U N O | D E S E S P E R A C I Ó N 🪩
***ESTA ES LA SEGUNDA NOVELA DE LA SAGA "DARK STORM". PARA ENTENDER ESTA HACE FALTA LEERSE EL PRIMER LIBRO TITULADO "TEMPEST".***
«Tenía que encontrarla cuanto antes. Conocía bien todo esto y sabía que cuantos más días pasara desaparecida, menos posibilidades había de encontrarla sana y salva»
Zev Grimaldi.
ZEV GRIMALDI
Remangué las mangas de mi camisa azul manchadas mientras observaba los mejores vinos y cervezas que escondía en la bóveda de mi discoteca y que solo conocían este sitio mis guardaespaldas y yo.
Suspirando mientras me limpiaba las manos de sangre con un pañuelo blanco observé un vino, justo la marca del vino que tomamos Olivia y yo en nuestra primera cita, donde el gilipollas de su ex estaba estorbando. Un fuerte dolor en el pecho me hizo recordar que ella ya no estaba, no sabía nada de ella, que me había comportado como un completo capullo con ella y, que encima, no tenía pistas de donde mierda se encontraba Mattia. Porque tenía que ser él quien se la llevó.
Enfadado con todo el mundo, me giré y caminé hacia el hombre que estaba sentado en la silla, con la camiseta rota, lleno de sangre, golpes y cortes y, aun así, el muy cabrón era capaz de sonreírme y burlarse de mi.
—Con lo buena que está su esposa seguro que ya se estará acostando con otro —contestó petulante y me dirigí hacia él, propinándole un gancho de derecha y haciendo que terminase por escupir más sangre.
Esperé a que él me dijese algo, pero solo sonrió con sus dientes, algunos ya rotos y otros manchados de ese color tan vivo y oscuro, para luego decirme;
—Quizás lo haga yo cuando salga de aquí.
Traté de controlarme y mantenerlo vivo durante las próximas 2 horas hasta que el muy estúpido pudiese contarme sobre el paradero de mi esposa. Con mi mano izquierda, lo sujeté de su mentón clavando mis uñas y dije;
—¿Donde está? Sé que el capullo de tu jefe la tiene. Dime donde y te dejaré ir.
Él rió, negando por ello.
—Si te crees que me voy a tragar que me vas a dejar ir de rositas, estás muy equivocado.
Cabreado, miré a uno de mis guardaespaldas para hacerle una seña sobre lo que íbamos a hacerle a continuación a ese hombre y amos se fueron a una de las esquinas para arrastrar una mesa algo pesada.
—¿Que? ¿Vas a hacerme ahogo simulado? Estás pasado de moda, Grimaldi —murmuró el matón más importante que Mattia tenía y continuó—. Mattia con tu esposa y tu perdiendo el tiempo conmigo.
Empezó a reírse de mi mientras yo subía las mangas de mi camisa ya remangada, colocaba unos guantes gordos protectores y les hice una seña para que acostasen un poco a ese cabrón que tenía frente a mi y dije;
—Espero que no tengas problemas crónicos y aguantes un poco... Siempre que quieras decirme ahora donde está y prefieras no tener que soportar esto —contesté.
Y él, con la sonrisa ensangrentada, escupió;
—Tu querida Olivia puede chup...
Tomé ambos aparatos, encendiendo el generador a una fuerza lo suficiente para que ese hombre la aguantase hasta cuando yo lo dijese y haciendo que uno de mis guardaespaldas le pusiera una toalla mojada, pasé cada aparato por cada lado de su cabeza y dejé que la electricidad hiciera lo siguiente, consiguiendo que él gritase, mientras su pecho de movía con fuerza mientras que el humo empezaba a salirle de cada aparato donde lo tenía en su cabeza.
Me alejé, viendo como mi guardaespaldas quitaba la toalla y el hombre herido me miraba asustado, sin esperarse aquello.
—¿Ya recuperaste la memoria, capullo? —Pregunté con asco mientras el hombre apenas era capaz de hablar—. Tienes 3 segundos para decirme donde está ella.
Él trató de hablar, pero los 3 segundos se fueron.
—Pónselo otra vez —dije, escuchando que el hombre gritaba diciendo "no".
Volví a colocar cada aparato en su cabeza y dándole fuertes descargas eléctricas que le hicieron gritar de angustia mientras aguantaba más con ellas, haciendo que él estuviese desesperado y el humo continuase con más fuerza.
Me separé nuevamente y dije;
—¿Ahora?
El hombre carraspeó, angustiado y no dijo nada.
—Otra vez.
—¡Espera! ¡Espera! —Gritó desesperado, quitándose de encima las bromas estúpidas que tenía y que me estaban haciendo perder los nervios. —Yo... No sé donde está ella...
—Creo que necesitas más descargas para recordar.
Hice una seña, pero el hombre volvió a gritar.
—¡Es verdad! ¡No lo sé! Pero... Yo solo conducía el coche. Había un hombre conmigo que me acompañó e hizo todo el trabajo sucio —contestó desesperado.
Arrugando la frente, le animé a seguir;
—Continúa.
El hombre, con lágrimas en los ojos y sin saber que más hacer, miró a ambos guardaespaldas y luego a mí. El ambiente oscuro con tan solo una luz amarilla sobre nosotros para ver bien a nuestro nuevo "amigo" era lo único que nos iluminaba.
La bóveda estaba llena de alcohol, pero aquí habíamos tenido muchas reuniones y hasta había una mesa para jugar al póker que hacía meses que no usaba. Hacía meses que no entraba a esta bóveda, desde que había conocido a Olivia.
Suspiré y él dijo;
—Yo solo lo llevé a la universidad, fue mandado por Mattia y él hizo el resto. Una vez dentro, ella estaba inconsciente, como si le hubiese dado un líquido para oler o alguna mierda de esa... Él me sacó un arma en mitad de la nada y me obligó a bajar, después de eso solo recibí el dinero del encargo y no supe nada más —murmuró tembloroso por las descargas.
Asentí por lo que me estaba diciendo y, por la mirada llena de terror, sabía que me estaba diciendo la verdad.
—¿Quien era ese tío?
Él se quedó unos largos segundos callado y murmuró;
—No te gustará nada saberlo.
Me acerqué a él, quitándome uno de los guantes y clavando mis uñas nuevamente en su mentón.
—Dímelo —contesté con una voz bruta y amenazante.
Y entonces él dijo;
—Tu asesor; Edward Taylor. Él fue quien se la entregó a Mattia Mancini —contestó.
Aquello me hizo quedarme asombrado por lo que acababa de descubrir y, por alguna extraña razón, no me sorprendía. Más por lo desesperado que él resultaba para casarme con la única hija de Alonzo Rinaldi. Por lo mal que trataba a Olivia, por el deseo de que no era correcto que yo me casara con ella. Sin comprender porque trabajaría con Mattia y por lo estúpido de no caer antes para saber que era él, me alejé de ellos y saqué mi móvil.
—Señor, ¿que hacemos con él?
Antes de abrir la puerta de la bóveda, me giré y miré a mis guardaespaldas para decirles;
—Acabad con su sufrimiento.
Cuando abrí la puerta, sonó un ruido, y luego cerré la puerta para marcharme de allí y continuar buscándola. Y si había que romper todas las reglas inimaginables, lo haría por encontrarla.
🪩
Desde hacía 6 días trataba de buscarla, de encontrar a mi esposa, dejarla a salvo en un lugar seguro y asegurarme de que se encontraba bien. Pero no había nada, ninguna prueba, nada que me dijese que siguiera en este mundo. Era como si se la hubiese tragado la misma tierra y desaparecido sin dejar rastro.
No podía creerme que esto estuviese pasando, aunque estaba preparado para lo peor.
Sabía que todos mis enemigos harían lo imposible para poder fastidiarme, vengarse por todas las cosas que les había hecho. Giulio no paraba de advertírmelo, que tuviese mucho cuidado y que posiblemente ocurriría algo así. Pero no le hice caso. Creí que estaría a salvo con guardaespaldas, conmigo, con los Grimaldi. Pero en un despiste todo se fue a la mierda.
Y la culpa no la tenían ni Luna ni Benjamin, la culpa era mía por comportarme como un estúpido con ella y no asegurarme de que estaba más a salvo.
Llevaba días buscando a Hayley, quien no había dejado ni rastro después de la desaparición de mi mujer en la biblioteca de la universidad. Sabía muy bien que tenía algo que ver, y eso era lo que me estaba haciendo rebanar los sesos para comprender porque mierda le haría eso a su amiga Olivia. No podía caberme nada en la cabeza y por más que buscase explicación, por más que intentase encontrar un motivo aparente, lo único que conseguía era decaerme más y atascarme por no saber encontrarla a tiempo.
Una llamada de mi móvil sonó y contesté enseguida.
—Grimaldi.
—Jefe, hemos ido a la empresa de su asesor y a su casa; están completamente vacías. Parece que se ha largado nada más concluir el trabajo —respondió uno de ellos.
Mis manos se apretaron demasiado y observé el anillo de boda que Olivia me había puesto aquel día, el día de nuestra boda y que no me había quitado para nada desde entonces.
Deseé encontrar yo mismo a Edward y matarlo lentamente, escuchar sus huesos romperse mientras yo disfrutaba viendo como sufría y se retorcía bajo mi autoría. Pero debía mantenerme calmado, por ahora, por ella.
—Hay que encontrarla, aunque hayan que saltarse todas las leyes posibles. Y ese hombre no ha podido desaparecer sin más. Seguro que tiene que estar escondido en algún sitio de Chicago... —murmuré.
—Continuaremos buscando, jefe.
Colgué el teléfono mientras no paraba de dar vueltas en el salón de la mansión de mi padre, sin poder dejar de darle vueltas a todo lo que estaba viviendo.
No podía creerme aún que ella no estaba, que no escuchaba sus bromas, sus enfados y no podía ver sus mejillas sonrojadas por enojarse conmigo al provocarla. De todas las cosas que echaba de menos de ella, su compañía, sus ojos... Todo era lo que necesitaba.
Necesitaba saber que había posibilidades. Un audio, una imagen, un vídeo que me dijese que todavía estaba viva, que lucharía por ella pasara lo que pasara. Y haría matar a todo aquel que tuviese que ver con todo aquello.
Enfadado, lancé mi móvil prehistórico a la pared, haciendo que no consiguiera romperse por lo duros que eran esos móviles, pero tan solo quería saber algo de ella... 6 malditos días sin saber su paradero, sin que nadie me diese una simple pista... Una...
—No te derrumbes, hijo. Estoy movilizando a todo el mundo para encontrarla. Hasta policías que pago para que hagan la lista gorda están buscándola —murmuró Giulio acercándose a mis espaldas.
Negué mientras me acercaba a la enorme chimenea que mi padre tenía en aquel salón y suspiré, apoyando un brazo allí mismo.
—Papá, sabes los peligros que corre Olivia si está en manos de Mattia... Y la peor pesadilla si está en manos de ese inútil de Alonzo... No sé que me aterra más —confesé y necesité irme directo hacia donde se encontraba Alonzo y encararme con él.
Y si hacia falta, volarle los sesos.
Giulio colocó la mano sobre mi hombro y dijo;
—Por mucho que te muevas ahora no conseguirás nada. Llevas noches saliendo en coche por todos los rincones de Chicago buscándola. Pero cansado no conseguirás nada... Alonzo no te abrirá la puerta de la mansión y menos después de lo que pasó cuando lo amenazaste la última vez.
—Pero si tiene derecho a presentarse en mi boda y hacerle eso a Olivia, ¿verdad? —Escupí con rabia.
Giulio negó y habló;
—Sabes como es este negocio y los peligros que hay... Mattia pagará por ello y si Alonzo también está metido dentro, te prometo que sufrirá las consecuencias. —Giulio me apretó el hombro con delicadeza y luego empezó a girarse.
Me quedé solo, mirando dicha chimenea mientras mi padre caminaba por el salón hasta llegar a la puerta, donde estaba el vestíbulo principal.
Lo observé unos segundos para luego observar dicha chimenea que daba calor en aquella noche fría de diciembre. Lo que me preocupaba más por el bienestar de ella, quien podría estar pasando frío, hambre, podría estar sufriendo por el cabrón que la ha secuestrado o a saber que cosas desagradables le estarán haciendo...
Aquello me envenenaba cada vez más y más, lo que no me ayudaba a las ganas de hacerle una visita sorpresa a Alonzo Rinaldi.
—Zev, mañana es otro día. Trata de descansar y despiértate temprano. Estás echo una mierda, se te nota en la cara que llevas días sin dormir—susurró mirándome. —Mañana hay mucho trabajo que hacer y tenemos que atender visitas.
—¿Que tiene que ver esto con Olivia? No pienso estar atendiendo a nadie a no ser que me de pistas sobre mi esposa —respondí borde.
Y mi padre sonrió.
—No hagas esperar a las visitas.
Y se marchó a su despacho, donde empezaba a pensar que comía y dormía allí mismo.
Observé unos segundos más las llamas de la chimenea, recogí el móvil irrompible y luego subí las escaleras decaído, llegando a mi cuarto, pero sin poder evitar mirar el cuarto de Olivia, que estaba frente al mío. Quise entrar, pero sabía que me iba a doler mucho más si abría aquella puerta, la cual estaba sin abrirse desde hacía mucho tiempo.
Me quedé quieto y luego entré en mi cuarto, cerrando la puerta para empezar a quitarme la ropa, desnudarme al completo y meterme en la ducha, dejando que el agua fría resbalase por mi piel. Suspiré, apoyando mi mano en la pared mientras el agua seguía resbalándose por mi desnudez.
Las dudas me invadieron, el temor de que ella le ocurriese algo fue peor, el miedo a que ella estuviese muerta no me dejaba dormir... Pero lo peor de todo, era pensar en que la estarían torturando y no podía hacer nada para evitarlo, porque ni siquiera sabía donde estaba.
Cerré los ojos con fuerza mientras cerraba el puño y, sin poder aguantar ni un segundo más, empecé a pegar con fuerza la pared del baño. Una, dos, tres, cuatro... Perdí la cuenta en el quinto cuando los nudillos de mi mano derecha ya apenas la notaba, hasta que paré, aguantando todo lo que podía en esconder mis sentimientos, pero no podía evitarlo...
No podía dejar de pensar en otra cosa y las lágrimas amenazaban por salir de la desesperación, del no poder hacer nada. Pero llorar no me servía, llorar no iba a salvarla a ella. Debía de ser fuerte por los 2, sobre todo por ella.
Cuando abrí los ojos vi como mi puño estaba lleno de sangre y la pared también. Me había hecho daño pegando la pared, pero me daba igual. Olivia estaba sufriendo mucho más e iba a hacer lo que fuera necesario para salvarla.
Apagando el grifo, secándome con una toalla, me curé como pude el puño, limpiando la sangre y colocando una venda. Me acerqué al espejo, quitando con una mano la humedad y me miré.
Si, Giulio tenía razón. Estaba echo una maldita mierda, con ojeras, ojos decaídos y mi aspecto parecía el de una persona llena de tristeza. Negué, prometiéndole a Olivia que la salvaría, que la encontraría costase lo que costase.
Tras secarme y vestirme, salí del baño y me senté en la cama, observando el suelo mientras esperaba cualquier llamada que me hiciera salir corriendo de aquella maldita mansión que me recordaba todo a ella. Debía salvarla e iba a hacer todo lo posible por ello, aunque me costase la vida en ello.
—¿Cuando volverá Oli? —cuestionó la voz de mi hermana, la cual había abierto la puerta sin darme cuenta.
Miré a Angela, quien estaba en medio de la puerta, con rostro asustadizo.
Obviamente, no le habíamos dicho que le había pasado a Olivia realmente. No quería que sufriera como estábamos haciéndolo todos. Pero Angela no era tonta y nos escuchaba, me veía a mí mal. Sabía que Olivia no estaba, pero yo solo podía decirle que se había tenido que ir unos días por temas de seguridad. Al menos, hasta que pudiese decirle poco a poco la realidad.
Pero Angela y la mirada que me estaba dando, me hacía pensar que sabía algo más.
—No lo sé, princesa... Pero volverá.
Angela se abrazó a sí misma y luego entró a mi cuarto, sentándose a mi lado. Sabía que tenía que tener el peor rostro del mundo y que Olivia no se había ido por cuenta propia... Angela era una Grimaldi y a pesar de todo, sabía mucho más que nadie.
—No me estás contando la verdad. —Angela y el tono de enfado que tenía era obvio que estaba enojada conmigo.
—¿Por que dices eso? —susurré, pero hablar de aquel tema me dolía mucho más.
Angela siguió mirándome, como si buscase paz, tranquilidad y seguía mirándome mientras buscaba respuestas tras mis ojos.
—Porque Olivia me prometió que no se marcharía nunca —contestó.
¿Como abordaba un tema tan doloroso? Recordé cuando falleció mi perro por una enfermedad y me costó poder decirle a mi hermana la realidad. Como también la fatídica muerte de nuestra madre, nunca le dije nada sobre como murió, pero contárselo... También fue difícil, pero con el paso de los años se lo fui diciendo, pero nunca le dije del todo lo que sucedió con nuestra madre. Ahora... Ahora todo era mucho más difícil.
Traté de pensar como decirle todo aquello, pero costaba y no encontraba las palabras idóneas.
—No sabes dónde está, ¿verdad? Los malos si lo saben y no la puedes encontrar —contestó ya con lágrimas en los ojos y aquello me hizo ver que ya lo sabía porque nos había escuchado.
Sin más, la abracé sin poder mediar ni una sola palabra de lo que me acababa de decir y Angela lloró en mi pecho mientras trataba de ser el fuerte en ese momento. Pero me fue muy difícil y mi mente no paraba de pensar en Olivia.
—Te prometo que la encontraré, ¿vale? Olivia volverá a darte las buenas noches y seremos una familia.
—Tienes que prometérmelo como ya sabes —murmuró limpiándose las lágrimas con su mano.
Estiré mi dedo meñique y ella el suyo. Juntamos nuestros dedos y le dije;
—Te prometo que Olivia volverá con nosotros.
Angela volvió a abrazarme con cariño y tras un largo rato, fue a su cuarto, ya que empezaba a quedarse dormida y era muy tarde para ella para estar despierta. La arropé y luego le di las buenas noches y marcharme al pasillo tras asegurarme de que esta vez mi hermana se quedase dormida.
Empecé a caminar hacia el pasillo hasta que vi a Rocky sentado, mirando la puerta de Olivia con la cabeza gacha.
Suspiré, porque no quería entrar a ese cuarto, pero Rocky parecía que deseaba entrar. Saqué la llave del cuarto de ella y le abrí la puerta. Rocky entró corriendo como una exhalación hacia el cuarto de Olivia, el cual todavía tenía cuadros por su cuarto, que aún no se había llevado a nuestro piso y, con las manos en los bolsillos, miré todo aquello.
Rocky subió a la cama y se acostó triste, con las orejas agachadas y un rostro de lo más afligido.
El olor de Olivia me inundó por completo las fosas nasales y en la pared vi pegada el dibujo que Angela le había hecho a Olivia de los cuatro juntos en mi rancho. Sin poder marcharme de allí, cerré la puerta y caminé hacia la cama. Rocky estaba a los pies de la cama de ella y yo me acosté, colocando mi cabeza sobre las almohadas y tomé una. El olor de ella seguía ahí y ya era imposible poder marcharme de allí.
—Lo sé, yo también la echo mucho de menos, Rocky —murmuré.
Rocky subió hasta donde yo me encontraba y colocó su cabeza, decaído, sobre mi estómago mientras observaba un punto fijo. Empecé a acariciarlo con cariño y le dije;
—Te prometo que Olivia volverá a tu lado.
Rocky hizo un pequeño sonido, pero nada más. Nos quedemos allí no se ni por cuanto tiempo, hasta que sé que me quedé dormido muy avanzada la noche por el cansancio acumulado y no paré de tener pesadillas y en todas ellas Olivia salía dañada.
🪩
Desperté sobre una cama distinta a la mía, pero su olor era lo que me hizo desear no levantarme de aquella cama y me sorprendí al ver que me había quedado dormido después de noches y noches en vela.
Rocky estaba arañando la puerta, deseando salir, mientras que yo todavía necesitaba entender donde me encontraba. Y la habitación de Olivia me hizo caer nuevamente en la realidad en la que estábamos viviendo. Y sabía que no podía perder más el tiempo.
Rocky me ladró con su increíble ladrido y me levanté. Le abrí la puerta y luego salió corriendo del cuarto hacia lo que supuse que se iría hacia los jardines de la mansión. Caminé hacia mi cuarto, me puse una ropa cómoda tras lavarme el rostro y prepararme y bajé las escaleras, tomando las llaves de mi coche para disponerme a encarar al cabrón de Alonzo Rinaldi. Y sabía exactamente donde se encontraba, en un mitin de partido donde, si hacía falta, le acabaría por apretar el gatillo para que aprendiese a no llevarse que no eran suyas y saber donde se encontraba Olivia.
Pero cuando acabé de bajar las escaleras, Lucas, el asesor de mi padre, se encontraba tan hervido como siempre, esperando a por mi y con la mirada seria. Aquel hombre siempre me había dado pena, más por la manera tan brutal de perder a su esposa y su única hija, quedándose solo en ese mundo.
De un día a otro aparecieron asesinadas y él nunca volvió a hacer el mismo. Siempre supe que él debía de sospechar quien había sido, pero nunca dijo nada. Como si realmente temiese a esa persona que asesinó a su familia.
Una vez traté de hablar con él sobre el tema, pero Lucas lo esquivó, diciéndome que era mejor que no supiera quien había sido realmente, porque odiaría mucho más a esa persona. Y la vida pondría en su sitio a cada persona que hizo cosas malas.
"Las personas recogen lo que siembran, señor Grimaldi. Si has cosechado cosas buenas, recogerás cosas buenas, pero al contrario..." —Recuerdo las palabras de ese hombre y sabía que él debía de odiar y mucho a esa persona que asesinó a su familia, pero en cambio, no buscaba venganza, sino paz interior.
Al ver que me interrumpía el paso, dije con mala cara;
—Tengo que irme a ver al señor Rinaldi. Dile a Giulio que no me espere —contesté.
—La visita le está esperando, señor —contestó.
—Mira, Lucas... No tengo tiempo para estar soportando visitas. Debo encontrar ya a Olivia.
Lucas, sin inmutarse, continuó mirándome y respondió con tono suave;
—La mafia búlgara está esperándolo. No hace falta que toque en la puerta. —Y con eso, se marchó hacia una de los miles de pasillos que habían en aquella mansión y se perdió de vista.
Mirando a Lucas, observé luego hacia el pasillo donde se encontraba el despacho de mi padre.
Un pequeño ventanal decoraba el final del pasillo y un cuadro de lo más antiguo se encontraba frente a la puerta de mi padre, colgado como siempre uno de esos cuadros que tanto le gustaban a mi padre.
Giulio Grimaldi, un hombre tan misterioso que nunca supe nada de su pasado, como si lo omitiese. Antes de conocer a mi madre no supe como era, ni como trabajaba. Pero había odio en él desde ese entonces, y me hacía preguntar que es lo que había ocurrido en el pasado para que todo aquello ocurriese.
Caminé hacia dicha puerta y la abrí sin apenas molestarme en tocar como me había dicho Lucas. Intrigado por quienes eran aquellos mafiosos búlgaros, entré. Pero lo que me encontré fue más que una sorpresa al ver que la familia Valkov y Marković, familiar rivales desde hace muchos años, se encontraban juntas, bajo el mismo techo, en esta misma mansión de una familia buen distinta de otro país, mirándome y esperando por mi.
Delia Marković, una de las principales líderes de aquella familia, sentada tan elegante como siempre, con su cabello envuelto en una enorme trenza rubia, con un vestido ceñido de color blanco y una mirada penetrante, sentada al lado del temible Nikola Valkov, enemigos desde la infancia. Desde tiempos inmemorables, Delia y Nikola se han intentado matar constantemente. No es una novedad que es un secreto a voces que son tan descarados que podría hasta atreverme a decir que hay una tensión sexual muy intensa entre ellos 2.
Si no la han consumido ya. Pero ni yo hubiese aguantado tanto con Olivia soportando aquella tensión sexual.
Al otro lado, un paciente líder de la familia Valkov, Stefan, con su bastón descansando en la silla, me observaba con cierta mirada de seriedad.
Pero el que más me miraba era mi padre, Giulio Grimaldi. Cabía destacar que había una silla libre y esperaban realmente que yo mismo me sentase, cuando ya había perdido horas en dormir para poder buscar a Olivia después de días sin pisar la mansión para poder encontrarla.
No iba a perder más mi tiempo si podía encontrarla.
—¿Que es esta mierda? —pregunté.
Cuando Giulio dijo;
—Así no se tratan a los invitados, hijo. Siéntate —contestó con mirada seria.
—Mi mujer está en peligro, a saber donde, y a saber que cosas le está pasando... No podéis ver, no tengo tiempo para charlas y tés asquerosos —escupí con enfado.
Fui a girarme, abriendo el pomo de la puerta, cuando Stefan Valkov habló;
—Estamos todos aquí por el mismo motivo; Olivia Lara.
Me quedé completamente quieto, sin poder moverme, sin poder decir ni una sola palabra. Cuando conseguí moverme, me giré para mirarlos y todos ellos me miraban, con seriedad, pero también con cierta pena por verme de aquella manera.
—Estás hecho una mierda, Grimaldi —dijo Delia tan enigmática como siempre. —Las mujeres me han hablado maravillas de ti, pero jamás pensé encontrarte de esta manera —bromeó, observándome de arriba abajo.
Nikola, con su coleta perfectamente hecha, me miró esperando cualquier movimiento y, de brazos cruzados, me apresuré;
—¿Que saben?
Giulio hizo un gesto para que pudiesen hablar y Nikola fue el primero en hablar;
—Estamos sentados aquí 2 familias que se odian a muerte... Pero estamos haciendo un gran esfuerzo uniéndonos solamente para encontrar a Olivia y que la misma rutina de siempre vuelva a su sitio.
—Es muy peligroso que Olivia no tenga familia y, que encima, esté a manos de una familia que no tenga ni una maldita idea de lo necesario que es Olivia para la tranquilidad de las otras mafias —contestó Stefan.
Negué sin comprender absolutamente nada y, cuando miré a Giulio, este me observaba callado.
Solo quería encontrar sana y salva a mi esposa, llevarla a nuestro piso y cuidarla hasta que estuviese a salvo. Unirnos, ser más que un equipo y trabajar juntos hasta encontrar la paz. Pero mientras siguiera sin saber ni siquiera donde se hallaba, todo iba a ser mucho más complicado de lo que me imaginaba.
Ignorando todo aquello, hablé con tono duro;
—Solo quiero encontrarla y hacer lo demás a todos aquellos que se hayan visto involucrados —contesté rabioso, con los puños apretados.
—Lo comprendemos —dijo Stefan. —Pero esto no es solo por la familia Mancini o los Rinaldi... Alguno de los 2 sabe dónde está, quizás ambas familias se han unido para ello... Pero esto no es solo por la ignorancia de ambas familias.
Sin entender absolutamente nada, pregunté;
—¿De que fastidio me hablas? —Ya empezaban a salirme las palabras italianas y tan solo quería marcharme para poder encontrarla.
Y Stefan volvió a hablar;
—Hablamos de la familia más poderosa y sanguinaria de todas las posibles en esta tierra, Grimaldi.
—Los Smirnov —concluyó Delia.
Y escuchar aquel apellido hizo que la sangre desapareciera de mi cuerpo en menos de 2 segundos.
Los Smirnov, la familia que más sangre ha derramado, la más dura, cruel, torturadora que ha existido jamás en esta vida. Las demás familias éramos ositos de peluches al lado de ellos. Pero... ¿Que tenían que ver ellos? Eran una familia rusa, siempre y cuando no nos metiéramos en su territorio, nada tendría que ocurrir.
No entendía ahora porque me lo estaban nombrando.
—¿Tu padre no te lo ha dicho? —preguntó Stefan, chasqueando la lengua.
Miré a mi padre unos largos segundos, antes de que Stefan se levantase y caminara por el despacho como si fuese suyo. Escuchándose el sonido del bastón chocando en el suelo, él se paró frente a la ventana y luego se giró para mirarnos.
—Si saben sobre la existencia de Olivia... Y lo sabrán ahora que es noticia... Olvídate de las reglas entre familias... Ellos solo buscan venganza y su objetivo es Olivia Lara. Y si tienen que destruir a cualquier otra familia que la proteja, lo hará con tal de hacerla desaparecer antes de que ella tenga descendencia —murmuró Stefan.
Me quedé helado, callado mientras que las demás personas observaban a Stefan y a mi como en un partido de tenis.
—Y si, te ayudaremos porque nos interesa que ella siga viva por motivos personales —concluyó Stefan.
Y con todo aquello, me quedé en aquel despacho sin hacer ni una sola pregunta, tan solo escuchando el plan que esas familias tenían en mente. Mientras que yo parecía estar en un sitio distinto tras saber que la familia más sanguinaria quería destruir lo que más amaba.
Y no lo permitiría.
***
Por fin tenemos el primer capítulo de esta segunda novela de la saga "DARK STORM".
Antes de hacer preguntas, quiero decirles que voy a cambiar el título de esta novela y le pondré, a partir de esta noche, SHADOWS. ¿Por qué? Considero que es mejor ese título que CAPTIVE, así que la portada y todo lo demás queda igual, pero el título lo cambiaré.
Bueno, ahora si, ¿que les ha parecido?
¿Que piensan ahora de Zev?
¿De Giulio?
¿Se esperaban lo del asesor de Zev?
¿Creen que Zev moverá cielo y tierra por Olivia?
¿Y Olivia? ¿Como creen que lo estará pasando o dónde estará?
¿Y Angela y Rocky?
Nos leemos el sábado :3
Patri García
**Capítulo dedicado a @YahairaLobo
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