Capítulo 12: La Fiesta
Yacía recostado sobre su cama con la vista perdida en el techo raso. Después de haber escuchado un gran sermón por parte de su padre sobre lo que se esperaba de él y todo lo que había hecho mal, Sonic regresó a su cuarto para dedicarse a pensar. Cuando Amy fue tragada en el estanque se echó al agua aunque sabía que nadar no era lo suyo, pero el estanque no era profundo así que no fue realmente un problemas pues el agua le llegaba por debajo del pecho.
Sonic cerró los ojos y recordó el momento de nuevo, repasando cada instante en su mente. Se sumergió gritando buscándola, pero no aparecía por ningún lado, simplemente parecía que se hubiese esfumado con magia. Nadó y nadó tan bien como sus torpes brazos se lo permitieron por todo el estanque, pero no había rastros de ella. Siguió en el agua cuando sintió que era halado con fuerza para ver al caballero de la Princesa Ginebra verlo con una mirada iracunda. "¡¿Dónde está?!" le preguntó con gran enfado, a lo cual él sólo logró decirle que el agua se la había tragado. Luego de eso Shadow lo sacó con gran fuerza fuera del agua dejándolo en la orilla para gritar el nombre de "Amelia" y buscarla con desesperación por todos lados hasta que milagrosamente logró sacarla del agua ¿Cómo él había logrado encontrarla? Sonic la había buscado en todo el estanque y no había podido llegar a ella.
–Faker... ¿ha?– repitió el nombre que el erizo negro le había dicho. Tal vez tenía razón, tal vez no podía proteger a Amy –Tal vez no puedo proteger a nadie...
–Hijo– escuchó la voz de su madre. Sonic se levantó para verla de pie en el marco de la puerta de su habitación –¿Podemos hablar?
–¿También tú?– cuestionó Sonic molesto, esperando otro sermón por parte de su madre.
–Creo que tu padre ya ha dicho más que suficiente, ¿no te parece?– sonrió su madre cerrando la puerta tras de sí.
–Mucho más que suficiente– se quejó el erizo aún con su mirada entristecida –Yo sólo quería...
–Haremos una fiesta– interrumpió su madre de pronto, confundiéndolo por el repentino cambio de tema. Juraría que venía a hablar sobre su huida con la dama del lago. –Todo el reino estará invitado.
–¿Una fiesta? ¿Con qué motivo?
–Es para celebrar el compromiso con la princesa, claro– respondió su madre con una sonrisa, a lo cual el frunció el ceño desviándole la mirada –Así que pensé, por qué no una fabulosa fiesta de disfraces– habló Aleena juntando ambas manos con una sonrisa.
–¿Disfraces? ¿En serio?– preguntó Sonic arqueando una ceja.
–Claro, quiero que sea algo mágico, en donde las etiquetas no sean un estorbo. En donde tú seas tú y Nimue, por ejemplo, sea sólo una damisela más– indicó viéndolo con un guiño, haciéndolo sonrojar. ¿Qué pretendía su madre? –¿No suena fabuloso?– preguntó con una sonrisa de ensoñación.
–Eso creo...– murmuró Sonic sin estar seguro cual era el propósito detrás de todo eso.
–¡Perfecto!– asintió –Entonces empezaré los preparativos para que se haga en dos días, ¿perfecto cierto?
–Claro madre, como desees– respondió sin interés.
–Bien, no olvides que es de disfraces y que necesito que convivas con todos ¿de acuerdo?
Sonic la vio con suspicacia, por qué sentía que intentaba decirle algo. Su madre estaba consciente que él no estaba de acuerdo con el matrimonio forzado, pero no estaba seguro qué intentaba proponerle.
–Bien, conviviré con todos... supongo– respondió alzando los hombros en señal de desinterés.
–Excelente– asintió complacida para dar media vuelta camino hacia la salida cuando se detuvo de pronto volteándolo a ver –Por cierto, la dama del lago está con un hermoso antifaz de plumas de pavo real y un vestido que combine– dijo con una sonrisa traviesa.
–¿Por qué me dices eso?
–Es una invitada importante y creo que es importante no perderla de vista, ¿no lo crees?
–Sí pero...
–No hay más que hablar– interrumpió –Mandaré a confeccionar tu vestimenta lo antes posible.
–Bien, como digas– respondió Sonic perplejo.
–No te preocupes, no será muy ostentoso. No quiero que sepan quien es el príncipe con facilidad o perderá la gracia– guiñó su ojo nuevamente saliendo de su habitación.
Sonic la vio partir dejándolo confundido. Si no la conociera podría jurar que intentaba juntarlo con Amy de alguna manera, aunque eso no podía ser más ridículo, después de todo él ya estaba comprometido... aunque claro esa había sido idea de su padre.
0-0-0-0-0
–¿Fiesta de disfraces dices?– preguntó Silver viendo las estrellas –Con que echaran la casa por la ventana ¿ha?– dijo con una media sonrisa.
–Eso me dijo el guardián– habló Rouge estirando su ala lastimada, la cual estaba curada casi por completo –Y respecto a la información sobre lo que me pediste, el erizo negro dice que él y la dama del lago necesitaban algún tipo de información de la princesa, y que por eso trabaja para ella.
–¿Qué tipo de información?– preguntó Silver.
–No lo sé, realmente no es que como que él quisiera hablar mucho conmigo.
–Contigo tal vez no– dijo Silver pensativo –¿Pero que tal la dama del lago?
–¿Qué con ella?
–Son cercanos, ¿no es cierto?
–Eso creo... no lo sé.
–Yo sí– sonrió Silver divertido –Y ella nos dará la información.
–A penas logró que ese guardián me deje salir, no sé diga de interactuar con cualquiera en el castillo– le explico con enfado –¿Crees que me dejará ir con alguien como la gran dama del lago?– indicó Rouge disgustada.
–No te preocupes, no serás tú quién le hable.
–¿A no?– inquirió Rouge alzando una ceja.
–Será una fiesta de disfraces después de todo, cualquiera puede entrar, ¿no es cierto?
Rouge esbozó una sonrisa al entender el plan del erizo plateado.
0-0-0-0-0
La vio ir y venir con gran entusiasmo. Una actividad se aproximaba y las preparaciones llevaban dos días ya, al parecer sería esa noche. Shadow bostezó aburrido, captando la atención de ella.
–¿Aburrido?
–No entiendo por qué te emociona todo esto María– habló sin interés –Es una tonta fiesta.
–¿Es que no lo entiendes?– preguntó la eriza mientras prestaba atención a varias ornamentas –Será la primera fiesta en donde vaya y no seré la Princesa Ginebra, en su lugar, seré sólo alguien más.
–¿Alguien más?
–Sí, una damisela más que se divierte– dijo muy animada sacando varios vestidos de su armario.
–No lo entiendo– habló Shadow nuevamente –Si es una fiesta por tu compromiso con el príncipe, ¿no se supone que deberían todos de saber quienes son?
–Bueno, la Reina Aleena siempre ha sido algo excéntrica– habló revisando cada prenda de su armario sin verlo directamente –Por mí está bien. Habrán muchas otras fiestas en donde seremos príncipe y princesa.
–Bien, si tú lo dices– dijo el erizo negro sin interés.
–Por cierto, ya me encargue de arreglar tu atuendo para esta noche.
–¡¿Qué cosa?!– habló Shadow exaltado.
–Claro, también te disfrazaras como todos.
–No lo creo– se negó molesto.
–Ordenes de la reina– insistió María –Además, ¿no quieres divertirte un poco?
–Mi trabajo es cuidarte, no divertirme.
María le sonrió con dulzura por su comentario. Caminó hacia él dejando a un lado la ropa que había sacado de su armario regalándole una dulce mirada. Shadow la observó confuso por su acción y sin poder sostenerle más la mirada, se la desvió al sentir la persistente de ella.
–Y haces un excelente trabajo– habló María tomando su mano con suavidad, a lo cual él se soltó rápidamente dándole la espalda.
–Soy tu caballero, no lo olvides– indicó sonrojándose con fuerza.
–Bien– la escuchó decir a sus espaldas con un pesado suspiro –Entonces ven para protegerme– le ordenó haciendo que la viera de reojo. Shadow notó aquella mirada entristecida por el tosco rechazo de hace un momento –Pero no puedes ir como caballero, o de lo contrario cualquier perpetrador sabría cómo burlarte. Deberás disfrazarte, ¿está bien?
Shadow suspiró imperceptiblemente y asintió de mala gana con la cabeza. No era algo que quisiera hacer, pero por ella... bueno, haría una excepción. –¡Gracias!– la escuchó gritar para luego sentir cómo lo abrazaba por la espalda sintiendo nuevamente su rostro enrojecer y su corazón latir rápidamente. –Empezaré a ver tu disfraz ahora mismo– dijo María por último soltándolo y caminando fuera de la habitación clamando por Lady Wave. Shadow se quedó en su lugar con un repentino calor abrumante en su cuerpo y sintiendo su cara arder. ¿Qué pasaba con él? ¿Por qué de repente se sentía tan nervioso con el más leve de los roces?
0-0-0-0-0
El salón era de tamaño considerable con adornos lujosos por todos lados y comida hasta donde la vista alcanzaba. Los invitados empezaron a llegar, y tal cual la reina había querido, todos llegaron con antifaces variados para ocultar su identidad. El sonido del piano pronto inundó el salón con sus altos y bajos animando a aquellos desconocidos a bailar. La suave melodía parecía conectar a los corazones de extraños sin rostro en un rítmico vals. Una danza que él desconocía de pasos repetidos y sonrisas que a su parecer eran fingidas.
–Es muy hermoso ¿No lo crees?– preguntaron a sus espaldas.
Shadow volteó a ver a la eriza de púas de oro sonreírle amenamente. Llevaba un peinado recogido con un antifaz que le recordaba al espacio estrellado. Su vestido era de un azul oscuro con brillantes, en donde las estrellas parecían brillar por los brillantes en éste. Se le miraba increíblemente hermosa. Shadow le desvió la mirada sonrojado por su último pensamiento y dirigió su vista de nuevo a la pista de baile.
–¿No deberías de estar bailando?– preguntó él intentando obviar sus últimos pensamientos.
–No soy una buena bailarina realmente.
–Estoy seguro que el Príncipe Arturo podría enseñarte.
–Él está muy ocupado, mira– señaló el lugar donde varias doncellas rodeaban al erizo con una mascara dorada y armadura del mismo color –Pero si tú quisieras enseñarme...
–No sé bailar– espetó cortante.
–¡Perfecto!– exclamó ella con alegría tomando su mano y halándolo a la pista de baile en contra de su voluntad –Aprenderemos juntos.
–E-Espera– balbuceó nervioso –Sabes perfectamente que los caballeros no podemos...
María colocó su dedo índice sobre sus labios obligándolo a callar.
–Aquí no, esta es una noche en donde los títulos no existen– dijo con una dulce sonrisa –Así que tú y yo somos solamente dos extraños que comparten una pieza de baile, nada más.
María tomó una de sus manos y lo hizo colocarla en su espalda destapada para ella tomar la otra y así recostar su cabeza sobre su pecho haciéndolo ruborizar fuertemente. Shadow sintió como ella descansaba su cabeza sobre aquel traje que lo había obligado a ponerse. Un saco rojo con bordados dorados encima de una camisa blanca, un pantalón negro con botas del mismo color y un antifaz rojo bermellón. No parecía en absoluto un caballero, más bien un aristócrata. Lo único que pudo llevar a petición de él había sido su espada que tenía en la cintura.
–Sólo deja que la música te guíe– murmuró ella empezando a moverse lentamente de un lado a otro.
Shadow tragó pesado asintiendo con la cabeza, y a pesar de que en un principio le costó un poco seguirle el ritmo pronto se le hizo más natural hasta que pareció dominarlo por completo. Shadow tomó el liderazgo en aquella danza tomando a su compañera con gracia y haciéndola girar suavemente sobre la pista. Sonrió con disimuló observando aquellos ojos zafiro que lo miraban con asombro siguiéndolo en cada vuelta y paso que él daba. Los invitados empezaron a darle espacio asombrados por el gran bailarín que tenían. Las damiselas empezaron a murmurar en voz baja sobre el apuesto caballero y la misteriosa damisela.
María le sonrió dulcemente sintiendo el fuerte agarre de él, mientras un suspiro le era robado. No sentía que bailara con Shadow o con un caballero, sentía que lo hacía con un verdadero príncipe, uno con el cual se sentía muy cómoda. Escuchó la música de los chelos sonar en una danza triste y a la vez adecuada. María giró en la pista con gracia para ser atrapada en sus fuertes brazos y ambos quedar sin aliento en frente a frente en medio de la pista justo al final de la melodía.
Aplausos inundaron el salón despertándolos a ambos, quienes realmente no se habían percatado que eran el centro de atención, soltándose al acto. Las damiselas corrieron rodeando al erizo negro y apartando a la chica de cabello rubio, para pedirle la siguiente pieza. María observó la escena sin poder decir nada, sintiendo como un nudo en su estómago empezaba a formarse junto a una sensación de molestia al verlo rodeado por aquellas mujeres. La eriza le desvió la mirada intentando ocultar su enojo, sabiendo que sería mejor que retirarse hasta que sintió su mano ser tomada con fuerza.
–Ella es mi pareja, lo lamento– lo escuchó decir volteándolo a ver sorprendida –Pero estoy seguro que en este lugar habrán mejores bailarines que yo, con su permiso concluyó Shadow con elocuencia.
Shadow la tomó de la mano para caminar fuera de la multitud haciéndola sonrojar y su corazón estallar en felicidad. La había escogido a ella por sobre todas. María no pudo evitar sonreír de felicidad para así tomar con fuerza y seguirlo sin decir nada.
0-0-0-0-0
Sonic por fin había tenido un suspiro de todas aquellas damiselas. Su madre le había dicho que no quería que tuviera un atuendo ostentoso, aunque para él una armadura y antifaz dorado era algo bastante llamativo. Observó a Shadow retirarse con la Princesa Ginebra por el salón, ella había sido la única que no había hablado con él en toda la noche.
–Parece que la princesa está muy ocupada en este momento– escuchó a sus espaldas volteando a ver a su madre con una sonrisa divertida –Deberías de ir a buscar pareja antes de que todas las damiselas del reino vuelvan aquí.
–Bueno, creo que mi pareja está ocupada en este momento– sonrió Sonic al ver a la princesa marcharse.
–Oh, cierto– asintió su madre con una falsa expresión de preocupación –Entonces...– dijo tomándolo por los hombros y empujándolo suavemente a un lado –¿Que tal alguien más?– indicó con una sonrisa encubierta.
Sonic la vio desconcertado hasta que enfrente de él distinguió a Amy tomando un poco de ponche, en un hermoso vestido verde brillante y con un antifaz de pavo real. Sonic vio de nuevo a su madre con suspicacia por el obvio intento de juntarlo con ella.
–¿Qué tramas?– le preguntó por fin.
–¿Yo?– dijo ella con un dejo de diversión en su voz y una falsa expresión de asombro –Nada, nada. Sólo quiero que mi hijo se divierta– respondió con una amplia sonrisa –Así que ve con ella y diviértete– lo empujó por último –Yo iré a hablar con tu padre para que se distraiga un poco– dijo guiñándole el ojo nuevamente y desapareciendo en la multitud.
Sonic sonrió con disimulo, y tal como su madre le había dicho fue al encuentro de la eriza, con quien no había podido hablar desde aquel incidente. Al menos quería pedirle perdón por lo que había sucedido.
–Hey Ames– llamó en suave voz el erizo azul.
–¡Sonic!– exclamó la eriza con sorpresa, casi derramando el líquido que bebía, sonriendo nerviosa –Wow, te vez muy...– silenció para admirar la exquisita armadura dorada –Elegante– completó con una tímida sonrisa.
–Tú te ves muy hermosa– le sonrió galante provocando un claro sonroje en las mejillas de la eriza rosa –Lamento no haberte hablando antes– se disculpó con un mohín de vergüenza –Supongo que no sabía qué decirte exactamente...
Amy le desvió la mirada recordando las palabras de Merlín. Se suponía que Sonic era la pieza clave para terminar con aquella guerra sin sentido, pero no sabía cómo. Había intentando comunicarse con él nuevamente pero Merlín no volvió a hablarle. Ella tampoco sabía que decirle después de lo que había ocurrido.
–Sonic, yo...
–En fin, lamento no haber podido rescatarte... de nuevo– dijo con su mirada entristecida.
Amy vio la expresión de tristeza y frustración de parte del erizo. No había sido su culpa, de hecho había sido necesario. Amy observó de reojo la pista a sus espaldas esbozando una sonrisa. Ya sabía qué hacer para animarlo.
–¿Quieres bailar?– preguntó ella cambiando el tema drásticamente.
–¿Bailar?– repitió.
–Hoy sólo soy una damisela cualquiera y tú un caballero cualquiera ¿no es cierto?
Sonic asintió febrilmente con la cabeza para esbozar una sonrisa confianza ante lo que ella proponía.
–Lo eres, así que...– dijo Sonic tomando su mano con caballerosidad –¿Me concederías esta...
–¡Príncipe Arturo!– escuchó la voz de Espio a sus espaldas, interrumpiéndolo –Perdone la interrupción pero tenemos un pequeño problema con el Conde the Cat y su mascota perdida, me preguntaba si podría...
–Oh, Big– murmuró Sonic con una expresión de cansancio –Iré en un momento.
–Gracias su alteza.
–Espérame aquí, regresaré en un momento– le susurró a Amy para besar su mano con galanura y retirarse con Espio.
Amy se sonrojó por la muestra de afecto. Amy llevó su mano a su pecho, aún sintiendo el suave beso de él sobre la misma. Su mirada se perdió en él, mientras lo observaba hablar con un gran gato púrpura quien parecía muy preocupado por algo.
–Buenas noches– dijeron a sus espaldas, alarmándose. La eriza rosa se volteó para ver a un erizo plateado con una armadura de plata y su celada baja, apenas distinguiendo sus ojos detrás de ésta –Lady Nimue ¿Cierto?
–¿Eh?– exclamó asombrada –Sí... ¿Nos conocemos?
–Aún no, déjeme presentarme. Soy Silver the Hedgehog, del Reino de Tolosa, y me gustaría poder hablar con usted.
¡GrAcIaS pOr LeEr!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro