Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Act V


Unos ligues muy raros II
El chico amante del cianuro

Bueno, ya he matado al patético, al borracho, al pingüino y al chivato. Llevo cuatro, me quedan dos... creo que este próximo lo mataré de mi manera tradicional: una cita, un poco de veneno y al infierno de cabeza.

Estoy yo tan tranquila andando por la calle, buscando víctimas, cuando alguien que corre muy rápido me pasa por delante. Cuando me giro para verlo mejor, me doy cuenta de que lleva una bolsa de cuero con muchas cremalleras de las que asoman billetes de todos los números.

Al poco, oigo las sirenas de los coches de policía.

Y oh, mis piernas empiezan a moverse por puro instinto.

Menudo fallo de cálculo..

Así es, ahora soy perseguida mientras estoy persiguiendo al chico al que realmente persiguen. Lo sé, yo tampoco me lo explico.

El chico—que lleva un gorro y un pasamontañas, por lo que no se le ve nada de la cara—corre por unos callejones oscuros y nada frecuentados mientras yo lo persigo.

El chico se mete por un hueco en una verja y luego atraviesa una plaza vacía con un pequeño parque que está destrozado.

Luego, se mete por un último y estrechísmo callejón que lleva a unas escaleras laterales de un edificio en ruinas. Sube por ellas, salta por los tejados y me mete por el hueco de una chimenea rota.

Esperemos que debajo haya algo más que suelo.

Cruzo los dedos.

Resulta que sí, hay algo más que suelo: hay polvo y piedras. Ah si, y una ultra mini almohada que mi querido ladronzuelo a levantado del suelo y sostiene con una sonrisita de superioridad, mirándome.

—Auch—Hago una mueca, dolorida.

—Oh, ¿te has hecho daño?—Pregunta, falsamente preocupado—. Vaya, y yo que estaba sacudiendo esta almohada para que no te mancharas...—Niega con la cabeza, fingiendo contrariedad.—Menudo fallo, ¿eh?—Sonríe.

—Ah, claro mi amor, muchísimas gracias por tu triste intento de ayuda, ¿eh? Me has ayudado un montón, fíjate, incluso has conseguido que mi camiseta esté más rota de lo que ya estaba, eso es estupendísimo.

—Me alegra haberte sido se ayuda. Ahora dime, si eres una dama en apuros que acaba de caer por una chimenea, ¿poruqe has corrido detrás de mí?

—No sé en qué momento crees que voy a contestar a cualquier pregunta que me haga un perfecto desconocido como tú, la verdad.

—Ah, claro, entiendo, yo no puedo obtener una respuesta civilizada a una pregunta normal y corriente, pero tú en cambio puedes perseguirme sin conocerme de nada, entrar en mi casa sin permiso y encima ser tan descarada de quejarte y no responder a una inocente pregunta. Muy bonito, ¿eh?

—Para empezar, nada en tí es inocente, y para seguir, tu pregunta es normal y corriente, sí, pero la respuesta no lo será, por lo tanto si lo que tú buscas es una respuesta civilizada y coherente, siento decirte que no la encontrarás en mí.

—Oh, me intrigas, querida. Ah, y no me conoces: no sabes si algo en mí es inocente.

—Normalmente no se le encuentra mucha inocencia a un individuo al que has visto correr, perseguido por la pasma, con una bolsa llena de dinero, pero igual tú caso es distinto, quién sabe.

—Pues... no, no es distinto. No soy inocente en ningún aspecto, en realidad. He sido culpable, cómplice, víctima y juez. Pero la mayoría de veces de esta primera. Aunque eso no quita que la pregunta fuera inocente. ¿De dónde sales?

Suspiró mientras lo miró frunciendo el ceño.

—Como comprenderás, no sé si puedo confiar en tí.

—Ni yo en tí.

—Pero... podría decírtelo... con la información a medias. Va, haz preguntas.

—¿Como te llamas?

—Pregunta rechazada.

—¿Cuántos años tienes?

—Dieciséis.

—¿Porqué corriste detrás de mí?

—Instinto.

—Bien... ¿también eres... delincuente? ¿O algo así?

—Podría decirse que algo peor que eso.

—Oh, bien, bien... interesante—Dice, sonriéndome con orgullo.

Levanto una ceja.

—¿Y tú? Veamos, eres un ladrón, por lo que entiendo, y vives en una especie de edificio desmoronado.

—Es mi guarida.

—¿Y tu casa?, ¿dónde está?

—¿Una casa? ¿Para qué quiero yo una casa? ¿Para qué la encuentren cuatro matados y se lo carguen todo? La verdad, no me parece muy buena idea.

Casi me río. Casi.

—Vale, como quieras. ¿Tienes nombre, querido?

—Pues sí, si lo tengo. Pero tú no, así que...

—Llámame Blair—¿Qué haces dándole el nombre que les has dado a ellos?—. ¿Y tú eres...?

—Helmer.

—Helmer...—Repito—Interesante. Apodo: Hell. Perfecto.

—Blair... interesante. Apodo: Criminal novata. Perfecto.—Dice, con una sonrisa burlona.

—¿Perdona?

—Perdonada.

—Serás...

—Anda, calla—Dice, mientras se quita el gorro y el pasamontañas por fin.

No me malinterpretéis. Es que me daba curiosidad, ¿vale?

El chico le coloca un poco el pelo con la mano y me mira con sus ojos marrones y brillantes.

Seré sincera: no es nada feo. Pero ya está.

—Bueno, ¿qué? ¿Te vas a quedar ahí parada o que vas a hacer?

—¿Y yo que sé? ¿Qué quieres que haga? ¿Fregarte los platos?

—Pues no, la verdad. Mira, ahora que has visto mi guarida, solo tienes dos posibilidades: puedo asesinarte o podemos ser cómplices.

—No podría ser tu aliada.

—Y yo no podría matarte. Así que eres mi aliada, mira que bien.

—Lo siento, tengo otros negocios, no puedo robar bancos y quedarme satisfecha con mi trabajo, es demasiado ridículo.

—Para empezar, robar es un arte, uno que los que compran no comprenden, además, no solo robo. Y para seguir, tampoco tienes que hacer lo que haga yo. Simplemente, tú sigues con lo tuyo y yo con lo mío, pero nos ayudamos mutuamente cuando lo necesitamos y hacemos trabajos juntos.

—Bueno... ¿y qué gano yo con eso?

—Dinero, ayuda, y un amiguito muy simpático—Dice con una sonrisa angelical.

—¿En serio? ¿Tienes un perro?

Su sonrisa se convierte en una mueca que intenta parecer enfadada.

—Mira que eres borde. Yo soy un amiguito muy simpático, ¿vale?

—Jajajaja, vale, Hell.

💰💰💰

En realidad, se me ha ocurrido que como no ha terminado el día y aún me quedan dos personas que matar, una de ellas será Helmer. Me ha dicho que le tengo que enseñar mi guardia para que pueda ir de vez en cuando a planear cosas.

Será una pena matarlo, pero no necesito un aliado. Nah, es broma, pena cero.

Usaré mi truquito para citas/asesinatos.

Me he cambiado de ropa: me he puesto una camisa grande negra y una falda corta también negra. En realidad, la falda casi ni se ve porque la camisa me queda muy grande.

Oigo el timbre y abro.

—Buenas.

—¡Holaaa! Te has puesto muy guapa para nuestra primera cita, muy bien.

—Chaval, ni cita ni leches, no te equivoques.

—Perdona, sargenta.Me invitas a una copa, ¿no?

—Eso no se pregunta, se espera a que se ofrezca, idiota.

—¿Me llamas idiota? Relaja, pequeño saltamontes, aún no estoy listo para ese paso en nuestra relación.

Imbécil...

Lo peor es que sabes que te hace gracia.

Me acerco a la cocina y vuelvo con dos copas y una botella de vino.

Vino con... "algo" mezclado. Jeje.

Le sirvo una copa ocultando mi sonrisita.

Bebo un trago tranquilamente mientras espero pacientemente a que le pase algo.

Bebe.

Espero.

No pasa nada.

Vuelve a beber.

Sigue sin pasar nada.

Estoy empezando a estresarme.

—Este cianuro está muy bueno. Me has sorprendido. ¿Cómo sabías que me gustaba?

Me quedo callada un momento ante su tranquilidad y su sonrisa.

—Nah, te tomo el pelo. Es evidente que intentabas matarme. Bien hecho, pequeño saltamontes.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro