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𝟬𝟭𝟭 the real kingdom

𝒑𝒓𝒊𝒎𝒆𝒓 𝒂𝒄𝒕𝒐 • 𝒄𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒐𝒏𝒄𝒆:
𝒆𝒍 𝒗𝒆𝒓𝒅𝒂𝒅𝒆𝒓𝒐 𝒓𝒆𝒊𝒏𝒂𝒅𝒐.

                    — ¿Quieres que te ayude, B?—, preguntó al otro lado de la línea Nina.

      —En realidad, llamaba para pedirte que por favor faltaras hoy a la escuela. Tengo todo planeado y creo que todo saldrá mejor si no contactas a Jenny, así ella creara que su alianza sigue y podremos usarla a nuestro favor en el futuro—, relató Blair y su amiga podía imaginar la sonrisa en su rostro —. ¿Tienes esta noche libre? Nos encontraremos en Butter.

      —De acuerdo, Blair. Estoy segura que funcionará todo a la perfección.

                    Nina se sentó en la mesa de Butter. Sin importar que era la última en llegar, todas la recibieron con una cálida sonrisa y comenzaron a preguntarle diferentes cosas su vida.

      —Sí, Blair me comentó que era como el after party de la fiesta de Jenny y.., bueno, también me contó que robó el vestido de tu madre, Hazel. Lo siento tanto, nunca hubiera creído que fuera capaz de caer tan bajo.

      De repente, todas se giraron y Nate se sentó al lado de su hermana —. Penélope, conoces a Nate, ¿verdad?—, preguntó Jenny.

      Nina apretó los labios. Sabía que estaba en desventaja. Penélope nunca había fingido no estar enamorada de Nate, incluso se la pasaba dando pistas bastante obvios en presencia a Nina, con la esperanza que la chica hiciera algo. Sin embargo, la morena nunca le había prestado atención puesto que conocía a su hermano y nunca saldría con una chica como ella.

      — ¿Cómo estás? Es bueno verte—, comenzó Nate a ser amable, como solía serlo.

      —Nate, ¿qué haces aquí?—, preguntó Nina, intentando comunicarle con la mirada a su hermano que debía irse sin que las demás sospecharan.

      —Bueno, Jenny me invitó—, explicó Nate, sin comprender a su hermana y tampoco intentando hacerlo.

      Penelope sonrió —. Hazel, creo que tu madre sí regaló ese Valentino.

      —Sí, ella siempre está limpiando su clóset y ese ansiolítico realmente puede afectar su memoria.

      Nina apretó los puños por debajo de la mesa y notó a Blair, observando la situación sin saber que hacer. Ella iba a levantarse y marcharse con ella, pero su amiga negó ligeramente con la cabeza antes de irse.

      —Jenny—, llamó Nina a la rubia y, con la única intención de ganarse su completa fidelidad, sugirió —. ¿Por qué no invitó yo los tragos? Acompáñame a pedirlos. Además, sé que todas tomaran lo que sea que pida, pero no creo que conozcas los nombres.

      La sonrisa de Jenny titubeó, pero finalmente se levantó y asintió —. Claro Nina, qué amable.

      —No tienes idea.

                    Blair Waldorf y Nina Archibald llegaron a la fiesta organizada por Jenny juntas. Esa era la forma correcta de causar sensación y trasmitir un claro mensaje: el reino de B y N no se había ido a ningún lado.

      —Ustedes se ven––.

      —Lo sé—, sonrió Blair.

      —Jenny se va a volver loca—, comentó Nelly.

      Blair sonrió —. Miren y aprendan. Las fiestas más importantes para ir son a las que no has sido invitada. ¿Dónde está el anfitrión? Tengo algo para él.

      —Nos vemos, niñas—, saludó Nina, dándole su abrigo a Nelly y marchándose con Blair.

      Después de haber desenmascarado a Jenny y Asher, confirmando que él era gay y que la rubia sólo desperdigaba mentiras con la única intención de sacar propósito de ello, todas habían vuelto a encontrarse a merced de Blair y Nina.

      — ¿Qué haremos esta noche?—, inquirió Penelope.

      —Nosotras no haremos nada, Nina y yo iremos a mi casa. Sin embargo, mañana cena en el Waverly y, luego, a 151 a beber algo—, sugirió Blair.

      —Sí—, asintió Hazel.

      —Le diré a Dorota que les envíe el itinerario—, culminó Blair.

      Nina sonrió, mirando a Jenny —. Oh, y me temo que sólo será una fiesta con nuestro círculo íntimo. Lo siento, Jenny—, repitió las mismas palabras que la rubia le había dedicado a su mejor amiga esa misma mañana.

      Y, con eso, Blair y Nina se marcharon de la fiesta. Una fiesta que pronto se vería desarmada gracias a la bomba y la falta de las personas que realmente importaba su presencia.

                    — ¿Blair? ¿Nina?—, llamó Serena en cuanto entró a la residencia Waldorf.

      —Serena—, suspiró Nina, un nudo formándose en su garganta cuando notó la situación de la rubia. No importaba lo mal que estuviera su relación entonces, realmente se preocupo por la chica con la compartía centenares de memorias.

      — ¿Qué haces aquí? Es tarde—, exclamó Blair, sonando tan preocupada como la morena.

      Y entonces, Serena se rompió y comenzó a llorar.

      Las dos mejores amigas comenzaron a preguntar y preguntar, queriendo hacer lo mejor para la chica con la que habían crecido. Sin embargo, ninguna de ellas estaba lista para las palabras que Serena Van der Woodsen estaba a punto de soltar.

      Nunca se lo hubieran imaginado.

      —Sé que fui dura contigo últimamente—, comenzó Nina una vez que Blair terminó —. Pero eso no quita que pasamos la vida juntas, Serena. No importa qué sea, voy a ayudarte. Vamos a ayudarte, siempre. Nos ayudamos entre nosotros, ¿recuerdas? También te amo, Serena. Cuéntanos.

      —Maté a alguien—, confesó Serena a los pies de la escalera de la residencia Waldorf. Las lágrimas seguían resbalando por sus mejillas y su vista se encontraba algo nublada, pero estaba segura que su voz había sido clara a la hora de liberar el peso que había estado arrastrando desde antes que haya abandonado Nueva York desde el comienzo.

      Tanto Blair como Nina quedaron mudas frente al hecho, siendo incapaces de pensar qué podrían hacer para solucionar su problema. Por primera vez, Blair y Nina no tenían idea de qué hacer y, por primera vez, Serena había confiado lo suficiente en una persona para confesar lo que ella consideraba como el peor error de su vida.

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