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HCY | 005.

Perfectamente, tenía la decisión de dejar todo e irme a mi casa.

Estaba tan ofendida como enfadada. Me dijeron que íbamos a una reunión con el director ogro, no dijeron en ningún momento el tema, todo para que la bomba me estallara en la cara. Completamente asqueada.

Me abstuve a decir algo, o a tan siquiera a verles. Cuándo regresamos de aquella horrible escena, Pyo dijo varias veces que yo debía admitir mi culpa, que Seo Jia era tan confiable que creía en lo que dijo.

Sí, la tonta esa me incriminó. No sé cuál era su objetivo, teníamos el mismo nivel en esta empresa, tampoco la tomaban en cuenta. Aunque, seguro lo hizo para llamar la atención, lo más obvio.

Seguían discutiendo, que si era real lo que dijo la tipa, qué por qué el señor Pyo alias cabeza de piña fue a Hyundai sin permiso, y más. Necesitaba irme de aquí, casi me quedaba sin aire.

—Puede decir algo, señorita Hwang.

—Lo único que me gustaría, es que me den explicaciones un tanto detalladas de cuál es el fin para inculparme así.

Mencioné, ocultando mi enfado.

—Todo te inculpa.

Bufé, sorprendida.

—Estoy dispuesta a demostrar mi inocencia, por qué no sé de qué pruebas habla.

Todo sonaba tan incoherente, me dolía hasta la cabeza por las cosas que decían. El director Cho, no hablaba nada, el idiota de Pyo miraba como Seo Jia me insultaba, ósea, ¿qué mierda le pasa a la gente de esta empresa?

El sonido de la puerta, abriéndose, nos llamó la atención. Al darnos cuenta de que se trataba del director comercial, Ji Chang-wook, hicimos una reverencia.

—¿Quién es tan amable de darme las explicaciones necesarias de lo que está ocurriendo? —Y así fue, como el director Cho se hizo responsable de contar todo lo sucedido. Qué horror, odiaba llamar la atención, y justo estaba aquí, siendo el centro. Tenía náuseas—. Después de escuchar toda esa barbaridad, me gustaría que usted, como responsable de Pyo, haga un reporte. En cuándo a la señorita Hwang, que por lo visto es del departamento de comunicación, le pido disculpas directamente. No tenía conocimiento de todo esto.

Era más que obvio que no lo iba a saber. Jodida empresa, por sus acciones estoy segura de que recibirá un gran castigo. Pero, sea como sea, no renunciaré, les voy a demostrar como también valgo más que muchos, y que tengo talento, aunque sea en algo.

Hice una reverencia, para poder salir del lugar. Fui directamente al baño, desesperada por la presión en mi pecho.

Una becada, una sirvienta trayendo cafés, sin trabajar, ahora hacía plagio y siendo culpada casi de una infiltrada. Yo solo quería tener un buen historial laboral, dejar este empleo y buscar otro. Pero las cosas estaban tan difíciles que si me quedaba dos meses sin trabajar, las deudas se me podrían acumular.

Agradecí que no hubiese nadie en el baño, así pude desahogarme un poco, murmurando sin parar, queriendo gritar. Ojalá tener mi almohada aquí para darle puñetazos por la rabia. Me estresaba tanto que podría llorar justo ahora.

—Soy una tonta —Me miré al espejo—. Tengo voz y voto, derechos, podría haber hablado un poco más.

Cerré mis ojos con fuerza, y justo recordé al ogro. Mejor dicho, al Director Jeon. Parecía tan enfadado cuándo se levantó y nos echó. Estoy segura de que no me conoce nada, por más que nos hayamos encontrado un par de veces, y ya tendrá una mala imagen de mí.

Traté de respirar bien, de calmarme. Sería un mal trago, debería dejarlo pasar.

Después de lavarme las manos, decidí salir de ahí. Casi saliendo del pasillo de los lavabos, miré perfectamente como Bae pasaba, pero se detuvo al verme. Se acercó a mí sin persarlo un segundo.

—¡Hwang! —No tenía muchas ganas de hablar con alguien, peor con Bae que era tan lindo conmigo—. Te estaba buscando. Escuché un rumor sobre...

Tragué saliva, para luego interrumpirlo.

—Lo que dijo Seo Jia es mentira. Ella me incriminó injustamente. Ni siquiera sé que es lo que tiene en mi contra, peor el señor Pyo para creerle.

Bufó, aparentemente enfadado. Sentí el roce de su mano con la mía, pero la separé de inmediato. Digo, tal vez quisiera consolarme, pero sería incómodo si hiciera eso.

—Yo... quisiera ayudarte. Estoy dispuesto a hacer algo, cualquiera debería hacerlo al ver ese trato.

—No —Me miró, aún serio—. Bae, no hace falta que hagas algo. No quiero que salgas perjudicado por ayudarme.

—Está bien. Déjame que al menos te acompañe a tu escritorio.

Asentí. Una de las cosas que me dolerían, sería que se fueran en contra de él. Era tan buena persona, siempre hacía su trabajo, ayudaba a los que podía, y siempre regalaba una sonrisa.

Lo tenía a él de mi parte, al menos.



[...]


Mañana era viernes por fin. Necesitaba que acabara ya esta semana, todo estaba siendo tan estresante desde el inicio y mi cabeza no deja de dar vueltas.

El semáforo cambió a verde, así que pasé la calle. Durante estos días, estuve meditando. Faltan 4 meses para que cumpla el año de estar trabajando aquí, podría aguantar hasta entonces y dejar la empresa. Sería lo más correcto. Me estaba desagradando en sobremanera, hasta el punto de sentirme asqueada, pero sé lo que diría mi padre en esta situación, así que trato de pensar con la cabeza fría.

A pesar de ser un poco tarde, había bastantes personas por la calle. Seguro que cuándo llegue a casa caeré rendida por el cansancio.

Y como era inevitable, detuve mi paso justo enfrente de la cafetería, a esa a la que he venido tantas veces. Casi de solo recordar, me hacía sentir miserable.

—Estúpida cafetería.

Murmuré. Inhalé y exhalé fuerte, queriendo ignorar todo, mañana sería otro día, que seguramente vendría. Giré mi cuerpo, para seguir caminando, pero no hice mi cometido al ver como la persona que estaba a mi lado era el mismo director Jeon.

¿Acaso me acosaba? Sería una tontería. Lo más común era encontrarte a alguien si viven en el mismo sector, pero esto era demasiado.

Se dio cuenta de mi presencia, mirándome. Y lo que más me enredaba, era la forma en que sostenía su mirada, como no la separaba en ningún momento. Mi corazón latía más rápido de lo normal, hasta el punto de yo sentirme nerviosa.

No voy a negar que el hombre era atractivo, buen parecer, buen vestir, con buenos modales a la vista. Sohee tenía razón cuándo decía que seguramente su mujer tiene bastante suerte. Claro, era un hombre de familia.

—Hola, ¿qué tal?

Sus ojos eran tan negros, tan azabaches y a veces brillantes. Sentí un nudo en mi garganta al recordarlo a él, a ese idiota que llenó mi cabeza y corazón de promesas incompletas.

—Bien.

Hizo una leve sonrisa, frunciendo sus labios.

—¿Viene a comprar café? —Negué. Tal vez estaba siendo cortante, pero no encuentro temas de conversación con él, ni siquiera lo conozco bien, solo sé que es alguien mayor, que tiene una hija y quiere demandar a la empresa donde trabajo—. ¿En algún momento tuvo conocimiento de lo que pasó el lunes?

—Así que usted creyó en ello.

Era lo más obvio. No debería ofenderme, digo, ni siquiera me conoce para saber que jamás sería capaz de hacer algo así.

—No, no, para nada. Ese día me di cuenta de que algo extraño pasaba, pero usted ni siquiera habló.

Tenía toda la razón.

—Si lo hubiese hecho, ¿a quién le hubiese creído?

En esta sociedad en la que vivimos, si eres una mujer y además en un nivel inferior, jamás te podrían creer si otro no lo refuta. A veces debíamos ser positivos, dicen, yo no creo en eso, esta es vida, la realidad.

—Diría la verdad de que no fue usted, ¿por qué no debería de creerle?

Guardé silencio. Siento que si seguía hablando, podría gritarle de que dejáramos ese tema. Me ponía nerviosa, en todos los sentidos, por esa mirada constante, tan fija que me vuelve loca. No solo de él, sino que yo no podía dejar de verlo y sentir cosas en mi estómago, maldición, era pura fantasía.

Traté de no verle más, pero vi sus intenciones de hablar.

—Director Jeon, creo que sería mejor dejar ese tema así. Lamento haberle faltado al respecto en algún momento.

—No lo hizo. Fue mi culpa, no tuve que preguntarle sobre ello, solo quería saber qué pensaba, que lo dijese usted.

Ahora yo me sentía culpable. ¿Qué le pasaba a este hombre? Me hacía sentir tantas cosas en un segundo. Ignorarlo sería mejor.

—¡Ya estoy, padre!

Casualmente, siempre me lo encontraba con su hija. Yo creo que esta era una especie de advertencia para que no mirara de más a este hombre. La chica me miró, sonriéndome.

—¡Chaeyeon! Esto es increíble, casi siempre nos encontramos —No tenía problema que pasara, pero ver a su padre me confundía. Hice una reverencia para irme, pero la menor se puso justo enfrente de mí—. Si quiere, podríamos llevarla hasta la estación de buses.

—Ah, no hace falta.

Traté de sonreír.

—¿Cómo sabes que ella va hacia ahí, Eun?

—Ese día que nos encontramos con ella y su amiga, mamá fue amable en llevarlas ahí.

Su mujer.

—Muchas gracias, pero esta vez puedo tomar el bus en cualquier parada, ya que voy camino a mi casa.

—Pero, no tengo problema en acercarla. Me parece lo justo, después de no haber hecho nada el lunes.

Además, era tan amable y considerado. Repito, no quería ir con ellos, no los conozco de nada, me generaba inseguridad, y sobre todo, sería incómodo para mí.

—En serio, muchas gracias, pero...

—Podemos hablar acerca de la universidad en el camino ¿Le parece bien?

Miré a su padre, y luego a ella. No quería, no quería ir con ellos, estoy segura de que si me subía a ese coche, algo malo podría suceder. Lo paranoica jamás se iría. Yo solo quería llegar a casa con tranquilidad.

Casi resignada sin tener objeciones, acepté avergonzada. Apenas caminamos unos segundos, cuándo nos encontramos frente a su coche aparcado, se parecía un poco al mismo que el de su mujer.

Eunchae abrió la puerta, dejándome entrar primero. Puedo asegurar que me sentía más cohibida en este momento, que en cualquier otro. El motor se encendió, y este empezó a conducir. Me pidió mi dirección, se la di, pero una cuadras atrás de donde vivía en realidad.

Sentí que el tiempo iba demasiado lento, y casi no podía prestarle atención a la menor sobre su interés de una universidad.

—No sé, supongo que habrá otros maestros ahora.

Mencioné. Hablaba sin parar, la diferencia a la vez en que su madre me llevó en su coche. Pero mi total interés se perdió, cuándo escuché una llamada. Miré al frente, viendo que el director Jeon contestaba. Por lo visto tenía su móvil conectado al coche, lo que hizo que estuviese en manos libres y pudiéramos escuchar.

—Y Chaeyeon, supongo que usted sacaba buenas calificaciones. Me gustaría saber su opinión...

Su voz dejaba de ser audible cuándo me di cuenta de que esa dulce voz detrás de la llamada, era de su mujer.

—Otra cosa, del instituto de la nena, enviaron un mensaje para asistir a la reunión de padres. No hace falta que vengas, ya iré yo. Después podríamos vernos.

Una bonita familia, eso eran. Tan preocupados por su hija que está loca idealizando los estudios universitarios, cuándo fue lo peor que me ocurrió.

Me centré en ella, que seguía hablando de lo mismo. Cuándo llegue a casa, me daré una ducha y a dormir. Tenía el cuerpo cansado y tenso, esta semana era pesada.

—Hwang —Podía jurar que mi corazón se detuvo. Miré hacia el espejo retrovisor, donde él se encontraba viéndome—. ¿La dirección es por aquí, no?

Tenía escalofríos por el tono en que uso en mi apellido, uno normal, pero todo en mí se sentía sensible justo ahora, confuso, lleno de preguntas que quería tirarme del coche.

—Sí.

Dije en un hilo de voz. No pude separar mi mirada del espejo, donde mostraba apenas el rostro del director Jeon, tan concentrado en la carretera. ¿Qué tenía de interesante ese hombre que no podía dejar verlo?

Creo que, después de hoy, no podría ser capaz de estar más cerca de él. Estuve en su maldito coche, con olor tan masculino que llenaba mis fosas nasales, haciéndome perder la razón. Podría vivir en este coche, la verdad.

Dios tuvo piedad de mí, por qué se detuvo, dándome a entender que habíamos llegado. Antes de salir, miré a la menor sonriéndole, y luego al director Jeon, que simplemente me vio a través del espejo.

—Muchas gracias por haberme traído.

Me bajé, pero me quedé aquí de pie unos segundos, viendo como aquel coche lujoso de la misma marca de donde él trabajaba, se alejaba.

Creo que mejor no me hubiese subido, me sentía hasta incorrecta por hacer eso. Solo me hacía tantas ideas, fantasías y más fantasías. El director Jeon era un remolino de emociones para mí, con solo ver sus ojos, pero para él, seguro, era una nena pequeña casi a la edad de su hija. Teniendo en cuenta de que estaba casado.

Porque me parece atractivo, no tendrá nada de malo, hasta ahí debería dejarlo. Y olvidarme de cada mirada que me hacían sentir vulnerable, debía escapar, ya que había cosas aún más importantes.


[...]



El día de hoy me parecía lindo, puesto que estaba bastante soleado, lo que hacía que no sintiera tanto frío estando en la terraza. Normalmente, era agradable subir aquí a comer, o cuándo quería estar tranquila. Disfrutar de las vistas me hacía dejar el estrés a un lado.

Di otro bocado a mi sandwich, para luego ver mi móvil. Llevaba un par de días teniendo la loca idea de comprarme una motocicleta, preferencia a una vespa. Encontraba que sería más barata, y más fácil de manejar. No se lo he mencionado a nadie, si Sohee lo escucha, pegaría el grito al cielo, pero burlándose de mí, y diciéndome que estoy loca.

No lo estaba. Tal vez, dentro de unos años, cuándo tenga la capacidad financiera, me encargaría de comprar un coche decente y llevar a pasear a mis padres las veces que quisieran. Sería algo bueno. Por ahora la vespa podría ayudarme a trasladarme. De solo pensarlo, me da mucha gracia.

Tomé mi botella de agua que siempre traía, abriéndola y tomando un poco de esta.

La puerta se abrió, llamando por completo mi atención. No era muy común que nadie subiera. Lo normal era que fuesen a restaurantes aparte, a la cafetería de la empresa o con sus amigos, mientras que Bae, casi siempre venía donde mí.

—Hwang.

—Hola.

Se sentó a mi lado, junto a su adorable lonchera. Sacó su comida, que me pareció deliciosa, gracias a Dios acabé mi simple sandwich, porque si no, daría pena ante su vista.

—Por lo que veo, ya comiste —Asentí—. Bueno, de igual te traje un Gimbap.

Quería negárselo, pero se veía tan delicioso que lo acepté. Era adicta a los Gimbap, más a los que hacía él, siempre me compartía alguno cuándo traía.

—¿Cómo está yendo hoy el trabajo?

Podía sollozar mientras masticaba, pero resistiría a la delicia. Casi me recuerda cuándo iba a comer pollo con Sohee.

—Lo mismo de siempre, aunque, me han dicho que el lunes tengo una reunión donde debía hacer una presentación con una nueva conceptualización para una campaña publicitaria.

Al menos tenía trabajo, yo podría decir que era una vagabunda, que cobrara al menos, pero sin que otros aceptaran sus esfuerzos.

—Entonces, te deseo ánimos.

—Será un fin de semana duro.

Rio para después comer un bocado.

—El mío será viendo series seguramente.

Suspiré, mirándolo como dejó de comer. Me daba un poco de miedo las situaciones de tensión, preferiría que no existieran a escapar. Tragué saliva, desviando mi atención a otro lado, esperando a que él dijera algo.

—Hwang.

—¿Sí?

—Ya sé que sueles decirme que no, pero quería saber si algún día podrías aceptar a salir conmigo, digo, ir al cine o a comer.

"Él siente algo por ti" Lo que más me molestaba, es que Sohee llegase a tener razón. Yo siempre he dicho que lo veo como un amigo, y he creído siempre que él me ve de la misma manera. Como no sentiría afecto, si ha sido tan amable, caballeroso. Pero nada más de ahí, no quería que eso pasase, ni siquiera lo busco.

Salir al cine algún día, no estaría mal, sería como amigos. Me daba terror que las cosas cambiaran del día al otro, pero tampoco quería quedar en vergüenza aclarándole con detalle eso.

—Espero estar libre ese día.

Le regalé una sonrisa. No me gustaba hacerme ideas, ni dejar que otros las tuvieran. Era siempre mejor mantener las cosas al margen.

Centré mi atención a mi móvil, que de pronto había recibido varios mensajes. Decidí atender, dándome cuenta de que se trataba de mi madre. Por lo visto, ella saldría de la ciudad por tres días para visitar a su hermana –mi tia–, que recientemente dio a luz. A causa de esto, me pide el favor de llevarle comida a mi padre a su trabajo, aunque sea un día de esos.

No tenía inconveniente, así que le contesté con que lo haría. Posiblemente, a la hora de la comida me uniría a él para comer juntos, buen plan.

Ahora que lo pienso, tenía bastante tiempo que no pasaba a visitarlos, no por nada en específico. Recuerdo cuándo decidí mudarme la primera vez, al principio se negaron y no querían que saliera, pero luego fueron comprensibles. Siempre les agradeceré que hayan sido buenos padres, dándome un buen ejemplo, y enseñanza posible.

Me puse de pie, lista para irme, ya que era la hora.

—¿Te vas tan pronto?

Afirmé.

—Sí. Pasaré al baño primero. Muchas gracias por el Gimbap, estaba delicioso.

Agité mi mano, despidiéndome de él. Me pregunto que haré en cuanto llegue a la oficina, no tengo mucho que hacer, pero me las ingeniaré.

Seguí bajando las escaleras, hasta llegar al piso correspondiente. Abrí la puerta, viendo la claridad que se desprendía. Mientras más caminaba por el pasillo, casi llegando a la sala donde estaba mi pequeño cubículo, miré como el señor Cho estaba junto a alguien, este de espaldas.

Lo peor fue, ver como el hombre de espaldas miró hacia su costado, dándome cuenta de que se trataba del director Jeon. Me encontraba casi embelesada, observando la forma en la que tenía un perfil tan atractivo y cautivador. Una nariz grande y supongo que bonitos labios, que ni siquiera alcanzaba a ver.

No entiendo con claridad que ocurría, o puede que sí, pero no pretendía descubrirlos o indagar en ellos, tenían poca relevancia. Pero, sus grandes ojos azabaches y su gran parecer, me obligaban a no separar mi mirada de él, de verle cada segundo posible, desde el día uno. Me enfermaba.

Y para que todo se volviera como un juego, este volvió a girarse, ahora cayendo su mirada sobre mí.

Me avergonzaba en sobremanera la situación, hasta el punto de parecerme vulgar, que un hombre de familia, con mujer, mayor que yo, fuese tan tentador. 

Herbst

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