese hombre era sinónimo de lo prohibido, de lo anhelado. Tenía algo en él que no permitía que mirara hacia otro sitio, un algo en esos ojos, en todo su cuerpo. Me cautivaba, hacía latir mi corazón como una tonta embelesada por su amor platónico. Con ganas de descubrir cada parte de él, hasta lo que esconde detrás de su fachada de hombre íntegro y pulcro.

Tomé entre mis manos la taza de café, necesitaba algo de energía después de una ronda de pensamiento sobre ese ogro. Era un verdadero ogro para mi vida.

Necesitaba cambiar de tema, de verdad.

—Estoy planeando comprar una motocicleta el mes que viene —Quedó estética viéndome—. Ya he visto un par de modelos, y ya tengo mi favorita.

De repente, soltó una gran carcajada, pero al ver que yo no me reí, se quedó seria.

—¿Estás bromeando, no? —Negué— Es más preferible comprarte un coche, antes que una moto. Imagínate, sí, con las dos opciones existen accidentes, pero es más práctico cuatro ruedas.

—Ah, pero está bien probar cosas nuevas.

Guardó silencio, aún desacuerdo con mi opinión. Debíamos irnos, así que nos levantamos para pagar. Mencionó que me dejaría enfrente de la empresa y se iría a tomar el autobús, pero durante el trascurso estuve a punto de tirarla a la carretera, no dejaba de mofarse de mí por lo de la moto. Ir motocicleta también era práctico, y más si se trata de una vespa, me encantan, podría dar saltos de alegría, de solo pensar en que andaré en una próximamente.

Estaba a punto de darle un abrazo para despedirnos, pero se distrajo viendo como un coche estaba llegando a la empresa. Se detuvo justo en la entrada, y quedamos nosotras de espectadoras viendo de quién se trataba. El director Jeon.

—Buah, qué suerte tengo de venir a verte, todo para encontrarme con ese guapo.

La miré.

—Oh, por favor Sohee, no digas nada, cállate.

Y antes de que pudiese responderme, miramos como ese hombre le dejaba su coche a otra persona, dispuesto a entrar hasta que captamos toda su atención, ya que se detuvo enfrente de nostras.

—Buenas tardes, ¿qué tal el día?

Guardé silencio, ignorándolo, pero Sohee no lo haría.

—Muy bien gracias al cielo, con mucho frío, pero eso es lo de menos. ¿Usted qué tal, señor?

—Me alegro de que estén bien —Cruzamos miradas por un segundo, pero recordar lo que pasó el sábado, giré para ver a otro sitio—. Sabes, recuerdo haberte visto hace un par de semanas por aquí, en la empresa constructora Hiem. Me dijeron que usted era la encargada de las nuevas remodelaciones.

Los vi a ambos.

—Sí, era yo. Por cierto, quedaron hermosas las oficinas. Soy diseñadora de interiores —Sacó de su bolso una tarjeta y estiró su brazo hasta él—, puede contactarme cualquier cosa.

Tomó la tarjeta, mirándola por unos segundos y sonreír.

—Muchas gracias.

Hizo una reverencia para despedirse, y antes de irse me regaló una mirada. El suspiro de Sohee me despabiló, y ya sabía que venía el comentario más absurdo posible.

—Guau, te juro que si digo lo que pienso ahora, me llevan presa.

Quise aguantarme la risa, lo que era imposible.

—Me fastidia estar de acuerdo contigo.

Era una tonta, y ella también. Pero esa sonrisa, haría que cometía cualquier locura que me dejaría en el anonimato social, por ser una terrible descarada, por comérmelo a besos, por más que me estresara.


[...]


Hoy hacía un lindo día. El sol estaba radiante y el cielo despejado, al menos por la calidez que emitía esa bola gigante, quitaba el frío penetrante de hoy. Como llovió el día de ayer, las temperaturas bajaron más, pero era lo de menos.

Me imagino que cuándo compre mi vespa, el viento, sí que me hará sentir el frío de este invierno, y hablando de ello, ayer fui a ver a la elegida. En el centro del barrio, donde vivo, hay una tienda de segunda mano donde venden motocicletas en buen estado, y miré una de color blanco, hermosa. Me dieron folletos con la información, ya que dije que quería comprarlo. La pagaría en 4 pagos trimestrales, era una buena inversión, puesto que no era tan cara, lo malo fue cuándo recordé que no sabía montar una motocicleta, eso sí que no era una buena inversión.

Parecía un chiste mal contado, pero eso no seguiría así. Por ello, después de ir a ver la vespa, fui a informarme y de paso, inscribirme para tomar un curso de conducción de moto. Literalmente, hoy ya me encuentro pobre, sin un won.

Ya era mi parada, así que me puse de pie para poder bajarme del autobús. Tendría que caminar ahora un par de minutos para llegar a la casa de mis padres. Mi madre me llamó para que viniera a casa, dijo que tenía planeado hacer una gran comida, lo cual acepté. Siento como si después de conocer a su sobrino, regresó diferente, en el sentido de, más cariñosa.

En el camino a casa, decidí comprarle unos ingredientes y verduras, las más frescas que encontré, siempre lo hacía cuándo me llamaba para que viniera a mi antigua casa a comer. Otra razón por la que me quedé sin dinero.

Después de subir una gran cuesta, ya estaba llegando a la casa. Saqué las llaves que eran las mismas de siempre, de mi bolso, para poder abrir. Nada más abrí la puerta, escuché voces en el fondo.

—¡Hola! ¡Ya llegué!

Dije en alto. Quité mis zapatos, dejándolos a un lado de otros que no se me hacían conocidos, para nada serían los de mi padre, ya que parecían de hombre. Eran de cuero negro, bastantes grandes. Seguramente había alguien más en casa.

Me quité mi chaqueta para dejarla en la entrada también, así adentrarme después de poner mis zapatillas de casa.

Ahí estaba mi madre, saliendo de la cocina con su delantal puesto.

—Hola Chaeyeon, pasa, y saluda que hay un invitado.

Asentí, pero primero fui a dejar la bolsa a la cocina y regresar. Puede ser que sea alguien de la familia, hace varios días me comentó que quería invitar a alguien, pero no sabía a quién.

La casa no era tan grande, así que pronto me di la vuelta, caminé un poco y ya estaba en el salón viendo a mi padre, y alguien enfrente de él, que solo veía de espalda.

—Hija, hola, que bueno que ya estés aquí. Ven.

Me acerqué con una sonrisa en el rostro, que desapareció cuándo el invitado se dio la vuelta, haciendo que me detuviera en seco y quisiera salir corriendo. ¿Qué? ¿Estaba ciega o algo? ¿Qué hace el director Jeon en mi casa? ¿¡Por segunda vez!?

Mi padre volvía nuevamente de la cocina, para llevar unos platos a la mesa. Se detuvo y me quedó viendo como yo simplemente no hacía nada.

—¿Qué hace él aquí, papá? ¿Tú lo invitaste?

Podría querer tener al director Jeon a mi lado, en lejanas fantasías, pero no si tenía que convivir con él en mi propio techo. Era insoportable estar a su lado, no verlo con lujuria, mantenerme cuerda, por qué esta es la realidad, no me metería con un hombre casado, jamás haría algo tan inmoral.

Además, me ofusca el hecho de que pareciera estar entrometiéndose en mi vida, de una forma tan gratuita, solo me enfermaba.

—¡Hwang Chaeyeon! ¿Qué es esa forma de saludar? No seas irrespetuosa, saluda y toma asiento.

No me importaba nada. Suspiré con fuerzas para que lo escucharan y me di la vuelta para ir hacia la cocina. Me ponía los pelos de punta, ¿por qué me miraba así mientras mi padre me regañó?

Lavé mis manos y traté de mojarme el rostro, me sentía avergonzada mayormente.

—Chaeyeon, ¿qué sucede? —Miré a mi madre que detuvo lo que hacía, para hablarme— Desde que tu padre se encontró por primera vez a ese hombre, no para de hablar de él, son como amigos. Él no parece tan viejo, pero parece haber tenido muchas experiencias en la vida que hacen que tu padre le guste hablar con él de diferentes cosas.

—Pero es un desconocido mamá, no puedes invitarlo como si nada.

—Ahora es un amigo, y tu padre tiene un buen razonamiento para juzgar a las personas, y si le cae bien ese hombre, por algo será.

Sí, tan bueno parecía que hipnotizó tanto a la hija como al padre. Dejé de ser testaruda, solo un poco, que quise ayudarla a llevar la comida. Me giré, para tomar una fuente de sopa, pero al levantar mi mirada hacia donde estaba él junto a mi padre, como reía a carcajadas me erizó la piel. Era un cuerpo lleno de confusión ahora mismo.

Por lo menos hoy parezco decente, no como ese primer día que vino.

Era gracioso –no tanto– pensar en como ahora resulta que es amigo de mis padres, me hundía en mis pensamientos por completo. Si era atractivo con traje y no soportaba tenerlo cerca, ahora mismo con ropa normal, parecía que no tuviera esa edad, hasta luce más atractivo.

Lo que sea. Acabé de ayudarle y nos sentamos en la mesa. Como siempre, mi padre en la cabeza, mi madre a su lado y yo al lado de mi madre, teniendo a Jungkook enfrente. Esto era peor.

No sabía ni a donde mirar, así que mi misión hoy era solo encargarme de la comida. Me sentía cohibida, por ello guardé silencio mientras comíamos, solo escuchando a mi padre hablar y a él hablar amenamente, sintiendo su mirada sobre mí.

Se veía tan guapo con ese jersey grande, como era tan expresivo cuándo habla, y por supuesto, siendo más alegre en sus reacciones, cuándo mi padre decía algo. Sus gestos... su risa... era otra persona, para nada el hombre que he visto en la sala de reuniones. Cuándo llevaba el vaso a su boca, y después lo dejaba en la mesa, se relamía los labios de una forma tan provocativa que me hizo darme cuenta de que todo este tiempo no pude quitarle la mirada de encima.

—¿Chae?

Bueno, y que mi madre estuvo hablándome y no la escuché. Me estaba ofreciendo varios trozos de carne, encima de mi tazón de arroz. Cuándo este volteó a verme, me fijé en mi tazón de arroz. Esto era una tortura. Tenía calor, me sentía agobiada, quería irme.

Comí, tratando de cantar algo en mi mente, para no escuchar su voz. Seguí comiendo de una forma rápida, que casi me atoro. Tomé un poco de agua y continué, teniendo la imagen más hermosa; yo montada en mi vespa. Será genial cuándo venga a casa con ella y saque a pasear a mi madre, seguro se alegrará por mí.

—¿Y tú Chaeyeon? —Alcé mi cabeza, aún masticando, sin entender a qué se refería mi padre— Que como te va en el trabajo.

Acabé de masticar y tomé agua para poder responder.

—Bien, fenomenal. He estado trabajando arduamente.

—¡Cómo me alegra que digas eso! Sabía que tendrías un basto éxito en ese lugar. Cuéntame más, ¿ya han lanzado algún escrito tuyo? No me has mostrado nada aún.

—Sí, pero no siento que sean superimportantes. Cuándo me toque escribir algo mayor, te aseguro que te lo enseñaré.

Mientras mi padre seguía diciendo cosas y preguntando, la mirada de Jungkook no me dejaba en paz. Si él decía algo, yo diré que él es jefe de mi padre, así que.

—¿Pero tus compañeros van a comer contigo?

—Sí, papá, ¿cómo te va a ti en el trabajo, cuéntame?

Lo mejor sería cambiar de conversación, no me apetecía seguir hablando de mi grandioso trabajo. Mi padre empezó a comentar como había sido su semana, y después otras cosas que ni siquiera me enteré, por querer concentrarme completamente en acabar de comer.

Ahora que lo pienso, y que estoy en mi casa, debía llevarme unas cosas que dejé cuándo me mudé. Mi antigua habitación, literal, sigue igual que antes, con ropa mía que ya no uso o ya no me queda. Cuándo vengo a visitarlos, les digo que pueden tirarlo todo, pero ellos no quieren.

Gracias al cielo, todos acabaron de comer. Me levanté al mismo tiempo que mi madre para levantar la mesa. Fui directo a la cocina, dejando los platos en el lavador. Al menos aquí no tenía que ver su rostro, aunque seguía escuchando su voz.

Até mi cabello y empecé a lavar todo lo que veía, mientras mi madre limpiaba la cocina, hasta que vino a colocarse a mi lado.

—Parece que conoces a ese hombre.

—¿Qué?

Detuve lo que hacía para verla, pero esta lucía despreocupada mientras secaba los platos que yo lavaba.

—No sé, hasta puedo decir que parece que no te cae bien.

—Lo conozco por qué trabaja en la misma empresa de mi padre, se me hace conocido, pero ni siquiera sabía su nombre.

Dije sin interés. En cierta parte era verdad, pero daba igual. Continué con mi arduo trabajo, y después de varios minutos haciendo mi gran labor junto a mi madre, hablando de cosas triviales, terminamos. Me di la vuelta, justo viendo para la mesa donde, ya que no encontraba ni Jungkook, ni mi padre. Qué extraño, tal vez salieron a tomar el aire o a fumar algo.

Fui directamente a mi habitación, quería buscar una chaqueta que si no mal recuerdo debía estar ahí. Abrí la puerta, adentrándome en la claridad. Mi madre solía abrir las ventanas para que ventilara siempre, seguía tan ordenado.
Fui a mi armario, viendo de antemano mis antiguos uniformes del instituto, demasiados recuerdos. Pasé las perchas una por una, hasta ver mi chaqueta blanca, y además un jersey que tenía tiempo de no verlo. Los tomé y los guardé en una bolsa que siempre solía guardar en los cajones de mi escritorio.

Di un vistazo a mi habitación, pasé toda mi vida en este lugar. Estaría bien venir a pasar un fin de semana donde mis padres, y volver a mi antigua cama.

Me giré, viendo que dejé la puerta abierta, así que sin problema me dirigí a la salida donde me detuve en seco. Me quedé en el marco, viendo quién salía gracias a la puerta de enfrente, donde es el baño. El director Jeon.

Nuestras miradas se cruzaron, y lo primero que se me ocurrió hacer, fue querer cerrar la puerta de mi habitación, pero este con su mano detuvo el cierre tomando la manija de la puerta.

Sería más vergonzoso hacer fuerza para cerrar, así que solté la puerta, abriéndose por completo, quedando yo expuesta ante sus ojos.

—¿Qué es lo que ocurre?

Fue el primero en decir algo.

—¿Por qué está en mi casa otra vez?

—Bueno, por qué el señor Hwang me tiene ahora como su amigo.

Me mofé. No podían ser amigos, que sí, comparten "experiencias de sabiduría", eso era lo último importante. Él le estaba mintiendo a mi padre de que era alguien relevante en la empresa, su jefe, todo para acercarse a él y dizque ayudarlo. Eso le molestaría a mi padre si se entera.

—Si no es mucha molestia, me gustaría pedirle un favor. Aléjese de nosotros.

La confusión en su rostro solo me ponía más tensa.

—No entiendo. Usted me confunde mucho, ¿Por qué se pone así conmigo?

Específicamente, todo en él hacía que me pusiera así. La forma en que se movía, me impulsaba a querer moverme junto a él, para descubrir a donde acabaría, ver lo que hay detrás de un hombre intachable. Tan profunda era su mirada hacia mí, que mi cuerpo solo podía sentirse tenso, y peor cuándo dio un paso acercándose.

Me ponía de los nervios, por qué no sé de lo que sería capaz de hacer si estoy más cerca de él, la vergüenza se apoderaría de mí si tomo su rostro para atraerlo y besar sus lindos labios. ¿Qué haría él? Nada.

Sentí como empecé a sudar, me ahogaba y más por ver como volvió a acercarse más a mí.

—¿Se siente bien?

Tomó mi mano, y ese leve toque era como si estuviese quemando mi piel, él me quemaba. Miré ese agarre y luego voltee a ver sus ojos, totalmente idiota.

Aparté mi mano, haciendo que me soltara. No podía permitir su acercamiento a mí. Aunque estaba tan confuso. Llevó su mano a su nuca, nervioso.

—Será mejor que se vaya de mi casa, no me siento completamente cómoda sabiendo que el jefe de mi padre está aquí, sin saberlo él.

Hizo una reverencia, y simplemente se dio la vuelta. ¿Acaso era una tonta? Si hubiera sido hace un par de años, sería capaz de lanzarme encima de él y besar sus labios para jugar con ese intrépido y pequeño piercing que tiene en su labio. Podía ser capaz de tirarme de un avión sin paracaídas, antes de quedarme ahí junto él.

Muchos dirían que no importa que tenga hijos, pero él parece tan dispuesto a dar todo por su hija y su mujer, son una linda familia por lo que se ve. Ese hombre tiene bastantes años más que yo, pero eso parecía ser lo de menos, cuándo a mí me interesó Jaehyun. La cuestión es que era inmoral, no podría ser capaz de ser la causante de destruir un buen hogar, jamás lo sería.

Si el director Jeon se acerca a mí, yo daré cuatro pasos alejándome, por más que desee describir sus deseos más impuros. 

—Herbst

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