Capitulo 17
El cuerpo de Luna dormía demasiado cómodo mientras estaba acurrucada contra el mio, acaricie su cabello rosa mientras la veía. Su maquillaje se le había corrido levemente de los ojos y tenía marcas debido a todo el llanto, habíamos dormido así, abrazadas y mi corazón latía con demasiada fuerza mientras la veía.
Recordaba el momento que me llegaron los mensajes, estaba terminando un maratón de clásicos de Disney cuando empezaron a llegarme, iba a ignorarlos. Pero por la barra de notificaciones leí "Hola soy Lucy, amiga de Luna..." apenas leí su nombre supuse que algo había pasado, entonces decidí salir a buscarla. Una corazonada me dijo que iría al lugar donde nos vimos por primera vez, no se exactamente que me llevo ahí, solo fui. Y compartimos un beso, fue pequeño, sus labios estaban reseco y tenían un sabor dulce, fue un beso casi íntimo.
Me gustaría repetirlo mejor.
Cuando la puerta de su casa rodante se abre me quedo paralizada mientras escuchó unos pies arrastrándose, me volteo a Luna debatiéndome un buen rato si despertarla o no, cuando en eso la puerta se abre y lo primero que veo es un rostro infantil, tenía dos trenzas rubias a cada lado de su cabeza y enormes ojos celestes, estaba vestida con una remera a rayas y pantalones largos mientras me veía, seguramente intentando descifrar de donde me vio antes.
—Soy amiga de Luna, nos conocimos en casa de Laurie, ¿te acuerdas? —pregunté sentándome, la niña me miraba con algo de desconfianza antes de que sus ojos caigan en el cuerpo dormido de su hermana, pensé que se iba a poner a gritar, cuando por mi suerte apareció otra personita que se acordaba mas de mi.
Freddie se asoma a la puerta antes de sonreírme y correr a mi para darme un efusivo abrazo. El cabello parecía necesitar un corte y alcanzaba a notarle una mancha de puré de papá en su remera azul.
—La señora Rochester quería ir a la iglesia—dijo Sandy, su hermana menor.
—Oh, ya veo, bueno...¿desayunaron?
Cuando papá se fue, y Park daba malabares entre sus estudios, trabajo y la vida en general. Yo me dedique a cuidar un poco de mamá y ayudarlo en las comidas, había aprendido a hacerme el desayuno por mi cuenta y se defenderme muy bien en los almuerzos o las cenas. A Park le gusta aprovechar los momentos en que puede cocinarme porque quiere que me sienta cuidada.
Los hermanitos de Luna se devoraban los panqueques que había echo, era increíble lo que se podía hacer con huevo, aceite y leche. Freddie se había manchado la cara con mermelada pero se devoraba un panqueque tras otro.
Me senté con ellos en silencio y agarre uno cuando Sandy me empujo el plato a mi dirección indicándome que debo comer, aun cuando mi estómago estaba algo cerrado.
La casa rodante de Luna era algo pequeña, de aquellas que te acostumbras al tamaño y te obligas a distribuir las cosas para entrar. Era un espacio rectangular y la cocina comedor te daban la bienvenida con una mesa circular y sillas de chapa, una tele vieja junto a un sillón desgastado estaba en uno de los rincones, y alcanzo a notar cajas bien apiladas con nombre de cada hermano, suponía que eran juegos o cosas parecidas. El cuarto de donde veníamos de dormir estaba a la izquierda, mientras que la puerta del baño se encontraba mas al frente de nosotros y la de sus padres al otro extremo.
No había mucha decoración, o vida en aquel lugar.
En eso unos golpes se escucharon en la puerta, mire la misma demasiado impresionada, los hermanitos de Luna me devolvían la mirada.
—¿Debo abrir? —pregunte.
—No se, Luna no nos deja abrir si no esta ella—habla Sandy.
—Pero esa ormida—hablo Freddie mientras comía su panqueque.
Tras otro golpe, y que una voz femenina hable diciendo "¿Señora Chambers? ¿señor Chambers?" me levanté, alise lo mejor que pude mi pantalón y acomode mi cabello antes de ir a abrir con una mano temblorosa.
Me encontré con una mujer. Su piel era oscura, y tenía el cabello en un corte pixie con demasiados rizos, un traje azul a rayas conformado con un saco y falda tubo, y veo una plaqueta con su nombre en el. Me lo grabe en mi memoria, "Carol Hilson". Tenía una planilla entre sus manos y alcanzo a notar que sus uñas estaban pintadas de un delicado rosa.
Ambas nos recorremos con la mirada, yo no tenía otra ropa mas que con mi pijama con el que salí corriendo. El pantalón podía disimularse, pero no podía hablar a favor de mi remera con una taza de café dibujada algo dormida y que decía "no me hablen hasta mi taza".
—¿Eres la señora Chambers?
—No.
—Disculpa, ¿aquí vive los señores Greg Chanders e Ingrid Chanders?
—¿Quién los busca?
—Me gustaría hablar con ellos, ¿hay un adulto responsable en la casa?
Pensé en Luna, pero ella no era una adulta, no legalmente. Era una adolescente, era una chica que aun no tenía sus dieciocho años, trague saliva mientras me cruce de brazos aparentando estar segura, aunque en realidad temblaba mas que un cachorro chihuahua.
—Los señores Chambers están trabajando, soy la niñera de los niños.
—Oh, ya veo, ¿y aquí viven entonces, Freddie Chambers y Sandy Chambers?
Me quede de piedra sin saber exactamente que contestarle, ¿Qué se supone que haga en estos casos? ¿negar todo? ¿aceptar? Los vecinos de la casa rodante nos veían, seguramente estábamos llamando demasiado la atención.
La señora anotó algo en su planilla cuando no le respondí y tras leer algo en sus notas me mira.
—Tengo entendido que aquí también vive una Luna Chambers quien fue acusada de criar a esos niños ¿Y ella tiene diecisiete años?
Trate de relajar mejor mi postura. Mostrar seguridad antes mis palabras, me aferre con fuerza a la puerta de madera, tenía tantas ganas de cerrársela en la cara, pero eso podría ser peor. Si me negaba a dar información, podrían venir con policías, podían sacarles a los niños sin nada más.
—No tengo porque contestarle a eso, ahora, si no vino por nada en especial le pido que se retire.
La señora dejo de tener una mirada dulce y ahora se transformó en una mas dura y seria, me mira a los ojos antes de extenderme un papel el cual tomo con las manos temblorosas.
—Cuando los señores Chambers vuelvan, díganle que me llamen, o volveré.
Tragué saliva asintiendo mientras miraba el papel donde había foto de Freddie y Sandy y se leía "servicios sociales". Cierro la perta detrás de mí mientras leía el papel que me fue entregado.
Habían echo una denuncia a las siete de la mañana donde acusaban a los padres de Luna de negligencia, también había toda una base de información de maltrato físico y la edad de los tres hermanos que viven en este hogar. Se relataba en el mismo documento que Luna era quien cuidaba y criaba a sus hermanos menores, una tarea demasiado grande para una chica de tan solo diecisiete años.
—¡Nani!—dijo la voz alegre de Freddie, oculto rápidamente las manos tras mi espalda, pero los ojos celestes de Luna ya me habían visto. Sin embargo decide ocuparse de sus hermanos, la veo abrazarlos y besarle las rosadas mejillas, Freddie le cuenta un montón de cosas con palabras que se trababa en el medio mientras jugaba con el cabello de ella, la mirada de Luna era de tanto amor, tan maternal que me hería.
Lastimaba demasiado pensar que alguien iba a venir algún día a sacarle a los niños.
Levante los platos de desayuno mientras ocultaba el papel entre el elástico de mi pantalón y bajo mi remera, lleve los platos al fregadero y llene la esponja de espuma, sentía como esta escurría en mis dedos mientras que de fondo escuchaba a Sandy demasiado feliz por tener sus minutos de tele, y a Freddie buscar sus juguetes.
Unas manos se cintura en mi cadera y me volteo rápidamente para enfrentarla.
—¿Qué me ocultas? —pregunta ella demasiado cerca de mi rostro.
—Nada—comente tragando saliva.
—Escuché claramente una conversación y te vi sosteniendo un papel.
—Debes estar viendo cosas, te acabas de despertar luego de una enorme borrachera, ¿no tendrás resaca?
—Mis recuerdos son excelentes, gran parte de ellos, ¿quiere que te diga que mas me acuerdo?
La respiración se me corta de golpe cuando siento sus labios rozarse con los mios, y sus manos agarrándome de la cadera, quería protestar, pero sus hermanos no nos daban para nada de atención. Los labios de Luna se acercaron a los míos y termine con la cercanía acariciando su cabello rosado, sus manos se movieron suavemente por mi cadera, el corazón iba a salirse de mi pecho en cualquier momento. Sus manos se movieron delicadamente en mi cadera, y metio las manos bajo la remera.
Se separo de mi cuando consiguió lo que tanto quería.
Maldita perra.
Intente recuperarlo, pero Luna se subió con una gran agilidad encima de la silla y sus ojos ya recorrían la hoja de papel con seguridad. Su piel blanca de a poco iba adquiriendo un color enfermizo que pensaba que en cualquier momento iba a vomitar, se bajo de la silla temblando mientras se llevaba la mano a los labios, sus ojos llenos de lágrimas me vieron a mi y luego vieron a sus hermanos.
—Luna—murmure pero ella ya estaba saliendo a paso seguro de la casa rodante. Solté un insulto entre dientes siguiéndola, la chica de cabello rosa daba enormes zancadas hasta una casa rodante con un número acomodado de cabeza.
Con el puño cerrado comienza a golpear con fuerza.
—¡Jota, maldito infeliz! ¡ábreme ya se que volviste! ¡me mandaste un mensaje de que volvías esta mañana! ¡Da la cara!
Un chico de, tal vez, unos cuantos años mas grandes que nosotras abre la puerta con cara de pocos amigos. Sin duda estaba demasiado agotado y sus ganas de hablar eran demasiado pocas.
—¿Qué te pasa? Si no te importa quisiera dormir.
—¡Después de lo que hice por ti! ¿Así me pagas? ¿denunciando a mis padres en servicios sociales?
—¿Qué? No se de que estas hablando, pero claramente yo no lo hice. ¿Por qué lo haría?
—No se, tendrás tus razones, ¡eres el único que sabes como vivo!
—Aquí veo a otra chica que lo sabe—dice apuntándome con la barbilla, iba a defenderme, pero Luna no dio oportunidad. Me sentía fuera del cuadro en aquel momento, ellos dos discutían y a Jota se le ensanchaban las fosas nasales demasiado enojado.
—Ella no tendría oportunidad de hacerlo, fue echo demasiado temprano esta mañana.
—Luna, hace miles de años que se cómo vives, y hace miles de años que tu sabes cómo vivo, ¿en qué mierda me beneficiaria denunciarte eh? Yo justamente me escapé de aquí porque servicios sociales iban a llevarse a Caro y debí desaparecer un rato y que creyeran que tengo un trabajo importante—Luna estaba empezando a relajar su respiración mientras que su cuerpo entero temblaba llena de nervios—Quizás fue tu otro amigo.
—Laurie no lo haría—dice ella bastante segura.—Hace tiempo no hablamos.
—Bueno, pero quizás lo hizo—hable yo y ambos me miraron—Digo, no tuvo mala fé en hacerlo, simplemente pensó en ayudar.
—No fue Laurie.
—¿Por qué tan segura? —pregunta Jota—Luce como la clase de blanquito que lo haría.
—Porque para Laurence vivo otro tipo de vida, ¿no lo entienden? ¿no lo entiendes, Shai? ¡les mentí a todos! Les miento a todos como vivo porque me avergüenza tanto que lo sepan, que sepan todo esto. Lo único que sabe Laurie es sobre la casa rodante, y es toda la explicación que accedí darle. Si yo le cuento la verdad a Laurie...¡las cosas que es capaz de hacer!
Luna se sienta en los escalones de la casa rodante y comienza a llorar de una forma tan desesperada y rota que llegaba a lastimar. Me senté a su lado y dejé que se apoyara en mi hombro mientras acariciaba su mano, Jota se sienta del otro lado de ella en completo silencio acariciando su rodilla de manera cariñosa.
—Lamento gritarte—dijo ella al cabo de un rato, Jota se encoge de hombros.
—Necesito mas que un grito para dejar de querer a mi chica—comenta con tono de broma y le sonríe amablemente.—Esto se resolverá.
—¿Cómo? Pronto tendré dieciocho años y al estado dejas de importarle, me arrancaran a los niños y lo llevaran con familias que puedan cuidarlos. Porque, aunque yo sea legalmente una adulta, no tengo hogar, no tengo trabajo y aunque consiga trabajo tardare muchos años en reunir dinero suficiente para cuidar a dos niños pequeños—dijo ella sobándose la nariz.
Agarre su mano y entrelace los dedos con ella.
—No dejaremos que te los quiten—le susurre, ella me mira antes de asentir con la cabeza dándome una sonrisa.
Nos levantamos y nos despedimos de Jota, fuimos caminando por el resto de las casas rodantes con las manos entrelazadas. Luna cada tanto se limpiaba las lágrimas.
—Creo que debes irte, no quiero que Ingrid o Greg te vean y te hagan algo.
—¿Y dejarte sola?
—Estaré bien, siempre estoy bien—dice ella con una sonrisa. Me acerque a su cuerpo y la abrace con demasiada fuerza. Luna se quedó pasmada un buen rato antes de responderme de la misma forma con las manos temblorosas.
—Puedes venir conmigo cualquier cosa, cuídate Luna.
—Lo haré.
Ambas nos miramos, y esta vez fui yo la que tomo el primer paso y le di un rápido beso en los labios. Lo que provoco que me mirara divertida y sorprendida a la vez, mis mejillas se pusieron al rojo vivo y me fui casi corriendo.
—¡Es de mala educación besar y huir!—grito ella a lo que me reí mientras iba corriendo.
Cuando me aleje lo suficiente, saque mi celular y marque un número de mis contactos. Una voz somnolienta de aquella mañana me atendió, a lo que simplemente le respondí "Debemos hablar, es sobre Luna"
Llegue a casa demasiado tarde, el sol estaba ocultando, casi podría decirse que estuve como 24 horas afuera. Cuando cruzo el umbral, escuchó unas rápidas pisadas bajar las escaleras, mi hermano me veía con el teléfono en el oído.
—¡Shailine! ¿Dónde estabas? —dice en tono urgente y luego vuelve a la llamada—Si ya esta aquí, luego te llamo Tori.
—¿Quién es Tori?—pregunte, mi hermano se acerca a mi rápidamente y me abraza con fuerza.
—¿Estas bien? ¿estas herida? ¡desapareciste casí un día entero! ¿Cómo no se te ocurre avisarme?
—Perdón, se me apago el celular, ¿Quién es Tori?
—¿Esa es tu excusa? ¿se te apago el celular? ¡Pensé que algo te había pasado! ¡Pensé que te fuiste o que hiciste algo sumamente estúpido! Llame a Malia, llamé a tu psicólogo, ¡llame hasta a esa pobre niña que le das clases particulares! ¿Dónde estabas?
—¡Park ya! ¡Lamento irme de esa forma, pero deja de regañarme así! ¡No soy una niña, y tu no eres mi papá!
—¡Lo se, soy tu hermano!
—¡Entonces actúa como tal! Tu trabajo de preocuparte excesivamente ni siquiera debe pertenecerte a ti, mientras tu estabas alterado buscándome por todos lados, ¡la que también debió preocuparse por mi es ella! ¡pero ella esta muy deprimida aun dormida por el somnífero numero tres mil que se habrá tomado que seguramente ni se dio cuenta que desaparecí! ¡lamento irme, una amiga necesitaba mi ayuda! La única que me queda porque alejo a todos.
Me senté en la silla mientras masajeaba mi frente, Park se quedó en un profundo silencio hasta que dejo de escapar el aire que contenía. Tomo asiento junto a mi y me agarró de la mano suavemente dándome unas pequeñas caricias.
—No quieres que pienses que no te agradezco todo lo que haces por mi, porque lo hago realmente, pero te extraño como hermano. Extraño que a veces no te tenga que dar explicaciones porque sabes que volveré, extraño que tengas tu vida sin preocuparte constantemente si estoy bien o no, extraño que nos contemos cosas o incluso pelear contigo. Perdimos a papá, y ahora también estamos perdiendo a mamá, no me hagas perder a mi hermano.
—Lo siento, solamente con todo lo que me enteré de la escuela...pensé algo terrible.
Ver a mi hermano tan deprimido y mostrarme realmente que estaba triste era todo lo que necesitaba, todo este tiempo estuvo reservándose su dolor, nunca fue capaz de mostrarme que tan cansado, molesto o frustrado estaba. Necesitaba verlo, necesitaba eso para sentirme acompañada, para que ambos estuviéramos acompañados.
—No voy a irme a ningún lado, Park. Necesito mas que unos videítos ridículos y malos comentarios para dejarte.
Park me sonríe un poco.
—Igual deberías llamar a tu psicólogo, creo que en cualquier momento recurrirá a la policía.
—Si, y también llamar a Circe y Malia a quienes preocupaste seguro...¿Quién es Tori?
—Solo una chica—dice y al mencionar esas palabras veo la lucha por la que estaba tratando de no sonreír. Quise comentar algo, pero me apresuro a que llamara a aquellas personas que seguramente alteró, pero sin duda luego hablaríamos de la tal Tori.
Antes de ir arriba para cargar mi celular, fui a ver a mamá, tal como sospeché. Acostada en el sillón, y sus suaves ronquidos eran lo único que me indicaba que respiraba. ¿Te disté cuenta que me fui? ¿te diste cuenta que pase un día entero lejos de casa?
—Park—lo llame—Hoy bese a una chica.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro