HCY | 000.
•
Tomé entre mis dedos todo mi cabello, alzándolo para hacer una coleta alta. Vacilé, entre que cosas hacer entre todas las que tenía, así que tomé una hoja primero y empecé a escribir un borrador.
Hice cuatro diferentes diseños, los cuales serían un título ideal para la siguiente promoción que se tenía en mente. Ensucié entre tanto mis manos, que sin darle importancia, seguí con lo mío.
El director general había pedido al departamento de marketing un par de títulos para la promoción de una marca de coches que se tenía prevista lanzar este mes, por entrar a un año nuevo. Yo y otra compañera, teníamos el trabajo de hacer lo mejor que pudiéramos, por supuesto, necesitaba que escogieran el mío.
Después de graduarme en la universidad, tuve algunas ofertas de trabajo, y por el salario, creí que aceptar a Ssangyong Motors Daechi, empresa de coches, era lo más oportuno. En estos meses no me ha ido tan mal como una principiante, pero casi no me toman en cuenta cuándo no se trata de ir a comprar cafés o hacer mandados para el área de publicidad y marketing, junto a otra chica que también era nueva.
Me levanté de mi silla, tomando mi carpeta, dirigiéndome hasta la oficina de mi mayor, el técnico de marketing. Ordené mi cabello, mientras esperaba el permiso para ingresar.
—¡Es la becada Hwang!
Todos aquellos ojos de la oficina cayeron sobre mí, dándome ganas de puyar los ojos a todos los que seguían creyendo que era una becada y podían hacer conmigo lo que quisieran. Suspiré, haciendo reverencia. Fui directo donde el técnico, ignorando a los demás.
—Señor Cho, estos son algunos bocetos para el próximo anuncio de promoción.
Dejé mi carpeta sobre su escritorio, la cual no fue ni tomada. El hombre mayor me miró y miró a los demás hombres que estaban detrás de sus escritorios. Tragué saliva, deseando que dijese algo no humillante.
—Señorita Hwang, creí que se lo habían avisado. Encargaron esa tarea a una persona con más experiencia, ya que Hyundai acaba de lanzar algo nuevo. ¿Puede comprender lo que digo?
Significaba que necesitaban que fuese mejor, como siempre, es la competencia y lo entiendo. Pero llevaba todo el día ocupada en esto, con razón la tonta de mi compañera, no hacía nada de esto.
—Entiendo señor.
Mencioné, sumamente avergonzada. Iba a retirarme, pero alguien habló.
—Cho, ¿acaso el director de Hyundai sabía que íbamos a lanzar algo?
Miré a aquel hombre que parecía entablar conversación. El señor Cho suspiró, levantándose de su silla, casi molesto.
—No, como siempre, tiene que ver con su director comercial. Ese maldito tiene las narices en todo, y mantiene todo bajo control. Ese maldito de Jeon.
Hice una reverencia para despedirme, y de nuevo, Pyo -alias cabeza de piña- me llamó, todo para que fuese a comprar sus cafés favoritos en la cafetería que quedaba a 20 minutos. Lo odiaba. No me sentía capaz de dejar el empleo, a penas venía empezando, necesitaba que constara, aunque sea como una gran experiencia laboral.
Salí, regresando a mi pequeño cubículo donde trabajo, aun con la maldita carpeta. Era buena escribiendo y no me podían tomar en cuenta. Tomé mi chaqueta y mi bolso y salí con prisa de la empresa.
Fui caminando, tardaría más, me regañarían, pero esta no era una de mis obligaciones. Mi nariz estaba de lo más heladas, mis manos también. Se me había olvidado traer mis guantes, maldición.
Si lo pienso bien, hoy no podría ir tan mal, saldría de copas con Sohee. Tengo tanto de no verla, desde que nos graduamos, ella ejerciendo como interiorista y yo, metida en mi tonto trabajo, escribiendo sin parar, sin ser reconocida como lo que soy.
La cafetería estaba justo al cruzar los peatones, pero el semáforo estaba en rojo, así que me detuve. A mi lado, se detuvieron dos chicas con sus uniformes de preparatoria; ambas tenían un flequillo perfecto y charlaban sin parar. Hace menos de 5 años estaba en sus lugares, aunque espero de todo corazón que estén llevando una buena vida adolescente y no una donde se arrepientan toda su vida, como yo.
Crucé, llegando luego a la cafetería, donde estaba completamente lleno. Me quedé esperando afuera, esperando a que se vaciara un poco, no era como si las multitudes fueran mi cosa favorita. Pero, al parecer, a las chicas uniformadas eso era lo de menos.
—Eun, ¿te quedarás afuera?
—Un segundo, mi padre dijo que vendría para dejarme su tarjeta. Espérame dentro.
De entrometida, escuché su conversación. La que iba a entrar, antes de hacerlo, me miró con desdén. Las niñas de ahora eran unas chicas malas en toda regla.
Suspiré, sintiendo el viento frío que empezó apenas. Mi cuerpo tembló, como si nunca hubiese sentido este clima. Aprovecharía para comprarme un café también, eso podría mantenerme despierta pensándolo bien, ya que no sé si tendría más trabajo que hacer.
Una pareja salió de la cafetería, pero no era lo suficiente para que yo entrara. Sin querer, mis oídos se centraron en la pequeña conversación que estaba teniendo la chica que quedó afuera.
—Entiendo papá, está bien. No te preocupes, no hace falta que vengas, puedes irte directamente a tu trabajo.
La chica mala salió también de la cafetería, mirando a su amiga. Dejé de prestarles atención, teniendo en cuenta que podrían darme una paliza con lo ruda que parecía una de ellas si las seguía viendo.
Metí mis manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta, viendo como aquel par se alejaba. Podría jurar que era como ver a Sohee y a mí, saliendo a por cafés en nuestros recesos, o esa vez que nos saltamos las clases solo para ir a ver el estreno de una película.
Decidí ingresar a la cafetería, en cuanto varios salieron. Fue más lo que tardé esperando, que lo que pedí. Me quedé a un lado, esperando mi pedido mientras se atendían a los demás. Y madre de Dios, estaba segura de que la cabeza de piña me gritaría por no llegar con los cafés rápidos.
No tardó mucho mi pedido, por ello fui hasta el mostrador y pagué. Odiar que me mandaran tan lejos era un horror, pero que no me dieran el dinero para comprar, me hacía enfadar aún más.
El camino de regreso, fue agotador por lo rápido que caminé, casi trotando, y casi viendo la caja del pedido en el suelo. Tenía la misión de llegar, sin obstáculos a la empresa, hasta la oficina, donde aquel grupo de ojos estarían teniendo ganas de matarme.
Varios minutos después, ya me encontraba en el ascensor, agitada por el tramo tan largo. Pero nada más, al momento de que las puertas se abrieron, me di cuenta de que todos estaban corriendo de un lado a otro.
—¿Sucede algo?
Mencioné al acercarme a una chica que estaba a punto de entrar a su oficina.
—Justo acaba de llegar el director comercial de Hyundai, no sabemos qué sucede, pero nuestro jefe está a punto de ir a enfrentarlo. No quiere que nadie cruce con palabras con él, dicen que es un ogro.
No podía ser, ¿por qué vendría alguien de Hyundai aquí? Di grandes pasos para llegar a la oficina del señor Cho, y como lo supuse, no había nadie. Salí de ahí, yendo hacia la sala de reunión de la planta de abajo, sin importarme llevar la caja en mis manos.
Un par de personas se paseaban en la sala, queriendo averiguar qué sucedía. Cuándo iba de camino a la cafetería, revisé mi móvil, sobre la noticia del nuevo modelo de coche que había lanzado Hyundai, y que ya estaba siendo un éxito por la publicidad y marketing que se estaba dando. Nosotros, como empresa, nos faltaba demasiado para conseguir eso.
—¿Hwang? —Giré un poco, sintiendo que me llamaban a mí. Se trataba de una de las secretarias del departamento de Marketing, que traía una bandeja de cafés en las manos— ¡Lleva esto a la sala de reuniones, yo tengo que traer algo de la oficina del señor Cho!
Torpemente, tomé la bandeja. Era imposible entrar a ese sitio, con una caja en el brazo lleno de cafés, y una bandeja con el mismo líquido, para salir ilesa. Bufé, viendo a aquella mujer irse corriendo. Estaba arruinada.
Fui hasta aquella gran puerta, que ni siquiera sé como seré capaz de abrirla. Pero al menos, agradecía tener a Bae de mi lado, que siempre aparecía en los momentos complicados. Tomó la manija y me miró, con una sonrisa en sus labios.
—Siempre que nos encontramos, estás en apuros.
Mencionó. Simplemente, me encogí de brazos. Me adentré primero, siendo esta la primera vez en que entraba a este lugar. Había una gran mesa en medio, como en casi todas las salas de reuniones, y llena de personas que había visto, discutiendo sobre algo inaudible.
—Hay un poco de desorden por aquí.
Murmuré. El señor Cho me miró, y me hizo una señal para que repartiera los cafés. Agradezco, al menos, la amabilidad de Bae de ayudarme. Caminé despacio, detrás de cada silla donde estaban los empleados, dejando el café, casi parecía una camarera.
Al dejar el último, estaba dispuesta a irme, pero el tonto cabeza de piña habló.
—¡Hey, becada Hwang! —Mi mano se formó un puño, e imaginé la idea de lanzarle todos los cafés en la cara— Ven aquí, no dejaste nada para el director Jeon.
¿Para el que llaman ogro? ¿Acaso estaba aquí? De la caja saqué uno de los cafés que había comprado, y fui hasta él, viendo a la vez donde estaba el mentado ogro. Dejé el vaso de cartón en la mesa, frente al asiento vacío.
>>> —¿Por qué en un vaso de cartón? Que descaro, ¿nos quieres dejar mal?
—No hay ni un problema, además, no suelo tomar café a esta hora.
Giré mi cabeza, solo para encontrarme con alguien a mi costado. Tenía un buen peinado, pero aun así se notaba que tenía el cabello medianamente largo, y una perforación en su oreja. Con traje, pero a la vez un poco informal.
—Debería tomar asiento, Director Jeon.
Podría asegurar, que ese hombre que se puso a mi lado, no parecía para nada un ogro. Tenía una expresión tan serena, y algo que no podía dejar de ver. Puede ser que si resultaría ser un idiota, por más que no lo parezca.
•
—Herbst
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro