HCY | 001.
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Casi sin consideración, me echaron de la sala de reuniones.
Miré la carpeta que seguía en mi escritorio, que estuve a punto de tirar a la basura, pero Bae Hyeon lo impidió. La verdad es que cuándo tenían reuniones o cosas que hacer, mi día consistía en estar sentada en mi pequeño cubículo y escribir palabras absurdas.
—Venga Hwang, anímate. Puedes usar todo este tiempo para crear texto increíbles, tienes bastante creatividad. Yo te veo siendo parte del departamento de marketing.
Lo miré de reojo. Imposible. Nada de lo que escriba podrá estar en algún gran anuncio, ni me ascenderán, ni llegaré a ser parte del departamento de publicidad.
—¿Tú no tienes nada que hacer?
Negó moviendo su cabeza, y aquel gesto por un momento me pareció adorable. Cuándo empecé a trabajar, tuve que compararlo con un cachorro, realmente era adorable. Creí que se iría, pero tenía la sensación de que tenía algo más que decir, así que volteé a verle.
—Yo, quería saber... ¿Tienes algo que hacer esta noche?
—Oh, sí. Salgo con mi mejor amiga.
Mencioné. Ya quería que llegara ese momento, era como ponerme al día con ella después de bastante tiempo. Pero, si lo pienso mejor, lo hubiera pensado un poco y no habría hablado así nada más, ya que la cara de decepción de Bae me hizo sentir mal.
Un par de veces me ha pedido salir a cenar o algo, pero siempre tengo cosas que hacer, Sohee menciona que hay una posibilidad de que él sienta algo por mí, pero creo que solo me lo pide para ser amigos, nada más.
Mi concentración se desvió hacia la parte de atrás. Todos voltearon a ver a quienes iban pasando. El director del departamento de marketing, con todos los gerentes del mismo departamento, y el mentado ogro. Quedé absorta viendo que no parecía nada de lo que decían.
—Están comentando que hay una posible demanda contra la empresa, ya que alguien se infiltró en Hyundai, y copiaron un par de cosas.
Miré a Bae. No podía ser lo que decía.
—¿Por eso está él aquí?
Y podría ser, que por esa razón haya decidido no publicar ese comercial, ya que tenía similitudes con el de Hyundai. Me daba hasta escalofríos de solo pensarlo.
—Están en investigación, dicen que puede tardar varios días, pero hay mucha incertidumbre.
Son temas excesivamente complicados, puesto que se tomaron la libertad de ir a la sede de Hyundai e infiltrarse, para copiar. Dios mío, si se hubiese publicado nuestro anuncio, nos hubiese caído una gran demanda al instante, pero aun así, por lo visto se dieron cuenta.
Me pregunto, quién habrá sido el que tuvo esa idea de copiar, qué negligencia.
[...]
Metí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta, mientras caminaba al lado de las calles, viendo todas las personas que caminaban en dirección contraria, solas, acompañadas, de todo tipo. Había algo dentro de mí, que me seguía incomodando, tal vez el hecho de ver cómo los padres van a recoger a sus hijos, me daba nostalgia de algo que nunca viví.
Suspiré, inhalando a la vez todo aquel aire frío que me hacía despabilar. Estaba llegando a mi restaurante de pollo frito favorito, bueno, el mío, y el de Sohee, quien ya estaba en la puerta temblando del frío.
Alcé mi mano, llamando su atención, y en cuanto me vio, hizo una mueca de felicidad, que solo me hizo querer burlarme de ella. Nos abrazamos con calidez, y tuve demasiados pensamientos, la echaba de menos.
—Dios mío, has crecido un poco.
Su sonrisa desapareció, desaprobando mi comentario.
—Chae, dos centímetros no te hacen más alta, y 30 días, no te hacen mayor que yo.
Se cruzó de brazos, indignada. Guardé silencio, dándole un abrazo de nuevo.
—¿Me perdonas si entramos a comer pollo?
—¿Lo pagarás todo tú?
Asentí, dándole una palmada en la espalda. La solté, me dejará pobre. Ingresamos al restaurante, y ambas inhalamos, sintiendo ese olor exquisito. Pronto mi barriga rugió, amábamos este sitio.
Tomamos asiento en una de las mesas de en medio, y ni siquiera miramos la carta, éramos unas básicas, siempre escogemos lo mismo.
—Y bien, ¿cómo te ha ido todo?
Mencionó, después de haber hecho el pedido al camarero. Dejé a un lado mi abrigo, lista para contestar.
—No como he soñado. Estoy atada de manos, literalmente, y harta por qué no tengo el valor de decirles a la cara a mis mayores que dejen de tomarme como una becada.
—¿Es lo mismo de lo que hablamos hace un mes? —Asentí— Puedo entender que es tu primer empleo, fijo por decirlo así, que tiene que ver con la carrera que te graduaste, pero no solo en esa empresa hay un departamento de marketing.
Apoyé mi cabeza sobre la palma de mi mano.
—Lo sé, pero solo llevo 7 meses trabajando ahí, tengo que esperar a cumplir, aunque sea un año, para que sea más relevante en mi curriculum. Me da tanta rabia que no me tomen en cuenta, sabes, solo soy la típica chica del café.
—No es la Chaeyeon que yo conozco.
Expulsé un leve quejido, lo peor es que si era la Chaeyeon de siempre, que me quedo callada, cuándo me toman de menos, y la que solo sabe quejarse de todo. Por una parte, está bien así, por qué no me dan ganas de exaltarse y gritarle a todos.
—Creo que debo esforzarme más, para llamar un poco la atención.
No me gustaba llamar la atención, pero debía hacerlo esta vez, para que el señor Cho notara cierto talento en mí.
—Lo estás haciendo bien, en serio. Ellos están siendo unos idiotas. Sabes, ahora que estamos aquí, aprovecho para decirte que estuve pensando en que podríamos volver a vivir juntas.
Mi mirada fue hacia el camarero que traía una bandeja con dos platos llenos de pollo frito crujiente, y el dakgangjeong que es el pollo frito coreano. Ración de patatas fritas, ensalada y refresco. Esto me hacía tener tantos recuerdos, nuestros encuentros se redujeron a vernos una vez al mes, en este mismo sitio, y era cuándo comíamos más, bueno, yo.
Abrí la boca, sorprendida y casi cayendo la baba de esta misma. Sohee tomó un trozo y empezó a comer.
—Sobre lo que dijiste, tengo que pensarlo. Donde estoy viviendo ahora, no está tan mal, pero es demasiado pequeño.
Tomé una pieza de pollo, y la llevé a mi boca, disfrutando.
Vivimos dos años juntas, lo que nos permitió ahorrar en gastos, además de que en esa época debía hacerme un poco responsable de que corrieran de su casa a Sohee, todo por mi culpa. Cuándo nos graduamos, tomamos caminos diferentes, ya que esta consiguió un apartamento cerca del sitio donde había conseguido empleo. Yo me dirigí hasta Seongnam, cerca de mi trabajo, y ella se fue hasta Gwangmyeong, a casi dos horas de distancia en transporte público.
—Podríamos buscar un apartamento intermedio para las dos, me gustaría volver a vivir juntas, es que casi no nos vemos.
—Me gustaría. Ahora bien, ¿a ti cómo te va?
Tardó bastante en contestar, ya que se concentró en comer, simplemente, llenando su boca. Recordé esa vez que ella perdió su empleo en la universidad, y yo era la única que llevaba dinero a la casa, gracias a trabajar en un supermercado. Solo comíamos fideos, hasta el punto de asquearnos, por mi parte dejé que ella comiera más, tal vez para pagarle todo lo buena que fue conmigo. Gracias a Dios, no éramos millonarias, ni pobres, pero al menos nos sustentamos.
—Muy bien. Me adapté bastante bien, aún soy una principiante y me han mandado a 20 casas, que han necesitado algo de remodelación, pequeñas, claro. La mitad de esas, me ayudaron un poco.
Todo sonaba tan fantástico. Si llego a comprar un apartamento más grande o casa, estoy segura de que le diré a ella que se encargue de todo.
—Ah, y no tiene nada que ver, pero hace dos meses empecé a hacer pilates.
—¿Pilates? ¿Dejaste el gimnasio?
—Eso jamás, pero, está muy bien, deberías intentarlo. Intenta cosas nuevas, como lo hacías antes, qué más da.
Bueno, la verdad es que me gustaría retomar a hacer un curso de cerámica, me encantaba hacerlo, aunque no saliera bien.
Casi nos estábamos acabando el pollo, estoy seguro de que ella era capaz de pedir otra ración. Sohee, era una mujer increíble que sabía cómo perder todas calorías que subía, aunque siempre ha vivido con el lema "disfruta cada momento, más tarde será literalmente tarde". Y aunque en una época quise subir de peso, no pude.
Tomé mi vaso de soda, y me llamó la atención la mesa que estaba pegada a la pared, justo a nuestro lado. Habían llegado dos chicas, estaban de pie y una de ellas había elevado la voz.
—Niñatas.
Susurré. En verdad, a estas horas, la mayoría de los estudiantes estaban en sus casas estudiantes o en escuelas de refuerzo.
—Las vi entrar con aspecto molesto, hacia esas chicas que están sentadas. —Ah, ahora entendía. Quise ignorar, pero al ver a Sohee aun viéndolas, también volteé—. ¿Qué sucede?
—Shh, guarda silencio, eso estoy tratando de escuchar.
Era una chismosa, no puedo juzgarla, quería escuchar también ahora por su culpa.
—Pero lo que tienes que hacer, es levantar el trasero y sentarte en otro sitio, o mejor, irte de aquí.
No entendía por qué la de espalda, reclamaba, junto a su amiga, a aquellas. Entonces, me di cuenta de que las que estaban sentadas, eran las mismas que miré esta tarde, las de flequillo en la cafetería. La de apariencia mala y la otra.
—Oye, ¿no escuchaste a Haneul? Muévanse, están en nuestro lugar.
Abrí la boca, sin creerme lo duras que eran las chicas ahora, o siguen siendo iguales, no lo sé.
—Qué tontas que son.
Escuché a Sohee, quien ya estaba indignada. Traté de coger un trozo de pollo, que sería el último para mí. Lo mojé un poco en salsa y comí. Mientras lo hacía, quise voltear hacia ellas, y justo vi a la que estaba sentada, la de aura malota, yendo directamente hacía la última chica que habló para darle un empujón.
Dios, ¿se iban a pelear? Quedé aún más absorta, viendo lo que hacía la otra chica que estaba sentada, la de ojos grandes.
—Así que esa es tu naturaleza, Kim
—Me importa un carajo lo que digas tú, y tu estúpida amiga. Déjanos en paz.
La de ojos grandes se levantó de golpe, yendo al lado de su amiga.
—Ya basta, llegamos primero, además, hay muchos restaurantes en la zona, no seáis ridículas.
—Tú ni deberías hablar Jeon, eres la más tonta de la escuela, que cree que es mejor que yo.
—Estoy segura de que cualquiera puede ser mejor que tú, Haneul.
Ahí fue, cuándo la llamada Haenul le dio una cachetada a la de ojos grandes, haciendo que su amiga, la malota se fuera encima de esta para tomarle del cabello. Una pelea en toda regla, niñas de posible 16 o 17 años agarrándose de los cabellos, y dando un par de manotadas.
Todos los del lugar empezaron a ver, y me preocupé bastante, por qué la malota podía con la suya, y la otra apenas podía defenderse. Miré a Sohee ponerse de pie, así que no me quedaba de otra que hacer lo mismo.
Cuándo una manotada iba hacia la de ojos grandes, me acerqué. Me parecería ridículo, ya que a pesar de verse tan jóvenes, eran bastante altas. Agradezco llevar tacones, igual que Sohee.
—¿Qué cree que hace?
Me coloqué enfrente de esta, cruzándome de brazos, esperando a que hiciera algo, pero simplemente bajó la mano, y junto a su amiga se quedaron juntas.
—¿Qué crees que hacen ustedes, mejor dicho?
Dijo Sohee, con una voz bastante autoritaria.
—No tenían que meterse, deben conocer el puño de fuego de Kim Haerin.
Esta estuvo a nada de abalanzarse, hasta que Sohee la detuvo, también porque la dueña –que conocemos–, se acercó a la escena.
Llevé mis dedos a acariciar mi frente, con vergüenza de ser ellas. Me fastidiaban las bravuconas, y las que le siguen el juego a estas mismas.
Miré la hora en mi reloj de mano, era bastante tarde. Sohee no dejaba de renegar, porque no pudo acabarse la última porción de pollo, por culpa de las bravuconas que después de darles una charla, se largaron.
Por lo visto, la señora Maeng –dueña del restaurante–, ya conocía de antes a las dos jovencitas. Nos dijo que una se llama Haerin, alías la malota, y la de ojos grandes se llamaba Eunchae. Les daba raciones de más, ya que eran bastante amigables, pero jamás se esperaba que se pelearan.
No sé si es malo, pero por habernos entrometido, la señora Maeng nos dijo que debíamos esperar a los padres de las chicas.
—Como si fuéramos niñeras.
Murmuré. Las chicas salieron, y de pronto vinieron hacia nosotras. La llamada Haerin, nos miró con asco, cruzada de brazos.
—Por vuestra culpa, llamaron a nuestros padres, ni siquiera van a venir, pero, ¿no sois demasiado ancianas para meterse en asuntos de los demás?
Sohee y yo nos miramos de reojo, casi flipando por su comentario. Era una chiquilla insolente.
—Hey, no me digas anciana niñata. Deberías agradecernos que os ayudamos.
Quise meterme, por qué parecía que esta y la niña empezarían a pelar ahora, pero la bocina de un coche nos llamó la atención a las cuatro. Una mujer salió, casi trotando hacia nosotras, con gesto preocupado.
—¿Mamá?
Escuché decir, a la de ojos de venado, Eunchae creo que se llamaba. Quité mi mirada de la mujer, todo para mirar hacia la otra persona que salió del coche... el director ogro, Jeon.
Suspiré, algo confundida. El hombre llegó hasta el lado de la mujer, para ver a la chica.
—Mi vida, ¿qué sucedió?
Dijo la mujer, con una voz suave y dulce. Los miré a los tres, no había duda de que ellos eran los padres de la chica, tenían parecido.
—No te preocupes, la dueña solo exageró un poco.
—¿Exageró? Tienes roja la mejilla, y Haerin tiene el labio roto —Ahora fue el hombre quien abrió la boca, y me parecía tan llamativa que no pude apartar mi mirada de él. Miraba con seriedad a la chica, y a la otra. Lo que más hizo que mi cuerpo se tensara, fue cuándo su atención fue hacia mí—. Lo lamento, ¿nos hemos visto en algún sitio?
Quería responder, pero la de ojos de venado habló, tomando la mano del hombre.
—Papá, te aseguro que no fue nada. Vámonos.
Seguí sus movimientos, uno por uno. Acarició el cabello de su hija, para decir algo que apenas escuché por estar concentrada en otra cosa. Era su hija, posiblemente la otra también, o no lo sé. Se dieron la vuelta, yendo hacia el coche, mientras que la mujer tomó la mano de la malota, y nos miró.
—Le agradecemos que nos hayan llamado, muchas gracias.
Hizo una reverencia, para ir también hacia el coche. Oh, vaya, parecían una bonita familia. Quedé sin ninguna palabra por todo.
Todos subieron al coche, y al final el hombre, antes de entrar, miró hacia nosotros. Su hija tenía sus mismos ojos.
—Ah, ¿por qué ese hombre tan guapo te habló? —Salí del trance, para ver a Sohee— Me flechó.
—Y se ve tan joven para tener una hija de esa edad.
Por la intriga, me quedé pensando un momento, en que era bastante mayor y no lo parecía. Yo le pongo unos cuarenta, aunque sería mucho. Ahora que lo pienso, ¿tan invisible era que no recordaba mi rostro? Bueno, tampoco es como si me hubiese visto mucho, fue un microsegundo.
—Pero está muy guapo.
Asintió para sí misma, y yo solo pude reír. Tenía razón, no estaba tan mal. Ese director Jeon me parecía interesante.
[...]
Me adentré a mi pequeño apartamento, dejando mis zapatos a un lado y colocándome las zapatillas. Fui directamente a mi habitación, y caí rendida encima de la cama. Necesitaba un masaje o algo, en verdad que me dolía la espalda. Tampoco me quejo mucho, pero fue bueno tener horas extras hoy en la empresa, por más que no hiciera mi trabajo correspondiente.
Duré poco en aquella posición, ya que me tuve que sentar para atender al llamado de mi móvil. Lo saqué de dentro de mi bolso, y me di cuenta de que se trataba de Bae.
—Hola Bae.
—Buenas noches, Hwang. Me enteré de que te quedaste a hacer horas extras.
Me puse de pie, dejando mi bolso en la mesita de al lado de la cama, y yendo hacia la cocina.
—Sí, el director Cho se quedó trabajando hasta tarde, y su secretaria se fue prono, así que me tuve que hacer cargo de él.
Dije, abriendo la nevera para sacar una botella con agua.
—Oh, qué lástima. Al menos espero que te paguen. La razón por la que te llamé, es que quería mencionarte que un tío mío trabaja en una revista, y pensé que podría ayudarte.
—¿Ayudarme? Creo que sería demasiado para mí.
Bebí un poco de agua, para luego volver a mi habitación y sentarme en la cama.
—Pues piénsatelo, por mi parte, le comentaré un poco a mi tío sobre ti, tienes bastante potencial.
Su amabilidad siempre me sorprendía. Bae me parecía tan lindo, y demasiado.
—Está bien. Muchas gracias.
—Pasa buena noche, Hwang Chaeyeon.
Sonreí apenas. Terminé la llamada y quise acostarme, pero la imagen de mi hogar hecho un desastre hizo que me levantara de una vez. Cada tres días, más o menos, por la noche ordenaba mi casa, ya que cuándo salía temprano, dejaba toda la ropa desordenada, platos sucios, zapatos en todos lados, papeles en cada rincón, botellas con agua en cualquier sitio y acumulación de basura. Era un asco, recuerdo que vivir con Sohee era distinto, puesto que nos turnábamos en hacer la limpieza y teníamos más tiempo, pero ahora, es más difícil.
Me cambié de ropa, por la de estar en casa. Até mi cabello y me puse manos a la obra.
Primero, tomé toda la ropa que estaba sucia, para meterla a la lavadora. Recogí las botellas y tazas, dejándolas en su lugar, la bolsa de basura o la cocina. Fui a por la escoba y me dediqué a barrer todo, doblando la pequeña mesa del salón, ordenando el sofá, limpiando la televisión, los muebles y los espejos. Lavé los platos y dejé la cocina brillante. Todo para al final arreglar mi habitación. La cama, mi armario, mi escritorio con todos los papeles del trabajo y otras cosas.
Después de acabar de lavar los platos y dejar la cocina limpia, tomé las bolsas de basura y salí de casa para bajarlas.
Lo único bueno que encontraba en esto, es que no tardaba mucho limpiando, por qué el lugar era pequeño, casi 40 metros 2, eso dijo el casero, aunque estoy segura de que mide 30. El precio no estaba tan mal, ya que no hay ascensor, así que subo y bajo las escaleras.
Llegué a casa luego de un par de minutos, aproveché que bajé para pasar por la tienda de al lado, comprando unos paquetes de fideos para hacer ahora. Respiré de manera fuerte, inhalando el aroma tan bueno que se quedó, me encantaba comprar de esas velas aromáticas, me tranquilizaba.
Mi móvil empezó a sonar, así que le contesté al ver que era Sohee.
—Holis.
—Dos llamadas en un día, buff.
—¿Quién te llamó? Te aseguró que mi llamada es más importante Chae.
Sonreí al escuchar su tono de voz. Mientras hablaba con ella, fui a la cocina para calentar un poco de agua, y darme cuenta de que la lavadora ya había acabado.
—No tiene importancia. ¿Cómo vas?
—Pues después de llegar a casa, me puse a ver una serie mientras comía ramen, y me acordé de ti.
—¿Ramen? Pues yo estoy a punto de hacer lo mismo. Creí que ya no te gustan los fideos.
—Eso jamás. Buen provecho de adelantado. Te quería decir... ¿Te apetece salir este domingo? Nada de fiestas, tal vez ir a un club a beber un poco, ya que el lunes trabajamos.
Nos veíamos una vez al mes, pero debo admitir que la estoy echando de menos más que antes, así que deberíamos quedar más veces, pero no tan tarde, por el hecho de que vivimos lejos.
—¿No tan tarde supongo?
—No. Máximo, que a las 11 de la noche ya estemos en casa, estará bien.
Saqué toda la ropa de la lavadora, después de distraerme y cogí el tendedero.
—Entonces, perfecto. Sabes, he estado pensando en inscribirme en clases de alfarería, así distraerme un poco.
Dejé mi móvil en manos libres, para escucharla mientras tendía mi ropa.
—Buena idea, es llamativo, ojalá poder hacer eso, pero me estreso a la primera que me saliera todo mal —Tenía razón—. Chae.
—Dime.
—Al final no me dijiste porqué te conocía aquel hombre guapo.
Me detuve, sabía a quién se refería. Su mirada, su rostro y todo él se me vino a la mente. Aún me perseguía los pensamientos ingratos, esos que me molestaba tener. Era un hombre de familia, un padre, algo que no impedía que creyera lo atractivo que me parecía.
—Pues, es el director comercial de Hyundai.
—¡¿Qué?! ¡¿Hyundai?! ¡¿La marca de coches?! —Que bueno que no tenía el móvil pegado a mi oreja— Los hombres jodidamente calientes te siguen.
—¿Qué dices? Ah, basta Sohee.
Bufé, indignada.
—Oh, vamos, "Lo lamento, ¿nos hemos visto en algún sitio?"
La forma en la que lo imitó, hizo que riera. Sí, parecía caliente, pero en primer lugar, era exagerado todo.
—Solo lo he visto dos veces. Llegó a la empresa donde trabajo, por algunos conflictos que hay. Cruzamos miradas y ya, por eso... tal vez pudo recordarme.
No era nada, no era nadie. Solo un ogro, y ahí se quedaría. Cometí muchos errores en el pasado, pude haber disfrutado mucho de un libertinaje indecoroso, pero siempre hay consecuencias. Desde ese entonces, lo último que quiero tener por mi mente, es un hombre.
No me interesaba de todas formas, y por qué el ogro Jeon me parezca atractivo, no tiene nada que ver, solo es montarse películas.
•
—Herbst
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