CAPÍTULO 05
En el momento en que cruzaron la puerta, Némesis sintió agua mojando sus rizos y humedad en su nuca. Le habían arrojado agua desde atrás.
Ella se giró y observó a un hombre, apenas; a juzgar por su aspecto, Némesis en realidad diría que era solo un muchacho, con una amplia sonrisa que parecía casi traviesa pero un brillo triste en los ojos, y sed de venganza en la sangre. Su cabello largo y ondulado era casi más bonito que el de la misma Némesis, sobretodo ahora que él había arruinado su peinado al arrojarle agua.
Miró de reojo a Vivian, cuyo cabello rojizo se agitaba mientras se reía a carcajadas.
— ¿Qué mierda...? ¿Así saludas a las personas? —preguntó Némesis, cruzándose de brazos. Dean y él intercambiaron una mirada, solo ligeramente cargada de pánico— ¿Dean, conoces al niño al que le gusta tirarle agua a la gente?
—Es el hermano guapo —vocalizó Vivian, atravesando el espacio para colocarse al lado de Sam. Sam se estremeció ligeramente al sentirla cerca, sin poder verla.
Némesis no dijo nada, a pesar de tener la información que necesitaba, ya que no podría explicar cómo es que antes no sabía quién era él y ahora lo sabía. Esperó su explicación, entonces.
—Ariadna, él es Sam, mi hermano pequeño. Sammy, ella es Ariadna.
—Si mi chaqueta se echa a perder, van a deberme una —dijo ella, con severidad.
—Sí, um, lo lamento. Nos preocupaba que quizá podrías estar poseída, nunca se tiene demasiado cuidado, ¿no? —dijo Sam, guardándose una peteca de metal, de donde le habían arrojado el agua.
— ¿Poseída? —repitió Némesis.
—Posesión demoníaca, hemos visto algunos casos recientemente —respondió Dean. Ellos probablemente esperaban de ella escepticismo, o al menos un poco de cautela, pero Némesis solo sonrió, ampliamente.
Casi quiso reírse. Por supuesto que ese par de entre todo un bar repleto de cazadores serían quienes tendrían la información que ella codiciaba. Quedarse cerca implicaría un riesgo inmenso, porque cuando ellos descubrieran su secreto, lo que ella era en realidad, no descansarían hasta matarla, y no quedaría más justicia en el mundo.
Y aún así... Némesis iba a arriesgarse.
—Demonios. Están cazando demonios —dijo ella, con diversión. Caminó hacia una baranda y se sentó en el soporte de madera—. Me parece, muchachos, una divertida coincidencia, porque creo que ambos estamos detrás de la misma presa.
— ¿Eso será un problema? —preguntó Sam, su mano se deslizó tentativamente hacia su cintura, probablemente donde ocultaba un arma, pero Némesis fingió no notarlo.
—Pensaba que sería más bien una oportunidad. Busco a un demonio, uno importante, quiero a aquel que sea el maldito líder del infierno en éstos momentos. Y si iré por la cabeza de la serpiente, creo que podría necesitar ayuda. Soy buena con un cuchillo, con una pistola, y hasta con una espada, pero solo tengo dos manos, ¿saben?
— ¿Y qué te hizo ese demonio en particular? —espetó Dean.
Estaba muy tenso, y Némesis tuvo que sujetarse con fuerza de la madera hasta clavarse astillas para no acercarse y burlarse de él, pero fantaseó un segundo con la idea de poner sus manos sobre sus hombros y apretar con su fuerza sobrehumana, y entonces quizá mordería su cuello hasta dar un sorbo de su sangre. No lo mataría, claro, eso no sería divertido.
Era solo que ella estaba hambrienta. Necesitaba una cacería con urgencia. Una diosa necesita comer, después de todo.
Vivian debió notar su estado de necesidad, porque se colocó frente a Dean para bloquear la vista de Némesis. Se obligó a pasar saliva por su garganta repentinamente seca y se concentró en la pregunta que le habían hecho.
—Antes no estaba sola, tenía una compañera, una amiga, y yo había jurado protegerla igual que ella había jurado protegerme. Su nombre era Vivian. Fue asesinada por un hombre poseído por un demonio, y yo quiero venganza.
Vivian se movió y le colocó el brazo sobre el de ella, pero por supuesto la atravesó como si nada. Vivian ya no era más que aire y lo que quedaba de un alma que no pudo seguir adelante.
Dean cerró los ojos con fuerza y Némesis respiró profundamente, podía oler el rastro de una promesa propia, y estaba segura de que si agudizaba el oído, incluso podría escuchar el eco de su juramento. El aroma le parecería exquisito si no le recordara demasiado a sus propios cabos sueltos.
—No creo que éste sea un buen lugar para terminar esta conversación —susurró Sam, su mano cerrándose alrededor del brazo de Dean antes de que hiciera un comentario para responder.
Némesis disimuló el tirón en las comisuras de sus labios. ¿Un bar de cazadores no era un buen lugar para hablar de demonios, muerte y venganzas personales? ¿Qué lugar era adecuado, entonces?
Aún así, no iba a discutirles, no cuando parecían ambos tan notablemente paranoicos. Ella esperaba que su información fuera excelente, porque solo éso explicaría que no quisieran hablar al respecto. Eso o que quisieran hacerle un desplante, y si eso pretendían, entonces Némesis los perseguiría hasta el maldito fin del mundo.
— ¿Quieres llevarla con Bobby? —preguntó Dean a Sam, sorprendido.
— ¿Quién es Bobby? —preguntó Némesis, con mayor interés.
—Es un cazador. Tiene un desguazadero, y nos hemos estado quedando con él cuando no estamos de cacería —explicó Sam.
— ¿Y quieren llevarme con él?
—Es un mejor lugar para hablar...
—Bien —suspiró Némesis—. Supongo que está bien. ¿Traen auto o vienen conmigo?
Ella les mostró las llaves que traía en el bolsillo, y quitó el seguro de su auto rentado, que por desgracia jamás volvería a la agencia. Trágico.
Los hermanos intercambiaron miradas.
— ¿Te importaría llevarnos? Nuestro auto habitual está algo descompuesto, y el que traemos en éste momento es robado.
Némesis soltó una risa, baja y muy corta, pero fue suficiente para que ambos la miraran con sorpresa. El fastidio apareció entonces para ella, no era una maldita amargada, no tenían que parecer tan sorprendidos porque ella podía reír, sobre todo no Dean, que debería ser más consciente de cómo era ella.
—Ya que no tengo idea de a dónde vamos, ¿alguno de ustedes quiere conducir, o prefieren solo darme indicaciones? —preguntó Némesis.
Dean se animó en un segundo, con un brillo renovado en los ojos y entusiasmo casi febril. Como alguien a quien le gustaba conducir lo menos posible, ella realmente no entendía su emoción, pero podía admitir que era entrañable.
Arrojó las llaves y Dean las atrapó en el aire, con una sonrisa arrogante.
El grupo subió al auto, con Dean en el asiento del piloto, Némesis en el del copiloto y Sam en el asiento trasero. Némesis acomodó el espejo retrovisor y observó a Vivian, invisible para los cazadores, ponerse cómoda al lado de Sam.
Viaje grupal. ¡Genial...!
— ¿Tienes música? —preguntó Dean, mientras giraba la llave para encender el auto. El motor hizo un pequeño rugido y entonces la música salió de las bocinas, llenando el silencio con un alto volumen.
Highway to hell...
Cantaba AC/DC, tan fuerte que el sonido le retumbó a Némesis en el estómago.
—Solo eso tengo —respondió ella, gritando para escucharse sobre el sonido de la guitarra.
Dean sonrió y soltó una risa, arrancando el auto.
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