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Capítulo 19: Mi Perpetrador


Rouge escuchó con atención los pedazos de la vida de quien había sido su socio, sin imaginarse que alguna vez había trabajado en el castillo. Por fin todo tenía sentido, el porqué era tan diestro con la espada, porqué el odio desmedido a Lancelot y más que nada, porque deseaba vengarse de él tan fervientemente.

Silver le había pedido que tuviera su espada lista para concluir su venganza, aunque en ese momento no sabía que su blanco sería Ginebra y no el erizo negro.

–Y por eso...– habló Silver estirando su mano, dándole a entender que el fin se acercaba. Rouge le entregó su arma para dar la vuelta y salir de aquella habitación, incapaz de ver lo que haría a continuación –Te devolveré el mismo castigo que tú me diste tantas estaciones atrás...– escuchó decir por último antes de salir por completo.

No pudo permanecer dentro de la casa, tenía que salir. Rouge sabía qué era que te arrebatarán a tu familia, al final de cuentas ella había pasado por lo mismo, aunque claro no de la misma manera que Silver. Aunque Rouge sabía que Lancelot se merecía el castigo, algo dentro de ella simplemente no le agradaba que Silver matará a alguien inocente. Lo había visto hacerlo muchas veces antes, pero el resonar de las palabras Lancelot aún daban vuelta por su cabeza: "Por salvarle la vida a una aldea que yo pretendía eliminar..." eso significaba que él alguna vez había peleado por lo que era justo.

–¿Qué te pasó?– murmuró al aire, cuando vio una silueta dirigirse hacia ella desde el cielo despejado de aquella tarde. Observó intrigada una sombra a contra luz agudizando su vista para ver con mayor claridad qué podría ser hasta que distinguió una armadura reluciente.

Rouge alzó sus alas en el aire logrando por muy poco alejarse del golpe certero de un caballero de armadura reluciente; sin entender quién era o por qué el repentino ataque en su contra. Rouge frunció el ceño lanzándole una fuerte patada para que el caballero la detuviera con ambas manos dejándola un poco impresionada por resistir el golpe sin titubear. La tomó con fuerza del pie alzándola al aire, golpeando su cuerpo contra aquella cabaña inestable de madera haciendo que ésta se sacudiera con intensidad.

Rouge sintió su vista desenfocarse por el golpe que su cabeza había recibido al igual que el impacto. Vio de nuevo al caballero de brillante armadura y un escalofrío recorrió su cuerpo.

–Pagarán por lo que le han hecho a su majestad...

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Silver tomó aquella espada fijando su vista en Ginebra quien lo observaba con horror al entender sus palabras. Él pensaba castigar a Shadow de la misma forma que él lo había hecho muchas lunas atrás. Quitándole algo preciado e irremplazable.

–¡No lo permitiré!– el grito del erizo negro atrajo su atención a éste, viéndolo abalanzarse contra Silver, quien cayó al suelo al no poder esquivarlo con precisión. La espada rechinó al barrerse por el suelo alejándose de ambos. –¡Has llegado muy lejos en tu patética venganza!

–¡No lo suficiente!– exclamó forcejeando contra él.

–¡Jamás podré devolverte lo que te quite, pero matarme no hará la diferencia!– habló Shadow tomando sus muñecas con fuerza, en un intento de frenar su ira.

–Lo hará...– murmuró provocando que sus ojos se iluminaran incandescentemente, provocando que Shadow volara por los aires chocando contra el techo y cayendo nuevamente al piso duro.

–¡SHADOW!– gritó Ginebra corriendo hacia él. Lo vio toser sangre y con un gran esfuerzo intentar levantarse. Ginebra cayó de rodillas frente a él, mientras sus ojos llenos de lágrimas lo miraban debilitarse cada vez más. –No te muevas...– murmuró la eriza tomando su rostro manchado de carmín, con suavidad.

–No permitiré que te haga daño...– musitó Shadow a penas con la suficiente fuerza para reincorporarse –María, no puedo seguir huyendo de mi pasado– dijo viéndola con decisión –, tal vez no salga de aquí contigo... pero te aseguro que tú lo harás.

Shadow vio los ojos de ella abrirse por completo al entender lo que sus palabras le daban a entender, pero si debería de morir por salvar su vida, bien valdría la pena. La vio con dulzura una última vez, antes de regresar su atención al erizo plateado quien levantaba aquella antigua espada del suelo para, con un habido salto, empuñar su espada contra la eriza que yacía de espaldas.

Lancelot la abrazó con fuerza para protegerla con su propio cuerpo, y así ver al erizo plateado blandir su espada contra ellos. Sus ojos se ampliaron al ver a su perpetrador para que algo obstruyera su visión y escuchar el sonido del metal resonar y ver a un rostro familiar defenderlos, uno que no pensó que vería nuevamente.

–¡No te atrevas a lastimar a su majestad!– gritó el caballero empuñando sus dos espadas; las cuales daban la impresión de ser dos alas filosas.

Shadow vio con detenimiento al caballero que ahora salvaba su vida, sabiendo que había algo familiar en él. Lo observó con detenimiento intentó descifrar qué podría ser hasta que un recuerdo vino de golpe a él: –"Que decepción... Lancelot"–; de repente todo tuvo sentido. Era él, el caballero que casi había terminado con su vida.

–¡Jet!– exclamó Ginebra con una sonrisa desbordante. Shadow lo volteó a ver con asombro, casi incrédulo al verla reconocer con alegría al caballero que había salvado la vida de ambos.

–¡María!– llamó el halcón verde volteándola a ver con alivio para luego fijar su atención al erizo negro, quien yacía con su princesa en brazos–¡Tú!– vociferó con su ira contenida.

Ginebra dirigió su mirada a Shadow, quien se le miraba desconcertado por lo que estaba presenciando. Regresó su mirada a Jet, quien no tenía un pizca de misericordia en los ojos; parecía que realmente que odiaba a Shadow, aunque no estaba segura de porqué ese odio parecía algo más personal.

–¡Sabía que aún seguías con vida!– gritó iracundo el halcón –Perdí la oportunidad de matarte una vez, eso no volverá a pasar– masculló empuñando su espada hacia él.

–¡No lo permitiré!– gritó Silver iluminando sus ojos de un resplandeciente celeste intenso golpeando a Jet con una onda psíquica. –¡Él es mío!

Lancelot vio al halcón chocar contra la pared de aquella inestable casa, la cual empezaba a desmoronarse poco a poco, y acto seguido ver al halcón levantarse a gran velocidad para atacar a Galahad, quien tomó su espada oxidada para iniciar una lucha por su cabeza.

–Ven, debemos salir de aquí– ordenó el erizo negro tomando a María de la mano, obligándola a ponerse en pie.

–Pero Jet...

–No hay tiempo, esto caerá sobre nosotros si seguimos aquí– señaló el techo que empezaba a caerse poco a poco –No importa lo que pase, no sueltes mi mano– indicó viéndola fijamente a los ojos, a lo cual ella asintió febril.

Lancelot tomó a la eriza, viendo la puerta abierta frente a ellos y sin dudarlo corrió tan rápido como María pudo para salir de la pequeña cabaña que pronto caería sobre sus cabezas; escuchó el grito de Galahad al verlo dirigirse a la puerta y de lo que esperaba fuera el fin de esa pesadilla que él mismo había provocado, hasta que la puerta frente a él se cerró de golpe obligándolo a parar. Lancelot volteó a ver a sus espaldas viendo al erizo plateado parado del otro lado de la habitación.

–No te permitiré salir de aquí con vida– amenazó Silver por último. Un aura psíquica envolvió aquella espada, la cual hizo flotar con una mano –Hasta nunca, su majestad– se despidió lanzando cual flecha el arma hacia el erizo negro.

Vio la espada de Galahad volar cual proyectil hacia él, hasta que su vista se obstaculizó por los mechones dorados de María. María estiró ambos brazos para protegerlo al momento de la espada chocar contra ella escuchando como cortaba las hermosas telas de aquel vestido azul al igual que su carne. Un corte limpio, uno que silencio todo a su alrededor.

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Sonic recorrió a ciegas su reino en busca del lugar donde el erizo plateado, quien se le conocía bajo el nombre de Silver, se encontraba con Lancelot y la Princesa Ginebra. Nimue lo abrazaba fuertemente por la cintura, atormentada aún por la imagen de Lancelot muriendo, esperaba que llegaran a tiempo.

–¡Sonic observa!– exclamó Amy para señalar al cielo –¡El atardecer!

–¡Maldición!– exclamó agitando las riendas con fuerzas y seguir por aquella vereda hasta que escuchó un estruendo seguido por un sutil temblor. Sonic siguió con la marcha curioso para ver como una choza desgastada se desplomaba ante sus ojos para quedar hecha una pila de escombros. –¡Ese tiene que ser el lugar!

–¡Sonic apresúrate!

Bajaron del equino al llegar al lugar apresuradamente para ver los escombros de roca y paja por todos lados. Cerca de los mismos divisaron a la murciélago del castillo yacer inconsciente. Sonic se acercó a ella confundido de su presencia, a lo cual le restó atención cuando vio a alguien sobresalir de los escombros. Un halcón mal herido con vestimenta de caballero.

–¡María!– exclamó el halcón con desespere para buscar entre la pila de rocas que yacía a su alrededor –¡Por favor responde!

–¿María?– repitió en baja voz Nimue, reconociendo ese nombre, era el nombre que usaba Shadow con la Princesa Ginebra, y si era así, eso significaba... –¡Shadow!– exclamó para lanzarse a la búsqueda junto al halcón.

Nimue no entendía, así no terminaba la visión, eso significaba que algo o alguien había interferido antes que ellos llegaran, y se preguntaba si ese halcón verde tendría algo que ver con ello.

–¡Los encontré!– escucharon a Sonic mientras él movía los escombros con esfuerzo. Amy llegó al lugar junto con el desconocido halcón verde para ver a Shadow abrazar a Ginebra en un intento de protegerla de lo que había caído sobre ellos, y a su vez, ver algo más. –Eso es...

–¡MARÍA!– exclamó el halcón para empujar a Sonic con brusquedad y separar a Lancelot de la eriza que ahora yacía con una espada atravesada en su espalda. –¡Por favor, por favor, despierta!– exclamó con desesperé.

Ginebra abrió sus ojos con esfuerzo para distinguir un rostro familiar, era Jet. Esbozó una apagada sonrisa, sintiendo frío recorrer su cuerpo.

–¡Princesa!– exclamó Sonic acercándose a ella.

–Ayúdalo...– murmuró sin energía Ginebra cerrando los ojos nuevamente.

Sonic sabía a quién se refería. Regresó su vista al erizo negro que yacía maltrecho, pero se le miraba sin ninguna herida de gravedad. Dirigió su mirada hacia Amy quien tenía una expresión de consternación mientras inspeccionaba al erizo negro.

–Él estará bien– dijo Sonic para tranquilizarla, a lo que ella asintió esbozando una sonrisa. –¡Debemos de llevarlos al castillo, rápido!– ordenó para así dirigir su vista al halcón verde, quien asintió con la cabeza –Llévate a la princesa en mi caballo– ordenó al caballero que tocaba a su prometida con delicadeza, como si ésta fuera de cristal –Llévala al castillo de Camelot donde el Rey Uther espera su regreso.

–Así será– asintió el halcón caminando a prisa al corcel blanco. –Su majestad– asintió con la cabeza en señal de reverencia –¿Usted que hará?–inquirió viendo de reojo al erizo negro que yacía sobre su hombro inconsciente.

–Soy más rápido a pie, llevaré a Lancelot también al castillo.

–De acuerdo– asintió Jet en un intento de ocultar su enfado –Allá saldaremos cuentas– concluyó, para tomar el caballo y galopar de regresó al castillo.

Sonic buscó con la mirada a la eriza rosa, quien yacía moviendo los escombros de aquella casa.

–¡Hey Amy!– llamó provocando que la eriza dirigiera su mirad a él –¿Qué haces?

–Llévate a Lancelot al castillo, yo llegaré después– respondió fijando nuevamente su atención al suelo bajo de ella.

–¿Estás loca? ¿sabes lo lejos que está?

–Estaré bien, ahora necesito hacer algo y me llevará tiempo.

–¿De qué hablas?

–Alguien necesita de mi ayuda– murmuró para ver al erizo plateado quien yacía inconsciente y gravemente herido –Confía en mí– pidió para verlo con mohín de serenidad.

Sonic se ruborizó suavemente ante la mirada decidida de ella. No objetó más a sus palabras, asintió con la cabeza, sin insistir más en el tema. A veces olvidaba quien era ella y sobre su poderosa influencia.

–Regresaré por ti, al anochecer– le susurró dándole la espalda con una expresión estoica. Amy asintió con la cabeza, ampliando su sonrisa, para verlo partir en un rayo azul.

Nimue se quedó a solas con aquel erizo plateado, quien yacía inconsciente entre escombros. Acercó su mano al pecho del erizo moribundo para sentir el dolor más agudo jamás experimentado.

–Haz sufrido mucho–dijo entristecida –, pero ahora, yo estoy aquí.

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Abrió los ojos con pesadez, viendo como vendas cubrían gran parte de su cuerpo. El lugar le era familiar, había regresado a la misma prisión que aquella murciélaga lo había ayudado a escapar. Shadow colocó una mano sobre su cabeza sintiendo un dolor punzante sobre la misma; no estaba seguro cómo había llegado ahí, y en un esfuerzo por rememorar recordó a Galahad y su venganza inconclusa y luego a ella... a María.

–María...– murmuró al recordar sus últimos instantes a su lado –¡MARÍA!– exclamó para acercarse a las barras de metal con torpeza y agitarlas con la poca fuerza que poseía. –¡Maldita sea!– vociferó intentando escapar de su prisión.

–Tranquilízate– escuchó la voz de Arturo, para verlo salir de entre las sombras –No podrás acercarte a ella. Su caballero cuida de ella en todo momento.

–¿Su caba...

–Sir Lamarok– expresó estoico.

–El halcón verde– recordó Shadow. Colocó una mano sobre su rostro para ver como su pasado al fin lo había alcanzado, y la que había pagado las consecuencias había sido ella. –¿Ella está...

–Parece que la espada no daño su corazón, pero sí un pulmón... está una situación critica– murmuró Sonic desviando la mirada –No sabemos si lo logre...

Sus ojos se dilataron al escuchar eso sintiendo como su alma parecía quebrarse en pedazos. Todo lo que él le decía tenía que ser un mal sueño... o bien, la entrada al infierno que él mismo había construido al pasar de los años.

–Todo esto es mi culpa– masculló cerrando sus puños con fuerza.

–Lo es– asintió Arturo. Sus ojos se posaron en la pequeña ventana que daba paso a la entrada de luz que empezaba a extinguirse para darle final al día. De su cintura sacó unas llaves de acero para así abrir la celda en donde él yacía encerrado, haciéndolo retroceder con sorpresa –Ahora arréglalo.

–¿Eh?– exclamó con sorpresa, sin lograr entender.

–Regresa a Tolosa y arregla todo aquello que haz hecho.

–¿Cómo...

–Afuera encontrarás un corcel que espera por ti para llevarte a tu reino.

Shadow quedó en silencio, pensativo. La oferta era demasiado buena para ser cierta. Arturo y todo el reino estaba arriesgándose al hacer algo como eso, ¿por qué el príncipe del reino más poderoso e importante le daría su libertad con tanta facilidad?

–¿Cómo sabes que cambiaré todo?– preguntó Shadow para caminar con cautela a la salida –¿Qué te hace confiar que no alargaré más la guerra o atacaré a tu reino?

–Amy– espetó –Creo en ella y si ella cree en ti es suficiente para mí.

Shadow buscó con disimuló a la princesa del lago, sin rastros de la misma. Aún tenía cientos de preguntas para el erizo azul, las cuales se vieron opacadas por una mirada intensa por parte de Arturo señalándole la salida.

–Ahora ve antes de que mi padre te encuentre o te matará de seguro.

–¿Por qué el rey me mantuvo con vida tanto tiempo?– preguntó sin entender.

–Por la Princesa Ginebra, ella así lo pidió antes de desvanecerse– explicó –Sin embargo, si ella muere, tu cabeza tendrá el precio más alto de la historia. Ahora vete.

María confiaba en él, que él arreglaría todo... y así lo haría. Asintió con la cabeza para dar media vuelta y correr hacia donde la oportunidad lo esperaba, para así cambiar el destino fatídico que él había causado; pero antes de marcharse se detuvo para ver a Arturo una vez más.

–Cuando arregle todo...–habló viéndolo de reojo –¡Regresaré por ella!– sentenció con decisión –¡Y la convertiré en mi esposa!

Sonic lo vio conmocionado ante sus fieras palabras y estaba seguro que no le importaría iniciar una nueva guerra por la mano de la Princesa Ginebra. Bufó divertido ante el suceso, pues él no se opondría a dicho matrimonio. Asintió con la cabeza ante sus palabras con un amago de sonrisa.

Así, lo vio partir en la oscuridad de la noche, sin decirle nada más; realmente esperaba que Lancelot pudiera detener la guerra, realmente esperaba no haberse equivocado en su decisión.


¡GrAcIaS pOr LeEr!

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