Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

V E I N T I N U E V E | R O T A 🪩

«Creía no haber encontrado a mi familia, pero no me había dado de cuenta de que ya estaba rodeada de ella»

Olivia Lara.

2 semanas después;

Encerrada en el baño de aquella cabaña donde me había encerrado durante muchos días, tomé con las manos temblorosas el test de embarazo que Delia me había comprado desde hacía 2 días.

Sin poder evitar tenerle miedo a lo que podía decirme aquel test, a tener que enfrentar a lo que vendría yo sola en el futuro tan incierto en el que me tocaría vivir, suspiré mientras aún seguía con los ojos cerrados. No supe por cuanto tiempo estuve sin abrir mis ojos, pero cada vez que los cerraba veía a Zev por todas partes. Y sentía un gran vacío en mi interior que era imposible poder quitar.

Apenas había llorado la muerte de Zev. Quizás porque me había bloqueado, quizás porque habían pasado muchas cosas aquel día, quizás porque casi pierdo la vida... Pero aquello último me daba exactamente igual. El saber que no volvería a ver a Zev me hacía sentir mucho más rota de lo que ya estaba. Y solo me quedaban los recuerdos que habíamos vivido. Y me parecían tan pocos en tan poco tiempo...

Suspiré, abriendo los ojos para mirar aquel test de embarazo cuando mi corazón se detuvo por unos instantes.

2 líneas...

Las 2 líneas que significaban que era positivo, que estaba embarazada de Zev y esa criatura nunca conocería a su padre. Con las manos aún más temblorosas, dejé a un lado el test y me senté en el suelo, abrazándome a mí misma.

Debía de ser una noticia positiva, más porque iba a ser madre con la persona que amaba... Pero todo lo que había pasado en los últimos meses, lo de Ginevra... Mi Zev...

Cerré los ojos cuando alguien tocó la puerta y lo último que quería era enfrentarme a otra persona lamentándose por lo que había pasado y dándome el pésame. Lo último que quería era eso, joder.

Y estaba bastante antipática cada vez que me hablaban del tema.

—¿Que? —pregunté con una voz bastante gruñona, tratando de evitar que las lágrimas salieran en ese momento.

—Soy la más guapa de Bulgaria, así que entraré y me da igual que no estés lista —respondió Delia, quien me había estado soportando mi malhumor desde aquel jodido día.

Sin mirarla a los ojos escuché la puerta del baño chirriar mientras se abría y el sonido de unos tacones de lo más puntiagudos posibles. Ni siquiera miré sus tacones, pero sabía que estaba vestida de negro.

No dije nada, tampoco dejé de ser una borde, pero volví a escuchar esos tacones acercándose al lavamanos del baño donde había dejado el test que ella misma me había comprado.

—¿Has terminado de hacer las maletas? —cuestionó Delia y yo solo asentí—. Luna y Benjamin vendrán a buscarte en 2 horas. Viajaréis en furgoneta durante 1 semana hasta llegar a Kansas, el avión no es seguro aún mientras sea reciente lo de las Smirnov.

Volví asentir mientras continuaba mirando el suelo como si fuese lo más interesante que hubiese visto en mi vida.

Fue ahí cuando Delia se puso de rodillas con aquellos taconazos demasiado enormes y que caminaba como si fuese lo más sencillo del mundo y tomó mis rodillas mientras el sonido de los pájaros fuera de la cabaña continuaba escuchándose. Era como si la vida siguiera a pesar de todo lo malo, y así era, pero yo no quería escuchar nada alegre durante mucho tiempo. No lo soportaba en ese momento y me hacía sentir mal. Tan solo quería ponerme los auriculares y poner la música lo más alta posible para no escuchar todo aquello.

—¿Como fue el entierro? —pregunté con una voz algo baja, como si estuviese apunto de quebrarme.

—Ginevra se enterró junto a Sally y... Zev... Está cerca de sus madres.

Fue escuchar aquello y, por primera vez, las lágrimas empezaron a salir y carraspeé mientras que Delia seguía teniendo sus manos sobre mis rodillas.

—El muy engreído me deja embarazada y se muere —respondí enfadada y Delia tan solo negó con la cabeza.

—Ahora tienes que preocuparte por Angela, Rocky y ese bebé, Olivia.

No respondí.

Quería estar allí con ellos, con todos ellos, pero supuestamente debía hacerme pasar por alguien que estaba muerta. Supuestamente estaba muerta ante los ojos de las demás familias. Incluso había salido la noticia en televisión, la foto de Zev y mía. Di gracias a que Angela no sabía absolutamente nada ya que Delia había estado hablando con los cuidadores del rancho durante todos estos días para mantenerla alejada de la televisión y Kansas era un lugar donde se podía pasar muy desapercibido.

Suspiré mientras la rabia me comía por dentro por desear poder estar allí, despedirme de ambos.

—Ahora eres la tutora legal de Angela y vas a ser madre. Marta te ayudará en todo ese progreso y estará siempre a tu lado junto con Oliver —susurró.

—Pero lo que quiero nadie me lo devolverá —susurré refiriéndome a Zev.

Delia asintió y luego dijo;

—Nada es fácil en esta vida... Pero date tiempo. No vas a estar sola nunca.

Me quedé callada unos largos minutos para luego mirarla a los ojos, hacia aquel maquillaje que tanto solía ponerse Delia y le pregunté;

—¿A Zev le hubiese gustado la noticia del bebé?

Delia sonrió y dijo;

—Estaría comprando ya la cuna.

Reí delicadamente mientras que Delia me abrazaba con cariño mientras que yo aceptaba aquel abrazo. Fue largo aunque no supe por cuanto tiempo estuvimos así. Solo supe que quería que el tiempo pasara y que este dolor, esta agonía que sentía, empezara a desaparecer.

—Acaba tus estudios, vende tus cuadros, sigue pintando y haciendo arte, pon una galería... Pero vive la vida. Ahora eres libre. Nunca lo has sido, Olivia... —murmuró. —Ni cuando vivías con tus padres lo eras porque incluso sin tu saberlo, las Smirnov te buscaban. Pero ahora muerta la matriarca, nadie te buscará. Pasarán meses antes de que notes realmente esa libertad y ese peso que te has quitado de encima.

Y, mientras escuchaba eso, no pude evitar preguntarle;

—¿Por que lo hizo?

Delia, con un rostro de desconcierto, cuestionó;

—¿Quien?

—Zev. —Me apresuré en responder. —¿Por que hizo eso aún teniendo ventaja?

Delia no me contestó, tan solo sacudió sus hombros.

Me ayudó a levantarme del suelo con pesadez. Una vez de pie, miré el test que seguía descansando sobre el lavamanos y toqué mi vientre aun plano. Todo era tan reciente y ahora iba a ser madre y viuda. Apreté la mandíbula mientras que Delia me decía;

—Zev siempre te ha amado. Aunque lo hiciera de una manera especial... La primera vez que lo vi en persona fue cuando fui a la mansión Grimaldi para ayudar en tu búsqueda y tenías que verlo totalmente angustiado y mal —murmuró de aquella manera—. Siempre te demostró por gestos que sentía por ti... No lo olvides nunca, Olivia. Recuerda esta conversación en el futuro.

Aquello me dejó dudosa.

—¿No volveré a verte ni a ti ni a Nikola?

Delia suspiró mientras abría el baño y salíamos hacia mi cuarto.

Sunam estaba en su escritorio, escribiendo a mano y nos miró a ambas unos segundos mientras que Delia le decía con la mirada que no se preocupase. Cuando entremos a mi cuarto y ella cerró la puerta, vio las maletas y mis materiales de dibujo ahí, en el suelo.

Y aquello me desarmó, porque no dejé de pensar en el día que él tomó por primera vez aquellos materiales de dibujo y los tiró al suelo como saco de basura y me enfadé con él... Daría lo que fuese por volver a repetir ese momento.

—Nikola y yo volveremos a Bulgaria después de asegurarnos que las familias de aquí crean que estás muerta. Una vez allí volveremos a nuestra vida normal —respondió. —Pero si la vida es larga, cualquiera sabe si volveríamos a vernos, Olivia. Pero tendrás noticias nuestras mediante carta. Te daré una serie de pautas y reglas para que puedas recibir esas cartas sin que nadie sospeche —aclaró.

Me senté en mi cama y luego toqué los anillos que descansaban en mi dedo anular. Sin poder evitar pensar en Zev cada segundo de mi maldito tiempo.

—Estaré por aquí cuando te venga a buscar Luna y Benjamin, pero creo que necesitas ahora tu espacio antes de compartirlo con 2 personas durante días en un largo viaje.

Y antes de que ella se marchase de mi cuarto, le dije;

—Delia.

Ella se giró para mirarme, esperando que le dijese algo más.

—Gracias por todo.

Ella sonrió, guiñándome un ojo cuando se quedó dudosa al tratar de salir de mi cuarto. Volvió a girarse y me contestó;

—Todo a su debido tiempo, Olivia. Tu tan solo haz lo que te he dicho. Vive tu vida y continúa con tu carrera... Sé que tienes ese anillo que te heredó tu padre. Utilízalo para lo que necesites —respondió. —El tiempo te dará las respuestas que te hagan falta...

Asentí cuando vi que cerró la puerta y me quedé totalmente sola con mis pensamientos en ese instante. Y por primera vez, me derrumbé por completo por no volver a Zev.

🪩

El sol se alzaba perezosamente sobre el horizonte, tiñendo el cielo de tonos rosados y anaranjados que parecían burlarse de mi dolor. Salí de la cabaña con pasos pesados, como si mis pies estuvieran creados de plomo. Habían pasado dos semanas desde que mi mundo se había hecho añicos, pero el tiempo parecía haberse detenido para mí.

Apenas unas horas antes, habían enterrado a Zev, mi marido, mi alma gemela. Y yo, atrapada en esta farsa de muerte, no pude estar presente para despedirme. El pensamiento me carcomía por dentro como un ácido.

Luna apareció a mi lado, su brazo en cabestrillo recordándome del infierno que habíamos vivido. Su presencia era como un bálsamo, silencioso pero reconfortante. Me ayudó a bajar los escalones de la cabaña, sus movimientos cuidadosos y medidos.

Benjamin estaba junto a la furgoneta, cargando las últimas maletas. Nuestro hogar temporal sobre ruedas para los próximos días. El viaje por carretera hasta Kansas sería largo, pero era nuestra única opción segura. El cielo, antes mi aliado, ahora se había convertido en un peligro potencial.

Delia, Nikola e Ian estaban allí, sus rostros una mezcla de preocupación y tristeza. Verlos me provocó una punzada de dolor. Eran un recordatorio de todo lo que estaba dejando atrás, de la vida que había construido y que ahora se desmoronaba como un castillo de naipes.

La familia que había creado.

El sonido de los pájaros continuaba martirizándome la cabeza. Quería gritar, llorar, desgarrarme el pecho para liberar el dolor que me ahogaba, pero las lágrimas se negaban a brotar, aunque estuve como 1 hora sin parar de hacerlo hacía un rato y juré que se me notaba por mis ojos hinchados y por la mirada de pena que todos me dedicaban.

Coloqué mis manos sobre mi vientre donde una vida crecía dentro de mí, un pequeño milagro en medio de tanto caos y destrucción. Pero ese conocimiento, en lugar de alegrarme, solo añadía peso a mi ya sobrecargado corazón.

Sabía que necesitaba tiempo, porque era una noticia estupenda, pero habían pasado tantas cosas malas, que dolía en ese instante. Solo en ese instante.

Me acerqué a Delia, la única que conocía mi secreto, fundiéndonos en un abrazo, y ella me susurró al oído;

—Tu secreto está a salvo conmigo. Cuando estés lista para compartirlo, tu tan solo dímelo del método que te dije. —Sus palabras eran como un ancla en medio de la tormenta, ofreciéndome un pequeño consuelo.

Nikola fue el siguiente. Siempre distante y frío, pero en ese momento, vi un destello de comprensión en sus ojos. Me abrazó, su cuerpo rígido relajándose por un instante.

—Zev siempre te amó —murmuró, su voz apenas audible. Esas palabras, tan simples y a la vez tan poderosas, abrieron una grieta en mi armadura emocional.

Otra vez...

Iba a derrumbarme como siguieran diciéndome algo más sobre Zev o Ginevra.

Ian me esperaba, sus ojos llenos de una tristeza que reflejaba la mía.

Todos habían podido estar en el entierro, menos yo... Exceptuando yo, su propia esposa.

—Nunca había visto a Zev enamorado —respondió con una voz ronca por la emoción—. Hasta que apareció en la comisaría aquel día, suplicándome que lo ayudara a encontrarte después del secuestro. —Su confesión fue como un puñal en mi corazón, recordándome todo lo que había perdido.

No sigan, por favor...

Sunam, mi entrenador, me dio un último abrazo. Su fuerza silenciosa había sido mi apoyo durante tantos momentos difíciles, y ahora, en este momento de despedida, sentí que me transmitía toda esa fuerza para el camino que tenía por delante.

Di gracias que no me dijese nada, también era cierto que me entendía y me conocía y sabía que como siguieran acabaría derrumbándome en ese momento como si nada.

Subí a la furgoneta, pero antes de cerrar la puerta, eché una última mirada a mis compañeros, a mi familia elegida. Sabía que pasaría mucho tiempo antes de volver a verlos, si es que alguna vez lo hacía. La cabaña, que había sido nuestro refugio, ahora parecía un monumento a todo lo que habíamos perdido.

Benjamin puso en marcha el vehículo, y nos alejamos en dirección contraria a Chicago. Kansas, el rancho, una nueva vida. Luna se sentó a mi lado.

—Olivia —comenzó Luna, cargada de remordimiento—. Necesito disculparme. Te mentí, te oculté que era policía. Mi misión era sacar a la luz los trapos sucios de Giulio y los Rinaldi, pero todo se complicó con las Smirnov—. Hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Y luego... Luego empecé a sentir un lazo de amistad contigo. Ya no era solo una misión, eras mi amiga.

La miré, viendo la sinceridad en sus ojos.

—Voy a estar a tu lado en Kansas —continuó. —He dejado todo atrás. Me compré una casa allí, no muy lejos del rancho, en un pueblo cercano. No estarás sola.

Quería agradecerle, decirle que entendía, que no la culpaba. Pero las palabras se atascaban en mi garganta.

—No es tu culpa, Luna —logré decir finalmente—. Era tu trabajo y te agradezco todo lo que has hecho. Pero ahora... Ahora no puedo hablar de esto. No puedo hablar de... —Me rompí, dejando de hablar y Luna lo comprendió.

Luna asintió, entendiendo, tomando mi mano para darme fuerzas y el resto del viaje transcurrió en un silencio cómodo, cada una perdida en sus propios pensamientos.

Los días pasaron como en un sueño nebuloso. El paisaje cambiaba fuera de las ventanas de la furgoneta, pero yo apenas lo notaba. Mi mente estaba atrapada en un bucle interminable de recuerdos y preguntas sin respuesta.

Finalmente, llegamos al rancho.

Benjamin nos ayudó a Luna y a mí a bajar el equipaje frente a la entrada. Luna, que se quedaría en Kansas pero no en el rancho, se despidió de Benjamin con un abrazo cariñoso.

—¿Qué harás ahora? —le pregunté a Benjamin apenas en un susurro.

Él me miró con unos ojos llenos de una determinación que no había visto antes.

—Lo que hace tiempo que tenía que hacer —respondió enigmáticamente.

Sin que Luna pudiera escucharnos, me acerqué más a él.

—¿Es por la hija de las Smirnov? —pregunté en voz baja, recordando a la mujer que me había ayudado a escapar. Benjamin asintió, confirmando mis sospechas.

Luna se despidió de Benjamin con otro abrazo, y luego vimos cómo se alejaba en la furgoneta, llevándose consigo otro pedazo de nuestra vida anterior.

—¿Qué ha pasado con Ian? —le pregunté a Luna, notando la tristeza en sus ojos cuando mencioné su nombre.

Ella suspiró, mirando hacia el horizonte.

—Necesito tiempo —respondió. —Tiempo para descubrirme a mí misma, sin ser policía. Estar al lado de otro policía no me ayudaría ahora. —Hizo una pausa, y vi un destello de emoción en sus ojos—. Pero lo amo. Estoy enamorada de él e Ian lo entiende. Es... complicado.

Asentí, comprendiendo perfectamente lo complicado que podía ser el amor.

Entramos al rancho, y allí estaban Marta y Oliver, los cuidadores, esperándonos. Habían estado cuidando de Angela como si fueran sus abuelos, y la gratitud que sentí hacia ellos en ese momento fue abrumadora.

Marta me abrazó con fuerza, y sentí cómo su mano rozaba mi vientre discretamente.

—Te vamos a ayudar en todo —susurró al oído.

Oliver asintió, repitiendo la promesa de su esposa.

—¿Angela lo sabe? —pregunté de lo único que me preocupaba en ese momento—. ¿Sabe lo de su hermano?

Ambos negaron con la cabeza.

—No —respondió Marta suavemente—. No se lo hemos dicho.

De repente, un ladrido familiar rompió el silencio. Rocky, mi fiel amigo, mi familia por el que me ha acompañado tantos años, apareció corriendo, su cola moviéndose frenéticamente de alegría al verme. Me arrodillé para abrazarlo, sintiendo cómo su pelaje suave y su amor incondicional me reconfortaban.

—Te he echado tanto de menos, Rocky —respondí mientras él ladraba en mi rostro y sonreí, por fin sonreí después de tantos días triste, pero no por mucho tiempo.

Porque el recordatorio constante estaba ahí de que Zev no volvería a verlo ni a escuchar su voz.

Y entonces, como un rayo de sol atravesando las nubes más oscuras, escuché la voz de ella.

—¡Olivia! —gritó una Angela llena de alegría y emoción.

La vi corriendo hacia mí, su cabello oscuro ondeando detrás de ella, sus ojos brillantes de felicidad. En ese momento, todo lo demás desapareció. El dolor, la pérdida, el miedo, todo se desvaneció ante la visión de ella que tanto significaba para mí.

Abrí mis brazos y ella se lanzó hacia mí. La abracé con fuerza, sintiendo cómo sus pequeños brazos se aferraban a mi cuello. Su risa, tan natural, fue como un bálsamo para mi alma herida.

En ese abrazo, en ese momento perfecto, sentí que tal vez, solo tal vez, podría encontrar la fuerza para seguir adelante. El futuro era incierto, lleno de desafíos y peligros. Pero mientras sostenía a Angela en mis brazos, con el sol de Kansas sobre mi piel y el aroma familiar del rancho a mi alrededor, sentí un destello de esperanza.

La vida continuaba, a pesar del dolor y la pérdida. Y yo, Olivia Lara, tendría que encontrar la manera de continuar con ella. Por mi familia, por mis amigos, por Zev y por mí misma.

Sobre todo, por mi misma.


***

Aquí tenéis un nuevo capítulo de SHADOWS.

El sábado subiré el último capítulo de esta historia y el próximo sábado subiré el epílogo :(

¿Que les ha parecido?

El sábado es un capítulo muy importante.

Nos leemos el sábado

Patri García

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro