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N U E V E | D E S T R U Y E N D O E L P A S A D O 🪩

«Iba a protegerla, fuera como fuese. Y si con ello tenía que romper alianzas, lo haría con gusto»

Zev Grimaldi.

ZEV GRIMALDI

Había pasado un mes después de salir de aquel hospital para poder cuidar a mi mujer en nuestro apartamento.

Un maldito mes viendo los efectos secundarios que aquel psicópata le había hecho a mi esposa y que lucharía porque volviese a ser la misma Olivia que había sido cuando me conoció. Si bien ya estaba mejor, ya empezaba a ir a la universidad desde hacía poco en aquel mes de enero, no paraba de mirar hacia atrás, en estar en alerta todo el día y en ser incapaz de salir a otro lado que no fuese nuestro hogar o la universidad.

Ahora me encontraba en la mansión Grimaldi. Había estado revolviendo en el cajón que Giulio guardaba bajo llave. Lo que no sabía es que había hecho una copia cuando él apenas era consciente.

Estaba enfadado con él.

Como siempre decía, Giulio no podía defraudarme más, porque ya lo había conseguido todo desde hacía años. Pero ahora era mucho peor, porque cuando él sabía que Angela estaría protegida, a salvo y mucho mejor acompañada en el apartamento de Chicago junto con Olivia y conmigo, él se empeñaba en decir que estaba mejor en esa maldita mansión.

Gracias a que Olivia quería que Rocky pasara más tiempo en la mansión con Angela para evitar que se sintiese sola, para que así estuviese acompañada gracias al perro de ella. Pero de igual manera...

Pero no solo con ello, más enfadado estaba cuando hacía poco decía que debíamos actuar como un matrimonio real, que quería que tuviésemos más cercanía y, ahora, se empeñaba en decir que nuestra relación acabaría en mayo, porque él lo decía. Que ni siquiera Olivia era de la familia, cuando más de la familia ya no podía ser.

Había algo que no me encajaba y conocía a Giulio. Era un gran actor disfrazado con su impecable sonrisa y sabía, ahora viendo el cambio de rumbo de todo, que su objetivo era que nos juntásemos, para luego separarnos. ¿Con que objetivo? No lo sabía, pero iba a proteger a mi esposa costase lo que costase.

Observando el informe tan repugnante que el detective privado de Giulio había hecho de mi esposa, estaba apoyado frente a la chimenea del enorme salón de la mansión, en uno de los innumerables cuartos que había en lugar.

La mañana estaba bastante avanzada y solo nos encontrábamos yo, Giulio por algún lugar de la mansión y los guardaespaldas de este.

Cuando escuché la voz de él caminando hacia mi.

—¿No tienes una esposa que proteger? —La voz tan brusca de Giulio sonó.

Ni siquiera lo miré, pero por el rabillo del ojo vi como se colocaba frente a la ventana con sus manos tras su espalda, observándome.

Sin dejar de mirar el informe donde ponía; Olivia Lara, sentí el calor de la chimenea mientras que Giulio no dejaba de mirarme.

—¿Esta es la única copia que tienes del informe de Olivia? —cuestioné.

Aunque sabía la respuesta, quería escucharlo según el tono de voz que ponía mi padre.

Si bien Giulio era un hombre con muchas caras, uno de sus mayores errores era no hacer copias de cosas importantes, como los informes de otras personas para saber a que se atenía para amenazarlos. Observando cada asqueroso folio, cada fotografía sacada sin ser notada mi esposa, miré a mi padre con la ceja elevada.

—¿Por que? —preguntó muy lentamente, como si no le gustase por donde iba.

Sonreí chulescamente a la vez que seguía escuchando como las llamas de la chimenea seguían moviéndose tranquilamente.

—No sé porque te empeñas en hacer solo una copia... Es el fallo más grande que tienes. —Clavando mis ojos sobre los de él, respondí. —Ese detective que conseguiste, ¿donde está?

También sabía la respuesta, pero quería saber según su expresión si sabía de que iba todo. Si sabía siquiera algo de todo lo que yo ya sabía.

—No lo sé. Hace meses que no hablo con él.

Y me lo creí. Cuando me mentía solía mostrar cierta sonrisa falsa que no me gustaba en lo absoluto.

Yo, en cambio, sabía donde estaba, descansando en una lápida después de tener un accidente de tráfico por ir tras una prueba. De eso hacía ya 2 meses.

Agitando el informe tan asqueroso de mi esposa, respondí;

—Odio estos informes. Conocer el pasado de una persona, cuando es algo privado.

Entonces, escuché como mi padre decía;

—¿Estás así por decirle a Olivia que acabaría vuestra relación en mayo?

Mi sonrisa se hizo más presente.

Lo único que estaba consiguiendo mi padre era dar más leña al fuego que tenía en el interior. Y lo último que quería era que hiciera daño a Olivia.

Hacía unos meses podría jurar que las únicas personas que me importaban eran 2; mi hermana y mi madre. Aunque mi madre ya no estuviese con nosotros. Pero desde ese entonces, Olivia se coló en mi vida y sabía que no volvería a salir nunca. Se había convertido en la tercera persona más importante en mi vida. Y todo lo malo que le ocurriese a ella, me lo harían a mi.

Por eso le dije;

—Nuestra relación no se va a acabar.

Escuché una risa amarga de Giulio Grimaldi mientras caminaba tranquilamente por el salón tan asquerosamente vistoso que tenía. Derrochando ese dinero en cosas materiales, como me había acostumbrado a hacer yo.

—Vaya... ¿Ahora es real? —ironizó.

—Si. Aunque te fastidie. Olivia y yo no nos vamos a divorciar porque tu lo digas —concluí.

Me quedé callado unos largos, muy largos segundos con el informe en la mano mientras no paraba de pensar en aquel día que él me enseñó aquel nefasto informe. Un informe que servía de amenaza en caso de que Olivia hiciera las cosas contrarias, en que decidiera irse a la policía o negarse a aceptar aquel "trabajo".

Yo me había opuesto, sabiendo todo aquello. Pero Giulio quiso disfrazarlo y aprovechó que ella estaba pasando un mal momento con su casero para poder jugar con ella. Se aprovechó de una mujer de 23 años simplemente para hacer sus negocios, de ahí a que Giulio y yo no tuviésemos nunca una buena relación.

Odié todo lo que leí ahí y no quería que nadie supiera lo que ocurrió aquella noche en Portugal. En las manos de Giulio esa información de pasado no iba a estar a salvo.

—¿Sigues teniendo negocios todavía con la asesina de Ginevra? —respondió vulgarmente Giulio.

—Si.

Y era cierto.

Si bien aún las cosas estaban tensas, le debía una muy grande a Ginevra y cada día que trabajaba con ella, sabía que no había sido capaz de hacerle aquello a mi madre.

—¿Eres idiota? Primero es la causante de la muerte de Sally y luego su hijo secuestra a Olivia... ¿Que cojones te pasa?

Negué rápidamente.

—Ella no fue la causante de la muerte de Sally.

—¿Y tu que sabes?

Apoyado en la chimenea, informe en mano, contesté;

—Porque cada día pienso que fue otra persona cercana a mi madre y Ginevra estoy muy seguro que no fue. Y en cuanto a Mattia... —Me quedé en silencio unos segundos para concluir. —Todos tenemos una oveja negra en la familia. No por ello te hace ser mala persona tener un hijo que es un psicópata.

Observé a Giulio sin dejar de mirarlo y tiré el informe a la chimenea, haciendo que se quemase rápido mientras Giulio gritaba;

—¡¿Estás loco?! ¡Es una maldita prueba si esa mujer nos delata!

Negué tranquilamente mientras las hojas de aquel informe se quemaban, desapareciendo rápidamente cualquier prueba de mi esposa.

—No lo hará.

Caminé con las manos en los bolsillos por el salón mientras Giulio trataba de recuperarlo, pero no lo consiguió.

Sin dejar de mirarlo, le dije;

—Olivia y yo somos un equipo. Y cuando ella se recupere, vamos a ser mucho más fuertes juntos que separados. —Él me observó con enfado totalmente y luego acabé. —Y lograremos encontrar al asesino de mi madre. Con Olivia sé que lo conseguiré.

Me marché, subiéndome al Ferrari mientras me alejaba de aquella asquerosa mansión el cual lo único que me quedaba era Angela, que deseaba llevármela de allí para que pudiese ser feliz con Olivia y conmigo.

🪩

OLIVIA GRIMALDI

Estaba en clase de dibujo, pintando al modelo que había frente a mi. Trazaba las líneas mientras que notaba la mirada de Luna preocupada por mi. Me sentía en alerta todo el maldito día, pero al menos el dibujo me ayudaba bastante a centrarme en lo que debía hacer.

No paraba de pensar donde estaba la traidora de Hayley, que me dolió que ella me hiciera aquello, habiendo tenido una amistad por años. Ahora se iba a casar con el psicópata de Mattia. No entendía porque me había hecho aquello.

¿Por dinero? ¿Porque quería a Mattia? ¿Porque le estorbaba? ¿O había algo más?

Solo supe que no la había vuelto a ver. Escuché por los pasillos de la universidad que había dejado los estudios y había desaparecido a otra ciudad. Creí escuchar que a Los Ángeles, pero no estaba segura de los chismes universitarios de pasillo. Tampoco podía fiarme de cualquier cosa que escuchaba porque habían muchas teorías y todas cada vez eran mucho más locas que la primera.

Mientras, yo tan solo estaba de luto por la traición de Hayley, enfadada con ella por lo que me había hecho y quería entender si había habido algún tipo de amenaza... Pero de igual manera había sido traicionada por ella.

—¿Estás bien? —La profesora me preguntó.

Ella era de las pocas que sabía lo que me había ocurrido y asentí, gracias a ella me había dado tiempo a que pudiese aceptar las cosas. Pero estaba en plena alerta siempre. Lo sentía normal, pero había pasado un maldito mes y seguía exactamente igual que al principio.

Quería volver a salir como antes, ir con Zev a cualquier lugar, sentirme más libre. Pero era muy pronto todavía.

Cuando la clase acabó, Luna se acercó a mi.

—¿Quieres ir a casa?

Negué rápidamente ante su pregunta, notando que se preocupaba por mi y que estaba más pendiente a mi después de lo de la última vez hacía más de un mes.

Nuestra relación seguía siendo el de clienta y guardaespaldas, pero sentía que había un poco más de cercanía y que Luna no era tan fría conmigo como anteriormente. Era algo que se agradecía al fin y al cabo.

—No. Quiero acabar el día y adaptarme nuevamente a mi vida... No pienso dejar que mi mente me consuma encerrada nuevamente en un sitio.

Luna asintió para susurrarme;

—Poco a poco, Olivia. Tienes que aprender a caminar antes de correr.

Sonreí, no contenta conmigo misma.

Quería volver a ser la de antes, cuanto antes. Pero era cierto que tan rápido no podía adaptarme a todo. Sabía que volvería a serla de antes, pero todo a su tiempo. Al menos ya volvía a salir de casa, aunque solo fuese ir a la universidad para acabar mis estudios en ese último año.

Se me hacía raro todos los cambios, incluyendo a estar sin Hayley en el campus. Y aunque la muy estúpida me había traicionado, echaba de menos todo. Negué tratando de quitarme aquella idea de la cabeza mientras Luna seguía mirándome.

—¿Sabéis algo de Hayley?

Ella negó.

—Negativo. Ian nos está ayudando a buscarla con sus métodos policiales, pero es difícil si está lejos de Chicago.

No hice ningún gesto, tan solo miraba a mi guardaespaldas mientras sujetaba mi carpeta.

—Era mi única amiga, Luna... Y ser traicionada por ella misma me ha dolido mucho más que estar encerrada en un maldito agujero por una semana entera.

—Esa no era una amiga —habló Luna contundente.

Empecemos a caminar por el campus hacia mi siguiente clase, cuando noté una presencia que me observaba. Al girarme, un hombre empezó a caminar de espaldas hacia otro sitio, pero juré que su espalda me sonaba de algo.

Tenía una altura parecida a la mía, llevaba una capucha puesta, así que no podía averiguar si se trataba de alguien a quien conocía. Pero por la forma de caminar era un hombre.

Arrugando mi frente, miré los movimientos que hacía con aquel gorro hasta que se giró y lo perdí de vista.

Me quedé un largo rato mirando cuando Luna me preguntó;

—¿Olivia?

—Si... Vamos a la siguiente clase.

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Sentada frente a mi caballete, el cual Zev se empeñó en ponerlo frente a una de las ventanas cerca de su escritorio para disfrutar de las vistas mientras pintaba. No paraba de pensar en Angela y en que Rocky, a mi lado aquella noche, también la echaba de menos.

Echaba mucho de menos a Angela y quería que volviese como antes. Pero Zev me dijo que no me preocupase, que un día viviríamos los 4 juntos como una familia.

Por eso, siempre Rocky se quedaba con Angela y había noches que dejaba que se quedase con ella, para que no se sintiese tan sola. Pero tampoco quería esto para ninguno de ellos. Ojalá pudiese quedarse Angela con nosotros más que fuese los fines de semana. Pero Giulio no quería y no entendía los motivos.

—¿Crees que volveré a ser la Olivia de antes? —pregunté a Zev que estaba en su escritorio.

Soné más preocupada de lo que quería.

Zev apareció a mis espaldas y me abrazó mientras miraba el cuadro que pintaba. Un perro de la misma raza que él me había descrito que se le había muerto hacia un tiempo.

—Volverás a ser la de antes e, incluso, mucho más dura y eléctrica que nunca.

Sonreí por ello, mientras notaba como Zev seguía tocándome de aquella manera y deseaba ir a más, después de un maldito mes y más sin hacerlo con él. Ya que él tan solo quería ser cuidadoso conmigo desde que volví y ni un maldito orgasmo me había dado.

El timbre sonó, pareciéndome extraño en aquella hora de la noche, ya que no había nadie que iba a venir.

Al mirar a Zev, este tomó su arma y me hizo una seña para que me escondiese en el cuarto, pero le negué y no hice ningún movimiento aunque estaba aterrada en el fondo.

Zev, bastante enfadado, negó mientras se dirigía hacia la puerta y, cuando la abrió, no escuché a nadie. Desde aquí no veía la puerta.

Él entró, cerrando la puerta con una caja algo pesada en su mano.

—¿Quien era? —Me apresuré en preguntar.

Él negó rápidamente.

—No había nadie en la puerta. Solo esta caja... Pone... Olivia... —Me observó con extrañeza—. ¿Esperabas algo?

Negué rápidamente mientras miraba la caja de color negro.

—No. Además, no creo que el cartero llegue a esta hora de la noche.

Zev arrugaba su frente sin dejarme la caja y me levanté, dejando el pincel en al vaso de agua y me acerqué a él.

—Puede ser algo peligroso, Olivia. No lo abras.

Arrugué mi frente y cuando vi la letra de aquella caja que ponía "Para mi querida Olivia", supe que no era nada peligroso.

Se lo quité de las manos y caminé hacia el sofá, ante las quejas de mi marido que no paraba de decirme que podía ser peligroso. Pero no le dije absolutamente nada. Tan solo abrí la caja y lo que vi allí dentro, fue mucho más la sorpresa de ver que se trataba de él, a pesar de llevar fallecido muchos años.

Me tapé la boca al mirarlo, al ver el trébol de tres hojas algo viejo, pero bien conservado en un plástico y supe perfectamente su significado. Quise llorar, estaba sensible, pero si lloraba no podía ver bien lo que había en el interior de aquella caja.

—¿Seguro que no has visto quien fue? —pregunté con las manos temblorosas.

Debía de ser de él, pero, ¿quien lo había dejado fuera de la puerta? ¿Quien sabía que estaba con Zev? ¿En ese edificio de Chicago?

—Seguro... ¿De quien es, Olivia? —preguntó preocupado.

No le respondí en ese momento. Estaba tan sorprendida de quien se trataba que apenas era capaz de nombrar algo.

Tomé la carta doblada y la abrí. Se notaba que estaba un poco vieja y al leer lo que ponía, juraba que podía escuchar la voz de él.

«Mi querida y hermosa Olivia;

Si estás leyendo esto, es porque estás pasando una muy mala época. Porque estás en un punto que no sabes quien eres, que todos quieren hacerte daño y no sabes si volverás a ser la misma Olivia de antes.

Soy consciente de que hice que tuvieses un gran entrenamiento, que no pude ser ese padre que ojalá hubieses tenido. Que no fui totalmente sincero contigo a pesar de que tu madre me decía que debía serlo. Para los peligros que acechaban.

Ahora no lo comprenderás, pero pronto, un día, entenderás todo lo que hice. Que lo hice por tu bien y que todo esto es tan solo el inicio de todo. Te oculté cosas muy importantes de mi vida, de mi pasado, el motivo por el cual entrenabas. Pero no estás ni estarás sola nunca.

No puedo decirte todo en una carta. Es peligroso hasta para las personas que te acompañarán en este camino. Y tu dirás, ¿como sabes eso? Lo tuve todo planeado, sabía que serías una mujer hermosa, llena de vida y el cual todos se fijarían en ti. Hasta familias peligrosas. Tan solo mantuve conversaciones con una sola familia para que te mantuviese a salvo si así fuese necesario. Y así ocurrió si estás leyendo esto. No puedo dar nombres, pero lo sabrás cuando llegue el momento.

Porque a dicha familia le dije que si necesitaban salvarte, esta caja llegaría a tus manos. Y ahora, cariño, ahora es el momento de empezar este camino de la verdad.

No eres quien crees que has sido. Pero en esta carta decirlo todo es peligro.

Tan solo te puedo dar mediante pistas hasta que consigas juntar todas las piezas del puzzle. De ahí a que tengas esta tarjeta que viene en el fondo de la caja, donde está la dirección de un sitio al que tienes que ir.

Tan solo busca el rojo y hallarás la respuesta a la siguiente pista.

Omnia vincit amor.

Te quiere,

Marcelo Berruti (ND)»

"El amor todo lo puede", la frase que siempre decía en latín y que era nuestra frase.

¿ND? ¿Que significaba eso? ¿Era algo como una contraseña? Con miles de preguntas y con la letra en puño y letra de mi padre miré a Zev, este seguía dudoso sin saber de que se trataba, cuando, tomé la tarjeta, vi el nombre de lo que parecía una discoteca de Miami y no paré de pensar que tenía que buscar el rojo...

¿El rojo?

Miré la tarjeta con detenimiento;


¿Miami? ¿La pista para saber quien era yo estaba en Miami?

Negué al mirar a Zev, que estaba igual de desconcertante que yo y le respondí con apenas un hilo de voz;

—Esta caja me la envía mi padre.


***

Bueno, primero que nada, ¡feliz sábado!

¿Que les ha parecido el capítulo?

Ahora es cuando viene todo lo importante, todo lo necesario para entenderlo todo y se mezclarán temas y asuntos sin resolver. Así que hay que tener todos los sentidos puestos para descubrir cada rincón escondido, hasta una frase que coloque que quizás de ciertas pistas ;).

Y recuerden; no se fíen de nadie.

¿Que Giulio esté cambiando de opinión con Olivia? ¿Ya estaba fingiendo de antes o ha pasado algo que lo haya cambiado?

¿Que Zev haya quemado aquel informe?

¿Que Olivia tema salir sola?

¿La caja del padre de Olivia?

¿Miami?

¿Que será "el rojo"?

Nos leemos el sábado ;)

Patri García

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