Capitulo 8
Para mi nunca fue complicado mostrarme fuerte, desde que era demasiado pequeña sabía que mi hogar no era feliz, y me acostumbre a eso rápidamente. Crecer, hacer caso y tratar de proteger a mis hermanos es algo que siempre suelo hacer. Pocas veces he sido feliz, o simplemente una niña, a veces debes crecer rápido para que los que quieras no crezcan.
Y en ese momento, mordiéndome el labio con fuerza, con las lagrimas al borde de los ojos y sacándome pedazos de vidrio de mi rodilla. Me di cuenta que estaba demasiado jodida. Mis padres habían tenido una discusión, como siempre las tienen, y yo alejando a mis hermanos, pero fui el blanco fácil para la bronca de mi padre donde me agarro del cabello gritándome y rompiendo una botella en el suelo donde luego me tiro y aterrice en la misma con los pequeños vidrios clavándome en la piel.
Solté un jadeo y me mordí la palma de la mano para evitar gritar mientras sacaba el vidrio y veía la fina sangre salir de la herida. Quisiera una familia amorosa, quisiera una familia feliz por mas pequeña que fuera. Me enojaba con Laurie cuando él tenía tontas peleas con su madre y se descargaba con ella, porque a mi punto de vista, Florence era la mejor madre que alguien pudiera pedir. Y yo no tuve eso.
Tras dejar las pinzas y ver mi herida, la vende, limpie las cosas y me levante con algo de esfuerzo viéndome en el espejo. Me pegue una bofetada, no podía llorar, no servía mostrarme débil, así no era yo.
Fui a mi habitación, donde veo a Freddie dormir en su cama, beso su frente y me acuesto en mi cama mirando hacia la ventana.
—Luna.
—Sally, es hora de dormir—murmure volteándome a verla, estaba envuelta en sabanas abrazada a su almohada con forma de estrella.
—¿Estas bien?—pregunta con su aguda voz, solté un suspiro y me levante, subí a su cama y me moví por el colchón para acomodarme junto a ella. La abrazo dejando que Sally se acomode en mi pecho mientras me abrazaba.
Cuando Sally era pequeña tenia muchas pesadillas que siempre se despertaba con las mejillas empapadas y gritos, papá ni mamá venían a socorrerla, a lo mucho le daban una bofetada para que se callara. Y aunque yo solo era un poco mayor que ella, me acurrucaba a su lado y la apoyaba en mi pecho donde se dormía al cabo de unas horas. Me gustaba acariciar su cabello, jugar con sus pequeños rizos y sentirla como un bebe a pesar de que ahora había crecido.
—No debes preocuparte por mi—susurre besando su frente—Yo te cuido a ti.
—Nos cuidamos juntas—dice mi hermana viéndome. Mi corazón se derritió ante esas palabras, la abrace con fuerza besando su frente y me mordí el labio para no llorar apretándola contra mi cuerpo, los brazos de Sally me rodearon y escuche como su respiración se puso pesada antes de quedarse dormida.
No dormí mucho esa noche, a lo sumo solo tres horas, me despertó el ruido de las fuertes pisadas de mi padre y el ruido de la puerta indicando que se había ido. Minutos después, escuchaba a mamá moverse en la cocina y el ruido de las botellas seguramente en busca de alcohol. Saque con cuidado el brazo de mi hermana de mi cuerpo, y con cuidado de no levantarla a ella ni a Freddie fui a la cocina.
Mamá estaba en ropa interior, corpiño rosa y bombacha del mismo color mas manchada. El cabello desordenado en su cabeza, pequeñas cicatrices en su cuerpo y las uñas perfectamente echa. Camine suavemente a la mesa donde había papeles con las cuentas, un vaso de plástico que era de Freddie y no llegue a lavar, y un cuchillo. Lo sostuve en mi manos con cuidado, afuera estaba amaneciendo.
—¿Sabes? Me gusta esta hora—dice ella sin verme.—Cuando tu padre se va, los niños duermen, es la mejor hora, solo debo beber y ser mi única preocupación.
—Siempre fuiste tu única preocupación—dije de manera brusca, ella se voltea a verme. Deja la botella con fuerza en la encimera sin sacarme los ojos de encima, camina hacía mi pero yo no me muevo, solo me quedo observándola.
Su mano se alza rápidamente y me agarra del rostro clavándome las uñas en las mejillas.
—No se que hice para que el universo me castigara con una mocosa como tu, pero yo jamás quise tenerte—su aliento cargado de alcohol me golpeaba en el rostro, pero me quede quieta evitando hacer muecas de desagrado—Yo era feliz, hasta que tu llegaste a arruinarme la vida, siempre me preocupo por ti niña malagradecida, de no ser por mi, serías un juguete sexual para cualquiera, así que piensa en eso.
Apreté el mango del cuchillo con fuerza. ¿Qué pasaría si se lo clavara en el vacío pecho que tiene? ¿Qué pasaría si mi puntería fuera mas a la zona del vientre como advertencia?
—Nunca fuiste un deseo, Luna, solo aferrate a lo inevitable.
—¿Mami?
La suave voz de Freddie floto en el ambiente, mamá me suelta y camina a su botella de alcohol.
—Sirve de algo y cuida al niño—dice ella. Deje el cuchillo en la mesa mientras sentía mi cuerpo temblar, ella camina dando tropezones mientras bebía.
—Mami—Freddie tira suavemente de los short de mi pijama, me volteo a verlo donde me alza sus bracitos. Lo alzo yabrazo con fuerza besando su frente mientras que Freddie se acurruca encima mío.
—Aquí estoy mi niño—le susurra besándole la regordeta mejilla mientras lo abrazaba.
*
—¿Por qué luces deprimida?—pregunta Jota—Llevamos juntos hace una hora y no has dicho nada, estas enojada conmigo, ¿es eso?
Solté un suspiro agotada, porque así me sentía realmente, agotada. Le había dado de desayunar a mis hermanos, bañe a Freddie y como hoy no había clases decidí que saliéramos a jugar para dejar a nuestra madre emborracharse y hablar barbaridades sola. Por ende, Sally jugaba con su hermana y Freddie con unos niños de las casas rodantes, yo me había llevado materiales para coser unos pantalones de Freddie y me senté en los escalones de la casa rodante de Jota mientras este fumaba.
Generalmente no hacía falta que habláramos, pero parecía muy ofendido porque de los dos, yo soy la mas charlatana.
—Estoy terminando de coser estos pantalones, Jota.
—¿Y? cuantas veces te vi coser, cocinar y no dejas de hablar como una cotorra. ¿Qué hice? No me digas, ¿tu amigo y tu fueron a una fiesta y tu amigo comió de mis brownies de nuevo?
—No—murmure y lo mire con seriedad—Y como vuelvas a darle de esa mierda, te mato.
—¡Ey! Él se los comió solo, no lo obligue—dice a lo que rodee mis ojos—¿Entonces?
Seguí cociendo haciendo una mueca cuando la aguja se clavo en la yema de mi dedo, no tenía ganas de hablar de mis padres, o de mi asquerosa vida familiar, o de como me estaba doliendo como los mil demonios la rodilla.
—Conocí a una chica—es lo que termine de decir mientras seguía concentrada en coser.
—Oh, okey, ¿Qué tiene de malo? Te gustan
—No es eso, solo...—trague algo de saliva, hablar de Shailine, quizás era un poco mejor que hablar de mis problemas familiares—Siento que no le agrado de la misma forma, es decir...me echo de su casa en coreano, parece que tiene problemas de su familia y quiero decirle ey tranquila tengo la misma mierda familiar que tu.
Todos en el pueblo conocen a Shailine y no solo por el video, en Golden Valley no contamos con demasiadas familias de descendencia asiática así que es fácil saber de quienes se hablan. A mi no me importa de lo que se habla de ella, o de si hizo mil videos, me importaba conocerla, algo me decía que nadie la conocía realmente. Era una chica linda, de largo cabello negro, con ojos rasgados oscuros, rostro redondo y labios llenos, tiene unos anteojos algo grandes con marco casi tan grande como su rostro de forma cuadrada. Y lo poco que hemos hablado juntas me agrada.
Siento que podríamos ser amigas, pero ella es cerrada.
Jota iba a decir algo, pero fuimos interrumpidos por dos adolescentes que se nos iban acercando hasta quedar frente a nosotros. Uno era rubio, delgado como un palo, nunca lo había visto por la ciudad. Tenía ojos saltones de color azul y nariz aguileña, el otro chico era algo regordete, de cabello oscuro al igual que sus ojos y nariz en forma de botón.
—Hola—saludo el niño rubio, bueno, decir niños era muy crítico. Eran dos adolescentes, quizás mas joven que yo por unos años. Al no contestarles, el rubio vuelve a hablar—¿Saben donde vive Jota Matthews?
—Depende quien lo busque—responde mi amigo fumando de su cigarrillo.
—Solo buscaba algo dulce.
Veo a Jota, tenía una mirada seria en su rostro mientras fuma.
—Mejor váyanse, niñatos—les advierte el chico a mi lado, yo miraba de él a los dos adolescentes, el rubio no parecía aceptar un no como respuesta. Se puso las manos en los bolsillos mientras lo miraba.
—Tengo dinero, mucho.
—No me importa, niño, largo.
—Si no nos vendes, iremos con otro y le pagaremos mas.
Jota no tenía una cara amable en ese momento, se levanta de las escaleras acercándose de manera amenazante al rubio quien se corre dos pasos.
—¿Tu vienes a amenazarme a mi niño? Conozco mucha gente en este pueblo, conozco mas de lo que crees.
—Jota, déjalos—dije. Él me mira y me encogí de hombros—¿Quieren marihuana? ¿eso están buscando?
—Algo mas fuerte. Puedo pagarte mas de lo que pides.
Jota me mira y volví a encogerme de hombros, yo no me metía en sus negocios, usualmente no estoy cuando él hace sus conocidas entregas. Pero eso no importaba ahora.
—Bien, tu entra, pero tu amigo se queda afuera.
Los dos chicos se miraron, pero el rubio sigue a Jota en silencio. Me quede a solas con el castaño quien mueve su pie incomodo, le sonreí amable.
—¿Eres de Golden Valley?—le pregunte amablemente mientras dejaba la actividad de coser los pantalones. El chico se removió incomodo cambiando un peso de su pie al otro.
—Si
—Pero tu amigo no—conteste marcando una obviedad. El castaño me mira a los ojos.
—Finneas viene de la capital.
—Eso explica mucho—dije—No te ves seguro de hacer lo que él quiere hacer.
—Dijo que estará todo bien, confió en él.
Sus palabras fueron claras, confiaba en él porque era alguien que conocía, pero no en mi que era una desconocida. Le di una pequeña sonrisa y asentí.
—Solo espero que sepas lo que haces—es todo lo que conteste volviendo a mi actividad de coser el pequeño agujero de los pantalones.
—Supongo que probar no es tan malo.
Pude advertirle lo que significaba probar para un chico como él, para un adolescente cuyos ojos parecen demasiado tristes, demasiado confiando y con hambre de ser aceptado por su nuevo amigo, podría desvelarme dándole advertencia. Pero ¿para que? No me escucharía, porque estaba hipnotizado por su amigo.
No se de donde me salió la gentileza, la confianza o la idiotez, como quieran decirle, de decirle mi nombre.
—Soy Luna.
—Creí que los traficantes no daban su nombre de pila.
—Es que no soy traficante, soy amiga de jota—dije y al terminar de coser dejo el pantalón de lado para verlo—¿Y tu como te llamas?
—Me llamo Asher.
La puerta se abrió donde sale el rubio seguido de Jota, el rubio baja los escalones y le da una sonrisa amable a su amigo.
—Si alguien pregunta no lo compraron conmigo, no me hago responsable de lo que mierda les pase, y si quieren mas envíenme un mensaje.
Finneas asiente volteándose y comienza a caminar. Asher me mira, cuando su amigo pronuncia su nombre él se va corriendo para seguirlo.
Esa fue la primera vez que conocí a Asher, y nuestros caminos quedarían marcados por un largo tiempo.
*
Era de madrugada cuando pude escaparme al cementerio de autos donde Laurie y Shailine me esperaban. Tarde mucho en convencer a Laurie de que fuera a buscarla, pero lo conseguí, mi amigo nunca fue tan tímido con las chicas que le gustaba, entonces no entendía por qué se tardaba tanto en conquistar a Shailine, en mi punto de vista, harían una hermosa pareja.
Pero cuando llegue, ambos estaban en silencio, sentados a una corta distancia con una pequeña fogata que hicieron, Laurie acostado en el capot del auto, y Shailine sentada en el techo. Ambos callados sin decir nada, bufe levemente.
—Ustedes son la diversión del siglo—dije. Sahiline se volteo a verme, y Laurie ni siquiera alza la cabeza.
—¿Para que nos llamaste? —pregunta mi amigo, sonreí dejándole mi mochila encima de su abdomen y subí al auto, trate de no gritar demasiado al apoyar la rodilla herida. Lo que me faltaba es que Laurie se diera cuenta y armara todo un alboroto.
—Para beber, es lo que los adolescentes hacen un sábado a la noche—dije sacando la botella de cerveza y lo abro usando mi anillo antes de darle un trago, sentí el sabor amargo en mi garganta y se lo extiendo a Shailine.
—No bebo.
—¿No quieres probar un poco?
Shailine se medito su respuesta, pero luego no supo que contestar. Su mano rozo la mía al agarrarla y se la lleva a los labios, le da un gran trago, unas gotitas ambar se deslizaron por el costado de sus labios y ella frunce el ceño al tragar.
Sonreí un poco.
—¿Estuvo mal?
—Amargo—contesta y le da la botella a Laurie quien se lo bebe como si estuviera tomando una botella de agua, antes hacía bromas de que eso le salía de manera innata por tener sangre de su padre. Con el tiempo la broma dejo de ser tan broma y se molestaba en pensar en su padre.
—Bueno, te acostumbras al cabo de un rato—dije apoyando mi espalda en la ventana del auto, miro a Laurie quien me da la botella y luego coloca sus brazos detrás de su cabeza. Llevo mi vista hacia Shailine—Lamento si te molesto que fuera a tu casa ayer.
—No me enoje solo...me sentía avergonzada.
—No debes avergonzarte por nada—dice Laurie viendo el cielo estrellado—Somos el grupo mas imperfecto que veras, como una imperfecta familia rota.
—¿Estas bien, Laurie?—pregunte, mi amigo me mira y luego vuelve a llevar la vista al cielo—Digo, ayer te llame para preguntarte si podía bañarme en tu casa pero no atendías...¿Qué hacías?
—Solo fui a visitar una amiga.
—¿Ronnie?
—Eres tan sutil como un cartel neón en la carretera—dice levantándose del auto—Voy a mear.
Laurie se baja del auto dejándonos solas y lo vemos moverse por los autos abandonados hasta que desaparece detrás de uno, hago una mueca.
—¿Quién es Ronnie?—pregunta Shailine.
—Una amiga de Laurie, es todo lo que se, una vez me llamo Ronnie por accidente...no se que sucedió con ella. No le gusta hablar de eso, o de casi nada, somos amigos hace años pero hay cosas de él que no se.
—¿Y él sabe todo de ti?—pregunta Shailine y la miro—La amistad no solo se trata de conocer todo del otro, si no de la confianza y de ser leal, o así lo pienso.
Le di un trago a mi cerveza y luego se la pase a la chica asiática quien estaba adaptándose al sabor de a poco. Laurie volvió de mear y nos estuvo contando el tamaño de unos caracoles que encontró en el auto, todo para cambiar de tema. Y lo dejamos estar, bebimos cerveza hasta que la botella se acabo, hablábamos de cualquier cosa menos de nuestros deseos mas profundos de nuestros corazones y nos reíamos de tonterías porque así éramos.
Jóvenes, y podíamos fingir que despreocupados. Laurie comenzó a compartir mas palabras con Shailine, al parecer el alcohol los ayudo.
Nos quedamos ahí hasta el amanecer, pero lo ví sola, porque Shailine se quedo dormida apoyada en mi falda y la cabeza de Laurie reposaba en mi hombro. Y aunque estaba incomoda con dos adolescentes sumamente dormidos, no tenía ganas de estar en ningún otro lugar.
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